Rodrigo Londoño se ufana de varias cosas: de entrar a la selva y poder salir con una sola brújula, de saber prender fuego sin que el humo llegue al cielo y de hacerlo con madera verde y mojada. Pasó a la historia como el hombre que firmó la paz colombiana, el acuerdo con el que la guerrilla más vieja de América Latina entregó las armas. Entrevistado en su casa, el último líder de una guerrilla, pide perdón pero no lo espera.