La laguna de Zumpango se ha sometido, históricamente, a la necesidad voraz de la Ciudad de México. Se le ha usado para evitar que la metrópoli se inunde, se ha desecado varias veces y hoy no es más que una cáscara. Adentro ya no hay agua, sino un campo de lirio —muchas veces reseco—. Este reportaje muestra los efectos en el turismo, en las aves migratorias y acuáticas, en los pobladores. En México seguimos perdiendo cuerpos de agua como si sobraran.
Hace tiempo esto fue una laguna. Ahora es otra cosa, una cáscara. Estuvo llena de agua pero ahora puede recorrerse a pie. Las pisadas crujen como si tronaran burbujas de plástico, son los zapatos que revientan el lirio acuático ya reseco. Esta planta exótica de origen sudamericano es la principal causa de la sequía: el lirio invadió el 80 % de la superficie, absorbió toda la laguna de Zumpango.
Pero si bien esta maleza es la principal causa del desecamiento, no es la única.
—Creo que una de las razones de que esté seca es el ciclo del agua. Ya hemos tenido sequías esporádicas, cíclicas, aquí —dice Tomás García Carmona, químico farmacobiólogo por la UAM, biólogo por la UNAM y habitante del municipio de Zumpango, mientras se rasca la cabeza, donde ya asoman las canas.
Su voz apenas sobresale entre el permanente trinar de los pájaros. Es la mañana del primer lunes de mayo de 2023 y el sol hormiguea la piel. Tomás no se refiere al ciclo natural del agua, sino al propio de la laguna; este es un humedal artificial y depende del agua que las autoridades federales decidan introducirle.
—El problema lo venimos arrastrando desde el 2021, más o menos. Se ingresó poca cantidad de agua, yo creo que por ahí de unos 25 a 30 millones de metros cúbicos metió el gobierno federal. Pero no fue suficiente. Y ya el año pasado se ingresaron cero metros cúbicos.
Tomás asiente a sus propias palabras. Detrás de él, se ve a unas cuantas aves volando en círculos.
—Aquí están las consecuencias —dice mientras voltea y señala con la cabeza el campo de lirio.
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Ubicado en los municipios de Zumpango de Ocampo y Teoloyucan, en el Estado de México —a más de cincuenta kilómetros de la capital del país—, este cuerpo de agua es uno de los últimos remanentes de la cuenca lacustre del valle de México, integrada por la laguna de Zumpango y los lagos de Texcoco, Chalco, Xaltocan y Xochimilco. Uno de los primeros registros escritos que se tienen de la zona proviene de 1579; en su “Relación de Tequisquiac, Citlaltepec y Xilocingo”, el corregidor de Citlaltepec, Antonio de Galdo, hace mención de la laguna luego de referirse al pueblo a su cargo, el cual ahora se llama San Juan Zitlaltepec, uno de los pueblos originarios del municipio:
“Una laguna grande que terná unas seis leguas de box [perímetro], la mayor parte de la cual es de agua dulcísima, y la demás agua salobre y gruesa. La dulce nunca jamás disminuye ni se seca, sino que está en un ser, porque demás de un rio que en ella entra de ordinario, afirman estos indios que en el medio y golfo de ella tiene un ojo grande […]. Deságüese por otras lagunas que hay de agua salada hasta entrar en la laguna grande que está en la ciudad de México, y cuando allí entra va muy turbia y desabrida, por pasar por tantas partes de tierra salitral. Tienen los de este pueblo grandísimos aprovechamientos de esta dicha laguna […], toman grandísima suma de pescado blanco del tamaño y forma de truchas, que es el mejor y más sano que en esta tierra se come, y más preciado de ella, […] y muchas ranas, y grandísima suma de patos, ánsares (gansos), gruas (grullas), garzas, y otros géneros de aves”.
Desde la época virreinal, Zumpango —al igual que los otros cuatro lagos— sufrió un proceso de desecamiento, en el que se redujo y se aisló de los demás cuerpos de agua debido al constante crecimiento poblacional de esta zona, pero sobre todo porque esta laguna siempre ha formado parte de los proyectos de desagüe para evitar inundaciones en la Ciudad de México.
—Luego de la conquista, los españoles empiezan a pensar en cómo solucionar el problema del agua —explica Othon Salvador de Lucio, cronista de Zumpango, en entrevista—. La veían como una amenaza por las inundaciones. Así que piensan en cómo secar el lago o cómo drenarlo.
El primer proyecto fue el Tajo de Nochistongo, un túnel encargado en 1607 por el virrey don Luis de Velasco a Enrico Martínez. Su objetivo era drenar la laguna de Zumpango para llevar sus aguas al río Tula, en Hidalgo.
—La laguna de Zumpango, en este sentido, siempre ha sido significativa. Desde el virreinato hasta el porfiriato, la construcción del desagüe era un reto que se tenía que hacer para salvar a la Ciudad de México.
El 17 de marzo de 1900 el dictador Porfirio Díaz inauguró el Gran Canal del Desagüe del Valle de México. La obra hidráulica partía del palacio de Lecumberri —en la capital—, atravesaba Ecatepec y llegaba hasta la laguna mexiquense. Todavía se conserva en el municipio, a un costado de la carretera Cuautitlán-Zumpango, una construcción de piedra labrada conocida como “la Caja de Agua”, cuya función consistía en regular el paso de aguas residuales.
En la actualidad, la laguna ya no es laguna ni lago, sino un vaso regulador. Su tarea es captar, contener y regular los flujos de aguas pluviales provenientes del río Cuautitlán y de la presa Madín a través del Canal de Santo Tomás. Es un entorno totalmente artificial, ya que tiene zona de bombeo, y depende tanto de la lluvia que pueda caer como del agua que la Comisión Nacional del Agua envíe para llenarla.
El Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Zumpango insiste en que la laguna es uno de los principales centros receptores que evitan la inundación de la Ciudad de México. A partir de este documento también se puede trazar la historia de este sitio durante los últimos cincuenta años. En 1976 se inicia el Proyecto los Insurgentes con el objetivo de transferir el agua residual del Valle de México a la región noreste del Estado de México, “utilizando la laguna de Zumpango como centro receptor”. La laguna es desecada y en 1982 se aumentan su superficie y volumen originales elevando la altura de su borde aproximadamente 7.5 metros. En 1987 se llena de nuevo la laguna, ahora con una mezcla de agua de lluvia y agua residual. Y eso, parece, no fue una buena idea: “la introducción de agua residual trajo como consecuencia la proliferación de lirio acuático, por lo que de 1997 a 1998 fue desecada nuevamente con el fin de erradicar el lirio”. Pero el lirio regresó, siempre regresa.
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Una pequeña carretera de apenas dos carriles, a la que poco le falta para ser de nuevo terracería, conduce al Parque Ecoturístico Laguna de Zumpango. En ambos lados, entre unos cuantos árboles enormes, se encuentran varios puestos de comida, artesanías y bebidas alcohólicas. Mojarras, mariscos, quesadillas, micheladas, “pitufos”, macetas y demás piezas de alfarería es lo que anuncian la mayoría de las lonas; en un letrero puede leerse “¿Te sientes de la chingada?, ven, siéntate y tómate una michelada”. Buena parte de los negocios, construidos con madera y lámina, están cerrados incluso en fin de semana; los pocos que abren tienen dos o tres mesas ocupadas. Hay cerca de ciento ochenta comerciantes, en general, según cálculos de Tomás García.
—Primero lo del covid, y ahora esto de la laguna, todo nos pasó a fregar —dice en una tarde de junio la señora Guadalupe, encargada de un negocio de quesadillas, sopes y huaraches.
Durante la pandemia los comerciantes de la zona no pudieron abrir sus negocios debido a la normativa del gobierno, explica Guadalupe. Por más de un año no trabajó, y cuando las medidas de seguridad se relajaron y los negocios volvieron abrir, el turismo era mínimo.
—Todos dependemos de la laguna. Horita estamos sobreviviendo con lo poquito de gente que viene.
Aunado a las dificultades económicas, se suma “un cambio en el ambiente”, dice Guadalupe.
—Además de que ya no hay visitantes, sí han habido otros cambios desde que está esto con la laguna; le digo lo del ambiente, como que se siente más calor y se levanta un polvadero que antes no se veía tanto.
“Antes el calor no era tan seco”, “pega más duro el calor y es más seco” son algunas de las frases de otros transeúntes del lugar a la pregunta de si han notado cambios luego del desecamiento de la laguna. “El calor se siente bastante seco”, dirá Othon Salvador de Lucio semanas después.
Salvador es cronista municipal de Zumpango de Ocampo, un puesto dentro del gobierno municipal en el que se encarga de estudiar y difundir la historia local entre pobladores y visitantes; quienes desempeñan el cargo suelen ser personas de edades avanzadas, él es una excepción: tiene veinticinco años y es cronista desde que tenía veinticuatro. A partir de su conocimiento del municipio, explica que, a la par del deterioro de la laguna de Zumpango, existe un creciente choque cultural entre los pobladores.
—Obviamente había una tradición lacustre que daba un sentido de pertenencia y se ha perdido. Y sí hubo un desapego a la identidad. El municipio, al ser un punto que converge con diversas vialidades, ha favorecido a las constructoras para que aquí se construyan unidades habitacionales.
La llegada de nuevos residentes a fraccionamientos construidos por empresas como Homex provocó suspicacia entre los habitantes de las colonias originales; en algunas de estas zonas el rechazo es muy marcado: hay quienes los culpan de la falta de agua (pues consideran que se les da preferencia a los fraccionamientos a la hora del suministro), otros pobladores dicen que traen valores e ideas diferentes.
—Antes ¿cuándo se veía tanta delincuencia como ahora?, ya Zumpango se ha vuelto muy inseguro y los policías no hacen nada —dice la señora Rosario González, de 65 años, habitante de la colonia San Marcos—. Y es que también ya hay mucha gente que llega de fuera, que no son de Zumpango, quién sabe qué educaciones traigan.
Salvador explica la situación:
—El problema que se está dando aquí es un choque, una lucha cultural entre los que ya estaban y los que van llegando. Obviamente los que van llegado son más y la parte original, la que está alrededor de la laguna, va perdiendo interés [en ella] porque ven indiferencia.
Quienes llegan a vivir al municipio no fueron a la laguna de Zumpango de niños, no son cercanos a personas que viven de su economía. “La gente que vive en los fraccionamientos no vive cerca de la laguna, sino que ya están en la parte más periférica del municipio. Entonces, el impacto para ellos no es directo”, dice Salvador. Pero las diferencias no se limitan a foráneos y nativos, también ocurren entre las poblaciones originarias, en especial con el pueblo de San Juan Zitlaltepec. “Vemos un contraste bien marcado con el resto de Zumpango”.
—Han defendido un poco más la cuestión de la identidad. Una identidad propia, ni siquiera con Zumpango. De hecho, hubo problemas porque decían que la laguna debería de llamarse “laguna de Zitlaltepec”.
Su relación con ella parece diferente, en San Juan Zitlaltepec no existe infraestructura que impulse el turismo como sí la hay del otro lado, en el Parque Ecoturístico: los habitantes de Zitlaltepec utilizan el agua para el riego de cosechas y dar de beber al ganado, algo que confirma el diagnóstico del Plan Estratégico para la Recuperación Ambiental de la Laguna de Zumpango. También emplean el tule del cuerpo de agua para hacer bolsas, sombreros, tapetes y demás artesanías.
En cambio, del lado de San Pedro de la Laguna, en la zona del Parque Ecoturístico, además de apostar al turismo, las artesanías que se producen son distintas: “le han dado más énfasis a la parte pirotécnica”, comenta Salvador.
Ese es otro tema. Sorprende que junto a la laguna de Zumpango se han instalado varios talleres de fuegos artificiales; todos los días se escuchan detonaciones y cada tanto, lamentablemente, se registran incendios en estos lugares que fabrican y almacenan cohetes.
—El que estén ahí los coheteros no es coincidencia. Precisamente [se instalaron los primeros talleres de pirotecnia] cuando comienza la construcción del canal del desagüe, pues la parte del lago era salitrosa —dice Salvador. El salitre (nitrato de potasio) es un ingrediente elemental para la pólvora.
El ruido y las luces que producen los estallidos de la pirotecnia perturban el ecosistema de la laguna, las aves salen volando con cada detonación e incluso adentro, ahora que no hay agua, se pueden ver restos de cohetes entre los lirios. Pero, a pesar de las críticas de otros pobladores, quienes se dedican a la fabricación y venta de cohetes reivindican su labor a través de la tradición y la memoria.
Salvador considera que además del desinterés de las autoridades, durante mucho tiempo también hubo desinterés entre los pobladores, incluso en los ribereños. El lirio no creció en un día, su expansión se fue dando con el tiempo y nadie hizo nada, ni siquiera quienes vivían de la laguna de Zumpango.
—Ahora ya hay una concientización. Se dieron cuenta que la laguna no era nada más de adorno, para pasar el fin de semana. Ya reconocieron la importancia del lugar.
Aunque ya se ha secado en dos ocasiones la laguna desde que es un entorno artificial, Salvador cree que esta vez es diferente. “Este fue un problema generado por el ser humano. Pensamos en la naturaleza como algo sin importancia. Muchas veces se pensaba, se decía, ‘que se seque la laguna, no pasa nada, solo es agua sucia’. Ahora ya se está cambiando eso”.
Salvador es egresado de la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública del Centro Universitario UAEM Zumpango, además de ser el cronista municipal más joven del Estado de México. Su interés por la historia surgió cuando era niño: uno de sus tíos llevó a miembros del Instituto Nacional de Antropología e Historia porque habían encontrado piezas arqueológicas y restos de mamut; allí nació el amor por su municipio. Cuando habla de la laguna, con cierta melancolía menciona al pato canadiense.
—Llegaban a la laguna, pero ya se fueron. Desde que se secó ya no se ven.
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La laguna de Zumpango recarga los mantos freáticos de la región norte del Estado de México, pero tiene otra función igual de importante: es el hogar de miles de aves. Todos los años, a partir de octubre, llega a Zumpango la avifauna de la región norte del continente. En entrevista para Gatopardo vía Zoom, Patricia Ramírez Bastida, doctora en Ciencias Biológicas por la UNAM y experta en avifauna y ecología de comunidades, explica que la importancia de este vaso regulador radica en que es un “reservorio de diversidad, porque muchas aves, como los patos bocones, como los pelícanos, atraviesan de Canadá a México y por alguna razón ese lugar les parece adecuado”.
Al formar parte de rutas migratorias, este sitio es elegido por muchas aves como hábitat para refugiarse del invierno. Las parvadas están yendo y viniendo todo el tiempo. “Los grupos de tordos y de iris llegan a pernoctar dentro de la laguna de Zumpango y muy temprano salen en todas direcciones porque se alimentan en zonas agrícolas”, dice Ramírez Bastida. De igual forma, este espacio funge como una escala importante para las aves que viajan más al sur. “Como los phalaropus, que son viajeras de larga distancia, y ambientes como Zumpango, Texcoco, Chalco y otros más son lugares de parada para quedarse unos cuantos días a recargar nutrientes y continuar su viaje hasta la Patagonia”.
Sin embargo, el incremento del lirio acuático ha modificado el tipo de avifauna que se puede encontrar en el lugar, y desde 2018 la doctora Ramírez Bastida ha percibido una constante disminución de aves. “Los pelícanos blancos de repente se redujeron muchísimo; también los llamados achichiliques, unos zambullidores que corren sobre el agua de manera muy vistosa. En el último muestreo que hicimos el año pasado [2022], de tener cientos de organismos que se reproducían todo el año, nada más registramos un achichilique, lo cual es muy triste porque en el entorno de los humedales del valle de México era donde más se presentaba esta especie”.
Ramírez Bastida lleva muchos años monitoreando las aves de distintos cuerpos de agua del valle de México. Es profesora titular en la Facultad de Estudios Superiores Aragón y cuenta con veintiséis años de experiencia como docente e investigadora. Al conversar sobre la importancia de estos animales para el ecosistema local, menciona que “aves como los iris son un control natural de invertebrados, llegan a las zonas inundables, a los campos de cultivo y su alimentación es a base de invertebrados. Los patos son consumidores de malezas, de invertebrados, de macros o plancton y participan en las cadenas tróficas, a su vez son presa de otros organismos. También, por ejemplo, los pelícanos son importantes controladores de poblaciones de peces que, de otro modo, se pueden convertir en riesgo por un crecimiento desmedido”.
Pero la importancia de estas aves no solo consiste en los servicios ambientales que prestan, para la doctora Ramírez Bastida el valor de las aves es intrínseco: “la importancia de las aves como elementos únicos, como biodiversidad que compartimos con el resto de Norteamérica y con el resto de América [...], aunque no nos sirvieran para nada, tenemos que cuidarlas”.
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Es la mañana del último fin de semana de enero de 2023 y Araceli Rodríguez (bióloga) y Dante Hernández (ingeniero agrónomo) se preparan para un monitoreo de aves en la laguna de Zumpango, una actividad que realizan desde febrero de 2013. Biodiversidad de la Laguna de Zumpango comenzó como un proyecto escolar de Araceli que luego se expandió. No reciben remuneración por su trabajo, lo que les motiva, dicen, es conocer especies nuevas que llegan a la laguna. “Cada año eran noventa, cien especies. Cada año, cada año”, comenta Araceli.
—De hecho, en 2019 encontramos una especie muy prioritaria para su conservación, el chorlo nevado. Es pequeña y muy bonita. Fue una sorpresa tenerla, porque anidó aquí —dice Dante.
Su aparición se debe a la sequía porque no es un ave acuática; pero, así como llegaron nuevas aves, con la pérdida de agua también se fueron otras especies. “Ya no hay especies que comen peces porque el nivel del agua es muy chico y ya no se pueden zambullir”, explica Dante. Además, la sequía trajo otros problemas.
—Desde 2021 los carros bajaban a la laguna —dice Araceli—. Para nosotros fue muy impactante porque llevábamos un registro de una colonia reproductiva de aves playeras y nos tocó ver que entraban los carros, cuatrimotos y aplastaban los huevos.
—Y las bicis aún más. Se meten donde sea con sus bicis carísimas y no les importa que ahí estén los nidos de alguna especie —dice Dante—. Las personas caminando también aplastaban nidos.
En una pequeña porción de agua, que meses después desaparecerá, aves de distintas especies se zambullen. Ante el tamaño de la laguna de Zumpango, Dante asegura que pocos lugares tienen la capacidad de recibir a tantas especies. “Es un cuerpo de agua importante para las aves migratorias porque es grande, y que no esté hace que las aves también se vayan. Otro cuerpo así, en el centro del país, hasta Texcoco o Tecocomulco”.
El trabajo de Araceli y Dante consiste en conteos mensuales. Recorren toda la laguna de Zumpango con binoculares y telescopio para observar a las aves que se encuentran, toman fotografías, las cuentan (existen diferentes métodos para ello) y realizan los registros. Antes, una buena parte del trayecto lo hacían en lanchas; pero desde hace varios meses deben hacerlo a pie, por el borde, porque es peligroso adentrase, todavía hay agua debajo de los lirios.
Aunque todo parece muy desolador, ambos comentan que la sequía responde a la propia naturaleza de la laguna.
—Los humedales son ecosistemas muy cambiantes, variables; un año pueden estar llenos y al siguiente completamente secos, que es como nos ha ocurrido en varias ocasiones aquí —dice Araceli. Sin embargo, advierte: —Si la laguna se seca por completo, desaparece toda la biodiversidad que tenemos. Son más de 210 especies de aves documentadas que se irían a otros lugares.
La pérdida de la laguna también provocaría un cambio en la temperatura de la zona. A diferencia de las ciudades, que Araceli describe como “islas de calor”, sitios con ecosistemas como esta laguna tienen una temperatura más templada. Meses más tarde, luego de que México experimente una serie de olas de calor intensas, los ribereños comentarán que el calor seco es uno de los efectos más notorios tras la desecación de la laguna de Zumpango.
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El lirio acuático (Eichhornia crassipes) es una planta originaria de la zona amazónica de Brasil que durante el último siglo ha infestado cuerpos de agua de distintas partes del mundo debido a su rápida y fácil reproducción. Su atractivo es la principal razón por la que suele ser introducida en otros sitios. En su tesis Control, aprovechamiento y efectos nocivos de eichhornia crassipes lirio acuático, el químico farmacéutico y biólogo Roberto Marcelo Vicuña Gómez la describe como “una planta perenne, herbácea y libre flotante que […] se adapta bien a diversos tipos de hábitat (ríos, lagos, estanques, canales, drenes [drenajes])”. El lirio acuático es considerado como maleza ya que impide el paso del sol y el oxígeno al agua, lo que provoca que se coloree y adquiera olor y sabor desagradables, afectando a humanos, plantas y animales con los que comparte ecosistema.
El rasgo más distintivo de esta planta es su velocidad de reproducción. El libro Control biológico del lirio acuático en México: primera experiencia exitosa con neoquetinos en distritos de riego, volumen I, de Ovidio Camarena Medrano y José Ángel Aguilar Zepeda, menciona algunas investigaciones que buscaron medir su reproductividad biológica, y los resultados sorprenden: hay quien obtuvo un 100 % de incremento en su población de lirio acuático en tan solo diecisiete días; hay quienes en cuatro meses obtuvieron 1 200 plantas a partir de dos ejemplares. En Louisiana, Estados Unidos, diez plantas aisladas produjeron otras 1 610 en tres meses.
Sobre cómo se introdujo a México, existen diferentes versiones. Una de las más famosas, reproducida por Vicuña Gómez en su tesis y por María Guadalupe Miranda y Antonio Lot en su artículo “El lirio acuático, ¿una planta nativa de México?”, se remonta a 1884. Se llevaron varios ejemplares a Nueva Orleans para exponerse en una exhibición de algodón. Se regalaron algunas plantas a los visitantes y para 1894 en el delta del río Mississippi, en Lousiana, “se registró el primer obstáculo serio para navegar en los ríos y corrientes que desembocaban en el golfo de México”. Allí estaban los lirios. Pocos años después también se encontraron en Florida, Texas y California. Tal vez así llegó a México.
Control biológico del lirio acuático en México ofrece otra versión. La planta fue introducida al país a principios del siglo XX por algunas familias de la Ciudad de México, Jalisco y Michoacán, quienes la trajeron de Europa y Estados Unidos para adornar sus estanques. Incluso se menciona que fue la esposa del dictador Porfirio Díaz, Carmen Romero Rubio, una de las primeras introductoras del lirio acuático en 1897: “existe una fotografía que la muestra depositando esta planta en los canales de Xochimilco con el fin de embellecerlos”, puede leerse. Guadalupe Miranda y Antonio Lot mencionan que el primer registro de la planta en México se encuentra en el reporte Las chinampas del Distrito Federal, elaborado entre 1911 y 1912 por el director general de agricultura Miguel Santamaría. “Entre las plantas acuáticas destaca el lirio acuático que es conocido desde hace solo catorce años, en que fue introducido por orden del general Carlos Pacheco, entonces secretario de Fomento”.
Para 1975, apunta Martha Virginia Valdés Gutiérrez en su tesis Uso del lirio acuatico (Eichhornia crassipes Mart. Solms), como mejorador de un suelo arenoso y su influencia en el cultivo del ajo, en toda la república el 50 % de las obras de infraestructura hidráulica —embalses naturales, presas, lagunas, lagos, canales— se encontraban afectadas por la invasión del lirio acuático, un total de 1 200 cuerpos de agua.
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Tres perros se adentran al campo de lirio, se acercan y olisquean una de las cinco lanchas encalladas que hay en esta parte de la laguna de Zumpango. Todavía en noviembre de 2022 algunas de esas embarcaciones transportaron a pobladores y turistas, ahora dentro de ellas solo hay charcos de agua enlamada. Minutos antes Tomás había contado que decidió estudiar biología porque “siendo vecino de la laguna, me interesaban mucho el tema del recurso hídrico, de la naturaleza, de la biodiversidad y la ecología”. Temas que ha estudiado durante años, dice, y eso es algo que se nota en su voz, en la seguridad con la que habla sobre ellos.
—Una de las sequías más importantes fue en el 2012, cuando por primera vez desde su último llenado se quedó casi vacía en su totalidad. Otra importante es la de ahorita.
Tomás explica que todos los años Conagua intentaba ingresar agua a Zumpango, pero en 2022 no lo hizo por la crisis hídrica que vive el país. “No había de dónde meterle agua, de dónde la sacaban”.
—Recordemos que esto es artificial. No hay ninguna entrada de agua natural en ningún punto, ni un solo punto por donde entre.
La única forma de que entre agua a la laguna de Zumpango es bombeándola, explica. Sin embargo, existen alternativas que podrían implementarse para evitar desecaciones como la que sufren en este momento.
—Se han contemplado, pero nunca han hecho una planta de tratamiento de agua residuales para que pudiera ingresar agua todo el año. Eso sería lo ideal, porque así ya no estamos esperanzados a que haya un buen año de precipitación para que le puedan meter agua a la laguna. Aguas residuales hay muchas en esta parte del valle de México, y así se podrían aprovechar.
A los tres perros exploradores se les ha unido un nuevo compañero, ahora los cuatro chismosean cerca de una chinampa. Así como ellos, ¿no se podría ingresar a la parte central de la laguna para arrancar el lirio?, ¿no se había hecho ya antes?
—Si quisiéramos hacerlo a mano, no creo que se podría. No sé cuánta gente se necesite, pero pues sería una labor titánica. ¿Meter maquinaria? La maquinaria ya no sería viable ahorita porque está fangoso el suelo. Por ejemplo, esta parte que está pegada al Parque Ecoturístico —Tomás señala una zona verde en medio del campo parduzco—, probablemente ahí el agua tenga diez centímetros ahorita. En un mes, dos meses, ya va a estar totalmente seco, pero va a seguir conservando humedad porque no penetran los rayos del sol. Cualquier maquinaria que entre se atascaría.
En la anterior plaga las máquinas que arrancaron el lirio flotaban debido a que la laguna tenía un nivel más alto de agua. Cuatro metros, dice Tomás. Ahora los sitios de mayor profundidad apenas alcanzan los dos metros. Ya es tarde para usar maquinaria.
—Nadie hizo nada por erradicar el lirio y ahorita ya no hay nada que se pueda hacer, ni maquinaria que pudiera entrar. Es interesante, porque esto viene de antes.
En la anterior plaga, las máquinas trituraban el lirio pero no sacaban la planta de la laguna. La dejaron ahí, porque no había dónde depositarla. Y toda esa basura orgánica se descompuso, provocó malos olores y se quedó en el fondo de la laguna cuando volvió a llenarse. Jamás se hizo una limpieza a profundidad ni se le dio mantenimiento a Zumpango. “De ahí proviene todo”, dice Tomás.
—Ha habido omisión por parte de las autoridades. Este es un cuerpo de agua federal, —el 23 de junio de 2003, bajo el nombre Parque Estatal para la Protección y Fomento del Santuario del Agua Laguna de Zumpango fue declarado Área Natural Protegida—, y por ende la Comisión Nacional del Agua es la responsable. Zumpango es el cuerpo de agua más grande del valle de México, no hay otro con estas dimensiones. Debiesen de etiquetar recurso para su mantenimiento, pero no lo hacen… Esto va a quedar totalmente seco en unos tres, cuatro meses.
Y así fue.
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Cerca del muelle del Parque Ecoturístico Laguna de Zumpango, hay unos cajones de concreto recién construidos que contrastan con la decadencia del lugar.
—Eso es del AIFA —dice Dante Hernández, miembro del Colectivo Biodiversidad Laguna de Zumpango. —Aquí van a construir un mirador de aves.
Con una sonrisita irónica, repite:
—Sí, un mirador. Nomás así dijeron. Es parte del recurso asignado al AIFA, a los municipios aledaños.
Dante explica, y puede confirmarse en imágenes promocionales del proyecto, que el plan es abrir establecimientos comerciales para recuperar el atractivo turístico. Ya han instalado farolas para alumbrar la orilla de la laguna; días después se enrejará la zona y solo se podrá acceder a la laguna por la entrada al mirador. Pero mientras eso sucede, Dante comenta que el área donde se construye el mirador “no es donde más especies hay”. Eso es bueno, dice, porque al menos no se espantará a tantas aves, lo que sí sucedería si el mirador se hubiese construido en otra sección de la laguna.
Sin embargo, Dante también cree que el mirador “traerá más basura, más gente, más ruido”, lo que podría alterar la movilidad de algunas aves que vienen a vivir algunos meses a este cuerpo de agua.
—Igual si nos hubieran preguntado [qué hacer con el recurso asignado], les decimos “saquen el lirio”, eso es más beneficioso.
Semanas más tarde, el mirador estará listo. El 15 de marzo se inaugurará con una ceremonia discreta, y en la publicación del ayuntamiento de Zumpango en Facebook la construcción será descrita como “un paso crucial hacia la preservación del medio ambiente”. Las fotografías que acompañen el texto evitarán mostrar la laguna de Zumpango.
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“Sequías sin lirio también hubo”, dice Tomás. “Hay otros factores que también preocupan, además de los naturales”. Uno de esos factores es la perforación de pozos profundos en varias zonas del municipio.
—Ya empezaron a extraer grandes cantidades de agua para la Ciudad de México. Sabemos que hay escasez… y como aquí sí hay agua para muchos años.
El pasado 6 de junio en el evento “Programa de Cosecha de Lluvia: Encuentro de personas cosechadoras”, en Iztapalapa, la entonces jefa de gobierno y posible candidata a la presidencia por Morena, Claudia Sheinbaum declaró que, además del sistema de captación pluvial, para llevar agua a la zona norte y oriente de la Ciudad de México se están abriendo pozos en el municipio de Zumpango:
“Desde hace tres años estamos trayendo agua, más agua, de otra zona de la Zona Metropolitana del Valle de México que se llama Zumpango, que está por el AIFA. Ahí se están perforando muchos pozos, la primera etapa ya vino, ya la segunda etapa entra más o menos en agosto de este año, y la tercera etapa va a entrar hacia finales de este año. Eso nos va a permitir traer más agua al norte y al oriente de la ciudad”.
—Seguramente si nada más se extrajera para la población de Zumpango y la región nos alcanzaría para toda la vida, no tendríamos escasez —dice Tomás—. Pero con las obras que está haciendo la Conagua, pues muy probablemente en algunos años vamos a estar sufriendo lo que están sufriendo Monterrey y otras tantas partes del país: la falta de agua.
El pasado 29 de junio pobladores de San Juan Zitlaltepec se manifestaron en contra de este proyecto intentando detener la perforación de un pozo en el perímetro de la laguna de Zumpango; sin embargo, las obras continúan en otras partes del municipio.
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Por las calles de San Pedro de la Laguna desfilan toros gigantes. Toros coloridos, empujados por varias personas y coronados con una imagen de la virgen de San Juan de los Lagos. Humo, pólvora y el estruendo de tamboras inundan las calles. De un lado a otro, un toro —con piel de papel maché que se asemeja al traje del Hombre Araña— intenta embestir a la gente que mira el carnaval de toros pirotécnicos.
A unas cuantas calles de esta fiesta tradicional, una bandada de pájaros sobrevuela en espiral el lirio acuático. En eso se ha convertido la laguna de Zumpango, en un tapete verde sin nada de agua. Unas vacas pastan allí dentro; una familia, camioneta incluida, prepara carne en una parrilla. Aunque es sábado, todos los puestos del nuevo mirador están cerrados; bolsas de basura, botellas y cáscaras de tunas inundan el piso de la construcción. Ahí solo están una patrulla municipal con la carrocería abollada y un guardia de ojos enrojecidos que intenta ocultar una botella.
Si se mira la laguna de Zumpango desde la autopista Circuito Exterior Mexiquense parece que todavía hay un pequeño charco con agua. Sí, si uno no se acerca lo suficiente, da la impresión de que sí es agua, de que todavía existe una pequeña parte de la laguna. Pero al acercase, al mirarla de frente, se descubre que es una ilusión óptica. Lo único que hay aquí son campos de lirios acuáticos florecientes; pétalos lilas, blancos y azulados que brillan luego de las lluvias. Es agosto de 2023. En Zumpango parece que las cosas no van a cambiar pronto.