La pasión interrumpida
David Olguín dirige la puesta en escena “Pasión”, de Peter Nichols, en el Teatro Helénico, hasta el 3 de julio.
Hablar del ser humano es hablar de pasión, de todo tipo, en las acciones y la entrega hacia otras personas, actividades o deseos. Aún cuando este ímpetu le da sabor a la vida, en ocasiones es subyugado en nombre del bien común o de la sana convivencia. Los deseos transgresores son el tema principal de la puesta en escena Pasión, de Peter Nichols, que se presenta viernes, sábados y domingos hasta el 3 de julio en el Teatro Helénico, en una versión dirigida por David Olguín.
Pasión cuenta la historia de Leonor (Carmen Beato) y James (Juan Carlos Barreto), una pareja que transcurre sus días con aparente normalidad, hasta que se ve perturbada por el arribo de Kate (Alejandra Ambrosi), una seductora fotógrafa con la que James accede a tener un encuentro secreto. Este evento suscitará un cambio radical en el matrimonio y dará lugar a la aparición de Jimmy (Moisés Arizmendi) y Leo (Verónica Merchant), los álter egos de James y Leonor respectivamente, quienes además de ser más jóvenes poseen la facultad de incidir en la toma de decisiones de sus personajes originales. A través de ellos se materializan los deseos ocultos y se da voz a aquello que no se atreven a decir. El problema se agudiza por la constante presencia y críticas de Agnes (Paloma Woolrich), una amiga del matrimonio a quien la vida no ha tratado muy bien.
Esta obra clásica de los años ochenta toca un tema vigente y universal, porque sin importar su ubicación geográfica ni los años que han pasado desde su estreno original, expone el carácter instintivo y vehemente de sus protagonistas. “Peter Nichols cuenta en su diario que quiso escribir una obra sobre las verdades acerca del amor. Del amor concebido como una pasión”, comentó David Olguín en un encuentro con medios de comunicación. “Se sorprendió al darse cuenta de que de lo que estaba hablando era sobre una historia de mentiras, de traiciones y de infidelidades. Traiciones a uno mismo y de traiciones al otro”.
Olguín también explicó que la materia prima de esta obra, además de las pasiones, era la religión. Ésta es responsable de la inquietud de los personajes y ocasiona que se manejen con resquemor entre el ser y el deber ser. “La obra en el original inglés se llama Passion Play, el juego de la pasión, pero también nombran Passion Play lo que son los misterios medievales. Son las obras que se representaban entonces para contar la Pasión de Cristo. En esta historia hay varios crucificados, básicamente todos lo personajes”.
El escenario demanda la imaginación y atención del espectador, en tanto que un espacio sencillo simula las salas de diferentes hogares y hasta una galería de arte. Además, el mismo espacio se presta para la visualización de acciones simultáneas que ocurren en distintas ubicaciones. Estas acciones paralelas enriquecen la historia, pues dan pie a que la audiencia sea testigo de las dos versiones que siempre hay en una misma verdad.
Otro de los retos en Pasión es la polifonía de voces, pues la historia está narrada de tal forma que las introspecciones de los protagonistas enuncian lo que ellos callan, logrando perfilar imágenes internas de los personajes. Desde la aparición de los álter egos podemos ver una coreografía constante entre los cuatro personajes; los movimientos de estos son acompasados, y más tarde, casi como una metáfora, sus acciones son intercambiadas por sus reflexiones.
Sumado a ello, Pasión expone contrapuntos a las ideas y convicciones de sus protagonistas, transformando el coro de voces en un choque de generaciones que muestra que las concepciones de lo correcto e incorrecto son tan frágiles como quienes las conciben.
Pasión
Dir. David Olguín
Del 6 de mayo al 3 de julio. Viernes, sábados y domingos.
Teatro Helénico, Centro Cultural Helénico
Avenida Revolución 1500, Guadalupe Inn
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