Vacunarse es un asunto de responsabilidad social

Vacunarse es un asunto de responsabilidad social

Vacunarse es lo ético y lo correcto, ya que esta pandemia no terminará hasta que todo el planeta tenga acceso (esperemos que gratuito) a esa protección.

Tiempo de lectura: 6 minutos

Estimados lectores, iniciamos el año con las frías noticias de que los hospitales están a reventar en todo el mundo y hay nuevas mutantes del virus SARS-CoV2 que son mucho más contagiosas, aunque no está claro qué tanto más letales. Estas variantes originarias de Sudáfrica llegaron primero a Inglaterra, donde en pocas semanas se propagaron cual fuego en leña seca. Hay que recordar que una infección tiene varios componentes. Uno de ellos es la transmisibilidad, es decir, qué tanto se mueve el virus (en el mundo hay más de 95 millones de casos reportados). Otro es la morbilidad, término que se refiere a qué tan grave es la enfermedad (por ejemplo, el sarampión es extremadamente contagioso y puede ser grave, pero raramente es mortal). El tercer factor es la mortalidad, es decir, qué porcentaje de los enfermos mueren (van 2 millones de muertos a nivel mundial). En el caso de México, un país en el que se hacen pocas pruebas, la mortalidad por Covid-19 ronda el 10%, mientras que en el mundo es de 2% en promedio. No hay duda de que en nuestro país, con cerca de 150 mil muertes por la enfermedad, las fiestas decembrinas nos han cobrado una factura muy alta.

Este año la cuota de haber salido de compras o abrazado a amigos y familiares se puede pagar con la vida. Los doctores están agotados; los hospitales, llenos, y las morgues, saturadas. “Quédense en casa, por lo que más quieran”, llevan suplicando tanto las autoridades como los doctores desde que se acercaban los días del Buen fin, que este año se extendieron del 9 al 20 de noviembre, periodo que resultó mortal para muchos a medida que se abarrotaban las tiendas con compradores ansiosos de una nueva televisión. ¿Realmente necesitamos otra televisión? Después vinieron las posadas, Navidad, Año Nuevo, y ahora hay que esperar la cuota de los que compartieron la rosca de Reyes, el chocolate caliente y… ¡faltan los tamales!

Mientras los compradores mueven aunque sea un poco a la economía maltrecha, todos estamos sedientos de contacto humano. Estamos cansados de estar guardados y de la falta de abrazos, pero la verdad es que afuera no podemos estar seguros, así que mejor no nos acerquemos, usemos tapabocas y sigamos lavándonos las manos de manera frenética.

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