Teoría y Práctica de La Habana: Crónicas de la noche gay cubana
Rubén Gallo intentará develar la noche gay cubana y los cambios políticos que ha sufrido la isla
La persecución que el gobierno de Fidel Castro cometió contra la comunidad LGBTI entre los años 60 y 70, terminaba comúnmente en el encierro de personas en campos de concentración y trabajos forzados, conocidos como UMAP, (Unidades Militares de Ayuda a la Producción). Lo que pasaba ahí dentro fue denunciado por escritores e intelectuales que escaparon de Cuba, y que dieron su testimonio en el famoso documental Conducta impropia estrenado en 1984. Un documental que no tardó en generar controversia y donde aparece el mismísimo Reinaldo Arenas, comiendo “compota de manzana” mientras describía —ya en Estados Unidos— los días que le robaron al interior de uno de estos campos y de otras cárceles donde la situación era similar. Sobre esas experiencias escribió largo y tendido en su biografía Antes que Anochezca.
Actualmente el gobierno cubano —ese que perseguía homosexuales— es quien ha abierto cabarets y discotecas con la bandera arcoíris en la puerta, todo como parte de un programa estatal apoyado por Mariela Castro, sobrina de Fidel, desde el Cenesex, que busca reducir la homofobia, la transfobia y hasta el riesgo de contagio de VIH en la isla, pues dentro de ellos se hacen campañas de educación sexual. Esos lugares donde se escucha reggaetón a todo volumen y por donde caminan travestis envueltas en vestidos de brillantes lentejuelas, son la atmósfera ideal para hablar de la diversidad y el perfecto punto de partida del libro titulado Teoría y práctica de la Habana escrito por Rubén Gallo y publicado este año por la editorial JUS.
“Cuba es el único país del mundo con bares gays administrados por el estado.” “Muy animados por cierto”, dice de manera juguetona Rubén Gallo, en entrevista para Gatopardo, mientras cuenta el proceso que rodeó la escritura de este libro que él mismo ha puesto en el estante de “crónicas noveladas”.
En Teoría y práctica de la Habana más allá de los cambios políticos de Cuba, Gallo lanza la hipótesis de que “el cuerpo es desde hace años, el territorio más libre que gozan los cubanos”.
Rubén Gallo —nacido en la Ciudad de México en 1969— comenzó a escribir esta novela hace tres años, en el verano de 2015, mientras se encontraba en Cuba dando un seminario de seis meses para alumnos, principalmente estadounidenses de la Universidad de Princeton, donde actualmente dirige el programa de Estudios Latinoamericanos.
Cuando se instaló en la isla se anunció un hecho fuera de serie: la reapertura de la embajada estadounidense en la ciudad de La Habana, un suceso que algunos cubanos vislumbraron con esperanza y tal vez como una señal de cambio. Mientras los cubanos festejaban, Rubén advirtió en este hecho, una oportunidad para contar una historia. Una historia desde otro punto de vista.
A lo largo del libro asistimos a las fiestas nocturnas de La Habana, a los cabarets donde extrovertidas transexuales imitan lo mismo a Celia Cruz que a Celine Dion y donde los trabajadores sexuales y hasta los santeros abordan a todo aquel que se les pone enfrente.
Entre líneas entramos en la intimidad de algunos habitantes cubanos, de estas minoría, donde es posible observar la creatividad con la que sobreviven a algunas privaciones impuestas por el sistema económico. Todo con una creatividad sorprendente y regularmente saliendo victoriosos, o al menos con una anécdota que enriquece su sentido del humor.
Gallo confiesa que uno de los propósitos de escribir Teoría y Práctica de La Habana fue “mostrar cómo se viven los cambios políticos como el deshielo, la reanudación de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, y cómo se experimentó todo esto a nivel individual y en sectores que no forman parte de la historia como los pingueros (trabajadores sexuales), los homosexuales, los travestis, los yumas (un mote apreciativo para los extranjeros, especialmente los norteamericanos).”
El autor piensa que la experiencia homosexual produce una mirada particular sobre el mundo. “Es una manera de ver y estar en la realidad desde un lugar que está al mismo tiempo dentro y fuera de la sociedad. Un lugar que se encuentra igualmente en el centro y en el margen”, dice.
El interés de Rubén Gallo por Cuba se magnificó tras su primer viaje a la isla en 2002, donde concluyó que la sociedad cubana “es una de las más tolerantes del mundo respecto a la diversidad sexual”. De su más reciente viaje en 2018 recupera una escena para ilustrar lo que piensa: “un grupo de amigas trans —el término preferido por los cubanos— vestidas de minifalda y tacones altos, compartían mesa con familias, niños y parejas heterosexuales en el Coppelia, una de las heladerías más concurridas de la capital.” Famosa igualmente por ser la locación de la película Fresa y Chocolate, también de temática LGBT filmada en 1993.
“Esta nueva tolerancia —dice Rubén— es uno de los resultados más sorprendentes de la transición que vive la Isla, un momento en el que elementos del pasado socialista, como el rechazo a la religión y a su control sobre la sexualidad, coexisten con un nuevo cosmopolitismo”.
Gallo intenta ubicar cada respuesta en alguna calle, en algún barrio, o en algún local de La Habana, pero también en los secretos que esconde esta ciudad y que brotan como resaltados de una guía de turistas cada que describe alguna esquina y lo que pasa en ella. Rubén cuenta que a muchos extranjeros se les puede ver durante las noches de fin de semana, conversando con sus amigos cubanos, en el parque de la calle 25 en el Vedado, uno de los barrios más viejos de la Habana, que podría tener su símil en la Roma o la Condesa de la Ciudad de México.
“La política oficial gay friendly ha convertido a Cuba en un destino popular para los viajeros LGBT, al punto que varias decenas de homosexuales europeos han comprado propiedades para establecerse definitivamente en la capital”, dice Rubén.
El autor me cuenta que en 2010 Castro reconoció que se había cometido una injusticia contra los homosexuales en los años 60, con los campos de la UMAP, y reconoció su propia responsabilidad en el asunto. Pero para muchos —para los más de 25 mil hombres que estuvieron encerrados en los campos de la UMAP— esa disculpa llego tarde.
Una de las realidades que vive Cuba es el creciente turismo sexual que rodea a la isla, una de las actividades que el gobierno de aquel país ha ignorado y que ha intentado erradicar con iniciativas de ley que endurecen las penas contra los trabajadores sexuales. Otra realidad, como en cualquier país es la homofobia, que según Rubén, en Cuba funciona de una manera diferente:
“En Cuba la personas no se ajustan a lo que es políticamente correcto o a su antítesis, que es el tipo de sexualidad agresiva que practica Trump. Estos dos sentidos van de la mano y producen el mismo resultado: la muerte del juego y del deseo. Allá la gente vive y disfruta su sexualidad de manera fluida y con libertad, no se preocupan por clasificaciones, por poner nombres o etiquetas, ni siquiera por ajustarse a un modelo relacionado con las identidades”, explica.
En el libro aparecen los pasos de algunos escritores como Antón Arrufat o los fantasmas de Arenas, de Lezama Lima o de Severo Sarduy quienes aparecen como noctámbulos en las calles de la Habana Vieja rodeados de los antiguos edificios —algunos al borde del derrumbe— y también rodeados por los viejos coches de alquiler que circulan por el malecón, por donde camina un conmocionado Cuba cuando se entera de la muerte de Fidel Castro. Un anuncio que marca quizá el fin del mundo o de La Habana como los personajes que aparecen en la crónica lo conocen. Otro cambio que Rubén Gallo vivió en la isla en un periodo de casi un año y que es registrada en el libro.
Y es que este libro mezcla la realidad y la ficción. “Es una línea muy tenue que se rompe cuando un cubano cuenta algo, esa experiencia vivida que adquiere también una parte imaginativa, una cosa delirante, como lo que escribió Arenas. El otro territorio que es libre para los cubanos es el lenguaje”, dice.
Por eso Teoría y práctica de La Habana es una novela. Mi editor lo incluyó en una colección de crónicas y yo le dije que podíamos considerarlo un libro de “crónicas noveladas»” concluye.
Mientras tanto, el deshielo con el que inicia el libro, está en pausa indefinida desde que Donald Trump canceló las relaciones Cuba-Estados Unidos a los pocos días de haber obtenido el poder y la comunidad LGBT de la isla esperará a que algunos derechos como el matrimonio y la no discriminación les sean brindados en un referéndum que modificará la constitución en febrero de 2019.
Si te interesó este contenido lee también «Desde el Malecón», blog mensual escrito por el periodista Abraham Jiménez Enoa con crónicas de La Habana, Cuba.
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