Grillo y el M5S

Grillo y el M5S

En 2009 Beppe Grillo fundó el movimiento M5S, que ha cambiado los
cimientos de la política italiana y causado un terremoto en Europa. El
showman supo canalizar el malestar de una generación, muy formada y
digital, que aborrecía a Silvio Berlusconi y a la vieja guardia
política. Grillo los sacó de su casa, les dio esperanza y los convirtió
en partido político. En febrero de 2013, el M5S consiguió casi nueve
millones de votos en las elecciones legislativas; fue el partido más
votado de Italia. Entonces empezaron las traiciones, las dudas, las
camarillas. ¿Podrá el M5S sobrevivir al circo político italiano? Y, más
aún, ¿sobrevivirá a Beppe Grillo?

Tiempo de lectura: 24 minutos

El SMS llegó a las 00:27 horas del 13 de junio de 2013. «Hotel Milano Scala. Hora: 11. ¡Hasta mañana!». Tras dos meses de correos, llamadas y mensajes a personas sin rostro, un tal Pietro Dettori firmaba la misiva: Beppe Grillo, el cómico y político revolucionario italiano iba a concederme la entrevista. El tren, el expreso que conecta Bolonia, donde estábamos el fotógrafo y yo, con Milán, donde estaba él, partía a las 8:10 de la mañana. El expreso es un tren caro en el que viaja la business people. El tren barato, sin aire acondicionado, sale a las horas del sudor. En Italia, el expreso tiene cada día más asientos libres.

En 2009, Beppe Grillo fundó el Movimiento 5 Estrellas (M5S), un movimiento de ciudadanos anónimos que en las elecciones generales italianas celebradas entre el 24 y el 25 de febrero de 2013 para elegir a los seiscientos treinta miembros de la Cámara de Diputados y a los trescientos quince miembros del Senado, logró casi nueve millones de votos (25.5% de las papeletas), obtuvo ciento nueve diputados y cincuenta y cuatro senadores. A ojos de la izquierda tradicional y de la prensa italiana y europea, el M5S se convirtió en el partido clave para crear una posible coalición de Gobierno para que el partido de Silvio Berlusconi, el Partido de la Libertad (PdL), que había obtenido seis millones de votos, se quedara fuera del juego político. Silvio Berlusconi, acosado por escándalos judiciales, había dimitido en noviembre de 2011 dejando una Italia en ruinas tras veinte años de berlusconismo, y la Comunidad Europea había impuesto un gobierno técnico encabezado por Mario Monti.

Con los resultados de esta elección general, ni Pier Luigi Bersani, candidato de la centroizquierda por el Partido Demócrata, ni Berlusconi consiguieron la mayoría en el senado, lo cual es imprescindible para gobernar Italia, cuyo ejecutivo depende de tener, o no, el control de la cámara alta. Pero Grillo se negó a pactar con otros partidos, aludiendo que no era ni de izquierdas ni de derechas.

Con aquel resultado electoral del M5S en febrero, Europa supo que si los ciudadanos indignados se organizaban, podían pasar de hacer ruido en las plazas de Madrid, Barcelona, Atenas y Lisboa a gobernar. El semanario más influyente de  Alemania, Der Spiegel, calificó, en marzo del 2013, a Grillo como «el hombre más peligroso de Europa». Por primera vez desde que en Europa empezaron las protestas masivas de ciudadanos descontentos, había llegado al Parlamento un partido de ciudadanos sin protestas violentas y defendiendo un programa que tenía cinco pilares simples: agua pública, transporte, conectividad, medio ambiente y desarrollo.

Pero cuando el SMS apareció en mi teléfono, el M5S había perdido en las elecciones municipales de junio de 2013, apenas tres meses después de aquellos resultados gloriosos, la mitad de los votos. ¿Qué había pasado?, ¿cómo era eso posible? Los comentaristas políticos hablaban de crisis del movimiento, de que Beppe Grillo, el hombre que lo había fundado y que sin embargo no era candidato a nada, era más un estorbo que un conductor, que los votantes pasaban factura al M5S porque Beppe Grillo no había querido pactar con el partido el Partido Demócrata (PD).

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