Dos australianos hablan del incendio en el que lo perdieron todo
«Estamos experimentando el futuro que pensábamos lejano».
Chris Wright y su familia estaban lejos de su hogar en Canjole, Nueva Gales del Sur, para disfrutar de los fuegos artificiales del 31 de diciembre en Sidney. Antes de mediodía, los Wright recibieron un mensaje. «La granja está en llamas», leyó en voz alta la su madre y agregó que su hermana estaba atrapada en la casa.
La costa sur de Nueva Gales, solía ser un hermoso lugar de descanso con playas espectaculares. Ese 31 se había convertido en el único refugio para miles de personas que huían de las llamas rumbo al mar.
Fiona, la tía de Chris, estuvo atrapada durante cinco horas con un amigo en el baño de la casa, cerca de la granja. Para entonces los establos ardían y una de sus camionetas explotó, siguieron los gallineros y después el cobertizo en donde mantenían las herramientas. «Fue como si una bomba hubiera acabado con todo», dice Chris en entrevista telefónica para Gatopardo. Todos los recuerdos de ese día le resultan confusos, pero reconoce que él y su familia son afortunados pues nadie salió herido de gravedad.
Lo irónico, dice Chris, que es activista contra el cambio climático en la organización Climate Tracker, es que lo único que quedó en pie dentro de su propiedad, fue la casa donde se refugiaba su tía y su amigo. Es una construcción de bloques de arenisca con cien años o más de antigüedad. Su abuelo era silvicultor y fue él quien la construyó.
La única forma de llegar a esa casa era cruzando un puente pequeño que también destruyeron las llamas. Por fortuna Fiona y su amigo fueron rescatados por un vecino, que en un acto de valentía, atravesó con su auto el incendio que consumía la granja de los Wright y les salvó la vida cuando ya estaba por llegar el año nuevo.
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Ese 31 de diciembre de 2019 se registraron por lo menos 120 incendios activos en la parte sur de Australia. «Pero una noticia que siempre consuela es el increíble espíritu de los australianos», dijo Scott Morrison, el primer ministro, en un mensaje dirigido a la ciudadanía que no llegó acompañado de ningún tipo de ayuda.
Algunos australianos pasaron el 31 de diciembre observando los controversiales fuegos artificiales en Sidney, mientras que otros sintieron primero que se les venía encima un cielo naranja que más tarde se transformó en negro para ensombrecer el atardecer en la playa.
En la temporada de verano Australia siempre espera incendios debido a las altas temperaturas, el ambiente seco y los vientos fuertes que esparcen rápidamente las llamas. En esta ocasión los incendios al sur de Australia empezaron a inicios de diciembre debido a relámpagos que cayeron sobre bosques secos. Sin embargo, las autoridades también detuvieron a 24 personas que provocaron incendios aún en el marco de la prohibición de prender fogatas, tirar colillas de cigarro o jugar con fuego en general.
Sin embargo, 2019 fue un año particularmente propicio para la proliferación de los incendios, cuya temporada suele arrancar en julio. El Departamento Meteorológico de Australia dio a conocer en diciembre que se registró el año más caliente y seco desde 1900. Además, se espera que la temporada de incendios alcance su peor momento a finales de enero y durante febrero.
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Durante el 2 y el 3 de enero, el fuego aún acechaba las cercanías de la casa de Chris Wright, aunque el daño ya estaba hecho: los autos se habían derretido y donde solía haber pasto quedaba solo un terreno negro del que no emanaba ninguna activa actividad.
“Todo está tan silencioso que es espeluznante. No hay un sólo animal donde normalmente había serpientes, canguros o wombats. No hay cadáveres de ellos tampoco”, dice Chris asombrado.
En su granja fallecieron dos tercios del ganado a causa del incendio, es decir 26 vacas, de las cuales dos tuvieron que ser sacrificadas porque quedaron muy heridas. De 15 gallinas, solo una sobrevivió y la dieron a un amigo de la familia para que cuidara de ella mientras sus patas se recuperan de las quemaduras.
A nivel nacional, se han perdido más de 5.8 millones de hectáreas por incendios y se estima la muerte de mil millones de animales, de acuerdo con la universidad de Sidney.
Recoger los escombros y los restos alrededor de su casa ha sido un episodio muy traumático para los Wright.
«Lo raro es que yo trabajo en el tema del cambio climático desde hace 10 años y siento que debí saber lo que ocurría y qué hacer después del incendio, pero para serte honesto no lo sé”, dice exasperado.
Chris Wright co fundó y dirige la organización no gubernamental, Climate Tracker, dedicada desde 2015 a capacitar con campañas innovadoras a reporteros y periodistas sobre el cambio climático y las negociaciones por el clima de la ONU.
La pregunta, “¿Qué haremos ante un nuevo incendio?” paraliza a los Wright, sobre todo porque Chris sabe que es una situación que se repetirá si la temperatura no desciende ni se incrementan las precipitaciones.
«Los granjeros y los damnificados por los incendios necesitan compasión. El gobierno australiano tiene que ser señalado a nivel global. Si este desastre no le avergüenza al gobierno ni lo invita a hacer algo, por lo menos que a nivel internacional se haga», demanda Chris Wright.
“Acción climática ahora”
Scott Morrison es un político conservador que ha defendido la industria minera desde su campaña para ser primer ministro. Critica las propuestas sobre el cambio climático porque, según él, amenazan los empleos de 250 mil australianos dedicados a la extracción de carbón y gas natural. El combustible fósil y el carbón son de las exportaciones más grandes de Australia al mundo, también vinculadas a la mayor emisión de gases invernadero.
Solamente en la temporada de incendios se han emitido 349 millones de toneladas de carbono, mientras que las emisiones anuales de Australia son de 532 millones de toneladas, como se reportó en 2018.
Además de los Wright, la familia Egan también perdió su hogar. Están entre los dos mil damnificados de esta temporada de incendios. Jack Egan y Cath Bowdler vieron su casa reducirse a cenizas en Bateman’s Bay en Nueva Gales del Sur ese mismo 31 de diciembre.
Cath fue a refugiarse a la playa y Jack intentó rescatar su hogar con el conocimiento que tenía al respecto, pero el fuego se esparció rápidamente con las ráfagas de viento. Tras darse por vencido, fue a buscar a Cath, pero no la encontró en las playas aledañas y dejó una nota en el parabrisas de su auto que decía que estaba bien, según contó al medio local ABC.
Cath no estaba en la playa porque tuvo que ser atendida en un hospital por el shock que le provocó la experiencia. Cuando al fin regresó a lo que era su hogar, vio el mensaje en la camioneta y fue a la playa a buscar a Jack. Ahí se reencontraron. Perdieron su casa y todo lo que había en ella, pero su auto no sufrió daños, tampoco un anuncio que lleva en el toldo con la frase: «Acción climática ahora ¿o…?»
En entrevista con Gatopardo Jack explica que por el momento él y su pareja tienen donde dormir, y así será mientras reconstruyan su casa. Él quiso dar esta entrevista a un medio en español, porque considera que lo que ocurre en Australia se sepa a nivel internacional.
«Lo que experimentamos en Australia se volverá una experiencia común para otros países, a menos que las naciones cuenten con políticas efectivas», dice consternado.
Tanto él como Chris se refieren al gobierno de su país como una «vergüenza», por la falta de acción y consciencia climática.
Una vez que reconstruya su hogar con con Cath, Jack prevé aumentar su activismo para exigir cambios en las políticas y acciones gubernamentales contra el calentamiento global.
“Estamos experimentando el futuro que sentíamos lejano. Pensamos que tendríamos tiempo para ajustarnos a él, pero está aplastando nuestro presente de manera catastrófica”, asegura.
A nivel internacional hay varias organizaciones que reciben donaciones para continuar con las labores de rescate y contención de los incendios. Está la Cruz Roja Australia, Salvation Army Australia, el Rural Fire Service en Nueva Gales del Sur y el Salvation Army Australia.
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