La natación, un camino para llegar a Sirenas Especiales
Raquel Prior
Fotografía de Jeoffrey Guillemard
A Rocío le han enlistado muchas veces lo que no puede hacer. En el equipo de natación para personas con discapacidad encontró su libertad y la prueba de que puede hacer tanto como ella quiera.
“¡Uno, dos, tres, cuatro!”, grita una nadadora mientras sus compañeras avanzan en dos filas, una detrás de otra, y se acomodan al filo de la alberca. “¡Uno, dos, tres, cuatro, yaaa!”, vuelve a gritar y saltan tres, después otras tres, y repiten formación en la piscina. Es un miércoles a mediodía en la Alberca Olímpica, ubicada en la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México, y observamos desde las gradas a las Sirenas Especiales, el grupo de nado sincronizado formado por personas con discapacidad.
En el agua, Rocío Torres Pacheco, la nadadora que más medallas ha ganado de la mano de su entrenadora Paloma Torres, grita las instrucciones que su equipo deberá seguir. “¡Uno, dos, tres, yaaa!”, dice, y las seis nadadoras forman una figura; “¡Uno, dos, tres, yaaa!”, y ahora se colocan para ayudar a saltar a una de ellas.
Fuera del agua Paloma Torres les da otras indicaciones: “Sostén la postura derecha”, “Mantén el abdomen duro”, “Marquen bien el ritmo”. La entrenadora fundó Sirenas Especiales hace 14 años, al notar las diferencias de oportunidades entre las atletas sin discapacidad y las que viven con discapacidad. “Tienen menos espacios porque hay pocos equipos, además de que la disponibilidad de las familias para apoyarlas puede verse afectada”, dice en entrevista con Gatopardo.
En México el 33% de las personas con discapacidad manifestaron haber vivido algún tipo de discriminación durante los últimos 12 meses, de ellas el 49.6 % declaró que la razón de ser discriminadas fue tener alguna discapacidad, de acuerdo con la Encuesta nacional sobre discriminación 2022 (ENADIS 2022). Paloma recuerda que, hace aproximadamente 14 años, en alguna de las albercas a las que intentaron acudir para entrenar les negaron la entrada, bajo el prejuicio de que “podrían contagiar a otros atletas”.
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“Es el momento en que te das cuenta de que es real; que hay muchísimos prejuicios sobre la discapacidad. De ahí hemos empezado a trabajar y hoy en día la apertura ha sido muchísima”, menciona la también psicóloga. En este contexto, Sirenas Especiales se ha convertido en un espacio que permite a las mujeres y hombres que se unen al equipo desarrollarse en el deporte y otros aspectos de su vida.
Sirenas Especiales, una carrera por encontrarse
Desde temprano, Rocío prepara su maleta con la gorra de natación, goggles, toallas, traje de baño, ropa de repuesto y pequeños snacks. Lleva ocho años en el equipo, pero cada día la emoción la desborda. “Sirenas Especiales me cambió la vida, me ha ayudado a desarrollar mucha seguridad”, dice la joven de 25 años durante su trayecto a la Alberca Olímpica.
Para Paloma Torres, Sirenas Especiales empezó como un proyecto en el que buscaba unir sus dos grandes pasiones: la natación artística y la psicología, en una actividad deportiva para personas con discapacidad. “Primero me enfoque en que personas con síndrome de Down pudieran tener un mejor proceso de aprendizaje a nivel concentración, atención y memoria a largo plazo fuera del aula escolar y haciendo una actividad tan bonita como es la natación artística”, explica.
Sin embargo, 15 años después de haber iniciado este proyecto, notó que no solamente ha ayudado en la parte cognitiva y del aprendizaje, sino también en el ámbito social, lo que le parece el aspecto más importante. “Ahora tienen un equipo donde sienten que pertenecen”, dice la entrenadora.
La mamá de Rocío, Silvia del Carmen Pacheco, vio un reportaje en televisión sobre Sirenas Especiales, y de inmediato se puso en contacto con Paloma en un correo electrónico. “Pasó solo una semana para que Chío hiciera la prueba en la alberca, desde ese momento cambió su vida y obviamente la de nosotros como familia”, recuerda.
Para Silvia lo más importante es que con su equipo Rocío ha logrado sentirse plena y realizada, no únicamente en el aspecto deportivo, sino en el social y personal; además, encontró una pasión. Su familia también ha modificado su rutina diaria para impulsarla en el deporte. Al radicar en Toluca tuvieron que crear diferentes estrategias para que pueda asistir a sus entrenamientos tres veces por semana; por ejemplo, a veces sale antes de clases de la universidad para llegar a tiempo, y otros días se queda con sus abuelos que viven cerca de la Alberca Olímpica.
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El entrenamiento con Paloma empieza en la alberca con dos horas de natación en las que ensayan y perfeccionan sus rutinas. Después, pasan otras dos horas en la sección de preparación física, en la que trabajan flexibilidad y fuerza con pesas y ligas. La entrenadora explica que comenzaron a incluir la psicología deportiva al crear un espacio para platicar de sus metas, de lo que les gusta y lo que no, y de lo que esperan para el futuro en sus competencias. Además, tienen la oportunidad de competir con atletas con diversas condiciones, pero también con atletas convencionales. Esto, según Paloma, permite que haya un sentido de inclusión social real y en la práctica.
Sirenas especiales recibe a hombres y mujeres de diferentes edades y no hay un límite para integrarte al equipo. El requisito principal es que sepan manejarse en el agua y que lo disfruten al realizar la prueba. Al presentarse para hacer esta prueba, Rocío tuvo mucha incertidumbre porque nunca había practicado este deporte; sin embargo, esta sensación se desvaneció cuando dio su primer clavado en la Alberca Olímpica. “Siempre digo que la natación artística me abrió las puertas a la libertad, a descubrirme”, comparte la joven.
La falta de recursos en la natación artística adaptada
Paloma nadaba desde los 9 años en Perú, de donde es originaria. Recuerda que se enamoró del deporte por las diferentes disciplinas que convergen en él, como la gimnasia y la natación. En la universidad decidió estudiar psicología y para poder titularse creó el proyecto Sirenas Especiales, que le permitía unir el deporte con la psicología. “Lo que yo pensé es que, así como la natación tuvo un gran beneficio en mi vida, podía tener un beneficio para todas las personas sin importar su condición”, dice Paloma.
Este miércoles de junio visitamos a las sirenas en la Alberca Olímpica. Mientras las nadadoras toman un descanso y un pequeño refrigerio, Paloma nos explica que en la natación artística adaptada se modifican las cargas de trabajo, los tiempos de entrenamiento y la cantidad de días de práctica que tiene cada una de las personas, dependiendo el caso.
“En Sirenas Especiales casi el 90% de las personas que componen el equipo tienen síndrome de Down, pero también hay personas con microcefalia, y voy adaptando la carga de trabajo según la condición; pero ahora tenemos un deporte unificado; es decir, que puede nadar un atleta con discapacidad con otro que no la tiene. Todavía se abre más la gama de la inclusión”, celebra Paloma.
Sentada en el filo de la alberca, Rocío nos explica que la natación artística es un deporte muy complejo, pues se compone de otras cinco disciplinas como natación, danza, waterpolo, gimnasia artística y clavados. “Lo que uno hace dentro del agua son rutinas. Desde muy chica practiqué danza, yo creo que eso fue lo que más me ayudó a adaptarme a la natación artística”, menciona la joven nadadora.
Rocío piensa que la danza y la natación hacen una conexión perfecta, pues en la natación artística tu escenario es la alberca. Un día, mientras veía la televisión, pudo observar la actuación de un grupo de nadadoras y descubrió que quería dedicar su vida a este deporte. Gracias a la dedicación de Paloma y sus sirenas, desde 2016 han logrado presentarse en diferentes competencias nacionales y mundiales. Hasta la fecha, Rocío ha ganado 46 medallas: “Casi todas de oro y plata”, nos detalla.
“Para poder asistir a una competencia, los y las atletas deben prepararse durante años. El primer paso es que las sirenas y tritones sean capaces de realizar rutinas complejas, que puedan hacer figuras, elementos que se hacen una por una; después, consolidar estas rutinas hasta que puedan hacerlo completamente solas y ejecutarlas de la manera correcta”, añade Paloma.
Pese a que han logrado clasificar a competencias en Italia, Japón, Taiwán, Estados Unidos, Brasil, España y Francia, el principal problema al que se enfrentan es la falta de recursos económicos. Silvia del Carmen Pacheco reconoce el esfuerzo que su hija realiza para poder ganar un lugar en cada competencia, pero lamenta que cuentan con muy poco apoyo.
“Paloma consiguió la Alberca Olímpica, pero nadie te da nada; es decir, los viajes que hacemos los pagamos los papás. Organizamos rifas y colectas, entre otras cosas para recaudar dinero. Dentro del programa que lleva, Paloma es ruda, y debe ser así para poder sacar estos resultados; nosotros la apoyamos totalmente”, dice Silvia.
En la última rifa que organizaron reunieron los recursos suficientes para que cada una de las atletas lograra pagar los boletos de avión, hospedaje y comidas durante el viaje. También se han promocionado en crowdfunding para obtener donaciones en internet, y han recibido aportaciones de las mismas familias.
Para poder recaudar fondos con empresas grandes o pequeñas, así como obtener donativos no solo económicos, Paloma formó en 2017 la Fundación Urpi Wasi A.C., el nombre proviene de las lenguas quechuas y significa “la casa de Paloma”. La asociación fue pensada para tener espacios fuera de la actividad deportiva, en los que se puedan reunir y seguir creciendo a nivel creativo y de aprendizaje, pero fuera también de la alberca.
“Hay muchas personas que se han unido a las campañas que hemos hecho públicas, personas físicas que quieren apoyar. Empresas han otorgado becas a algunas chicas para que puedan seguir con su carrera deportiva. De granito en granito lo hemos ido logrando, pero es un trabajo constante, a veces la situación económica es difícil y las personas no pueden donar”, dice Paloma.
Rocío explica que la relación que tiene con su entrenadora es muy importante, pues Paloma le ha enseñado que “el crecimiento está en la exigencia. Si algo no me sale, lo vuelvo a intentar, sin importar las veces que sean necesarias que repita la rutina completa, sé que después seré mejor”, comparte.
Para Rocío, Sirenas Especiales significa libertad e independencia. Gracias a todo el trabajo que realiza dentro y fuera de la piscina ya ocupa un lugar en prestigiosas competencias, lo que la ha llevado a viajar por el mundo, a veces en compañía de su mamá, pero también sola. Esto último la llena de orgullo, pero sabe que cuenta con el apoyo de su entrenadora.
Tanto Paloma como Rocío y las demás Sirenas Especiales seguirán luchando por abrirse espacios en el deporte. La entrenadora nos cuenta que, pese a que la natación artística aún no es considerada en los Juegos Paralímpicos, en diversos países se está trabajando para que se incluya.
Este equipo también le cambió la vida a Paloma, pues sus sirenas y tritones le han enseñado mucho: “No se rinden. Vale la pena verlas y sentirnos motivados por el gran trabajo que hacen”, dice. Luego se levanta y les indica a las sirenas y tritones que el descanso acabó, y hay que volverlo a intentar.
RAQUEL PRIOR estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Es una reportera especializada en temas como feminismos y Derechos Humanos. Le apasiona descubrir historias en las calles, se refugia en las letras desde que tiene memoria. Ha publicado en medios como Cuestione.com, La Octava Digital y La Cadera de Eva. Actualmente es investigadora en Semanario Gatopardo.
JEOFFREY GUILLEMARD. Fotógrafo autodidacta. Sus documentales se centran en temas sociales contemporáneos como la migración, la sexualidad, las prácticas religiosas y los movimientos sociales. Su trabajo ha sido publicado por The Washington Post, Le Monde, La Repubblica, Bloomberg Businessweek y Der Spiegel. Actualmente es editor multimedia en Gatopardo.
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