Después de la consulta popular: una lucha de interpretaciones

Después de la consulta popular: una lucha de interpretaciones

A la consulta acudirán los ciudadanos con distintas ideas sobre lo que están votando, debido a la redacción enredosa de la pregunta. Los políticos de diferentes bandos y ciertos grupos de la sociedad aprovecharán esa falta de claridad para imponer sus interpretaciones sobre lo que, supuestamente, “la gente quiso”.

Tiempo de lectura: 6 minutos

Este domingo la ciudadanía está convocada a participar en la primera consulta popular. Sin embargo, es cada vez más evidente que en esta elección los ciudadanos realmente no tendrán influencia porque el proceso se ha vaciado por dentro. En primer lugar, la pregunta es enredosa y, por lo tanto, no se sabe con certeza qué alternativas se están votando. En segundo lugar, aunque la ley permite que las consultas sean vinculantes, la Suprema Corte resolvió que ésta no podrá sujetar al Estado a ninguna obligación. Así, la democracia directa se dará en las formas, sin que el sentido de la votación tenga efecto.

Empecemos por la pregunta: debido a que su redacción es confusa, los electores acudirán a las urnas con ideas distintas sobre lo que están votando. Mucho se ha escrito para dejar claro que la Suprema Corte aprobó una redacción cuyo significado elude a los ciudadanos, pero no se ha dicho lo suficiente sobre los efectos de esta confusión. A río revuelto, ganancia de los políticos: quien decidirá qué implicaciones tiene la consulta no serán los ciudadanos. Eso sucederá en un momento posterior a la votación, en la pugna entre las posturas de distintos grupos.

Para el presidente, los políticos de Morena y sus simpatizantes, la consulta se hace para saber si la ciudadanía está de acuerdo o no en que se enjuicie a ciertos expresidentes. Para ellos, no hace falta investigar, pues han difundido la idea de que esos expresidentes son culpables; lo único que hace falta es aclarar los detalles de su culpabilidad. El problema con esta postura es que la Constitución no permite que la justicia sea dirigida por el voto popular; en otras palabras, el proceso judicial debería ocurrir por sí mismo, sin necesidad de consultarlo. Además, surge otra duda: si hay pruebas de los delitos, ¿por qué no se han iniciado ya las investigaciones y por qué no se ha llevado a los expresidentes a juicio? De manera más fundamental, la falla de esta postura es que la pregunta en la boleta simplemente no dice que se trata de una consulta para enjuiciarlos.

Para otros grupos, en cambio, la consulta de hoy es una pantomima. Esta es la postura de muchos académicos y estudiosos del derecho. La redacción de la pregunta es tan vaga que carece de sentido claro y, además, duplica las obligaciones legales y constitucionales que ya tienen las autoridades en México. Para ellos, éste no es más que un ejercicio vacuo, un cuento “lleno de ruido y furia, que nada significa”, diría Macbeth. A esta postura no le falta razón, pero no reconoce que la elección puede adquirir significados que influyan en la política.

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