Santiago Robles, ¿por qué quieres gritar?
Especial patrio
México está inmerso en una crisis de muchas caras, y sí, tenemos muchas razones para gritar, pero no precisamente en tono de celebración. Con el pretexto de lo que solemos llamar “mes patrio” decidimos abrir un espacio para el análisis y el debate en torno a los problemas más profundos de nuestro país y atrevernos a plantear estrategias como sociedad civil para solucionarlos.
Se trata de dejar de lado el típico “grito de Independencia” y utilizar la voz, en cambio, para imaginar maneras de enmendar el rumbo.
Estas son las voces de ciudadanos de distintas edades, profesiones e ideologías que decidieron sumarse a esta intención, esperando que no se quede solo en eso.
***
¿Cuáles son los tres problemas que más te preocupan de México?
La desigualdad social, que en gran medida es producto del inmenso poder que ejercen los capitales económicos privados sobre la política pública. Una de las grandes promesas del capitalismo es hacer creer a la población que mientras más trabaje, más poder adquisitivo tendrá. Al respecto, podemos recordar la respuesta de un conductor de Televisa cuando se le cuestionó respecto a su alto salario comparado con el de la mayoría de la población: “¡Pues que le chinguen!” (respuesta que se podría remontar genealógicamente a la que supuestamente pronunció María Antonieta ante el reclamo de la masa indigente de que no había pan para comer: “Que coman pasteles”). También podemos recordar la noticia de la Casa Blanca de La Lomas de Chapultepec difundida durante el sexenio anterior y cuya dueña apareció en cadena nacional argumentando que su costo (54 millones de pesos más intereses) lo había cubierto con su salario como actriz de telenovelas. ¿Cuántas horas extras tendría que chingarle una trabajadora doméstica, un profesor o un bombero para poder acceder a una mínima parte de los privilegios que tienen las personas que aseguran que trabajando se puede salir de la miseria? Son las mismas personas que argumentan que el cambio necesario no debe apuntar hacia las estructuras económicas mundiales o locales sino a uno mismo.
La individualización, fragmentación y deshumanización que lamentablemente son características de nuestra sociedad y que los poderes fácticos emanados de un modelo neoliberal promueven como valores, ya que esto les permite expandirse. Como individuos, en general, nos ha dejado de preocupar lo que le sucede a otras personas en términos de justicia, alimentación, exposición a la violencia, salud o economía, siempre y cuando pensemos que no nos afecta (lo cual es falso, pues siempre nos involucra en tanto entes sociales). Se debería promover la creación de vínculos colectivos, tarea monumental dado que no se puede lograr apoyándose en la buena voluntad o discutiendo desde un sillón o un café, sino que hay que realizar acciones concretas que promuevan una participación efectiva que repercuta en beneficios sociales. Con esto no estoy demeritando las acciones individuales, que son necesarias pero no suficientes. Hay mucho egoísmo capitalista y demasiados distractores mediáticos que nos alejan de la voluntad de organizarnos para ocuparnos de nuestro entorno y de los demás. Debemos abrirnos a la experiencia crítica que surge del estar juntos, si bien esto en ocasiones pueda resultar raro, esquivo o incluso molesto.
Necesitamos con urgencia construir una ética generalizada que nos impulse a cumplir nuestras responsabilidades como sociedad frente al medio ambiente: disminuir radicalmente el consumo y los desechos. También incluye esto, por ejemplo, el exigir a los gobiernos y empresas un uso responsable del agua, no permitir que sigan contaminándose tierras y alimentos a cambio de mordidas o moches, dejar la simulación y atender las condiciones de vida de los más necesitados, detener el avance de alimentos transgénicos y pesticidas, apoyar a las personas y comunidades que están defendiendo los recursos naturales y la vida en el planeta, en resumen, dejar de posicionar la reproducción del capital por encima de la reproducción de la vida. También debemos exigir la aprobación de leyes que impulsen la sustentabilidad y vigilar su cumplimiento, defender la soberanía alimenticia y natural, detener a la minería a cielo abierto y el extractivismo —y esta lista se podría extender ampliamente. Estamos en el punto de no retorno, y otras especies tienen derecho a existir. El capitalismo tiene la forma de dragón con una desmesura pantagruélica para devorar los recursos de nuestro planeta con el sólo fin de ofrecerle dividendos a unas cuantas personas incluso a cambio de acabar con el medio ambiente. Históricamente hemos sido una nación saqueada y explotada por un orden económico injusto y por gobiernos corruptos y entreguistas. Salvo honrosas excepciones, vamos todos marchando ingenuamente hacia nuestra extinción pues no pueden existir de forma sustentable las nociones de desarrollo o progreso sin que estén sustentadas en una profunda base social y ambiental.
¿Qué le pedirías a las autoridades para solucionarlos?
La responsabilidad de lo que está ocurriendo no es únicamente del gobierno, aunque tampoco debemos deslindarlo. Sin embargo, considero que no puede haber cambios sustanciales, como los que necesitamos urgentemente, sin que se transforme de fondo el modelo económico y las formas como interactuamos en el entramado social. Necesitamos aprender a trabajar colectivamente entre gobierno, sociedad e iniciativa privada, pues es la única manera de conseguir una verdadera transformación social y ambiental. Mientras un pequeño grupo de personas perciba una inmensa cantidad de ingresos, los regímenes fiscales sean favorables para los más acaudalados, el México profundo continúe segregado de las políticas públicas y de la sociedad, no se detengan a los monopolios económicos y la violencia de género, la educación pública continúe siendo de muy mala calidad, el presupuesto público a la cultura y el medio ambiente se siga recortando y la misma suerte sigan los apoyos al desarrollo científico y tecnológico, y mientras no se oriente a la población hacia una mejor preparación para ejercer un oficio o profesión, queda muy poco margen de acción para generar soluciones. El capitalismo neoliberal debe ser reemplazado por otro modelo de organización más horizontal, equitativa, incluyente, que deje de considerar que existen seres humanos de primera y de tercera clase.
¿Como evalúas la participación de la sociedad civil en la búsqueda de soluciones para estos problemas? ¿Qué tenemos que hacer como ciudadanos para enmendar el rumbo?
Amo a mi país y en algunos aspectos me siento orgulloso de pertenecer a esta sociedad; la acción ciudadana frente al sismo del 19 de septiembre de 2017 —evidencia de la reacción gestada entre la población con motivo de los temblores de 1985— es una muestra de nuestra capacidad de unión frente a una catástrofe. Personas como el maestro Francisco Toledo son un ejemplo en muchos niveles a nuestra nación. Existe también un amplio número de organizaciones y colectivos que luchan diariamente y prácticamente sin presupuesto por conseguir una sociedad más justa, por la gente y por la naturaleza. Sin embargo, esta actitud comunitaria no es generalizada: somos una población en espera de que otros entes (gubernamentales, privados o asistenciales) nos resuelvan los problemas, algunos de los cuáles eran relativamente fáciles de vislumbrar pero que no merecieron atención hasta que fue demasiado tarde. Esto tiene que ver en parte con la educación, pero también con un tipo de cultura de la irresponsabilidad, que se transmite de generación a generación. Hay comunidades que reclaman como derecho el seguir robando el combustible, o talar los bosques sin apoyarse en algún plan de sustentabilidad, también hay grandes empresarios que no expiden facturas y reciben pagos y apoyos oficiales y extraoficiales y que depredan el ambiente o lo contaminan sin pagar por ello.
Lo anterior no tiene que ver con que la corrupción sea una cuestión cultural, como lo aseguró el presidente anterior, como si tal situación fuera impuesta inexorablemente por alguna ley natural, sino que nos remite a que esto ha sido el resultado, largamente gestado, de formas de actuar y elementos éticos que el neoliberalismo ha promovido, o dejado en el olvido, a través de distintas prácticas, lo que ha conducido a que no seamos capaces de generar identidades políticas ni sociales enfocadas a mejorar nuestra comunidad. Tenemos grandes ejemplos históricos en nuestro país de personas que avanzaron y se desarrollaron sin pasar por encima de los demás y aunque francamente en muchas ocasiones soy pesimista frente al destino de nuestra suave patria, de pronto leo ideas de amigas y amigos como Eduardo Galeano cuando escribe: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” y recobro las ganas por seguir adelante.
– Santiago Robles, artista visual.
Visita el especial completo:
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.