Apología con un verso de Héctor Viel Temperley
¿Hacia dónde vamos? y ¿cómo llevamos lo que sabemos de la vida, para llegar a lo que no? En otras palabras, ¿cómo imaginar el futuro, individual y colectivo? Éstas fueron las preguntas detrás de estos versos, que toman como punto de partida un verso del argentino Héctor Viel Temperley.
voy
lento,
creo.
voy hacia
lo que vi. qué
más. tomé
una foto del río
todos los días que lo tuve
al lado. mi vecina ciega
escribía sus memorias
en el estudio de abajo. a veces
se iba al puente a tocarle la flauta dulce
al cauce gris que no podía ver.
escuchando a lo lejos su silbato
trémulo e insistente, la voz
de una niña con cosas
que decir, ya no veía el agua
yo tampoco: solo
a ella. acaso la poesía
sea eso: más prevista
que inevitable. voy hacia lo que
perdí. que es poco
todavía. a saber:
hacia mi ceguera de recién
nacida, hacia las flores lechosas del arbolito
que se llama
madera de perro, pero
en el idioma que le pusieron
sin preguntar. hacia
la panza revuelta
de mi país. voy hacia ti:
un hijo, un virus,
la sombra de una mantis religiosa saludando
detrás de la cortina
blanca, la tos de mi vecina en
las horas pequeñas, según las llaman
en el idioma que nací
bebiendo. voy hacia lo que menos
fui. militante de algo,
patas de cuervo, hambre
de colibrí. estos días de no vernos
casi nunca los dientes,
desconfío de mí misma
de otro modo, de mi talento
para caminar con paso
ligero sobre la tierra, yo que soy
solo una entre miles de millones de criaturas
con talones
y mercurio
en sus aparatos y ríos enterrados
por sus antepasados, que destruyeron
cosas para que cupiéramos
aquí. cupimos,
apenas. tengo
vergüenza y anteojos.
tengo miedo de ser
un mal huésped en el mundo,
de hablar con todo menos
con la palma de mis manos, de no
saber la historia
que se contó
primero. voy hacia
lo que menos
conocí
en mi vida:
voy hacia mi cuerpo.
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.