Archivo Gatopardo

Libreros y librerías de la Roma

Libreros y librerías de la Roma

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Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
25
.
10
.
18
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Tiempo de Lectura: 00 min

Un recorrido para los amantes de los libros de la mano de Club Travesías.

Tener una librería hoy es un acto de rebeldía. Así lo vive Selva Hernández —bibliófila, librera, editora, diseñadora, coleccionista, dueña de la Increíble Librería y de la editorial independiente Acapulco—, una activista en la lucha por hacer de México un país lector. Y nadie mejor que ella para ser la guía del recorrido organizado por Club Travesías, en el que sus socios caminaron las calles de la colonia Roma en busca de sus librerías.

La primera parada fue la librería-anticuaria A través del Espejo, un pequeño local empotrado en un edificio de estilo art decó —típico de la colonia—, con número 111 en la calle Monterrey. Los socios pudieron platicar con Román, el hermano de Selva, dueño de esta pequeña pero selectiva librería, cuya principal virtud es la curaduría de los libros en sus estantes. De entre todos ellos (los más viejos del año 1581), su favorito es Los precursores del arte y la industria, que mostró a los asistentes con timidez propia de alguien que pasa todo el día rodeado de libros.

Librerías en la Roma, int1

A menos de 500 metros, sobre la calle Álvaro Obregón, una ventana con un letrero que dice “Libros nuevos, usados, antiguos y raros” marca la entrada de A través del Espejo, la segunda librería del recorrido; la de Jaime Hernández Campos, padre de los hermanos Hernández. “Según lo que se había dicho [sobre los avances tecnológicos], llevaríamos 10 años sin libros”, dijo mientras explicaba el arduo camino que ha sido el mantener a flote tantas librerías a lo largo de la historia de la familia. Ese camino ha estado lleno de contratiempos y uno de los más recientes fue el sismo del 19 de septiembre, que estando en una de las zonas más afectadas por el movimiento, los más de cien mil libros terminaron regados en el suelo y aún sigue acomodándolos. Uno podría pasar el día entero en este lugar entre libros nuevos, usados, antiguos y raros, pero el camino debe continuar.

Librerías en la Roma, int2

Arriba de esta librería se encuentra un departamento en el que sólo habitan libros. No hay camas, ni sillones. Los únicos muebles son libreros y mesas retacadas de los libros más raros —y costosos—, a los que el público en general sólo puede acceder si tiene una cita y está buscando algo muy en particular, pero los socios tuvieron la oportunidad de conocerlo al ir acompañados de la dueña de la colección, cuyas ganas de mostrar y compartir su amor por los libros no impide dejar que la gente hojee sus tomos más preciados, siempre con un amable recordatorio: “Nada más con las manos limpias, por favor”. Libros de ciencias naturales, literatura europea, religiosa, biografías, de arquitectura y mucho más, que tienen un departamento entero en una de las zonas más codiciadas de la ciudad para ellos solos.

Librerías en la Roma, int3

La mejor manera de acabar la mañana fue sentarse a platicar y tomar té y café en la última parada del recorrido: la Increíble Librería. El negocio más moderno del recorrido muestra hacia dónde va la tendencia en las tiendas de libros, que ya son más que sólo librerías: carteles, juguetes, papelería, servicio de cafetería y muchas cosas más que engloban la experiencia completa que buscan los amantes de los libros; varios quisieron quedarse un poco más.***Otras historias de libreros y librerías en Gatopardo:Voto de confianza a la literatura jovenBiblioteca 19sLa obsesión por los libros viejos

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Tener una librería hoy es un acto de rebeldía. Así lo vive Selva Hernández —bibliófila, librera, editora, diseñadora, coleccionista, dueña de la Increíble Librería y de la editorial independiente Acapulco—, una activista en la lucha por hacer de México un país lector. Y nadie mejor que ella para ser la guía del recorrido organizado por Club Travesías, en el que sus socios caminaron las calles de la colonia Roma en busca de sus librerías.

La primera parada fue la librería-anticuaria A través del Espejo, un pequeño local empotrado en un edificio de estilo art decó —típico de la colonia—, con número 111 en la calle Monterrey. Los socios pudieron platicar con Román, el hermano de Selva, dueño de esta pequeña pero selectiva librería, cuya principal virtud es la curaduría de los libros en sus estantes. De entre todos ellos (los más viejos del año 1581), su favorito es Los precursores del arte y la industria, que mostró a los asistentes con timidez propia de alguien que pasa todo el día rodeado de libros.

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A menos de 500 metros, sobre la calle Álvaro Obregón, una ventana con un letrero que dice “Libros nuevos, usados, antiguos y raros” marca la entrada de A través del Espejo, la segunda librería del recorrido; la de Jaime Hernández Campos, padre de los hermanos Hernández. “Según lo que se había dicho [sobre los avances tecnológicos], llevaríamos 10 años sin libros”, dijo mientras explicaba el arduo camino que ha sido el mantener a flote tantas librerías a lo largo de la historia de la familia. Ese camino ha estado lleno de contratiempos y uno de los más recientes fue el sismo del 19 de septiembre, que estando en una de las zonas más afectadas por el movimiento, los más de cien mil libros terminaron regados en el suelo y aún sigue acomodándolos. Uno podría pasar el día entero en este lugar entre libros nuevos, usados, antiguos y raros, pero el camino debe continuar.

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Arriba de esta librería se encuentra un departamento en el que sólo habitan libros. No hay camas, ni sillones. Los únicos muebles son libreros y mesas retacadas de los libros más raros —y costosos—, a los que el público en general sólo puede acceder si tiene una cita y está buscando algo muy en particular, pero los socios tuvieron la oportunidad de conocerlo al ir acompañados de la dueña de la colección, cuyas ganas de mostrar y compartir su amor por los libros no impide dejar que la gente hojee sus tomos más preciados, siempre con un amable recordatorio: “Nada más con las manos limpias, por favor”. Libros de ciencias naturales, literatura europea, religiosa, biografías, de arquitectura y mucho más, que tienen un departamento entero en una de las zonas más codiciadas de la ciudad para ellos solos.

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La mejor manera de acabar la mañana fue sentarse a platicar y tomar té y café en la última parada del recorrido: la Increíble Librería. El negocio más moderno del recorrido muestra hacia dónde va la tendencia en las tiendas de libros, que ya son más que sólo librerías: carteles, juguetes, papelería, servicio de cafetería y muchas cosas más que engloban la experiencia completa que buscan los amantes de los libros; varios quisieron quedarse un poco más.***Otras historias de libreros y librerías en Gatopardo:Voto de confianza a la literatura jovenBiblioteca 19sLa obsesión por los libros viejos

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Tener una librería hoy es un acto de rebeldía. Así lo vive Selva Hernández —bibliófila, librera, editora, diseñadora, coleccionista, dueña de la Increíble Librería y de la editorial independiente Acapulco—, una activista en la lucha por hacer de México un país lector. Y nadie mejor que ella para ser la guía del recorrido organizado por Club Travesías, en el que sus socios caminaron las calles de la colonia Roma en busca de sus librerías.

La primera parada fue la librería-anticuaria A través del Espejo, un pequeño local empotrado en un edificio de estilo art decó —típico de la colonia—, con número 111 en la calle Monterrey. Los socios pudieron platicar con Román, el hermano de Selva, dueño de esta pequeña pero selectiva librería, cuya principal virtud es la curaduría de los libros en sus estantes. De entre todos ellos (los más viejos del año 1581), su favorito es Los precursores del arte y la industria, que mostró a los asistentes con timidez propia de alguien que pasa todo el día rodeado de libros.

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A menos de 500 metros, sobre la calle Álvaro Obregón, una ventana con un letrero que dice “Libros nuevos, usados, antiguos y raros” marca la entrada de A través del Espejo, la segunda librería del recorrido; la de Jaime Hernández Campos, padre de los hermanos Hernández. “Según lo que se había dicho [sobre los avances tecnológicos], llevaríamos 10 años sin libros”, dijo mientras explicaba el arduo camino que ha sido el mantener a flote tantas librerías a lo largo de la historia de la familia. Ese camino ha estado lleno de contratiempos y uno de los más recientes fue el sismo del 19 de septiembre, que estando en una de las zonas más afectadas por el movimiento, los más de cien mil libros terminaron regados en el suelo y aún sigue acomodándolos. Uno podría pasar el día entero en este lugar entre libros nuevos, usados, antiguos y raros, pero el camino debe continuar.

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Arriba de esta librería se encuentra un departamento en el que sólo habitan libros. No hay camas, ni sillones. Los únicos muebles son libreros y mesas retacadas de los libros más raros —y costosos—, a los que el público en general sólo puede acceder si tiene una cita y está buscando algo muy en particular, pero los socios tuvieron la oportunidad de conocerlo al ir acompañados de la dueña de la colección, cuyas ganas de mostrar y compartir su amor por los libros no impide dejar que la gente hojee sus tomos más preciados, siempre con un amable recordatorio: “Nada más con las manos limpias, por favor”. Libros de ciencias naturales, literatura europea, religiosa, biografías, de arquitectura y mucho más, que tienen un departamento entero en una de las zonas más codiciadas de la ciudad para ellos solos.

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La mejor manera de acabar la mañana fue sentarse a platicar y tomar té y café en la última parada del recorrido: la Increíble Librería. El negocio más moderno del recorrido muestra hacia dónde va la tendencia en las tiendas de libros, que ya son más que sólo librerías: carteles, juguetes, papelería, servicio de cafetería y muchas cosas más que engloban la experiencia completa que buscan los amantes de los libros; varios quisieron quedarse un poco más.***Otras historias de libreros y librerías en Gatopardo:Voto de confianza a la literatura jovenBiblioteca 19sLa obsesión por los libros viejos

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Tener una librería hoy es un acto de rebeldía. Así lo vive Selva Hernández —bibliófila, librera, editora, diseñadora, coleccionista, dueña de la Increíble Librería y de la editorial independiente Acapulco—, una activista en la lucha por hacer de México un país lector. Y nadie mejor que ella para ser la guía del recorrido organizado por Club Travesías, en el que sus socios caminaron las calles de la colonia Roma en busca de sus librerías.

La primera parada fue la librería-anticuaria A través del Espejo, un pequeño local empotrado en un edificio de estilo art decó —típico de la colonia—, con número 111 en la calle Monterrey. Los socios pudieron platicar con Román, el hermano de Selva, dueño de esta pequeña pero selectiva librería, cuya principal virtud es la curaduría de los libros en sus estantes. De entre todos ellos (los más viejos del año 1581), su favorito es Los precursores del arte y la industria, que mostró a los asistentes con timidez propia de alguien que pasa todo el día rodeado de libros.

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A menos de 500 metros, sobre la calle Álvaro Obregón, una ventana con un letrero que dice “Libros nuevos, usados, antiguos y raros” marca la entrada de A través del Espejo, la segunda librería del recorrido; la de Jaime Hernández Campos, padre de los hermanos Hernández. “Según lo que se había dicho [sobre los avances tecnológicos], llevaríamos 10 años sin libros”, dijo mientras explicaba el arduo camino que ha sido el mantener a flote tantas librerías a lo largo de la historia de la familia. Ese camino ha estado lleno de contratiempos y uno de los más recientes fue el sismo del 19 de septiembre, que estando en una de las zonas más afectadas por el movimiento, los más de cien mil libros terminaron regados en el suelo y aún sigue acomodándolos. Uno podría pasar el día entero en este lugar entre libros nuevos, usados, antiguos y raros, pero el camino debe continuar.

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Arriba de esta librería se encuentra un departamento en el que sólo habitan libros. No hay camas, ni sillones. Los únicos muebles son libreros y mesas retacadas de los libros más raros —y costosos—, a los que el público en general sólo puede acceder si tiene una cita y está buscando algo muy en particular, pero los socios tuvieron la oportunidad de conocerlo al ir acompañados de la dueña de la colección, cuyas ganas de mostrar y compartir su amor por los libros no impide dejar que la gente hojee sus tomos más preciados, siempre con un amable recordatorio: “Nada más con las manos limpias, por favor”. Libros de ciencias naturales, literatura europea, religiosa, biografías, de arquitectura y mucho más, que tienen un departamento entero en una de las zonas más codiciadas de la ciudad para ellos solos.

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La mejor manera de acabar la mañana fue sentarse a platicar y tomar té y café en la última parada del recorrido: la Increíble Librería. El negocio más moderno del recorrido muestra hacia dónde va la tendencia en las tiendas de libros, que ya son más que sólo librerías: carteles, juguetes, papelería, servicio de cafetería y muchas cosas más que engloban la experiencia completa que buscan los amantes de los libros; varios quisieron quedarse un poco más.***Otras historias de libreros y librerías en Gatopardo:Voto de confianza a la literatura jovenBiblioteca 19sLa obsesión por los libros viejos

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La primera parada fue la librería-anticuaria A través del Espejo, un pequeño local empotrado en un edificio de estilo art decó —típico de la colonia—, con número 111 en la calle Monterrey. Los socios pudieron platicar con Román, el hermano de Selva, dueño de esta pequeña pero selectiva librería, cuya principal virtud es la curaduría de los libros en sus estantes. De entre todos ellos (los más viejos del año 1581), su favorito es Los precursores del arte y la industria, que mostró a los asistentes con timidez propia de alguien que pasa todo el día rodeado de libros.

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Arriba de esta librería se encuentra un departamento en el que sólo habitan libros. No hay camas, ni sillones. Los únicos muebles son libreros y mesas retacadas de los libros más raros —y costosos—, a los que el público en general sólo puede acceder si tiene una cita y está buscando algo muy en particular, pero los socios tuvieron la oportunidad de conocerlo al ir acompañados de la dueña de la colección, cuyas ganas de mostrar y compartir su amor por los libros no impide dejar que la gente hojee sus tomos más preciados, siempre con un amable recordatorio: “Nada más con las manos limpias, por favor”. Libros de ciencias naturales, literatura europea, religiosa, biografías, de arquitectura y mucho más, que tienen un departamento entero en una de las zonas más codiciadas de la ciudad para ellos solos.

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La primera parada fue la librería-anticuaria A través del Espejo, un pequeño local empotrado en un edificio de estilo art decó —típico de la colonia—, con número 111 en la calle Monterrey. Los socios pudieron platicar con Román, el hermano de Selva, dueño de esta pequeña pero selectiva librería, cuya principal virtud es la curaduría de los libros en sus estantes. De entre todos ellos (los más viejos del año 1581), su favorito es Los precursores del arte y la industria, que mostró a los asistentes con timidez propia de alguien que pasa todo el día rodeado de libros.

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A menos de 500 metros, sobre la calle Álvaro Obregón, una ventana con un letrero que dice “Libros nuevos, usados, antiguos y raros” marca la entrada de A través del Espejo, la segunda librería del recorrido; la de Jaime Hernández Campos, padre de los hermanos Hernández. “Según lo que se había dicho [sobre los avances tecnológicos], llevaríamos 10 años sin libros”, dijo mientras explicaba el arduo camino que ha sido el mantener a flote tantas librerías a lo largo de la historia de la familia. Ese camino ha estado lleno de contratiempos y uno de los más recientes fue el sismo del 19 de septiembre, que estando en una de las zonas más afectadas por el movimiento, los más de cien mil libros terminaron regados en el suelo y aún sigue acomodándolos. Uno podría pasar el día entero en este lugar entre libros nuevos, usados, antiguos y raros, pero el camino debe continuar.

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Arriba de esta librería se encuentra un departamento en el que sólo habitan libros. No hay camas, ni sillones. Los únicos muebles son libreros y mesas retacadas de los libros más raros —y costosos—, a los que el público en general sólo puede acceder si tiene una cita y está buscando algo muy en particular, pero los socios tuvieron la oportunidad de conocerlo al ir acompañados de la dueña de la colección, cuyas ganas de mostrar y compartir su amor por los libros no impide dejar que la gente hojee sus tomos más preciados, siempre con un amable recordatorio: “Nada más con las manos limpias, por favor”. Libros de ciencias naturales, literatura europea, religiosa, biografías, de arquitectura y mucho más, que tienen un departamento entero en una de las zonas más codiciadas de la ciudad para ellos solos.

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