Novelista rockstar y diablo guardián
Tras el estreno de la serie “Diablo Guardián”, el escritor mexicano Xavier Velasco habla sobre su obra y los alcances que podría tener en otros medios.
Entre sus seguidores, Xavier Velasco es un rockstar. Lo mismo en ferias de libros, a las que asiste con frecuencia, que en reuniones con fanáticos que superan en número a los esperados, el autor camina entre la gente repartiendo apretones de mano y abrazos, tomándose fotos y firmando libros. La clave, que bien podría encajar con el significado de la palabra “don de gentes” aceptada por la RAE, es que el ganador del Premio Alfaguara jamás se acostumbró al protocolo que parecen seguir todos los escritores consagrados.
“Jamás he pensado en eso, no lo tengo en el chip”, confiesa el autor al saludar o intentar hacer un saludo protocolario. Aún en ambientes más controlados, como un encuentro con la prensa o una mesa protagonizada por otros escritores, Velasco se mantiene con la ligereza -que algunos podrían describir como desfachatez- que lo caracteriza. Quizá esa podría ser una de las razones por las que se ha convertido en uno de los autores más prolíficos de la escena literaria en México. Sin embargo, para el fan de las motocicletas, los perros, David Bowie y las palabras “en esteroides”, el peso que haya ganado, o no, su obra desde los primeros años de este siglo no es algo en lo que piense muy a menudo.
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“Tiendo a pensar en lo que yo escribo como un trabajo de plomería, porque sí lo veo más grande, me traumo. Uno tiene que mantenerse lo más pequeño e insignificante que pueda para poder hacer su chamba”, explica entre risas, “Sí yo pensara que soy muy buen escritor, esto se va al demonio”.
Su bibliografía, obviamente, está lejos de ser un simple trabajo de plomería. Prueba de ello es la reciente reedición de todas sus obras, incluyendo Puedo explicarlo todo y La edad de la punzada, por parte de Editorial Océano; la publicación de Entrega insensata, una compilación de cartas que el autor ha escrito a personajes como José José, Enrique Serna y Linda Ronstadt y, especialmente, la adaptación que Amazon Prime Vídeo hizo a Diablo Guardián, tal vez su novela más popular.
En la serie, distribuida en dos temporadas de diez episodios cada una, se cuenta la historia de Violetta, una joven que con solo quince años de edad escapa de su casa para viajar a Nueva York y vivir una vida llena de excesos, adicciones y despilfarros. La primera temporada, estrenada en mayo de este año, era una apuesta a la segura por parte de Amazon, quien firmó con Televisa y RTI Televisión, productoras de la serie, un importante acuerdo de distribución que convertían al serial, protagonizado por Paulina Gaitán y Andrés Almeida, en la primera producción latinoamericana dentro del grupo de originales que ofrece la plataforma de streaming en su catálogo.
Sin embargo, el escritor no estaba muy seguro de que su texto, reconocido con el Premio Alfaguara en 2003, pudiera ser fácilmente llevado a la pantalla. Incluso, negó la venta de sus derechos de adaptación en repetidas ocasiones, convencido que su obra no merecía ser considerada entre los productores como una historia más dentro de la ola de «narcoseries» que abundan en el mercado latino. Su repentino cambio de opinión se dio a principios del 2012, cuando un grupo de productores de cine, entre ellos José Nacif y Francisco González Compeán, entraron al proyecto, convenciendo a Velasco que llevarían su historia a la pantalla respetando el espíritu de su novela. Un sexenio después, la promesa se cumplió.
“Afortunadamente, cuando un libro mío se va a la imprenta, doy por hecho que ya dejó de ser mío, ya es para los lectores. No soy ese tipo de padre que obliga a sus hijos a ser lo que ellos quieren, espero que se defiendan solos, que vivan más allá de mi. Yo traté de ser optimista, soy un optimista rayando en lo ingenuo, entonces mantuve la fe en que esto no iba a salir tan mal. Estoy contento con el resultado, creo que esta vez mi optimismo se vio recompensado”, comentó el escritor en entrevista con Gatopardo durante la presentación de la serie, a principios de este año.
Velasco, quien afirma no sentir envidia de quienes tuvieron que adaptar a una de las novelas más vendidas de la literatura mexicana en lo que va del siglo a una versión reducida adecuada para la televisión, trató de mantener su fe en el proyecto alejándose lo más que pudo e involucrándose solo en la selección de la protagonista principal, para la que el escritor pidió un «derecho de veto» que no tuvo que utilizar tras ser convencido por la actriz Paulina Gaytán, y participando como actor, en el papel de un editor literario, en uno de los capítulos. Al ver el primer capítulo de la serie, dirigido por el español Marc Vigil y escrito por Catalina Aguilar Mastretta (autora de la novela Todos los días son nuestros), el escritor quedó convencido del resultado: “Cuando vi el primer capítulo sentí raro. Pero dije ‘maldita sea, que bien está esto’, me gustó la música, me gustaron las actuaciones, está bien”.
Después de la experiencia, el novelista no descarta autorizar que otros de sus textos lleguen a la pantalla; «Me gustaría que llegara La edad de la punzada, pero creo que se prestaría más Los años sabandijas«, expresa el autor, refiriéndose a la facilidad con la que su novela de 2016, que cuenta la historia de dos jóvenes en la variopinta fauna urbana del México de los ochenta, podría ser abordada como una serie de televisión. Sin embargo, Velasco reconoce que no todas sus obras son adaptables a la pantalla, pensando que una de ellas incluso se podría entender y disfrutar más en teatro: «La que más me gustaría que se hiciera es Puedo explicarlo todo, pero tengo la sensación de que esa podría explicarse mejor en teatro, ocurre en tres o cuatro escenarios y la veo muy complicada para hacer una serie o una película».
Xavier Velasco bromea sobre participar en otras artes que le interesan, especialmente el teatro. «Me gustaría hacer una obra o actuar en una obra, no sé si yo sería suficiente para cubrir el papel, pero eventualmente me gustaría mucho hacer teatro», concluye. Así, el irreverente autor que escribe pensando que sus palabras son una pistola que debe obligar al espectador a terminar su narración, se muestra interesado en seguir construyendo puentes, ya sean audiovisuales o dramáticos, entre sus lectores, esos que lo siguen a donde va.
Fotografía de portada: Miguel Rubalcava.
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