No duele. Crónica de una vasectomía a los veintitrés - Gatopardo

No duele. Crónica de una vasectomía a los veintitrés

El segundo mayor miedo de los hombres a punto de ser vasectomizados está relacionado con aspectos de masculinidad. Los pacientes reportaron miedo a comentarios de sus parejas o familiares en el sentido de ser o parecer menos hombres después de la cirugía.

Tiempo de lectura: 7 minutos

No duele.

A los 23 años mi padre me concibió con una mujer que casi le doblaba la edad. “Una decisión muy cara”, me recuerda en broma cada vez que lo veo. Después me abraza y se ríe. Hoy, a esa misma edad, estoy sentado en la Unidad Medicina Familiar 61, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Espero una vasectomía. 

Agendar una cita en el sistema público de salud mexicano es el primer paso para que te reciban más de una hora después. Así lo demuestra la señora que a mi lado le grita a los enfermeros: “llevo dos horas esperando a que me atiendan. ¡¿Cómo es posible?!”. Estamos en la sala de urgencias. 

Mi turno llega con la pregunta que me será repetida por lo menos diez veces más: 

– ¿Estás seguro? 

– Sí

– Bien, entonces pasa por aquí. 

Tuve suerte, solo esperé hora y media. 

En México hay una amplia brecha entre mujeres y hombres en el uso de métodos anticonceptivos permanentes. En 2020, 30 mil 280 mujeres se realizaron la salpingoclasia, mientras que tan solo mil 768 hombres optaron por la vasectomía, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Es decir, por cada hombre, aproximadamente 30 mujeres emplearon un método anticonceptivo permanente

A nivel global, esta tendencia se mantiene. Según señala la ONU en su estudio más reciente sobre el uso de anticonceptivos a nivel mundial, 219 millones de mujeres optaron por la esterilización femenina, mientras que 16 millones de hombres lo hicieron por la masculina. En el mundo, la salpingoclasia representa el 24% del total de métodos anticonceptivos utilizados; la vasectomía solamente el 2%. 

El quirófano es un mundo aparte. Los gritos, llantos desesperados de familiares y pasos desenfrenados de los enfermeros en la sala de urgencias se aíslan para dar paso al choque de los metales que en pocos minutos me abrirán… no mucho, apenas 0.5 centímetros en la piel de la bolsa escrotal. 

Yo me sometí a la vasectomía sin bisturí. Esta consiste en una pequeña punción hecha con pinzas quirúrgicas en el escroto, donde se localizan los tubos deferentes. Estos canales se cortan y ligan para evitar el paso de los espermatozoides, así no son expulsados con el semen al eyacular. Tras ser bloqueados, los espermas mueren en el cuerpo y son devorados por células denominadas macrófagos. 

Existe otro tipo de vasectomía, la cual sí utiliza bisturí. No obstante, este método está quedando en desuso, pues representa un mayor riesgo de infección y una recuperación más larga.

La sala es azul, con una cama quirúrgica negra en medio. Huele muy poco a hospital. Las enfermeras salen. Me dejan solo mientras me desnudo: curioso pudor de quienes manipularán mis genitales para dejarme estéril. O quizá creen que el pudoroso soy yo. 

Aquí la desnudez es mero trámite y como tal el cubrebocas se queda puesto. La pandemia de Covid-19 modificó las reglas de lo que es un cuerpo sin ropa, quizá en el futuro los bebés vendrán al mundo con un cubrebocas miniatura. 

Bebés. Aquellas criaturas sinónimo de inocencia que no quiero tener. Un mundo de posibilidades, costos y obligaciones. Todo será, en breve, cortado de tajo. Realmente nunca existió. Entra la doctora: 

 – ¿Estás seguro?

– Sí – digo e intento controlar el miedo. 

Según el estudio ‘Temores de Varones que recurren a la vasectomía sin bisturí en el Centro de Cirugía Ambulatoria del ISSSTE’, el segundo mayor miedo de los hombres a punto de ser vasectomizados está relacionado con aspectos de masculinidad. Los pacientes reportaron miedo a comentarios de sus parejas o familiares en el sentido de ser o parecer menos hombres después de la cirugía.  

Entre los comentarios destaca el uso de parche escrotal tras la intervención quirúrgica, lo que comparan con el uso de una toalla femenina. De igual manera, asocian la presencia de sangre en los genitales masculinos con la menstruación, lo que provoca asco en los pacientes. 

“La masculinidad está unida al cuerpo. Tener hijos es símbolo  de hombría y es una manera de asegurar la descendencia de linajes machistas”, explica Berenice Guadalupe Caro Cocotle, especialista en temas de género y miembro de Latin America Studies Association (LASA). “Existe un tabú alrededor de la sexualidad masculina. No existe una cultura de hablar de derechos reproductivos masculinos a menos que sean gays. Es como si cuidar de tu salud reproductiva te femizara”. 

– ¿Eres gay? – me pregunta la doctora antes de comenzar la vasectomía. Al principio no entendí la pregunta. De serlo, en teoría, no necesitaría un método anticonceptivo permanente. Por definición no podría embarazar a otro hombre… a menos que este tuviera la capacidad de gestar. Casi le atina la doctora: los pronombres de mi pareja son él/elle. Y sí, se puede embarazar. 

Divago, es lo único que puede hacerse al estar acostado y ver aproximarse una aguja que entrará en cada testículo. Es la anestesia local y lo más amenazante del proceso.

El dolor es a lo que más tememos los hombres, por muy machos que queramos ser. Según el estudio sobre temores de varones que recurren a una vasectomía, de los 71 hombres vasectomizados y estudiados, el 68% reportó sentir miedo ante el procedimiento quirúrgico, ya sea, por la inyección de anestesia local o por sentir dolor durante la intervención. El estudio contempló originalmente a 81 personas, pero diez se arrepintieron del procedimiento y lo cancelaron. 

– ¿Estás seguro? – me pregunta la doctora antes de iniciar. 

– Sí

– ¿Segurísimo?

– Sí

– Es que estás bien chavito… ¿y si te arrepientes? 

La vasectomía es reversible mediante un proceso llamado Vaso-vasoanastomosis, pero a un costo elevado: de 30 a 60 mil pesos. Según el artículo ‘Experiencia en vaso-vasoanastomosis; revisión de las consideraciones técnicas y evaluación de los resultados en el Hospital General de México’, aproximadamente seis de cada cien vasectomizados optan por revertir la cirugía en un tiempo promedio de 5.8 años. El estudio analizó los expedientes de las personas sometidas a una vaso-vasoanastomosis de marzo de 1999 a enero de 2009. El porcentaje de éxito de los procedimientos fue de 82%. 

La inyección de anestesia es rápida y casi indolora.  A los segundos toda sensación se pierde, los testículos se vuelven como dos piedras incorpóreas. La cirugía comienza. 

La doctora pone música desde su celular para acompañar el proceso. En una broma del repductor musical, comienza de forma azarosa Kumbala de la Maldita Vecindad; una canción con tono sensual y un saxofón erótico. Gran broma del reproductor. 

Es una sensación extraña. No se siente la incisión, solo las pinzas manipulando los tubos deferentes. Pero no duele, incluso se siente como si sucediera en otro cuerpo. Los testículos se vuelven dos piedras pesadas y ajenas. El pene no se toca. Se mantiene pegado hacia arriba con micropore. El símbolo máximo de la masculinidad se queda intacto. Quizá por eso me atrevo a hacer mentalmente un (mal) chiste: Sin duda, ésta no es la forma en que imaginé dos mujeres me tocarían. 

“Los hombres aprenden sobre su salud sexual principalmente a través de vías no institucionales: los amigos y la pornografía “, me dice la experta Guadalupe Caro Cocotle. “De ahí que exista un temor socialmente infundado de ser menos hombres al ser infértil. También hay un tabú mediático en torno a la vasectomía. Dime ¿en cuáles programas de medicina, o lo que sea, la ves representada?”. 

– El creampie no lo vale – me dice un amigo cuando le cuento que para la vasectomía me inyectaron cada testículo. Es un chiste que, como el mío, muestra mucho. 

Creampie: el acto de eyacular dentro de una vagina. Este término fue de los más buscados en PornHub durante el 2021. Según cifras de esta plataforma de pornografía, la más grande a nivel mundial, la búsqueda de video de la categoría creampie aumentó en cinco puntos porcentuales alrededor del mundo, en comparación con el año anterior. 

El video más visto de la categoría se titula: “Jugando un juego con mi candente hermanastra – Anastasia Knight” y tiene 172 millones de vistas; 43 millones más que la población total de México. De ahí siguen videos como: “múltiples inseminaciones chorreantes con creampie”, con 65.6 millones de vistas y “cógeme duro hasta que te vengas adentro”, con 62.5 millones. 

Los videos de creampie prometen también una ‘corrida’ o ‘venida’ espesa y cuantiosa. Muy blanca, excretada poderosamente y chorreando de la mujer. Que el semén expulsado por un hombre vasectomizado no salga así es uno de los principales temores masculinos. Según el estudio ya citado, los varones presentan preocupación ante la posibilidad de que se disminuya la cantidad de semen expulsada al exterior o que este pierda color o textura. Esto no sucede. El fluido seminal se mantiene igual, pero sin espermatozoides. 

“Es necesario que la educación sexual masculina comience a darse a través de canales institucionales. El temor a la vasectomía es socialmente infundado por cuestiones de masculinidad o miedo al dolor”, explica Caro Cocotle.

“Se debe entender que el derecho a la salud sexual es un derecho humano. Faltan narrativas grandes para que los hombres vean la salud reproductiva como posibilidad de empoderamiento y no de lo contrario; de debilidad o afeminamiento. El feminismo, al menos las corrientes que incluyen a los hombres como aliados, puede ayudar para tejer alianzas y así exigir políticas públicas para garantizar una salud reproductiva que abarque a todos y todas”, dice. 

– Listo. Ya acabo. Siéntate lento y si te mareas quédate así hasta que pase y ya te levantas. 

La voz de la doctora llega como de lejos, mezclada con la música y el metal de las pinzas cayendo delicadamente sobre la charola quirúrgica. 

Abro los ojos. Llámenle nervios o cobardía, pero los mantuve cerrados durante toda la cirugía. Me levanto y el mundo da una vuelta rápida. La doctora y la enfermera salen para que me vista. Nuevamente se hace presente el pudor del cuerpo desnudo fuera de la camilla, ahora vistiéndose. 

Cuando estoy vestido y los mareos terminan, la doctora se acerca con una hoja y dice: 

– Aquí vienen las recomendaciones, es importante que las sigas. De lo contrario, la inflamación podría causar un sangrado interno y tendrías que ir a urgencias. 

Ya pasó lo peor y ahora tengo más miedo. 

Después de la vasectomía, se recomienda descansar acostado durante cuatro horas, colocando hielo en los genitales para evitar la inflamación. Posteriormente, se recomienda el uso de suspensorio durante dos semanas y el uso de antibióticos, analgésicos y antiinflamatorios durante siete días. 

Hasta finalizar la primera semana post-cirugía se puede reiniciar la vida sexual con un método anticonceptivo, pues en el cuerpo todavía quedan espermas. El uso de condón siempre será necesario para evitar alguna enfermedad de transmisión sexual. Hasta después de 30 eyaculaciones se recomienda hacer un estudio de conteos de espermas para comprobar si ya se es infértil o no.  Se estima que en el 99.8% de los casos, la vasectomía es exitosa y la azoospermia (ausencia de espermatozoides) es completa. 

Después de nueve días reinicia mi vida sexual. 

Todo normal.

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