La industria vinícola ha definido dos caminos muy claros en la última década. El primero se dirige hacia los vinos naturales, de nula intervención, sin filtración ni clarificación, productos vivos que llevan al límite la definición de artesanal. El segundo es el de los vinos de producción a gran escala que, sin renunciar al refinamiento y la tecnología, buscan procesos éticos y transparentes de cara al consumidor y al planeta. Este es el caso de Monte Xanic, que el pasado mes de julio obtuvo certificaciones como una vinícola vegana y orgánica. 

Los vinos de Monte Xanic consiguen expresar el carácter de su terruño gracias al trabajo conjunto del enólogo Óscar Gaona y el agrónomo José Manuel Fernández, cuyas prácticas consideran al viñedo como un espacio de biodiversidad. La viticultura del siglo pasado buscaba estresar a la planta para que rindiera más; hoy se siguen prácticas sustentables que, en lugar de desgastar a la vid y al sustrato, generan condiciones de equilibrio que mejoran la calidad y expresión de cada varietal, de acuerdo con la naturaleza de cada suelo y en sinergia con las especies que lo enriquecen. 

Gracias a este trabajo de transformación del campo que se completa en la bodega y el embotellado, Monte Xanic obtuvo la certificación California Certified Organic Farmers, lo que le permitirá a esta vinícola mexicana producir vinos orgánicos premium y ultrapremium para futuras cosechas. El complemento de la sustentabilidad es la transparencia hacia un consumidor cuyas elecciones se han redefinido en función de prácticas éticas y opciones saludables. Por ello, para quienes se decantan por el vegetarianismo y el veganismo, Monte Xanic ha obtenido el sello V-Label, el cual garantiza que sus productos no tengan ningún ingrediente de procedencia animal. 

Uno se preguntaría por qué un vino, que es de origen vegetal, requiere una certificación vegana. La respuesta está en el proceso de clarificación que durante varias décadas se ha utilizado en la enología a gran escala. Este paso, previo al embotellado, consiste en limpiar el vino y eliminar texturas no deseadas. Para ello, algunas vinícolas utilizan ingredientes que tienen proteínas animales, como albúmina de huevo, caseína de leche, gelatina de cartílago animal o ictiocola de vejiga de pescado. 

Monte Xanic, en cambio, clarifica con elementos que vienen del trigo, la papa, los guisantes, las algas o la bentonita, de origen mineral. A partir de julio de 2023, la vinícola transparenta y garantiza este proceso con el sello V-Label, una compañía suiza independiente que desde hace veinticinco años recurre a expertos en tecnología en alimentos, química, cosmetología y calidad para analizar y supervisar la elaboración de productos veganos y vegetarianos, primero en Europa y ahora a nivel global. 

Los expertos de V-Label inspeccionaron la composición de los vinos de Monte Xanic y examinaron cada paso de la producción, por lo que ahora el consumidor tiene la confianza de estar ante un vino realmente vegano. Y no solo eso: a diferencia de otros sellos, V-Label aporta un plus de ética, ya que no entrega certificaciones a productos que declaren contener organismos modificados genéticamente ni componentes que provengan de gallinas en confinamiento. 

Monte Xanic, con su enología de mínima intervención, ya había conseguido la mejor interpretación de los terruños de los valles de Guadalupe y Ojos Negros, con vinos varietalmente más expresivos y genuinos, que han obtenido premios en las principales competencias del mundo. Ahora, certificada como orgánica y vegana, la vinícola honra su propio proceso y sustenta su compromiso con el consumidor.