Ecos de un pasado geométrico
Magdalena Fernández revisita a los abstraccionistas geométricos en el Museo de Arte Carrillo Gil
Desde los años noventa, Magdalena Fernández (Caracas, 1964) ha realizado una relectura personal al abstraccionismo geométrico, la corriente que surgió en la primera mitad del siglo XX en Europa, y que buscaba romper con el arte figurativo para crear una nueva realidad que superara el sentimiento personal del artista. Esto dio paso a un ejercicio de la razón, materializado en figuras de la geometría, que tuvo una fuerte acogida en Latinoamérica, en países como Brasil y Venezuela. Fernández encuentra en sus obras una reminiscencia a los abstraccionistas geométricos europeos y latinoamericanos; sin embargo, lleva a cabo una tarea que parecería difícil: genera un diálogo poético entre la racionalidad de la abstracción y la espontaneidad de la naturaleza, dos lenguajes aparentemente opuestos.
Bajo la curaduría de Carlos Palacios y Anel Jiménez, el Museo de Arte Carrillo Gil presenta desde finales de marzo “Ecos”, una exposición que reúne grabados, instalaciones, videoinstalaciones y paisajes sonoros que dan cuenta del acercamiento singular de Fernández a dicha corriente y cómo su mirada se inserta en la contemporaneidad, haciendo revivir obras en un contexto distinto del que se crearon.
En palabras de la artista, “las obras son un eco simultáneo de la naturaleza y la abstracción. Una reverberación de algo que está allí, pero de otra manera más personal. Son dos ecos que se encuentran”, dice en entrevista con Gatopardo.
Este encuentro se puede apreciar en 1pmS011 y 1pmS015, dos animaciones digitales presentadas a manera de díptico, en el que los graznidos de las aves en su espacio natural (que aluden al amanecer) y el ruido urbano mezclado con sonidos de la naturaleza (referencia al atardecer) marcan el ritmo de dos obras del venezolano Jesús Soto, compuestas por capas que jugaban con la percepción visual. La artista asigna sonidos individuales a cada una de ellas, de tal forma que aparecen, desaparecen y se entraman, haciendo una especie de polifonía visual. “El video me ha abierto la posibilidad de que el sonido sea el protagonista de las piezas. Es como si la naturaleza viniera a quebrantar una cosa concreta, sólida y estable”, añade.
Su formación en diseño gráfico en la Universidad de Boston y sus estudios en matemáticas y física en su ciudad natal —así como su aprendizaje en el estudio del artista minimalista A.G. Fronzoni en Italia— le han dado un entendimiento particular del lenguaje abstracto que, junto con el uso de la tecnología, le ha permitido explorar de un manera profunda el movimiento, el sonido y el tiempo.
Un ejemplo de esto es la videoinstalación Homenaje a Hélio Oiticica una proyección en los muros de los planos azules de los “Metaesquemas”, serie del brasileño Oiticica que experimentaba con los elementos estructurales de la pintura a través de un juego entre el color, la geometría y los planos, composiciones cargadas de un movimiento contenido por su naturaleza bidimensional. Fernández libera esta contención al darle movimiento real a sus formas geométricas, el cual se intensifica con el sonido que acompaña a la pieza. Logra activar lo estático y, al hacerlo, el espectador deja de ser pasivo y la obra misma lo obliga a desplazar su mirada y su cuerpo.
Lo mismo sucede con 2iPM009 de la serie “Pinturas móviles”, una videoinstalación basada en Muelle y océano de Piet Mondrian, cuyas líneas blancas en fondo negro se despliegan o comprimen a lo largo de toda la sala, dependiendo de la intensidad del sonido de lluvia (recreado por el coro Perpetuum Jazzile con las palmas de sus manos).
La muestra incluye también las series “Video apuntes”, que evoca piezas de artistas paradigmáticos, y “Geometría móvil”, compuesta por calcografías en las que experimenta con el movimiento bidimensional. Asimismo, se muestra Homenaje a Jesús Soto, una instalación hecha ex profeso, integrada por múltiples barras de aluminio con las que el público puede interactuar, que recuerda a los famosos penetrables del artista venezolano.
En julio, “Ecos” viajará al Museo Amparo de Puebla donde se mostrarán dos piezas nuevas in situ, que consistirán en un inmenso tejido reticular que abarcará todo el espacio del vestíbulo (3i019) —y al que el público podrá ingresar—, así como una instalación en el piso de la terraza en la que través de espejos, el cielo se podrá ver reflejado (2i019).
Su obra tiene la capacidad de despertar todos los sentidos y, a partir de esta experiencia, da la posibilidad de entender una nueva forma de abstracción geométrica. Además, los diálogos que se generan derivan en una única y potente voz.
*Fotografía de portada de Arturo Díaz. Cortesía Museo de Arte Carrillo Gil y Amparo Puebla
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