Zapata en tacones
El arte es un territorio en disputa
Con un sombrero rosa, la piel morena al desnudo, un lazo delgado tricolor que suple la banda presidencial y tacones con forma de pistola, el artista Fabián Cháirez pintó a color a Emiliano Zapata. En la obra, como homenaje a las esculturas ecuestres, el emblema de la revolución flota montando un caballo blanco con una erección.
La pintura es parte de la exposición «Emiliano Zapata después de Zapata» en el Museo del Palacio de Bellas Artes y resultó ser una imagen lo suficientemente poderosa como para que Jorge Zapata, nieto del retratado, anunciara que demandaría a Cháirez por «denigrar» al líder revolucionario al representarlo como «gay».
La obra de arte fue también razón suficiente para que la Unión Nacional de Trabajadores (UNTA) montara una protesta en las escalinatas del recinto al considerarla «ofensiva y denigrante» para los campesinos. Los manifestantes amenazaron con no abandonar el plantón hasta que se retirará la pintura, que mide 30 x 20 centímetros aproximadamente y coincidieron en el vestíbulo con un grupo de defensores de la pieza. El encuentro terminó en agresiones físicas y verbales.
Al pronunciarse en contra de los actos violentos, Bellas Artes emitió un comunicado en el que lamentaba las agresiones e insultos homofóbicos a los jóvenes que visitaron el museo y se pronunciaron en favor de la libertad de expresión.
“Esta no es una exposición sobre la vida de Zapata, sino sobre la vida de la imagen de Zapata o las imágenes de Zapata”, explicó en entrevista con la revista Tierra Adentro Luis Vargas-Santiago, curador de la misma. La muestra cuenta con 141 obras de más de 60 artistas que recorre, desde las imágenes que se produjeron en vida de Zapata de 1910 hasta 1919, hasta las representaciones más actuales, entre las cuales se encuentra la obra de Cháirez.
“Zapata fue, consciente o inconscientemente, muy hábil en construir una imagen mediática poderosa y seductora. Una imagen que hablaba lo mismo de revolución y de libertad, pero también del México del campo al usar el traje de charro, con armas e insignias militares”, dijo Vargas-Santiago a Gatopardo. El curador apunta, que independientemente de su lucha, Zapata era un personaje cuyo aspecto físico, de bigote tupido y mirada penetrante, cumplía con las construcciones de masculinidad de su contexto.
Zapata institucional
Esta exposición en Bellas Artes es parte de la conmemoración del centenario luctuoso de Emiliano Zapata, cuya insignia también aparece en la papelería del gobierno oficial. Seguir hablando de él es comprensible pues sus postulados no pierden caducidad, de acuerdo con la candidata a Doctora en Historia por la UNAM, Karla Motte. «Hay un discurso oficial que lo enarbola todavía porque hay una identificación con la figura y difícilmente se va a dejar a Zapata como referencia para hablar de cambios sociales», dice la también especialista en historia política contemporánea y en historia de las mujeres.
El «velo de heroicidad» que recae sobre Zapata se debe al relato oficial que tras la revolución construyó el Partido Nacional Revolucionario, que más tarde se convertiría en el PRI. Esto fue parte de una estrategia para sostener la idea de que los herederos de la revolución estaban construyendo el proyecto de nación y así «afianzar el nacionalismo», explica Motte.
“Cuesta trabajo humanizar a estas figuras heroicas porque hay una especie de reminiscencia de los relatos religiosos, donde se santifica a personajes dotándolos de una cualidad superior, que incluso tiene que ver con lo divino”, comenta la historiadora.
El que la imagen de Zapata sea conmemorada en el Palacio de Bellas Artes sí tiene que ver con la agenda de la Cuarta Transformación que propone el gobierno ejecutivo, de acuerdo con Baby Solís, curadora y creadora del sitio Obras de Arte Comentadas. «Lo curioso es que, a pesar de que se trata de Bellas Artes, no están hablando de Zapata en los mismos términos en los que siempre han hablado y la libertad que otorgaron al curador nos está permitiendo tener este debate», dice. “La violencia nunca se justifica, pero una de las mejores cosas que puede pasar con una obra de arte contemporánea es que se hable de ella por su temática y por lo que propone, y no de sus precios exhorbitantes, por ejemplo».
Las diversas representaciones de Zapata a lo largo de 100 años son exploradas en Emiliano. #ZapataDespuésDeZapata, exposición que reúne 141 obras sobre el Caudillo del Sur provenientes de 70 colecciones nacionales e internacionales.
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— Secretaría de Cultura (@cultura_mx) December 6, 2019
En la postrevolución la construcción del sentido de nacionalidad se hizo en gran medida a través de la virilidad, explica la historiadora Motte. “Había una contraposición discursiva entre ser macho o viril y ser afeminado; los afeminados eran las personas más cosmopolitas o cercanas a lo europeo y los ‘muy hombres’ eran muy nacionalistas y mexicanos. Hay una correlación entre el nacionalismo y el machismo que se refleja en la idea que tenemos de revolución”, afirma.
Para Karla Motte, más allá de la veracidad que puede haber en torno al mito de Zapata, si dijo o no la frase “Tierra y Libertad” o si era o no homosexual, el hecho de haberlo feminizado le parece “denigrante” a los descendientes del general revolucionario, porque las mujeres les siguen pareciendo inferiores en la escala de los géneros.
No es la primera vez que una obra de arte detona protestas en México. En 1998 una manifestación de ultraderecha exigió la renuncia del director del Museo de Arte Moderno (MAM), Jorge Alberto Manrique, por mostrar una pintura de la Virgen de Guadalupe con el rostro de actriz hollywoodense Marilyn Monroe.
Funcionarios de la Secretaría de Cultura y del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) se reunieron con los descendientes de Zapata, después de que así lo designara el presidente Andrés Manuel López Obrador a la titular de la Secretaría de Cultura, Alejandra Frausto, de acuerdo con información de El Universal. La obra de Cháirez permanecerá en la exposición, según el acuerdo al que llegaron, pero le añadirán una cédula informativa en el que la familia plasmará su postura sobre la obra. La pintura también dejará de ser parte de la publicidad oficial de la exposición.
El curador Luis Vargas-Santiago entiende al arte como un territorio en disputa. En ese sentido, la revolución de Cháirez es prueba clara de ello.
*Fotografía de portada: Emiliano Zapata Salazar.
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