Un escritorio que vivía en un departamento de Berlín en 1970 ahora adorna un departamento al sur de la Ciudad de México. Unos candelabros daneses de los cincuenta brillan en una casa en Puerto Escondido. Estas son obras de Cecilia Tena y Lucía Corredor, fundadoras de la tienda de muebles vintage Década. Desde hace 9 años hacen un esfuerzo por encontrar las mejores piezas, desde Nueva York hasta República Checa.
La marca nació hace 9 años, cuando Tena y Corredor intentaban amueblar unos apartamentos en Berlín. Al buscar piezas interesantes que no rompieran su presupuesto, se dedicaron a buscar muebles en mercados de pulgas. Ahí encontraron oro. Cecilia Tena habla con Gatopardo sobre su relación con el tiempo y los muebles, así como las ventajas de las piezas vintage en un mundo globalizado.
“A raíz de buscar estos muebles en Berlín conocimos a muchas personas que ahora son nuestros proveedores, empezamos a entablar amistad y quisimos llevarlos a México y así empezó, hicimos la empresa. Nos conseguimos un importador, empezamos a buscar muebles y nos trajimos nuestro primer contenedor”, explica Tena con entusiasmo. Para ella el mercado de los muebles vintage es una gran red de apasionados.
La mayoría de los muebles son traídos desde Nueva York, en donde Lucía Corredor vive y de Berlín, donde tienen los mayores proveedores. Todas las piezas son seleccionadas con la mayor atención al detalle, nada está con ellas de casualidad. “Tratamos siempre de tener muebles originales, que sean difíciles de encontrar ahora de muy buena calidad”, comenta Tena.
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El showroom se ha mudado dos veces, su primera ubicación fue en la colonia Roma y la segunda en Polanco pero la verdadera esencia de Década se vive en una casa en Santa María la Ribera. “Llevamos aquí dos años. Sentimos que necesitábamos regresar a nuestros orígenes”, aclara. Esta casa fue restaurada por el arquitecto Alberto Kalach y es el hogar perfecto para todas las piezas que han acumulado.
Tena, quien tiene una maestría en diseño gráfico de Parsons en Nueva York, se enamoró gradualmente de los muebles vintage. “Conforme te vas metiendo, vas conociendo más y es todavía más interesante porque distingues épocas, distingues diseñadores, distingues materiales, se te vuelve un ojo súper agudo”, explica. Su relación con los muebles va más allá de un gusto estético. El negocio de los muebles vintage, para Tena, tiene un trasfondo más profundo y ecológico.
“Para nosotros Década es un negocio y también es un placer porque es algo que realmente nos gusta y sobretodo valoramos”, explica. “También, con el paso del tiempo te das cuenta que es un negocio súper ambientalista. No se usan materiales nuevos, el tema del reciclaje desde un vaso de plástico hasta un tapete”, para Tena el rescatar estas piezas y valorarlas por su historia hace de su negocio un ejercicio social.
Lo que más le gusta son las lámparas. Tena comenta que le gustan las piezas en las que se pueda reconocer el paso del tiempo. “Hay veces que hay clientes que nos dicen que quieren una Credenza pero raspada y pintada de blanco y les aconsejamos que mejor no se la lleven, porque no va a lucir. Somos muy directas en ese sentido”, explica. Su trabajo como rescatista y preservadora de historia se traduce en Década. En estos tiempos los muebles vintage ya no tienen un prejuicio, ya no se consideran muebles usados, sino que se valoran por la historia intrínseca de cada objeto. “Nos hemos hecho de una clientela muy específica con la que es un placer tratar porque tienen este mismo amor o nostalgia por el paso del tiempo, entonces hablas el mismo idioma”, finalizó.
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