La violencia y su evolución en México
La violencia en México y su expansión: Científicos de la UNAM trazan mapas de correlación de la violencia relacionada con el narcotráfico.
A finales de junio de 2015, la revista Science puso en la mirada pública el trabajo de dos científicos mexicanos que enfocaron sus habilidades en proporcionar a la sociedad una nueva forma de entender el crecimiento de la violencia relacionada con el crimen organizado en México.
Jesús Espinal-Enriquez, analista cuantitativo en el Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN), y Hernán Larralde, físico estadístico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desarrollaron un estudio de correlación para mostrar en mapas cómo, cuándo y qué tanto creció la violencia relacionada con el narcotráfico en México entre 2007 y 2011, durante el gobierno de Felipe Calderón. Su artículo “Analysis of Mexico’s Narco-War Network (2007-2011)” fue publicado a finales de mayo pasado en el journal científico y de acceso libre PLOS ONE.
“En Cuernavaca, la ciudad donde hice el doctorado, la violencia ligada al narcotráfico había alcanzado niveles alarmantes”, cuenta Jesús Espinal en entrevista para Gatopardo. “Nos involucramos porque como científicos tenemos un rol dentro de la sociedad que muchas veces pasamos por alto: desde nuestra trinchera hacer lo que está en nuestras manos para resolver un problema que no sólo nos incumbe, sino que nos afecta de maneras que probablemente no nos hemos percatado”.
Como explica el doctor Espinal, el enfoque de este trabajo está en delinear las redes de correlación entre las ciudades afectadas por el crimen organizado. Los mapas que acompañan al estudio muestran los resultados de dos tipos de análisis: en el primero unieron ciudades que estuvieran a menos de 200Km de distancia y que tuvieran 70 muertes ligadas al crimen organizado por cada 100 mil habitantes (analizando cada año del 2007 al 2011); en el segundo, unieron ciudades cuyas cifras de muertes relacionadas con el crimen organizado aumentaran o disminuyeran de forma similar.
Para realizar estos mapas, Espinal y Larralde construyeron su base de datos a partir de los datos oficiales que la Procuraduría General de la República (PGR) hizo públicos en su sitio web hasta septiembre de 2011, cuando la misma PGR los retiró de su página. Los científicos publicaron estos datos como material suplementario de su artículo, de modo que vuelven a estar disponibles para análisis y consulta del público en general.
Un estudio como éste ofrece un nuevo ángulo para comprender el comportamiento de la violencia en México, de manera similar a como se ha hecho en ciudades de Estados Unidos afectadas por la violencia entre bandas criminales, como Los Ángeles o Chicago. “El utilizar herramientas provenientes de la Física o la Matemática pueden ayudar a ver desde otra perspectiva una gran variedad de problemas sociales, no sólo el narcotráfico”.
Como explica Jesús Espinal: “Esfuerzos como el nuestro pueden ayudar principalmente a visualizar geográficamente los puntos más afectados por el crimen, así como la forma en que el problema puede estar migrando o alguna otra situación relacionada con la ubicación de los eventos de violencia”. Este estudio muestra cómo la violencia no se ha esparcido siguiendo un patrón epidémico: el contagio de la violencia no se dio por proximidad.
Los resultados de este estudio demuestran que la correlación de algunas ciudades no es necesariamente geográfica, ya que pueden coincidir en comportamiento a pesar de la distancia – como es el caso de Ciudad Juárez y Acapulco. “Esto nos habla de lo complejo que es el problema: romper la relación entre Juárez y Acapulco no es tan trivial como bloquear puntos en la carretera”.
Sin embargo, la dinámica del conflicto, que ha evolucionado en periodos cortos, transformó a ciertas ciudades en nodos que determinaron en su momento el centro de la violencia en distintas etapas de la guerra contra el narcotráfico. El análisis de Espinal y Larralde señala cómo este grupo de ciudades “entre las que estaban Juárez, Culiacán, Acapulco, Chilpancingo, Monterrey, San Fernando, y Reynosa (por mencionar algunas), se correlacionaban fuertemente con otras muchas ciudades del país durante periodos cortos (6 meses)”.
Aunque la aportación de Espinal y Larralde es valiosa para el análisis retrospectivo del crecimiento de la violencia, es difícil saber si podrá utilizarse un método similar para predecir comportamientos relacionados con este tema en los próximos años. “La manera en que los cárteles de la droga se expanden no obedece a una forma que sea fácilmente predecible, por lo que no pretendemos vincular esta expansión de la violencia al crecimiento de uno o varios grupos criminales”, agrega Espinal.
La dificultad para asegurar un estudio posterior o una expansión del presente radica parcialmente en la volatilidad de las circunstancias sociales, políticas y económicas del país, pero también en la inexistencia de la información necesaria para un análisis como éste: a partir de la presidencia de Enrique Peña Nieto, el acceso a este tipo de datos se ha vuelto prácticamente imposible.
Al no estudiar la causalidad de este fenómeno, Espinal y Larralde ponen el primer ladrillo para que, quizá desde otra disciplina, otros científicos mexicanos puedan enfocarse en ese tema. Este análisis es, a fin de cuentas, una herramienta útil para el estudio de un problema tan complejo como la crisis de violencia en la que ha vivido México en la última década. Sin embargo, es tan sólo un paso hacia el desarrollo e implementación de políticas de seguridad que competen a los tres órdenes de gobierno, instituciones y organizaciones de la sociedad civil, entre otros.
“Analysis of Mexico’s Narco-War Networks (2007-2011)” está disponible para consulta en la página web de PLOS ONE.
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