La utopía de la mariposa.
En su primer periodo vacacional como cabo en la Marina, Bruno Avendaño, de 36 años, desapareció en el Istmo, a donde regresó para visitar a su familia. Desde ese día de las madres de 2018, la suya no ha dejado de buscarlo, tampoco el resto de su familia.
“Yo no me doy tiempo de vivirlo con dolor. Yo tengo mucho coraje y estoy muy enojado con nuestro sistema de justicia. Nos tenemos que sobreponer al dolor, a la falta de sensibilidad de funcionarios, a la ineptitud de las instituciones, a la orfandad en que el Estado nos tiene relegados”, dice vía telefónica Lukas Avendaño, protagonista de La utopía de la mariposa.
Si uno le pregunta a qué se dedica, inmediatamente responde que a buscar a Bruno. Su vida ha adoptado el ritmo de dependencias burocráticas en las que su rostro se mezcla con los de cientos personas que también esperan, desesperados, por alguna pista que los ayude a encontrar a sus familiares.
Para Lukas el recorrido espinoso de diligencias y declinación de competencias remite siempre a las mismas instancias: la Fiscalía General de la República, la Vicefiscalía Regional del Istmo, a la que denunció en junio de 2018 ante la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) por irregularidades en la integración de la carpeta de investigación; y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en la que el 19 de marzo de 2020 interpuso una denuncia en contra de la DDHPO, porque tras dos años de espera no había recibido respuesta.
“El santuario de las mariposas utópicas es un cuarto que Lukas construyó en su casa. En sus paredes lleva una cronología que comenzó el día de la desaparición de su hermano, como un registro de su investigación. Esa es la desesperación que surge cuando buscas a alguien a quien amas”, agrega Crespo.
A un mes de la desaparición de su hermano, la salud de Lukas se vino abajo, las visitas constantes a la Vicefiscalía Regional del Istmo y a la Unidad Especializada de la Fiscalía General de Oaxaca, que no quería atraer el caso, lo debilitaron. En medio de ese momento especialmente difícil, le surgió una invitación para dar talleres en Barcelona.
La utopía de la mariposa.
“Mi familia decidió que sería mejor que yo me ausentara un rato. Me dijeron, ‘si te quedas acá uno, dos, tres años, no va a pasar nada. No renuncies a eso’. En ese distanciamiento decidí hacer lo que llamé un acto de desesperación: el performance Buscando a Bruno, para que en el extranjero se supiera que las autoridades no están haciendo nada por encontrarlo”, recuerda Lukas.
La tarde del 21 de junio de 2018 se vistió con una falda de tehuana, relamió su cabello en un chongo que adornó con un listón verde, delineó sus ojos y rodeó su torso desnudo con un rebozo negro. Con el retrato de su hermano en las manos, salió manifestarse frente al consulado de México en Barcelona, y puso una silla a su lado para que alguien del público se sentara junto a él y le tomara la mano, en silencio; en una especie de recreación del cuadro Las dos Fridas, de Frida Kahlo.
“Lo único que tengo es mi corporalidad, es mi recurso más inmediato. No tengo ningún otro capital, ni económico ni de relaciones que puedan ayudarnos a mí y a mi familia a tener acceso a la justicia, a visibilizar el caso”, agrega.
Al día siguiente, la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un documento al fiscal general de Oaxaca, Rubén Vasconcelos Méndez, y sólo así comenzaron a prestar un poco de atención al caso.
La forma en que Lukas ha hecho colectivo su dolor, ha derivado en otras entregas de oficios en embajadas mexicanas de Canadá, EEUU, Argentina, Chile, Ecuador, Guatemala, Alemania, Japón y Suiza. Y es algo que seguirá haciendo en los países a los que su arte lo lleve.
Cuando se cumplió un año de la desaparición de su hermano, Lukas y sus familiares tomaron simbólicamente la Fiscalía General de la República, en una pieza que denominó Llamado a la autoridad. Se vistieron con overoles blancos, como los que usan los forenses, y se colocaron frente a la fachada de la institución. Solo después de eso les abrieron las mesas de trabajo.
“Estas manifestaciones tienen un impacto, pero después de cierto tiempo pierden inercia y uno tiene que imaginar nuevamente cómo llamar la atención de la autoridad a nuestras solicitudes”, señala Lukas.
La utopía de la mariposa.
Miguel Crespo y Valeria Ríos, directora de fotografía de La utopía de la mariposa, documentaron esta búsqueda dolorosa, pero también el talento de Lukas para hacer de su cuerpo la más efectiva de sus herramientas para acercarse a la justicia.
“No veo a Lukas como el niño de campo que lo logró. Él tiene la libertad de ser quien quiere ser en el momento que quiere. Lo he visto convertido en el niño de su mamá, quien le hace de comer, le lava los trastes y lo peina; en el antropólogo que da cátedras de la economía del lenguaje corporal, y en un artista queer sobre los escenarios en Alemania”, asegura Crespo
“Quisimos contar una historia que dignificara a Lukas, que estuviera a la altura de su lucha como familiar de un desaparecido. Si las personas te abren su casa y comparten su tiempo, lo menos que puedes hacer es tratarlos con la misma dignidad con la que ellos se tratan”, concluye Crespo.
“Encontrar a mi hermano en un contexto de miles de desaparecidos es casi una utopía, pero yo lo seguiré buscando mientras me alcance la vida”, asegura Lukas.
La útopía de la mariposa ganó el premio chileno Identidad de los pueblos originarios en el Festival internacional de Cine Indígena de Wallmapu, en 2019 y el Premio del público del Festival Internacional de Cine Independiente de la CDMX también el año pasado.
También ha presentado en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2019, el Intimatelens Film Festival 2019 y el Globale Film Festival Berlín 2020. El documental se podrá ver gratuitamente del 13 al 22 de agosto en línea a través de Doqumenta y del 2 al 19 de septiembre en Shorts Mexico.