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24
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Tiempo de Lectura: 00 min

Un poco de ficción, otro tanto de historias tan crueles como reales, y alguna obra que inspiró una película de antología; aquí las recomendaciones del equipo editorial para el mes de julio.

Si quieres volver a los clásicos del cine o del periodismo, o si se te antoja más algo de ciencia ficción, preparamos para ti una serie de recomendaciones de lecturas breves que podrás elegir durante las semanas lluviosas de este verano.

Maniac

De Benjamin Labatut (Anagrama)

Es una novela basada en hechos reales y tiene la mejor primera página que he leído en mi vida: “el físico austriaco Paul Ehrenfest entró en el Instituto Pedagógico del profesor Jan Waterink para niños discapacitados en Ámsterdam, le disparó a Vassily, su hijo de catorce años, y luego se pegó un tiro en la cabeza”. Una historia dolorosa, pero completamente real.

Labatut hace una biografía con elementos de ficción sobre la vida de Paul Ehrenfest, el matemático Johnny Von Neumann y el jugador de go Lee Sedo. Nos lleva hasta el fondo de las mentes más brillantes de la posguerra, quienes se unen a proyectos científicos que cambiarán la historia del mundo: el proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica y la creación del Maniac, una de las primeras computadoras. Un sube y baja de locura y episodios de crueldad.

Laura Sánchez Ley, periodista.

Periodismo para la historia

De Julio Scherer García (Grijalbo)

La inmediatez nos ha robado la atención y, a muchos periodistas, les ha arrebatado la capacidad de observar, escuchar y habitar el mundo con curiosidad. El trabajo de Julio Scherer parece tan remoto como las revistas impresas, como el Excélsior y su enfrentamiento al poder. Hay quienes creen que el periodismo que sentó las bases de lo que somos hoy ya no puede enseñarnos gran cosa. Basta leer unas cuantas piezas de esta antología para descubrir que hoy es más vigente que nunca.

Su trabajo fue tan delicado y minucioso que parece sencillo, pero pocos logran la precisión y el ritmo que Don Julio lograba en sus textos. Una lectura no solo recomendable, sino necesaria para todos los jóvenes periodistas. Mis crónicas favoritas fueron “Veinte divertidos minutos con Stravinski”, “Vasconcelos adquirió su dimensión exacta” y, por supuesto, “Morir a tiempo”, una fuerte lección para quienes nos paraliza la sola idea de perder a nuestro padre.

Diana Amador, coordinadora editorial.

Fortuito

De Luciana Wainer (Penguin Random House)

Este libro narra historias de un concepto que me parecía totalmente desconocido hasta mi primer acercamiento: los partos fortuitos. Aunque son diferentes a un aborto, este tipo de partos carga con los mismos estigmas patriarcales. El libro no solo narra los estigmas sociales sino su más grave expresión material que es la cárcel, a causa del delito de homicidio en razón de parentesco. ¿Mujeres como Dafne McPherson que no sabían que estaban embarazadas merecían estar en prisión después de dar a luz? Este libro ofrece todas las respuestas para concluir que no, y pensar en otra clave los derechos reproductivos de las mujeres.

Maurizio Montes de Oca, editor de pódcast.

La mano izquierda de la oscuridad

De Ursula K. Le Guin (Minotauro)

El entusiasmo de Martín Solares, nuestro querido colaborador, me llevó a Le Guin, con los pasos no del todo confiados del que se acerca a un tótem (le había leído unos cuantos poemas sueltos, nomás). Tomé La mano izquierda de la oscuridad, una de sus novelas tempranas, de finales de los sesenta. El primer estimulante es su estructura, más compleja e imaginativa que la dictada por la necesidad usual (en la ciencia ficción) de mostrar a un héroe que va derecho y no se quita. Pero la fascinación definitiva viene de la exactitud con la que la escritora recreó la psicología del poder autoritario, aplicable tanto a la colección de las galaxias como a la vida estrechita y trabajosa del bestiaplanete (Quino meets Le Guin) que habitamos. Tremenda visionaria, superdotada era esta mujer. Para el que quiera salir, como yo, de la inopia de no haberse clavado antes con ella, es un buen momento: Minotauro lleva un rato reeditándola a ritmo de metralleta.

Pablo García, editor.

Relato soñado

De Arthur Schnitzler (Nórdica Libros)

Si recuerdan la película Eyes wide shut (Ojos bien cerrados), del director Stanley Kubrick y protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, saben más o menos de qué va este libro. El film del director estadounidense está basado en esta novela de Schinitzler publicada en 1926, en la que el doctor Fridolin asiste a una fiesta de personas con máscaras de carnaval que disfrutan del sexo y los excesos. Lo recomiendo mucho, sobre todo la versión ilustrada de Jakob Hinrichs.

Ixchel Cisneros, enlace de relaciones institucionales.

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Si quieres volver a los clásicos del cine o del periodismo, o si se te antoja más algo de ciencia ficción, preparamos para ti una serie de recomendaciones de lecturas breves que podrás elegir durante las semanas lluviosas de este verano.

Maniac

De Benjamin Labatut (Anagrama)

Es una novela basada en hechos reales y tiene la mejor primera página que he leído en mi vida: “el físico austriaco Paul Ehrenfest entró en el Instituto Pedagógico del profesor Jan Waterink para niños discapacitados en Ámsterdam, le disparó a Vassily, su hijo de catorce años, y luego se pegó un tiro en la cabeza”. Una historia dolorosa, pero completamente real.

Labatut hace una biografía con elementos de ficción sobre la vida de Paul Ehrenfest, el matemático Johnny Von Neumann y el jugador de go Lee Sedo. Nos lleva hasta el fondo de las mentes más brillantes de la posguerra, quienes se unen a proyectos científicos que cambiarán la historia del mundo: el proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica y la creación del Maniac, una de las primeras computadoras. Un sube y baja de locura y episodios de crueldad.

Laura Sánchez Ley, periodista.

Periodismo para la historia

De Julio Scherer García (Grijalbo)

La inmediatez nos ha robado la atención y, a muchos periodistas, les ha arrebatado la capacidad de observar, escuchar y habitar el mundo con curiosidad. El trabajo de Julio Scherer parece tan remoto como las revistas impresas, como el Excélsior y su enfrentamiento al poder. Hay quienes creen que el periodismo que sentó las bases de lo que somos hoy ya no puede enseñarnos gran cosa. Basta leer unas cuantas piezas de esta antología para descubrir que hoy es más vigente que nunca.

Su trabajo fue tan delicado y minucioso que parece sencillo, pero pocos logran la precisión y el ritmo que Don Julio lograba en sus textos. Una lectura no solo recomendable, sino necesaria para todos los jóvenes periodistas. Mis crónicas favoritas fueron “Veinte divertidos minutos con Stravinski”, “Vasconcelos adquirió su dimensión exacta” y, por supuesto, “Morir a tiempo”, una fuerte lección para quienes nos paraliza la sola idea de perder a nuestro padre.

Diana Amador, coordinadora editorial.

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Este libro narra historias de un concepto que me parecía totalmente desconocido hasta mi primer acercamiento: los partos fortuitos. Aunque son diferentes a un aborto, este tipo de partos carga con los mismos estigmas patriarcales. El libro no solo narra los estigmas sociales sino su más grave expresión material que es la cárcel, a causa del delito de homicidio en razón de parentesco. ¿Mujeres como Dafne McPherson que no sabían que estaban embarazadas merecían estar en prisión después de dar a luz? Este libro ofrece todas las respuestas para concluir que no, y pensar en otra clave los derechos reproductivos de las mujeres.

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De Ursula K. Le Guin (Minotauro)

El entusiasmo de Martín Solares, nuestro querido colaborador, me llevó a Le Guin, con los pasos no del todo confiados del que se acerca a un tótem (le había leído unos cuantos poemas sueltos, nomás). Tomé La mano izquierda de la oscuridad, una de sus novelas tempranas, de finales de los sesenta. El primer estimulante es su estructura, más compleja e imaginativa que la dictada por la necesidad usual (en la ciencia ficción) de mostrar a un héroe que va derecho y no se quita. Pero la fascinación definitiva viene de la exactitud con la que la escritora recreó la psicología del poder autoritario, aplicable tanto a la colección de las galaxias como a la vida estrechita y trabajosa del bestiaplanete (Quino meets Le Guin) que habitamos. Tremenda visionaria, superdotada era esta mujer. Para el que quiera salir, como yo, de la inopia de no haberse clavado antes con ella, es un buen momento: Minotauro lleva un rato reeditándola a ritmo de metralleta.

Pablo García, editor.

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De Arthur Schnitzler (Nórdica Libros)

Si recuerdan la película Eyes wide shut (Ojos bien cerrados), del director Stanley Kubrick y protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, saben más o menos de qué va este libro. El film del director estadounidense está basado en esta novela de Schinitzler publicada en 1926, en la que el doctor Fridolin asiste a una fiesta de personas con máscaras de carnaval que disfrutan del sexo y los excesos. Lo recomiendo mucho, sobre todo la versión ilustrada de Jakob Hinrichs.

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Es una novela basada en hechos reales y tiene la mejor primera página que he leído en mi vida: “el físico austriaco Paul Ehrenfest entró en el Instituto Pedagógico del profesor Jan Waterink para niños discapacitados en Ámsterdam, le disparó a Vassily, su hijo de catorce años, y luego se pegó un tiro en la cabeza”. Una historia dolorosa, pero completamente real.

Labatut hace una biografía con elementos de ficción sobre la vida de Paul Ehrenfest, el matemático Johnny Von Neumann y el jugador de go Lee Sedo. Nos lleva hasta el fondo de las mentes más brillantes de la posguerra, quienes se unen a proyectos científicos que cambiarán la historia del mundo: el proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica y la creación del Maniac, una de las primeras computadoras. Un sube y baja de locura y episodios de crueldad.

Laura Sánchez Ley, periodista.

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La inmediatez nos ha robado la atención y, a muchos periodistas, les ha arrebatado la capacidad de observar, escuchar y habitar el mundo con curiosidad. El trabajo de Julio Scherer parece tan remoto como las revistas impresas, como el Excélsior y su enfrentamiento al poder. Hay quienes creen que el periodismo que sentó las bases de lo que somos hoy ya no puede enseñarnos gran cosa. Basta leer unas cuantas piezas de esta antología para descubrir que hoy es más vigente que nunca.

Su trabajo fue tan delicado y minucioso que parece sencillo, pero pocos logran la precisión y el ritmo que Don Julio lograba en sus textos. Una lectura no solo recomendable, sino necesaria para todos los jóvenes periodistas. Mis crónicas favoritas fueron “Veinte divertidos minutos con Stravinski”, “Vasconcelos adquirió su dimensión exacta” y, por supuesto, “Morir a tiempo”, una fuerte lección para quienes nos paraliza la sola idea de perder a nuestro padre.

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Este libro narra historias de un concepto que me parecía totalmente desconocido hasta mi primer acercamiento: los partos fortuitos. Aunque son diferentes a un aborto, este tipo de partos carga con los mismos estigmas patriarcales. El libro no solo narra los estigmas sociales sino su más grave expresión material que es la cárcel, a causa del delito de homicidio en razón de parentesco. ¿Mujeres como Dafne McPherson que no sabían que estaban embarazadas merecían estar en prisión después de dar a luz? Este libro ofrece todas las respuestas para concluir que no, y pensar en otra clave los derechos reproductivos de las mujeres.

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El entusiasmo de Martín Solares, nuestro querido colaborador, me llevó a Le Guin, con los pasos no del todo confiados del que se acerca a un tótem (le había leído unos cuantos poemas sueltos, nomás). Tomé La mano izquierda de la oscuridad, una de sus novelas tempranas, de finales de los sesenta. El primer estimulante es su estructura, más compleja e imaginativa que la dictada por la necesidad usual (en la ciencia ficción) de mostrar a un héroe que va derecho y no se quita. Pero la fascinación definitiva viene de la exactitud con la que la escritora recreó la psicología del poder autoritario, aplicable tanto a la colección de las galaxias como a la vida estrechita y trabajosa del bestiaplanete (Quino meets Le Guin) que habitamos. Tremenda visionaria, superdotada era esta mujer. Para el que quiera salir, como yo, de la inopia de no haberse clavado antes con ella, es un buen momento: Minotauro lleva un rato reeditándola a ritmo de metralleta.

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Si recuerdan la película Eyes wide shut (Ojos bien cerrados), del director Stanley Kubrick y protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, saben más o menos de qué va este libro. El film del director estadounidense está basado en esta novela de Schinitzler publicada en 1926, en la que el doctor Fridolin asiste a una fiesta de personas con máscaras de carnaval que disfrutan del sexo y los excesos. Lo recomiendo mucho, sobre todo la versión ilustrada de Jakob Hinrichs.

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La inmediatez nos ha robado la atención y, a muchos periodistas, les ha arrebatado la capacidad de observar, escuchar y habitar el mundo con curiosidad. El trabajo de Julio Scherer parece tan remoto como las revistas impresas, como el Excélsior y su enfrentamiento al poder. Hay quienes creen que el periodismo que sentó las bases de lo que somos hoy ya no puede enseñarnos gran cosa. Basta leer unas cuantas piezas de esta antología para descubrir que hoy es más vigente que nunca.

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El entusiasmo de Martín Solares, nuestro querido colaborador, me llevó a Le Guin, con los pasos no del todo confiados del que se acerca a un tótem (le había leído unos cuantos poemas sueltos, nomás). Tomé La mano izquierda de la oscuridad, una de sus novelas tempranas, de finales de los sesenta. El primer estimulante es su estructura, más compleja e imaginativa que la dictada por la necesidad usual (en la ciencia ficción) de mostrar a un héroe que va derecho y no se quita. Pero la fascinación definitiva viene de la exactitud con la que la escritora recreó la psicología del poder autoritario, aplicable tanto a la colección de las galaxias como a la vida estrechita y trabajosa del bestiaplanete (Quino meets Le Guin) que habitamos. Tremenda visionaria, superdotada era esta mujer. Para el que quiera salir, como yo, de la inopia de no haberse clavado antes con ella, es un buen momento: Minotauro lleva un rato reeditándola a ritmo de metralleta.

Pablo García, editor.

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De Arthur Schnitzler (Nórdica Libros)

Si recuerdan la película Eyes wide shut (Ojos bien cerrados), del director Stanley Kubrick y protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, saben más o menos de qué va este libro. El film del director estadounidense está basado en esta novela de Schinitzler publicada en 1926, en la que el doctor Fridolin asiste a una fiesta de personas con máscaras de carnaval que disfrutan del sexo y los excesos. Lo recomiendo mucho, sobre todo la versión ilustrada de Jakob Hinrichs.

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Es una novela basada en hechos reales y tiene la mejor primera página que he leído en mi vida: “el físico austriaco Paul Ehrenfest entró en el Instituto Pedagógico del profesor Jan Waterink para niños discapacitados en Ámsterdam, le disparó a Vassily, su hijo de catorce años, y luego se pegó un tiro en la cabeza”. Una historia dolorosa, pero completamente real.

Labatut hace una biografía con elementos de ficción sobre la vida de Paul Ehrenfest, el matemático Johnny Von Neumann y el jugador de go Lee Sedo. Nos lleva hasta el fondo de las mentes más brillantes de la posguerra, quienes se unen a proyectos científicos que cambiarán la historia del mundo: el proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica y la creación del Maniac, una de las primeras computadoras. Un sube y baja de locura y episodios de crueldad.

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La inmediatez nos ha robado la atención y, a muchos periodistas, les ha arrebatado la capacidad de observar, escuchar y habitar el mundo con curiosidad. El trabajo de Julio Scherer parece tan remoto como las revistas impresas, como el Excélsior y su enfrentamiento al poder. Hay quienes creen que el periodismo que sentó las bases de lo que somos hoy ya no puede enseñarnos gran cosa. Basta leer unas cuantas piezas de esta antología para descubrir que hoy es más vigente que nunca.

Su trabajo fue tan delicado y minucioso que parece sencillo, pero pocos logran la precisión y el ritmo que Don Julio lograba en sus textos. Una lectura no solo recomendable, sino necesaria para todos los jóvenes periodistas. Mis crónicas favoritas fueron “Veinte divertidos minutos con Stravinski”, “Vasconcelos adquirió su dimensión exacta” y, por supuesto, “Morir a tiempo”, una fuerte lección para quienes nos paraliza la sola idea de perder a nuestro padre.

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Este libro narra historias de un concepto que me parecía totalmente desconocido hasta mi primer acercamiento: los partos fortuitos. Aunque son diferentes a un aborto, este tipo de partos carga con los mismos estigmas patriarcales. El libro no solo narra los estigmas sociales sino su más grave expresión material que es la cárcel, a causa del delito de homicidio en razón de parentesco. ¿Mujeres como Dafne McPherson que no sabían que estaban embarazadas merecían estar en prisión después de dar a luz? Este libro ofrece todas las respuestas para concluir que no, y pensar en otra clave los derechos reproductivos de las mujeres.

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El entusiasmo de Martín Solares, nuestro querido colaborador, me llevó a Le Guin, con los pasos no del todo confiados del que se acerca a un tótem (le había leído unos cuantos poemas sueltos, nomás). Tomé La mano izquierda de la oscuridad, una de sus novelas tempranas, de finales de los sesenta. El primer estimulante es su estructura, más compleja e imaginativa que la dictada por la necesidad usual (en la ciencia ficción) de mostrar a un héroe que va derecho y no se quita. Pero la fascinación definitiva viene de la exactitud con la que la escritora recreó la psicología del poder autoritario, aplicable tanto a la colección de las galaxias como a la vida estrechita y trabajosa del bestiaplanete (Quino meets Le Guin) que habitamos. Tremenda visionaria, superdotada era esta mujer. Para el que quiera salir, como yo, de la inopia de no haberse clavado antes con ella, es un buen momento: Minotauro lleva un rato reeditándola a ritmo de metralleta.

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