Notas sobre el consumo cultural en la pandemia - Gatopardo

Tengo algo que decirle a mi teléfono

A partir de la reciente encuesta de Hábitos de Consumo Cultural 2020, realizada por la UNAM, surgen varias interrogantes sobre nuestra relación con los dispositivos móviles y su mediación con lo que nos rodea. ¿Qué sentido tiene que en éstos se concentren nuestro consumo cultural y empatía con los otros, y un alto porcentaje de nuestra realidad?

Tiempo de lectura: 4 minutos

No sé dónde vi un meme a propósito del Día del amor y la amistad –ahora las imágenes viajan a la velocidad de la luz– que sugería que la verdadera relación íntima es la que tenemos con nuestro teléfono celular.

Ahora que cambié el modelo del mío, esta experiencia la acabo de confirmar. No estoy diciendo que haya adquirido un modelo de última tecnología; solo dejé un viejo aparato cuya pantalla estaba irremediablemente resquebrajada y lo canjeé por uno más nuevo y entero. La transformación ha sido mayor de lo que imaginaba. El nuevo aparato es elegantemente negro por todos sus costados, con una pantalla brillantísima que tiene mejor definición para las imágenes. Es como si hubiera cambiado la graduación de mis lentes. Todo se ve mejor.

Gracias al reporte semanal de tiempo en pantalla que Apple manda a los usuarios, me entero de que cada vez paso más tiempo con él, y no es solo por el aislamiento de la pandemia. Debo reconocer que él y yo hemos establecido una relación permanente y de largo plazo, se trata también de un cambio colectivo.

Mi generación ya debería de estar acostumbrada a la evolución vertiginosa de la tecnología. Nos tocó la irrupción de los medios masivos de comunicación y la demolición de las barreras entre la “alta” y la “baja” cultura; nos debimos acostumbrar a la idea de que internet ordenara la totalidad de nuestras experiencias culturales; y ahora, estamos frente a la concentración de todas ellas en un aparato que domina nuestras vidas, que es nuestra conexión con el mundo y, cada vez más, también nuestro centro de trabajo y de estabilidad emocional: desde aquí se compran y se venden acciones, se editan videos, se ordena la comida o se pone uno de acuerdo para el siguiente encuentro sexual.

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