Entender el despojo en las ciudades
Tatiana Maillard
Fotografía de Javier Senón
Saskia Sassen estuvo en el Women´s Forum for the Economy & Society para hablar de gentrificación.
Ésta es una imagen digna de comercial: la terraza de un hotel transnacional, bocinas que reproducen música ambiental, sonrisas colgadas, algunas plantas por aquí y por allá, y la promesa de una vista privilegiada de la Alameda Central en la Ciudad de México. Además, hay café para esta última tarde de mayo, así que una taza caliente reposa entre dos manos blancas. Estas manos pertenecen a la científica social Saskia Sassen. Si alguien se ha especializado en analizar los cambios financieros que se gestan en las grandes ciudades, y la expulsión de la gente menos favorecida, es esta holandesa de 72 años con cabellera platinada y un energético acento porteño heredado de los años que residió en Buenos Aires.
A escasos 130 metros de esta postal, ocurre algo que pocos perciben: el Trevi, un edificio habitacional de estilo art decó, ha quedado casi vacío, salvo por unos pocos vecinos que mantienen un litigio para conservar sus hogares. Hace un año, el inmueble fue vendido con la intención de transformar lo que antes fue un espacio de vivienda para 50 personas, en un coworking y hotel boutique.
Este fenómeno ella lo conoce muy bien: lo ha observado, lo ha estudiado y ha dedicado parte de su obra a explicar cómo, a nivel mundial, las dinámicas de las altas esferas financieras propician que los habitantes que no pertenecen a las clases más altas sean despojados de sus viviendas y expulsados a la periferia.
“Lo que está pasando con la vivienda es un robo inaceptable por parte de empresas poderosas que, simplemente, destruyen la vida de la gente de bajo ingreso”, sentencia. No se trata únicamente de gentrificación. Lo que está ocurriendo se llama “financiarización”: los grandes complejos de vivienda son adquiridos por las instituciones financieras para ser usados como activos. Sassen enfatiza: “La gente se está movilizando en Europa y Estados Unidos, porque saben que está pasando algo que no entienden, pero deben entender, pues están en riesgo de perder su casa… o ya la perdieron”.
Sassen es profesora de sociología en Columbia y en 2013 fue reconocida con el Premio Príncipe de Asturias por sus aportes al análisis de la economía global y su influencia tanto en las ciudades como en los flujos migratorios. En 1991 publicó La ciudad global y desde entonces sostiene que la expansión global de las empresas y la digitalización de las finanzas transforman a las ciudades en plataformas de operación, donde las compañías se instalan o, dicho de otra forma, se apropian del espacio. Una vez afianzadas en un territorio que antes pertenecía a los habitantes y negocios locales, contratan la asesoría de firmas especializadas en finanzas, economía y leyes locales, que les permitan extraer mayores ganancias, como adquirir bienes inmuebles y utilizarlos como valores respaldados por activos, asset-backed securities. “La banca te vende dinero. En cambio, el funcionamiento de las altas finanzas es similar al de una minera: extraen toda la ganancia y, cuando no pueden obtener nada más, se van”.
Saskia Sassen ha seguido de cerca este tipo de despojo. El tema no es sencillo: matemáticas financieras, algoritmos, inversiones y el uso de edificios de vivienda como activos financieros. “A mí me importa que la gente entienda lo que pasa y que se movilice, porque éste es un proceso que ocurre sin que las personas lo noten, hasta que ya es demasiado tarde”.
Lo común, dice Sassen, es que desalojen a la gente de sus viviendas, las remodelen y posteriormente suba el precio del alquiler, lo cual impide que los habitantes anteriores vuelvan a ocupar ese espacio. “No estamos hablando de unos cuantos edificios, sino de grandes complejos que están siendo deshabitados. Y quienes ejercen estas acciones no son pequeños propietarios, sino instituciones financieras”.
A Sassen le entusiasma la movilización social. Gente que, como en el caso del edificio Trevi, se organiza para no permitir que una firma les quite el lugar que habitan. “Esto se da en todo el mundo. La gente toma conciencia de que hay algo que no les están contando, que sus legisladores no entienden y que los pone en riesgo”, enfatiza Sassen, quien cree que los ciudadanos deben asegurarse de que dentro de los sistemas legislativos se incluya expertos en estos temas, y no sólo gente que asienta lo que dictan los banqueros.
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