Dos meses de paro por violencia de género en la FFYL
«A nosotras más que a nadie nos interesa encontrar una solución a la violencia que nos atraviesa”
Los pupitres estaban fuera de las aulas. Las Mujeres Organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras las sacaron y acomodaron alrededor de tres mesas unidas para formar una más larga. Ocho sillas eran para las autoridades de la UNAM y nueve para ellas. Dos más serían para moderadoras externas seleccionadas para que el diálogo fluyera con horizontalidad.
Con la mesa de negociación al centro, los oyentes, medios y estudiantes, quedaron fuera del perímetro acordonado en un círculo imperfecto. Todos miraban hacia la Facultad de Filosofía y Letras a la que solo las alumnas paristas han podido entrar y salir desde el 4 de noviembre de 2019. Después de varias protestas feministas y exigencias a la UNAM para sancionar a acosadores, violadores y agresores entre el alumnado y el personal académico académicos, varias estudiantes de la facultad decidieron tomar las instalaciones ese día. Las representantes del movimiento, sentadas a la mesa vestidas de negro y gris, cubrían sus rostros de manera improvisada con playeras o medias negras y dejaban ver sólo sus ojos, con sombras negras en los párpados.
Se trata de la primera toma feminista y separatista de la que se tenga registro en los diversos movimientos estudiantiles de la UNAM. Otros planteles de la universidad se encuentran en paro también, entre ellos las preparatorias 7 y 9, que con la misma exigencia, buscan poner fin a la violencia de género. En la Escuela Nacional Preparatoria #9 «Pedro de Alba», cinco alumnas descubrieron en noviembre que el profesor de educación física tenía unos lentes que grababan en tiempo real. El profesor Daniel usaba el mobile eyewear recorder cuando las adolescentes tomaban clases de natación, además de acosar verbalmente a sus alumnas, de acuerdo con la revista Proceso.
Ante el paro universitario, el Secretario General de la facultad, Ricardo Alberto García Arteaga, renunció a ese cargo el pasado 9 de enero. El objetivo de esta reunión, pocos días después de eso, era que al final de la misma, los representantes de la UNAM, seis por parte de la Facultad de Filosofía y Letras y dos de rectoría, firmaran una carta compromiso con 11 peticiones planteadas por las Mujeres Organizadas de la FFyL.
El pacto acordado al término de la reunión del 15 de enero de 2020, el primer diálogo abierto al público entre estudiantes y autoridades, fue que Jorge Enrique Linares Salgado, director de la Facultad, informe en los siguientes días sobre el avance en las propuestas, para establecer una nueva fecha de diálogo rumbo a la liberación de las instalaciones universitarias.
Esa acción cumple parcialmente con la segunda demanda que mantienen las estudiantes, pues ellas exigen a Linares reconocer la renuncia de Arteaga y la reubicación del abogado titular de la Oficina de la Abogacía General de la Facultad, Jesús Juárez González.
Por su parte, las alumnas piden que se destituya por completo a García Arteaga, pues aún tiene asignadas clases en la facultad. Linares explica que las denuncias hechas en redes sociales o en “tendederos” públicos tienen que ser formalizadas y que por el momento son sólo señalamientos públicos vinculados al movimiento #MeTooMexicano.
Las alumnas argumentan que muchas veces las denuncias no se hacen por miedo a represalias o revictimización, pero que el abogado Jesús Juárez sí tiene una denuncia ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos que debe ser tomada en cuenta.
“No estamos dispuestas a seguir compartiendo espacios con nuestros agresores. Nosotras, que creemos en las denuncias autónomas, nos encargaremos de que la seguridad de las estudiantes no sea vulnerada, ni dentro de las aulas, ni fuera de ellas. Así como fuimos capaces de correr al exSecretario General de nuestros espacios, lo haremos con alumnos, profesores, trabajadores y administrativos en caso de que incurran en violencia contra nuestras compañeras”, advirtieron las alumnas de la Facultad de Filosofía y Letras.
«Los maestros reciben la protección de directores de escuelas, sindicatos y facultades de manera cotidiana», escribió en un comunicado el presidente del Tribunal Universitario de la UNAM, Eduardo López Betancourt el pasado 6 de diciembre de 2019.
“El acoso sexual y escolar en la UNAM está sin control y las autoridades carecen de voluntad para combatirlo. Falta de seriedad e interés para combatir el problema. Este último año se han revisado 354 casos, entre los que incluso figuran denuncias por violación”, denunció.
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La insensibilidad mostrada por parte de las autoridades tras el feminicidio de Lesvy Berlín Osorio en Ciudad Universitaria y la falta de acción por la desaparición de la alumna Mariela Vanessa Díaz Valverde en 2018, estuvieron entre los muchos que motivaron a las estudiantes a paralizar la facultad y exigir justicia.
Aracely Osorio y Herminia Valverde, madres de Lesvy y Mariela respectivamente, forman parte del grupo de diálogo de las Mujeres Organizadas y estuvieron presentes en el encuentro del 15 de enero con las autoridades de la UNAM. Entre sus demandas, la número 10 exigía una disculpa pública a las familias de estas dos jóvenes.
“No estamos todas, nos falta Mariela”, se escuchó varias veces a coro en aquella reunión.
Jorge Enrique Linares Salgado, director de la Facultad, tomó la palabra y ofreció una disculpa pública por la dilación que tuvo la facultad al colaborar con la madre de Mariela Vanessa desde el 27 de abril de 2018, día en el que se reportó su desaparición. Esa mañana, la joven salió temprano de su casa rumbo a la escuela y ya nunca regreso. Herminia fue a Ciudad Universitaria esa misma noche para ver si la encontraba en el plantel. Después, se dirigió al Ministerio Público y a partir de entonces han vivido negligencia y revictimización.
Tras su intervención las mediadoras apuntaron que la Ley General de Víctimas establece un protocolo mucho más formal para dar una disculpa pública.
“No es un punto más para que te entreguemos las instalaciones. Si la norma es que nuestras compañeras no estén, nosotras no queremos vivir en la norma”, le dijo una parista con la voz entrecortada.
Herminia Valverde coincidió con ello y recordó que las autoridades de la Facultad no le ofrecieron ningún tipo de apoyo durante los primeros días de la desaparición de Mariela.
Demandas
Tras un par de horas de negociaciones, las autoridades universitarias firmaron el pliego petitorio presentado por el grupo de estudiantes.
Entre las demandas que faltan por cumplir están modificar los artículos 95, 98 y 99 del Estatuto General de la UNAM para considerar la “violencia de género” como una falta grave y ofrecer acompañamiento psicológico a las víctimas de violencia de género. Jorge Linares dijo a esta petición que no hay suficiente presupuesto para abrir tres plazas de psicólogas con el perfil para víctimas de violencia de género. Ante esa respuesta, las estudiantes le recordaron que anteriormente se adquirieron bocinas y lockers hasta por 90 mil pesos, así como dos cestos de basura por 24 mil pesos cada uno, entre otros artículos.
“No pueden poner como excusa que no pueden abrir plazas por falta de presupuesto, es más, si corrieran a todos los profesores y trabajadores violadores y agresores, tendrían las plazas suficientes para poder canalizarnos correctamente”, le reprochó una alumna.
Otra de sus demandas fue la no criminalización de la manifestación gráfica y pidieron no quitar las pintas y murales sobre el tema que se han hecho en las instalaciones de la Facultad. Recorriendo sus pasillos y explanadas se pueden leer sobre los muros frases como «La UNAM no nos protege, nos reprime» o «UNAM Feminicida», además de un mural con el rostro de Mariela Vanessa.
Entre las demandas del colectivo está también la reapertura de casos de violencia de género que hayan resultado insatisfactorios por negligencia de las autoridades. En este caso el director de la facultad dijo que, dentro de cinco días hábiles, presentaría una plataforma actualizada con los casos y resultados de las denuncias que se han hecho por violencia de género en el plantel, para darles seguimiento puntual.
Las alumnas pidieron también la implementación de talleres con perspectiva de género y feministas de carácter obligatorio para profesores y como parte de los planes de estudio para las licenciaturas.
Al comprometerse a cumplir con punto, el director de la Facultad de Filosofía y Letras pidió a los oyentes y medios que le aplaudieran, así como lo hacían a las alumnas cada que tomaban el micrófono. Al enfrentarse al silencio, pidió entonces que no vitorearan más las estudiantes organizadas.
Las alumnas reiteraron que no liberarán las instalaciones hasta que se les garantice un espacio de estudio libre de violencia de género.
“Bien saben que lo hemos hecho todo: las denuncias, los protocolos… hemos redactado cartas, recolectado firmas, organizado talleres, asistido y convocado a los conversatorios. Una y otra vez nuestras voces son ignoradas y olvidadas entre un sinfín de promesas y un falso sentido de la normalidad. Estamos hartas. A nosotras más que a nadie nos interesa encontrar una solución a la violencia que nos atraviesa”, insistieron las feministas encapuchadas.
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