La responsabilidad de las marcas de moda de lujo
La sustentabilidad cada vez tiene mayor fuerza en la industria de la moda y revolucionará la narrativa existente en torno al lujo. Los diseños sencillos y poco ostentosos son los que empezarán a cobrar mayor valor por lo que hay detrás de su manufactura.
Por Lorena Cortés Vázquez¹ en colaboración con la Facultad de Responsabilidad Social en la Universidad Anáhuac
Dentro de la industria de la moda hay un segmento de marcas de lujo enfocadas en ofrecer bienes y productos de alta calidad con diseños exclusivos. Son estratégicas por varias razones: la primera es que, por el precio de sus piezas, el nivel de facturación no es menor; la segunda —y quizás más importante— es que dictan líneas de diseño, que el mercado masivo busca replicar y readaptar con la aspiración de lucir diseños vanguardistas. La tercera razón es que ofrecen una experiencia de compra, más allá de la prenda, y esto les da la capacidad de colocar en la agenda temas de interés público, como el cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad.
Un último argumento es que, aunque no sea consumo masivo, la cadena de suministros de los productos de lujo a menudo requiere material con alto grado de complejidad y su manufactura tiene implicaciones medioambientales y recae en la labor de los trabajadores. Estas marcas, que suelen tener importantes sobreprecios debido a la exclusividad del diseño, cuentan con la posibilidad y la responsabilidad de asegurarse de que todas las personas involucradas en su cadena de valor tengan las mejores condiciones laborales y se respete el derecho a un medio ambiente sano.
La globalización y la comercialización global han permitido que el mercado de la indumentaria se extienda a prácticamente cualquier urbe del planeta. Como resultado de esta amplitud de mercado no existe una sola narrativa sobre el lujo. Ahora, los diseños sencillos y poco ostentosos son los que se consideran lujosos y deseados, en lugar de aquellos que exhiben derroche y capacidad monetaria. Esto no quiere decir que no se conserve dicha narrativa que identifica el gasto excesivo con el poder; simplemente implica que el mercado es amplio y la capacidad de las marcas de lujo de establecer tendencias que se encaminen a la sustentabilidad es muy plausible, máxime el desarrollo tecnológico actual, que permite diseños cada vez más novedosos en materiales menos dañinos para el medio ambiente.
Otro elemento interesante es el nuevo mercado que se abre a través de la economía circular. Ahora es factible ver, tanto en México como en el mundo, diversas aplicaciones que colocan en el mercado prendas de lujo de segundo uso a precios asequibles, para un mercado mucho mayor. Si bien aún existe un sector de la población que rechaza el mercado de segundo uso, esta tendencia va creciendo, sobre todo entre los jóvenes. Un ejemplo es Troquer, la plataforma de piezas de lujo de segunda mano, cuyo número de vendedores aumentó 80% la tasa anual de marzo a octubre de 2020.²
Al poner en marcha estrategias de sustentabilidad, las empresas ganan conciencia de su rol social, pues también implementan sistemas justos y congruentes con sus accionistas, sus empleados y el medio ambiente. Ganan, además, prestigio. Cada vez más, los consumidores están interesados en adquirir productos que tengan cadenas de valor que cuiden el entorno. Finalmente, al cuidar los recursos naturales vinculados con sus productos, las empresas aseguran su permanencia a largo plazo.
Si bien la tendencia a que las empresas asuman la sustentabilidad es visible, existen todavía muchas áreas de oportunidad al respecto. Hay poca información disponible al público para tener un panorama completo de lo que se hace (y no) en la moda. La transparencia hacia el público es muy baja. Algunas marcas internacionales con operaciones en nuestro país, como Zara, C&A y H&M, tienen un mayor grado de información disponible; así como algunas marcas mexicanas, como Ilusión y el Palacio de Hierro, según hallazgos del Índice de Transparencia de la Moda en México 2021.³
Muchas empresas nacionales y extranjeras aún asumen la sustentabilidad como una campaña de responsabilidad social con influencia mediática y carecen de un análisis técnico profundo sobre los impactos de sus marcas en el planeta. Todavía es un tema pendiente incluir a sus stakeholders, es decir, a aquellos que se ven afectados por el quehacer empresarial, en decisiones institucionales. Tampoco son visibles las políticas y prácticas de prevención y remediación, no sólo ante problemáticas medioambientales, sino en relación con los trabajadores involucrados en su cadena de suministros, dado que en la gran mayoría de las empresas minoristas o retailers falta fortalecer la conciencia de su rol y sus responsabilidades en toda su cadena y no nada más con su primer proveedor. Finalmente, es aún poco perceptible la inversión en talento humano que cuente con el nivel técnico necesario para involucrarse profundamente en el camino de la sostenibilidad.
1. Directora Ejecutiva de la organización sin fines de lucro Arlenica. Codirigió el Índice de Transparencia de la Moda en México 2020 y 2021. Candidata a Doctora en Innovación.
2. Sara Cantera, “Pandemia impulsa el mercado de ropa y acce- sorios de segunda mano” en El Universal, 29 de octubre de 2020.
3. www.arlenica.org
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