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El efluvio de la selva

El efluvio de la selva

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
13
.
08
.
21
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

Inspirada en las narraciones de los exploradores que transitaron por la Península de Yucatán en la época de la colonia, surge una perfumería de herencia maya. Una línea de fragancias que retoma escenarios aromáticos del pasado para crear productos con beneficios terapéuticos.

Al sur de Mérida, en Yucatán, donde el territorio urbano se difumina con un entorno selvático, crece la planta de xoltenuc, una especie nativa de la que retoñan flores blancas, moradas y una estridente brisa aromática. En 2012 mientras José Miguel Sandoval Valdez, diseñador y fundador de la marca de perfumes Sandovalis, pedaleaba en su bicicleta, atropelló algunas de estas flores, que liberaron diversas reminiscencias de su niñez en el pueblo de Panabá. Atónito ante el poder de la memoria olfativa, tuvo la idea de rescatar oficios y artes antiguos a través de la perfumería; un concepto inspirado en la tradición etnobotánica oral, cuyas prácticas de comercio solidario se materializan en fragancias elaboradas a base de plan-tas de la región maya.

Pasiflora en el rancho de la familia Sandoval en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Tras ese encuentro fragante, comenzaron meses de estudio de la herbolaria y la destilación de aromas. Así florece Sandovalis, con la intención de crear una línea de perfumes y colonias que tengan una función terapéutica y, a su vez, un rol significativo en la preservación de los saberes de su comunidad. “Creamos nuestra propia aromaterapia a base de plantas mayas. Vinculamos nuestra herbolaria tradicional con la universal, usando plantas con propiedades específicas para relajarse, dormir, estar cargados de energía, una mejor respiración”, explica. Actualmente, la empresa cuenta con más de quince especies florales nativas de Yucatán en su repertorio, en adición a una serie de notas europeas como la rosa búlgara y el nardo, así como con un grupo de proveedores locales de aceites esenciales de cítricos, raíces, semillas y maderas.

Sandovalis-Perfumería
Flores de azahar recolectadas en el rancho de la familia Sandoval. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Inspiradas en libros de perfumería del siglo XIX y con la implementación de técnicas modernas de recuperación de agua de lluvia para su reciclaje, las formulaciones aromáticas en Sandovalis están libres de químicos que afectan directamente al medio ambiente acuático, como almizcles sintéticos y tensoactivos. “Es todo natural”, refuerza Sandoval. Con un profundo conocimiento de etnobotánica, agricultura, ganadería, apicultura, orfebrería y alfarería, por mencionar algunos de sus intereses, Sandoval incluyó otra de sus pasiones en el proceso de creación de su marca: la historia. Cada uno de sus perfumes parte de relatos heredados del pueblo yucateco.

[read more]

El equipo de Sandovalis recupera los puntos aromáticos de distintas narraciones para recrear, mediante el olfato, diversos escenarios históricos. Agua Colonial, uno de sus perfumes, se inspira en Alejandro Joseph de Gaulle, explorador botánico y el primer cartógrafo de la Península de Yucatán, quien fortificó la defensa costera contra los ataques de piratas durante la época colonial. “Él narra en sus expediciones que pasa por un campo de cedros; luego plantaciones de tabaco. Éstas notas que él describe nos sirven para crear ese entorno aromático”, completa Sandoval.

Sandovalis
Apiario de abejas nativas meliponas de Rodrigo Navarro Meneses en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Enraizado en su cultura, el director de la perfumería acompaña este concepto con la convicción de brindar una remuneración monetaria justa a todos los campesinos que colaboran con la marca. Ahora su taller, con domicilio en Mérida, se ha expandido a la producción de jabones y velas aromáticas, en la que trabajan familias apicultoras, con tienen presencia en distintos puntos dentro de Baja California Sur, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz y su natal Yucatán. “Empecé recabando todo lo que aprendí en mi niñez: los valores, el trabajo con la gente, valorar el trabajo y el esfuerzo físico de la gente del campo. Quiero rescatar todo eso y proyectarlo en una marca que resuene en personas con un estilo de vida acorde con lo que hacemos; que les gusten la ecología, el medio ambiente, lo hecho en México, el rescate de oficios, revalorar lo nacional”, concluye.

Sandovalis
Gotas de destilado herbal y aceite esencial. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

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Inspirada en las narraciones de los exploradores que transitaron por la Península de Yucatán en la época de la colonia, surge una perfumería de herencia maya. Una línea de fragancias que retoma escenarios aromáticos del pasado para crear productos con beneficios terapéuticos.

Al sur de Mérida, en Yucatán, donde el territorio urbano se difumina con un entorno selvático, crece la planta de xoltenuc, una especie nativa de la que retoñan flores blancas, moradas y una estridente brisa aromática. En 2012 mientras José Miguel Sandoval Valdez, diseñador y fundador de la marca de perfumes Sandovalis, pedaleaba en su bicicleta, atropelló algunas de estas flores, que liberaron diversas reminiscencias de su niñez en el pueblo de Panabá. Atónito ante el poder de la memoria olfativa, tuvo la idea de rescatar oficios y artes antiguos a través de la perfumería; un concepto inspirado en la tradición etnobotánica oral, cuyas prácticas de comercio solidario se materializan en fragancias elaboradas a base de plan-tas de la región maya.

Pasiflora en el rancho de la familia Sandoval en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Tras ese encuentro fragante, comenzaron meses de estudio de la herbolaria y la destilación de aromas. Así florece Sandovalis, con la intención de crear una línea de perfumes y colonias que tengan una función terapéutica y, a su vez, un rol significativo en la preservación de los saberes de su comunidad. “Creamos nuestra propia aromaterapia a base de plantas mayas. Vinculamos nuestra herbolaria tradicional con la universal, usando plantas con propiedades específicas para relajarse, dormir, estar cargados de energía, una mejor respiración”, explica. Actualmente, la empresa cuenta con más de quince especies florales nativas de Yucatán en su repertorio, en adición a una serie de notas europeas como la rosa búlgara y el nardo, así como con un grupo de proveedores locales de aceites esenciales de cítricos, raíces, semillas y maderas.

Sandovalis-Perfumería
Flores de azahar recolectadas en el rancho de la familia Sandoval. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Inspiradas en libros de perfumería del siglo XIX y con la implementación de técnicas modernas de recuperación de agua de lluvia para su reciclaje, las formulaciones aromáticas en Sandovalis están libres de químicos que afectan directamente al medio ambiente acuático, como almizcles sintéticos y tensoactivos. “Es todo natural”, refuerza Sandoval. Con un profundo conocimiento de etnobotánica, agricultura, ganadería, apicultura, orfebrería y alfarería, por mencionar algunos de sus intereses, Sandoval incluyó otra de sus pasiones en el proceso de creación de su marca: la historia. Cada uno de sus perfumes parte de relatos heredados del pueblo yucateco.

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El equipo de Sandovalis recupera los puntos aromáticos de distintas narraciones para recrear, mediante el olfato, diversos escenarios históricos. Agua Colonial, uno de sus perfumes, se inspira en Alejandro Joseph de Gaulle, explorador botánico y el primer cartógrafo de la Península de Yucatán, quien fortificó la defensa costera contra los ataques de piratas durante la época colonial. “Él narra en sus expediciones que pasa por un campo de cedros; luego plantaciones de tabaco. Éstas notas que él describe nos sirven para crear ese entorno aromático”, completa Sandoval.

Sandovalis
Apiario de abejas nativas meliponas de Rodrigo Navarro Meneses en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Enraizado en su cultura, el director de la perfumería acompaña este concepto con la convicción de brindar una remuneración monetaria justa a todos los campesinos que colaboran con la marca. Ahora su taller, con domicilio en Mérida, se ha expandido a la producción de jabones y velas aromáticas, en la que trabajan familias apicultoras, con tienen presencia en distintos puntos dentro de Baja California Sur, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz y su natal Yucatán. “Empecé recabando todo lo que aprendí en mi niñez: los valores, el trabajo con la gente, valorar el trabajo y el esfuerzo físico de la gente del campo. Quiero rescatar todo eso y proyectarlo en una marca que resuene en personas con un estilo de vida acorde con lo que hacemos; que les gusten la ecología, el medio ambiente, lo hecho en México, el rescate de oficios, revalorar lo nacional”, concluye.

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Gotas de destilado herbal y aceite esencial. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

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Inspirada en las narraciones de los exploradores que transitaron por la Península de Yucatán en la época de la colonia, surge una perfumería de herencia maya. Una línea de fragancias que retoma escenarios aromáticos del pasado para crear productos con beneficios terapéuticos.

Al sur de Mérida, en Yucatán, donde el territorio urbano se difumina con un entorno selvático, crece la planta de xoltenuc, una especie nativa de la que retoñan flores blancas, moradas y una estridente brisa aromática. En 2012 mientras José Miguel Sandoval Valdez, diseñador y fundador de la marca de perfumes Sandovalis, pedaleaba en su bicicleta, atropelló algunas de estas flores, que liberaron diversas reminiscencias de su niñez en el pueblo de Panabá. Atónito ante el poder de la memoria olfativa, tuvo la idea de rescatar oficios y artes antiguos a través de la perfumería; un concepto inspirado en la tradición etnobotánica oral, cuyas prácticas de comercio solidario se materializan en fragancias elaboradas a base de plan-tas de la región maya.

Pasiflora en el rancho de la familia Sandoval en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Tras ese encuentro fragante, comenzaron meses de estudio de la herbolaria y la destilación de aromas. Así florece Sandovalis, con la intención de crear una línea de perfumes y colonias que tengan una función terapéutica y, a su vez, un rol significativo en la preservación de los saberes de su comunidad. “Creamos nuestra propia aromaterapia a base de plantas mayas. Vinculamos nuestra herbolaria tradicional con la universal, usando plantas con propiedades específicas para relajarse, dormir, estar cargados de energía, una mejor respiración”, explica. Actualmente, la empresa cuenta con más de quince especies florales nativas de Yucatán en su repertorio, en adición a una serie de notas europeas como la rosa búlgara y el nardo, así como con un grupo de proveedores locales de aceites esenciales de cítricos, raíces, semillas y maderas.

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Flores de azahar recolectadas en el rancho de la familia Sandoval. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Inspiradas en libros de perfumería del siglo XIX y con la implementación de técnicas modernas de recuperación de agua de lluvia para su reciclaje, las formulaciones aromáticas en Sandovalis están libres de químicos que afectan directamente al medio ambiente acuático, como almizcles sintéticos y tensoactivos. “Es todo natural”, refuerza Sandoval. Con un profundo conocimiento de etnobotánica, agricultura, ganadería, apicultura, orfebrería y alfarería, por mencionar algunos de sus intereses, Sandoval incluyó otra de sus pasiones en el proceso de creación de su marca: la historia. Cada uno de sus perfumes parte de relatos heredados del pueblo yucateco.

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El equipo de Sandovalis recupera los puntos aromáticos de distintas narraciones para recrear, mediante el olfato, diversos escenarios históricos. Agua Colonial, uno de sus perfumes, se inspira en Alejandro Joseph de Gaulle, explorador botánico y el primer cartógrafo de la Península de Yucatán, quien fortificó la defensa costera contra los ataques de piratas durante la época colonial. “Él narra en sus expediciones que pasa por un campo de cedros; luego plantaciones de tabaco. Éstas notas que él describe nos sirven para crear ese entorno aromático”, completa Sandoval.

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Apiario de abejas nativas meliponas de Rodrigo Navarro Meneses en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Enraizado en su cultura, el director de la perfumería acompaña este concepto con la convicción de brindar una remuneración monetaria justa a todos los campesinos que colaboran con la marca. Ahora su taller, con domicilio en Mérida, se ha expandido a la producción de jabones y velas aromáticas, en la que trabajan familias apicultoras, con tienen presencia en distintos puntos dentro de Baja California Sur, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz y su natal Yucatán. “Empecé recabando todo lo que aprendí en mi niñez: los valores, el trabajo con la gente, valorar el trabajo y el esfuerzo físico de la gente del campo. Quiero rescatar todo eso y proyectarlo en una marca que resuene en personas con un estilo de vida acorde con lo que hacemos; que les gusten la ecología, el medio ambiente, lo hecho en México, el rescate de oficios, revalorar lo nacional”, concluye.

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Al sur de Mérida, en Yucatán, donde el territorio urbano se difumina con un entorno selvático, crece la planta de xoltenuc, una especie nativa de la que retoñan flores blancas, moradas y una estridente brisa aromática. En 2012 mientras José Miguel Sandoval Valdez, diseñador y fundador de la marca de perfumes Sandovalis, pedaleaba en su bicicleta, atropelló algunas de estas flores, que liberaron diversas reminiscencias de su niñez en el pueblo de Panabá. Atónito ante el poder de la memoria olfativa, tuvo la idea de rescatar oficios y artes antiguos a través de la perfumería; un concepto inspirado en la tradición etnobotánica oral, cuyas prácticas de comercio solidario se materializan en fragancias elaboradas a base de plan-tas de la región maya.

Pasiflora en el rancho de la familia Sandoval en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Tras ese encuentro fragante, comenzaron meses de estudio de la herbolaria y la destilación de aromas. Así florece Sandovalis, con la intención de crear una línea de perfumes y colonias que tengan una función terapéutica y, a su vez, un rol significativo en la preservación de los saberes de su comunidad. “Creamos nuestra propia aromaterapia a base de plantas mayas. Vinculamos nuestra herbolaria tradicional con la universal, usando plantas con propiedades específicas para relajarse, dormir, estar cargados de energía, una mejor respiración”, explica. Actualmente, la empresa cuenta con más de quince especies florales nativas de Yucatán en su repertorio, en adición a una serie de notas europeas como la rosa búlgara y el nardo, así como con un grupo de proveedores locales de aceites esenciales de cítricos, raíces, semillas y maderas.

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Flores de azahar recolectadas en el rancho de la familia Sandoval. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Inspiradas en libros de perfumería del siglo XIX y con la implementación de técnicas modernas de recuperación de agua de lluvia para su reciclaje, las formulaciones aromáticas en Sandovalis están libres de químicos que afectan directamente al medio ambiente acuático, como almizcles sintéticos y tensoactivos. “Es todo natural”, refuerza Sandoval. Con un profundo conocimiento de etnobotánica, agricultura, ganadería, apicultura, orfebrería y alfarería, por mencionar algunos de sus intereses, Sandoval incluyó otra de sus pasiones en el proceso de creación de su marca: la historia. Cada uno de sus perfumes parte de relatos heredados del pueblo yucateco.

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Enraizado en su cultura, el director de la perfumería acompaña este concepto con la convicción de brindar una remuneración monetaria justa a todos los campesinos que colaboran con la marca. Ahora su taller, con domicilio en Mérida, se ha expandido a la producción de jabones y velas aromáticas, en la que trabajan familias apicultoras, con tienen presencia en distintos puntos dentro de Baja California Sur, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz y su natal Yucatán. “Empecé recabando todo lo que aprendí en mi niñez: los valores, el trabajo con la gente, valorar el trabajo y el esfuerzo físico de la gente del campo. Quiero rescatar todo eso y proyectarlo en una marca que resuene en personas con un estilo de vida acorde con lo que hacemos; que les gusten la ecología, el medio ambiente, lo hecho en México, el rescate de oficios, revalorar lo nacional”, concluye.

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Al sur de Mérida, en Yucatán, donde el territorio urbano se difumina con un entorno selvático, crece la planta de xoltenuc, una especie nativa de la que retoñan flores blancas, moradas y una estridente brisa aromática. En 2012 mientras José Miguel Sandoval Valdez, diseñador y fundador de la marca de perfumes Sandovalis, pedaleaba en su bicicleta, atropelló algunas de estas flores, que liberaron diversas reminiscencias de su niñez en el pueblo de Panabá. Atónito ante el poder de la memoria olfativa, tuvo la idea de rescatar oficios y artes antiguos a través de la perfumería; un concepto inspirado en la tradición etnobotánica oral, cuyas prácticas de comercio solidario se materializan en fragancias elaboradas a base de plan-tas de la región maya.

Pasiflora en el rancho de la familia Sandoval en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Tras ese encuentro fragante, comenzaron meses de estudio de la herbolaria y la destilación de aromas. Así florece Sandovalis, con la intención de crear una línea de perfumes y colonias que tengan una función terapéutica y, a su vez, un rol significativo en la preservación de los saberes de su comunidad. “Creamos nuestra propia aromaterapia a base de plantas mayas. Vinculamos nuestra herbolaria tradicional con la universal, usando plantas con propiedades específicas para relajarse, dormir, estar cargados de energía, una mejor respiración”, explica. Actualmente, la empresa cuenta con más de quince especies florales nativas de Yucatán en su repertorio, en adición a una serie de notas europeas como la rosa búlgara y el nardo, así como con un grupo de proveedores locales de aceites esenciales de cítricos, raíces, semillas y maderas.

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Flores de azahar recolectadas en el rancho de la familia Sandoval. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Inspiradas en libros de perfumería del siglo XIX y con la implementación de técnicas modernas de recuperación de agua de lluvia para su reciclaje, las formulaciones aromáticas en Sandovalis están libres de químicos que afectan directamente al medio ambiente acuático, como almizcles sintéticos y tensoactivos. “Es todo natural”, refuerza Sandoval. Con un profundo conocimiento de etnobotánica, agricultura, ganadería, apicultura, orfebrería y alfarería, por mencionar algunos de sus intereses, Sandoval incluyó otra de sus pasiones en el proceso de creación de su marca: la historia. Cada uno de sus perfumes parte de relatos heredados del pueblo yucateco.

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Apiario de abejas nativas meliponas de Rodrigo Navarro Meneses en Panabá, Yucatán. Fotografía de Juan Pablo Ampudia.

Enraizado en su cultura, el director de la perfumería acompaña este concepto con la convicción de brindar una remuneración monetaria justa a todos los campesinos que colaboran con la marca. Ahora su taller, con domicilio en Mérida, se ha expandido a la producción de jabones y velas aromáticas, en la que trabajan familias apicultoras, con tienen presencia en distintos puntos dentro de Baja California Sur, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz y su natal Yucatán. “Empecé recabando todo lo que aprendí en mi niñez: los valores, el trabajo con la gente, valorar el trabajo y el esfuerzo físico de la gente del campo. Quiero rescatar todo eso y proyectarlo en una marca que resuene en personas con un estilo de vida acorde con lo que hacemos; que les gusten la ecología, el medio ambiente, lo hecho en México, el rescate de oficios, revalorar lo nacional”, concluye.

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