El movimiento feminista avanza en América Latina, con sus muchas caras, ángulos y matices: seleccionar una imagen para la portada de Gatopardo 214 y que lo representara en su totalidad parecía imposible. Así que decidimos volver a lo primigenio, al primer paso de todo cambio social: un gesto de empatía, en este caso, entre mujeres; aquél en el que una se pone en los zapatos de la otra y a partir de ese momento deciden caminar en la misma dirección para lograr algo en común. En este proyecto fotográfico, Mariceu Erthal pasó una semana en Cuba rentando la habitación de Iriana, quien dejó la casa de sus padres tiempo atrás para probar suerte en Europa. Habitando su espacio, tocando sus cosas y reconociendo el dolor de sus padres al estar lejos de ella, percibía su presencia por todas partes. Quiso traerla de regreso, prestar su cuerpo para devolverla a casa.

En este autorretrato, parte de una serie de fotografías sobre esta experiencia, aparece con Ana, la madre de Iriana, pretendiendo ser su hija para acompañarla un momento. Convencerla de participar en este proyecto no fue fácil. “Me cuesta trabajo generar conexiones con ciertas mujeres, pero cuando lo logro, son mucho más profundas que con los hombres. Con Ana me sucedió así. Al principio no se prestaba a mi juego, pero sí a mostrarme los dibujos de Iriana y creo que en el proceso removí muchas cosas en ella”, comparte la fotógrafa. La última noche que pasó ahí, Ana no pudo irse a dormir temprano como acostumbra. Se quedó a esperar junto con Mariceu su hora de salir rumbo al aeropuerto para tomar un vuelo de madrugada. Algo se había construido entre ellas. Complicidad. 

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Video: Cecilia Villaverde