Vidas truncadas por el servicio militar en Cuba

Vidas truncadas por el servicio militar en Cuba

Tragarse un tornillo, una arandela, una cuchilla, cortarse las venas o fingir un intento suicidio, son algunas de las alternativas a las que se aferran los reclutas para evadir los 14 meses o los 2 años de servicio militar.

Tiempo de lectura: 12 minutos

A Camilo, que me salvó.

2020, Unidad militar Valle Grande. Orlando Lago Vega, 18 años. Terminó su turno de guardia y se fue a la cama a descansar. Era la 1:20 a.m. cuando su compañero de posta entró al cuarto de descanso y le disparó con un rifle AKM mientras dormía. La bala penetró su cuerpo por la zona intercostal y trazó una línea diagonal buscando salida: le atravesó el hígado, un pulmón, el corazón y detuvo su trayectoria al toparse con el hueso del hombro izquierdo. Orlando murió.

***

2019, Unidad militar 2642. Yuniel Borrego, 18 años. Simulaba una pelea con otro recluta. El teniente Verdecía decidió sumarse al juego. Sacó su pistola, le quitó el cargador pero no rastrilló el arma para cerciorarse que no le quedara ningún proyectil en la recámara. Apuntó directo a la cabeza de Borrego para hacer más candente el juego de los jóvenes y cuando jaló el gatillo disparó una bala que se coló en su rostro, entre su nariz y su labio superior. El proyectil arrasó con algunos dientes, pero cuando impactó en una de sus muelas se detuvo. Segundos después de recibir el disparo, el joven, con el rostro desfigurado y quemado por la pólvora, escupió la bala. Lo operaron de urgencia en el hospital militar de Marianao, en La Habana. Sobrevivió.

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2014, Unidad de instrucción y prevención de Cienfuegos. Dayron Andino León, 18 años. Salió del regimiento, pero no se dirigió a su casa. Junto a unos amigos y familiares se subió a un armatroste para escapar de la isla por mar. Cuando solo les faltaban por recorrer 25 de las 90 millas que separan las costas de Estados Unidos de las de Cuba, la embarcación fue interceptada por un guardacostas estadounidense. Horas después, el botecillo de madera y sus tripulantes fueron devueltos a territorio nacional. A Andino, por ser recluta del servicio militar, lo llevaron al hospital “Luis Díaz Soto” para que recibiera atención médica como militar. Pero en ese momento Andino ya no era un recluta cualquiera, sino uno que intentó escapar del país y del servicio militar obligatorio. Era un recluta desertor. Tras las pruebas médicas se comprobó que estaba bien de salud y sus superiores lo interrogaron con vehemencia para conocer todos los detalles de su plan para salir ilegalmente del país. Luego lo llevaron a una corte marcial para sancionarlo y lo encerraron en un calabozo en espera de juicio. En la madrugada, Andino tomó la sábana de su cama en la celda y se colgó del cuello. Murió de asfixia.

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