Así es una noche de turno frente a la Covid-19 en un hospital inflable - Gatopardo

Así son las noches de turno para un joven médico que se enfrenta a la Covid-19 desde un hospital inflable en Pachuca.

Jorge Ángeles pasa con cada paciente a medirle la temperatura, tomarle la presión, indicarle el medicamento, y hacerle las preguntas obligadas: “¿se siente mejor o peor que ayer?, ¿le falta más o menos el aire?”. Es la única forma de ir midiendo su recuperación.

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Cuando cae la noche Jorge Ángeles entra a una cápsula gigante. Luego se dirige directo al vestidor, donde el médico internista se cubre de pies a cabeza con un overol impermeable. Después pone sobre su cabeza una tela que le aplaca el cabello chino y que junto al cubrebocas N95 deja como único rasgo identificable sus ojos negros, que luego protege con goggles gruesos. También se cubre los zapatos con un par cubrebotas antes de colocarse un doble par de guantes de látex que le comprimen los dedos, para que si el SARS-COV2 llega a alcanzar sus manos, tenga una segunda oportunidad de dejarlo en el primer par de guantes y no llevárselo al volver a su casa, luego de una jornada de 12 horas en el hospital de respuesta inmediata de la ciudad de Pachuca.

Aunque se habla mucho de la escasez de equipo de protección en los hospitales del país, Jorge Ángeles y sus colegas del hospital inflable corren la suerte de poder cambiarse la vestimenta protectora todos los días, pues es desechable y la tiran al terminar cada turno. Sin embargo, en el sondeo realizado por la Asamblea Nacional de Médicos Residentes entre el 22 y 23 de marzo de 2020 a enfermeras, residentes, médicos y personal técnico de 217 hospitales en el país, 83% de los entrevistados reportó la carencia de cubrebocas N95, 71% indicó no contar con guantes y 56% con goggles protectores.

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Cuando Jorge Ángeles estudió medicina en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo se decidió por una especialidad que le permitiera dar diagnósticos integrales a aquellos pacientes que fueran sorprendidos con afectaciones cardiacas, renales, pulmonares o cerebrales. Eligió la medicina interna, esa que de acuerdo con el médico de 28 años, “da tratamiento a las funciones del cuerpo, mientras no requieran operación”.

Trabajó como médico residente del Hospital General de Pachuca hasta el 19 de marzo, cuando la pandemia de Covid-19 llegó a su estado y tuvo que mudarse junto a varios colegas a esta burbuja blanca que se levantó en tres días, a partir de bases de metal de  2,500 metros de largo, que después es cubrieron con una lona que conectada a bombas de aire muy potentes toma ocho minutos en inflarse,  hasta convertirse así en el hospital de respuesta inmediata que fue colocado en medio de la Plaza Bicentenario, una plancha de cemento que hasta antes de esta amenaza servía a los recién graduados de las universidades para retratarse el día de su titulación. Este espacio provisional fue adquirido tiempo atrás, en 2013, por el gobierno de Hidalgo para atender un brote de cólera que se había extendido en la población. Ahora sirve para tratar a los pacientes de Covid -19, la enfermedad que orilló al gobierno mexicano a declarar emergencia sanitaria el 30 de marzo, a casi un mes de que el virus llegara a México el 28 de febrero de 2020, en el cuerpo de un hombre residente de la Ciudad de México que viajó a Italia, infectándose del virus SARS-COV2.

Desde entonces el médico, de formalidad irrestricta, recorre las tres salas de esta estructura desmontable atendiendo un paciente tras otro.

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