Tres décadas después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, toca mirar con lupa el expediente mediante el cual se inventó a un asesino, en el que proliferaron confesiones y testimonios “fuera de proceso” (o directamente paranormales), el que sostuvo con pinzas una teoría de complot, el que muestra las huellas del fiscal Chapa Bezanilla. No queda de otra: es el expediente sobre el que trabaja la Fiscalía que hoy, como en un ritual cíclico, tiene la misión de esclarecer el trauma nacional.