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Matthew Perry, 1988. Fotografía de Ralph Dominguez/ MediaPunch.
La muerte de Matthew Perry trajo consigo un dolor inesperado entre todos aquellos que hemos encontrado en Friends, desde su año de estreno en 1994 y hasta la fecha, un abrazo al corazón y un lugar donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
“No puede ser cierto”, dije una y otra vez, al recibir varios mensajes de pésame en el celular, por extraño que parezca, como si yo hubiera perdido a un ser querido. Todos contenían el mismo link. Al abrirlo, me resistí a creer el encabezado en letras mayúsculas: Matthew Perry había muerto. La información provenía de TMZ, el medio intrusivo de las exclusivas dolorosas –casi siempre, puras tragedias– que uno se resiste a aceptar… aunque siempre sean ciertas. Lo fue cuando anunciaron, antes que en cualquier otro lado, la muerte de Michael Jackson; y también, cuando aquella “maldición” alrededor del elenco de Glee cobró una nueva vida; la más reciente, la de la actriz Naya Rivera. En esta ocasión era más personal que nunca, al tratarse del actor que dio vida a mi personaje favorito de mi serie favorita, quien fue encontrado muerto el 28 de octubre de 2023 en el jacuzzi de su residencia en Los Ángeles, California. Como periodista, no tuve duda de la veracidad en la información; como fanático, el corazón se negaba a aceptarlo.
Siempre percibí con admiración la forma en que el público le llora a sus ídolos. Ya sea viéndolos a lo lejos en un concierto masivo o cuando abandonaron este mundo. La sensación más cercana que tuve a dicha experiencia ocurrió cuando Carrie Fisher se convirtió en una nueva estrella que habita la galaxia lejana. Pero nunca había experimentado algo como lo vivido ahora. Matthew Perry ha muerto dejando un hueco en el corazón que nunca pensé llevar a cuestas.
Los ídolos jamás deberían morir. Los amigos jamás deberían dejar de existir. Pero lo hacen… y cuando ocurre, duele. Y duele mucho.
Matthew Perry siempre estuvo conmigo. Lo hizo en las buenas y en las malas. Cuando estuve un mes en el hospital por una pancreatitis como la que él padeció, y mis únicos acompañantes eran un televisor y un viejo reproductor de DVD en donde vi una y otra vez la única temporada de Friends de mi pequeña biblioteca personal. Lo hizo también cuando, a causa de la pandemia, mi vida entera se vino abajo: la muerte de mi abuelo precedió a la de mi mejor amigo con apenas un mes de diferencia y la incertidumbre respecto a mi vida profesional carcomía mis pensamientos. Ahí, cuando todo parecía empeorar, solamente las aventuras en Central Perk lograban reconfortarme. “Está probado que las langostas se enamoran y se juntan para toda la vida”, decía la frase de Phoebe Buffay (Lisa Kudrow) que hizo eco en mí cuando las cosas mejoraron y supe que era momento de proponerle matrimonio a la langosta de mi vida. De hecho, tomé prestado algo de inspiración en aquel icónico momento cuando Chandler (Matthew Perry) y Monica (Courteney Cox) se dieron el “sí” mutuamente y parte de esos diálogos han quedado enmarcados por siempre en la invitación a ese momento tan emocionante: “Tú me haces más feliz de lo que creí que podría ser. Si me lo permites, pasaré el resto de mi vida tratando de hacerte sentir lo mismo”. Así de poderosa ha sido la amistad que he “entablado” con estos seis amigos; una que, sin duda, cambió mi vida.
Y es quizá ahí donde se encuentre la clave del éxito de esta serie maravillosa que el mundo ha amado –cada vez con más intensidad– desde 1994 a la fecha. Todos y cada uno de los personajes presentados aquí, sus historias, aventuras y desventuras, pueden conectar, de alguna u otra forma, con cualquiera del otro lado de la pantalla. “Friends es como tener un sándwich de queso a la parrilla realmente genial. Es un clásico, es reconfortante, y siempre va a estar ahí para ti”, son las palabras de Matthew Perry contenidas en el libro Friends… ‘Till the End: The One With All Ten Years (2005), de David Wild. Ese salto a la vida adulta –no siempre acompañado de la suficiente madurez– nos ha permitido identificarnos con estos personajes, a través de una comedia fabulosa que supo siempre arrebatar nuestros sentimientos. “En lo que a mí respecta, (Friends) siempre ha sido el lugar más agradable en el que se puede estar”, agrega Matthew Perry, “puedes contar con 22 minutos en los que te vas a sentar ahí y reír inesperadamente cada semana. Básicamente, son gente agradable con la que quieres estar. Y todos los grupos parecen tener un Ross o un Chandler dentro, y las personas realmente se relacionan con el programa en muchos niveles”. Y no hay nada más real. Es curioso mirar a tu alrededor e identificar en las personas de tu vida rasgos de cada uno de estos personajes: el sarcástico, la controladora, el despistado, la liberal, el divorciado y la soñadora. Si alguno te falta, es probable que esa personalidad sea la que te caracteriza.
Así, con ese espejo de la vida, Matthew Perry, Jennifer Aniston, Courteney Cox, Lisa Kudrow, Matt Le Blanc y David Schwimmer hicieron que las aventuras de Chandler, Rachel, Monica, Phoebe, Joey y Ross delinearan la visión de un mundo mejor. Transmitida los jueves por la noche en la señal de NBC en los Estados Unidos, entre Mad About You y Seinfeld –y en México, entre los canales 4 y 5 de tele abierta–, Friends presentó semana a semana un reflejo de la cotidianeidad y mostró situaciones que hoy, gracias a su valentía y sutileza, asumimos como parte de la normalidad del siglo XXI.
Bajo los estándares “conservadores” que regían al prime time de los años noventa en la televisión norteamericana, Friends inició su historia con Rachel al irrumpir en el icónico Central Perk vestida de novia, luego de huir de su boda para aventurarse en la persecución de sus sueños. La serie nos hizo parte de un grupo donde se habló con toda normalidad de la menstruación y de la vida sexual de cada uno de ellos; la discusión sobre la maternidad subrogada y también de la adopción cuando las circunstancias de la vida te dejan sin opciones.
También te puede interesar: "Temporada de huracanes, la fallida adaptación al cine de Elisa Miller".
Esos espejos diseñados por Friends con fragmentos de la vida misma evidenciaron el valor requerido para abandonar ese trabajo que tanto odias y perseguir tu verdadera vocación. Nunca olvidaré ese ataque de risa que me dio cuando, en plena mudanza, un librero quedó atrapado en las escaleras y ni el mejor “Pivot!” lo podría liberar. Al igual que aquí, hemos sido testigos de esas historias de amor que han llevado a sus involucrados a tomar decisiones aventuradas, como bajarse de un avión porque así se los dictó su corazón.
“Quisiera que Friends fuera recordado como el show que hizo reír a la gente por diez años, y como una serie que maduró con el tiempo y se mantuvo relevante”, declaró Courteney Cox en el mencionado libro de David Wild, que conmemoró el final de la serie, ocurrido en 2004. “Y también me gustaría que se viera como un ejemplo de cómo la gente puede realmente permanecer junta”.
Jamás sabremos cuál fue el verdadero trabajo de Chandler al inicio de la serie o si lo ocurrido en el break entre Rachel y Ross es válido o no. De lo que sí estamos seguros es que hay amores, como el de ellos –o como el de Monica y Chandler– que son equiparables al que existe entre las langostas: seres realmente fieles que permanecerán junto a su pareja por el resto de sus días.
Amigos, amantes y aquello tan terrible
No habían pasado más de tres días desde que el elenco de Friends se reunió por primera vez a trabajar cuando las personalidades de todos se mimetizaron con las de sus personajes. Frente al resto del elenco –como si se tratase de Monica hablándole a sus amigos– Courteney Cox sentenció: “Aquí no hay un Jerry Seinfeld en este show, así que trabajemos todos juntos. Este es un verdadero ensamble. Se supone que todos somos amigos, así que vamos a trabajar y a conocernos en serio”.
Así lo recordó Matthew Perry en su autobiografía Amigos, amantes y aquello tan terrible, publicada en noviembre de 2022, donde el actor abrió su corazón y reveló los detalles más dolorosos de su vida. En su forma más honesta y emotiva, el actor narró su experiencia con el abuso del alcohol y las drogas, sus episodios depresivos, las enfermedades y aquellos cinco minutos en los que clínicamente estuvo muerto. “Imagina tu momento más oscuro… excepto que estás siendo visto por 32 millones de personas”, escribió el actor. “Friends fue un trabajo tan bueno y divertido que atenuó todo; al menos por un rato. Yo era el segunda base de los Yankees de Nueva York. No podía echarlo a perder. Nunca me lo hubiera perdonado”.
Matthew permaneció en silencio durante mucho tiempo en medio de rodajes y el esplendor de la serie, mientras los demonios le atormentaban. "No lo sabíamos”, dijo, entre lágrimas, Jennifer Aniston ante Diane Sawyer, la célebre periodista de ABC, en una entrevista realizada en 2004. “No estábamos preparados para afrontarlo. Nadie se había enfrentado nunca a eso, y ante la idea incluso de perderle".
Ese sentimiento agridulce fue palpable en el esperado reencuentro del elenco original. Estrenado en mayo de 2021 –en el catálogo de la recién inaugurada plataforma digital de HBO Max–, el especial nos dejó una mezcla de alegría por ver juntos, una vez más –y por última vez– a nuestros amigos favoritos de la televisión, pero también con gran preocupación frente a las declaraciones del actor detrás de Chandler Bing. Con un semblante desencajado, Matthew se sinceró acerca de lo doloroso que resultó para él la filmación de la serie. “Sentía que me iba a morir si (el público en vivo) no se reía (de mis chistes). Y, sin duda, no era algo sano. Pero, a veces, cuando yo decía uno de mis diálogos, y nadie se reía, yo sudaba y casi me daban convulsiones. Si no provocaba las risas que debía arrancar, me volvía loco. Y así me sentía cada noche”.
Conocer estas revelaciones –así como lo publicado meses después en la autobiografía de Perry–, destaparon una cloaca que siempre estuvo ahí, en nuestras narices, pero que nadie jamás logró identificar. De la misma forma en que uno se entera de los problemas personales de la gente a su alrededor, cuando ya es demasiado tarde, la presión social, la fama, la oscuridad de su mente carcomieron poco a poco a Matthew frente a nuestros ojos, en cada capítulo de nuestra serie favorita. “En la naturaleza, cuando un pingüino está herido, los otros pingüinos se reúnen a su alrededor y lo levantan del piso hasta que se sienta mejor”, escribió Matthew en su autobiografía. “Esto es lo que mis compañeros de Friends hicieron por mí. (...) Yo era el pingüino herido, pero estaba decidido a no decepcionar a estas personas y a este programa tan maravilloso… Aún así, la adicción arrasó conmigo”.
I’ll be there for you
Eran las cuatro de la mañana. Seis personas aguardaban de pie al interior de una fuente construida en un set de los estudios Warner, en Burbank, California. Varias horas habían transcurrido desde que el elenco de un proyecto llamado tentativamente Friends Like Us soportaba ese clima gélido que los hacía temblar de frío… y también de nervios por el estreno próximo, en televisión nacional, de una serie que trascendería las fronteras de Estados Unidos y a varias generaciones. De pronto, la tensión fue aniquilada por un joven Matthew Perry quien animó a sus compañeros mojándolos para obtener las risas y la alegría que pudimos apreciar en el intro de los 236 episodios del show de comedia más exitoso de todos los tiempos. A Matthew le era fácil convertir la incomodidad en una situación colmada de felicidad y emoción que son palpables cuando uno observa la secuencia de créditos iniciales. Matthew, “el verdadero Matthew”, como escribió Lisa Kudrow en el prefacio de la autobiografía de Perry, fue “un hombre sumamente inteligente, encantador, dulce, sensible, sensato y racional. Esa persona, con todo lo que estaba enfrentando, (que) aún estaba presente”. Un Matthew que no existe más…
Hoy Friends, de alguna forma, luce diferente. El enorme corazón de esta serie sigue ahí. Las risas, también. Pero es imposible no fijarse en las miradas de todas las personas a cuadro; en especial, en la de Perry. No importan sus bromas. Da igual si Chandler se encuentra abrumado por la estridencia de Janice –esa expareja suya de la que nunca se pudo zafar– o si está atrapado en un cajero con Jill Goodacre –la actriz y exmodelo de Victoria’s Secret– o si lo vemos esforzándose más que nunca por hacer feliz a Monica, a ese personaje que le cambió la vida bailándole con un pavo en la cabeza o cuando le reveló las siete zonas erógenas de las mujeres. Hoy el rostro de Chandler nos habla –sin decir nada– de esos fantasmas que existen y habitan en la mente de todos. Especialmente, en aquellos amigos que están en problemas pero que te hacen reír; en esas personas que viven luchando contra sus propios demonios, pero que siempre tratarán de ocultarlo detrás de una sonrisa.
Una última taza de café
En 2004, más de cincuenta y dos millones de espectadores vieron en Estados Unidos el final de Friends y escucharon a Matthew Perry decir la línea final de esta icónica historia. “Antes de ese último episodio, hablé con Marta Kauffman (creadora y productora de la serie) y le dije: ‘A nadie más le va a importar esto, pero quisiera ser el último en hablar”, escribió Matthew en su autobiografía. “Ésta es la razón por la que, mientras todos salimos en tropel del departamento, y Rachel sugiere que nos tomemos una última taza de café, yo tuve el privilegio de bajar el telón de Friends. Así, con una sincronización perfecta, Chandler dijo por última vez ‘¿a dónde?’”. A casi dos décadas de aquel momento, las palabras finales de Matthew resuenan de una forma muy distinta. ¿A dónde vamos ahora que hemos perdido a este verdadero gran amigo? ¿A dónde mirar si el lugar de quien prometió siempre estar ahí para nosotros se ha quedado vacío para siempre?
“He dicho esto por mucho tiempo: cuando me muera, no quiero que Friends sea lo primero que se diga sobre mí”, afirmó Matthew Perry en el podcast Q With Tom Power en noviembre de 2022. “Lo mejor sobre mí habrá sido que, si alguien se acercó a mí y me dijo: ‘no puedo dejar de tomar, ¿puedes ayudarme?’, yo habré dicho que sí y le habré ayudado. Eso habrá sido lo mejor de mí. Así que, cuando muera, eso es lo que quiero que se diga sobre mí y viviré el resto de mi vida probándolo”.
En el momento de mayor generosidad y humildad de su vida –donde posiblemente ayudó más que nunca a las personas en situaciones similares a las que él padeció–, Matthew Perry ha emprendido un viaje sin retorno a 5 Yemen Road, Yemen; a ese lugar donde Chandler fingió viajar para deshacerse de uno de los “problemas” más grandes de su vida: el amor desorbitado –y estrafalario– de una mujer que solo lo quiso hacer feliz. Mientras que Chandler fue alejándose de ese destino tan temido al que creyó estar condenado, Matthew terminó más o menos como su personaje siempre temió: en solitario, anhelando una vida que solo la ficción le dio y dejando una estela infinita de amigos que lo extrañarán por siempre.
Pero en medio de su sorpresiva ausencia, el legado de Matthew parece sentirse más vivo que nunca. A unos días de su fallecimiento, ha surgido The Matthew Perry Foundation, “la materialización del compromiso permanente de Matthew de ayudar a quienes luchan contra una adicción”, como se lee en la página oficial de dicha iniciativa que “honrará su memoria, estará guiada por sus propias palabras y experiencias, y será impulsada por esa pasión con la que quiso marcar la diferencia en tantas vidas como le fuera posible”.
Aún con el dolor palpable de su muerte, el espíritu de Matthew, al igual que el de Friends, late con fuerza en el corazón de esos amigos que aún siguen aquí. Aquellos que buscarán salvar tantas vidas como sea posible y le sonreirán siempre a la desesperanza; también quienes le darán una mano a quien lo necesite, y nos dirigirán a ese lugar que siempre nos hizo soñar y donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
Gracias, Matthew, por habernos ayudado tanto y habernos salvado la vida… aún a costa de la tuya. Hasta siempre, querido Chandler. We’ll try to keep it down…
Te recomendamos leer: "John Carpenter: cine B para momentos B de la vida".
La muerte de Matthew Perry trajo consigo un dolor inesperado entre todos aquellos que hemos encontrado en Friends, desde su año de estreno en 1994 y hasta la fecha, un abrazo al corazón y un lugar donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
“No puede ser cierto”, dije una y otra vez, al recibir varios mensajes de pésame en el celular, por extraño que parezca, como si yo hubiera perdido a un ser querido. Todos contenían el mismo link. Al abrirlo, me resistí a creer el encabezado en letras mayúsculas: Matthew Perry había muerto. La información provenía de TMZ, el medio intrusivo de las exclusivas dolorosas –casi siempre, puras tragedias– que uno se resiste a aceptar… aunque siempre sean ciertas. Lo fue cuando anunciaron, antes que en cualquier otro lado, la muerte de Michael Jackson; y también, cuando aquella “maldición” alrededor del elenco de Glee cobró una nueva vida; la más reciente, la de la actriz Naya Rivera. En esta ocasión era más personal que nunca, al tratarse del actor que dio vida a mi personaje favorito de mi serie favorita, quien fue encontrado muerto el 28 de octubre de 2023 en el jacuzzi de su residencia en Los Ángeles, California. Como periodista, no tuve duda de la veracidad en la información; como fanático, el corazón se negaba a aceptarlo.
Siempre percibí con admiración la forma en que el público le llora a sus ídolos. Ya sea viéndolos a lo lejos en un concierto masivo o cuando abandonaron este mundo. La sensación más cercana que tuve a dicha experiencia ocurrió cuando Carrie Fisher se convirtió en una nueva estrella que habita la galaxia lejana. Pero nunca había experimentado algo como lo vivido ahora. Matthew Perry ha muerto dejando un hueco en el corazón que nunca pensé llevar a cuestas.
Los ídolos jamás deberían morir. Los amigos jamás deberían dejar de existir. Pero lo hacen… y cuando ocurre, duele. Y duele mucho.
Matthew Perry siempre estuvo conmigo. Lo hizo en las buenas y en las malas. Cuando estuve un mes en el hospital por una pancreatitis como la que él padeció, y mis únicos acompañantes eran un televisor y un viejo reproductor de DVD en donde vi una y otra vez la única temporada de Friends de mi pequeña biblioteca personal. Lo hizo también cuando, a causa de la pandemia, mi vida entera se vino abajo: la muerte de mi abuelo precedió a la de mi mejor amigo con apenas un mes de diferencia y la incertidumbre respecto a mi vida profesional carcomía mis pensamientos. Ahí, cuando todo parecía empeorar, solamente las aventuras en Central Perk lograban reconfortarme. “Está probado que las langostas se enamoran y se juntan para toda la vida”, decía la frase de Phoebe Buffay (Lisa Kudrow) que hizo eco en mí cuando las cosas mejoraron y supe que era momento de proponerle matrimonio a la langosta de mi vida. De hecho, tomé prestado algo de inspiración en aquel icónico momento cuando Chandler (Matthew Perry) y Monica (Courteney Cox) se dieron el “sí” mutuamente y parte de esos diálogos han quedado enmarcados por siempre en la invitación a ese momento tan emocionante: “Tú me haces más feliz de lo que creí que podría ser. Si me lo permites, pasaré el resto de mi vida tratando de hacerte sentir lo mismo”. Así de poderosa ha sido la amistad que he “entablado” con estos seis amigos; una que, sin duda, cambió mi vida.
Y es quizá ahí donde se encuentre la clave del éxito de esta serie maravillosa que el mundo ha amado –cada vez con más intensidad– desde 1994 a la fecha. Todos y cada uno de los personajes presentados aquí, sus historias, aventuras y desventuras, pueden conectar, de alguna u otra forma, con cualquiera del otro lado de la pantalla. “Friends es como tener un sándwich de queso a la parrilla realmente genial. Es un clásico, es reconfortante, y siempre va a estar ahí para ti”, son las palabras de Matthew Perry contenidas en el libro Friends… ‘Till the End: The One With All Ten Years (2005), de David Wild. Ese salto a la vida adulta –no siempre acompañado de la suficiente madurez– nos ha permitido identificarnos con estos personajes, a través de una comedia fabulosa que supo siempre arrebatar nuestros sentimientos. “En lo que a mí respecta, (Friends) siempre ha sido el lugar más agradable en el que se puede estar”, agrega Matthew Perry, “puedes contar con 22 minutos en los que te vas a sentar ahí y reír inesperadamente cada semana. Básicamente, son gente agradable con la que quieres estar. Y todos los grupos parecen tener un Ross o un Chandler dentro, y las personas realmente se relacionan con el programa en muchos niveles”. Y no hay nada más real. Es curioso mirar a tu alrededor e identificar en las personas de tu vida rasgos de cada uno de estos personajes: el sarcástico, la controladora, el despistado, la liberal, el divorciado y la soñadora. Si alguno te falta, es probable que esa personalidad sea la que te caracteriza.
Así, con ese espejo de la vida, Matthew Perry, Jennifer Aniston, Courteney Cox, Lisa Kudrow, Matt Le Blanc y David Schwimmer hicieron que las aventuras de Chandler, Rachel, Monica, Phoebe, Joey y Ross delinearan la visión de un mundo mejor. Transmitida los jueves por la noche en la señal de NBC en los Estados Unidos, entre Mad About You y Seinfeld –y en México, entre los canales 4 y 5 de tele abierta–, Friends presentó semana a semana un reflejo de la cotidianeidad y mostró situaciones que hoy, gracias a su valentía y sutileza, asumimos como parte de la normalidad del siglo XXI.
Bajo los estándares “conservadores” que regían al prime time de los años noventa en la televisión norteamericana, Friends inició su historia con Rachel al irrumpir en el icónico Central Perk vestida de novia, luego de huir de su boda para aventurarse en la persecución de sus sueños. La serie nos hizo parte de un grupo donde se habló con toda normalidad de la menstruación y de la vida sexual de cada uno de ellos; la discusión sobre la maternidad subrogada y también de la adopción cuando las circunstancias de la vida te dejan sin opciones.
También te puede interesar: "Temporada de huracanes, la fallida adaptación al cine de Elisa Miller".
Esos espejos diseñados por Friends con fragmentos de la vida misma evidenciaron el valor requerido para abandonar ese trabajo que tanto odias y perseguir tu verdadera vocación. Nunca olvidaré ese ataque de risa que me dio cuando, en plena mudanza, un librero quedó atrapado en las escaleras y ni el mejor “Pivot!” lo podría liberar. Al igual que aquí, hemos sido testigos de esas historias de amor que han llevado a sus involucrados a tomar decisiones aventuradas, como bajarse de un avión porque así se los dictó su corazón.
“Quisiera que Friends fuera recordado como el show que hizo reír a la gente por diez años, y como una serie que maduró con el tiempo y se mantuvo relevante”, declaró Courteney Cox en el mencionado libro de David Wild, que conmemoró el final de la serie, ocurrido en 2004. “Y también me gustaría que se viera como un ejemplo de cómo la gente puede realmente permanecer junta”.
Jamás sabremos cuál fue el verdadero trabajo de Chandler al inicio de la serie o si lo ocurrido en el break entre Rachel y Ross es válido o no. De lo que sí estamos seguros es que hay amores, como el de ellos –o como el de Monica y Chandler– que son equiparables al que existe entre las langostas: seres realmente fieles que permanecerán junto a su pareja por el resto de sus días.
Amigos, amantes y aquello tan terrible
No habían pasado más de tres días desde que el elenco de Friends se reunió por primera vez a trabajar cuando las personalidades de todos se mimetizaron con las de sus personajes. Frente al resto del elenco –como si se tratase de Monica hablándole a sus amigos– Courteney Cox sentenció: “Aquí no hay un Jerry Seinfeld en este show, así que trabajemos todos juntos. Este es un verdadero ensamble. Se supone que todos somos amigos, así que vamos a trabajar y a conocernos en serio”.
Así lo recordó Matthew Perry en su autobiografía Amigos, amantes y aquello tan terrible, publicada en noviembre de 2022, donde el actor abrió su corazón y reveló los detalles más dolorosos de su vida. En su forma más honesta y emotiva, el actor narró su experiencia con el abuso del alcohol y las drogas, sus episodios depresivos, las enfermedades y aquellos cinco minutos en los que clínicamente estuvo muerto. “Imagina tu momento más oscuro… excepto que estás siendo visto por 32 millones de personas”, escribió el actor. “Friends fue un trabajo tan bueno y divertido que atenuó todo; al menos por un rato. Yo era el segunda base de los Yankees de Nueva York. No podía echarlo a perder. Nunca me lo hubiera perdonado”.
Matthew permaneció en silencio durante mucho tiempo en medio de rodajes y el esplendor de la serie, mientras los demonios le atormentaban. "No lo sabíamos”, dijo, entre lágrimas, Jennifer Aniston ante Diane Sawyer, la célebre periodista de ABC, en una entrevista realizada en 2004. “No estábamos preparados para afrontarlo. Nadie se había enfrentado nunca a eso, y ante la idea incluso de perderle".
Ese sentimiento agridulce fue palpable en el esperado reencuentro del elenco original. Estrenado en mayo de 2021 –en el catálogo de la recién inaugurada plataforma digital de HBO Max–, el especial nos dejó una mezcla de alegría por ver juntos, una vez más –y por última vez– a nuestros amigos favoritos de la televisión, pero también con gran preocupación frente a las declaraciones del actor detrás de Chandler Bing. Con un semblante desencajado, Matthew se sinceró acerca de lo doloroso que resultó para él la filmación de la serie. “Sentía que me iba a morir si (el público en vivo) no se reía (de mis chistes). Y, sin duda, no era algo sano. Pero, a veces, cuando yo decía uno de mis diálogos, y nadie se reía, yo sudaba y casi me daban convulsiones. Si no provocaba las risas que debía arrancar, me volvía loco. Y así me sentía cada noche”.
Conocer estas revelaciones –así como lo publicado meses después en la autobiografía de Perry–, destaparon una cloaca que siempre estuvo ahí, en nuestras narices, pero que nadie jamás logró identificar. De la misma forma en que uno se entera de los problemas personales de la gente a su alrededor, cuando ya es demasiado tarde, la presión social, la fama, la oscuridad de su mente carcomieron poco a poco a Matthew frente a nuestros ojos, en cada capítulo de nuestra serie favorita. “En la naturaleza, cuando un pingüino está herido, los otros pingüinos se reúnen a su alrededor y lo levantan del piso hasta que se sienta mejor”, escribió Matthew en su autobiografía. “Esto es lo que mis compañeros de Friends hicieron por mí. (...) Yo era el pingüino herido, pero estaba decidido a no decepcionar a estas personas y a este programa tan maravilloso… Aún así, la adicción arrasó conmigo”.
I’ll be there for you
Eran las cuatro de la mañana. Seis personas aguardaban de pie al interior de una fuente construida en un set de los estudios Warner, en Burbank, California. Varias horas habían transcurrido desde que el elenco de un proyecto llamado tentativamente Friends Like Us soportaba ese clima gélido que los hacía temblar de frío… y también de nervios por el estreno próximo, en televisión nacional, de una serie que trascendería las fronteras de Estados Unidos y a varias generaciones. De pronto, la tensión fue aniquilada por un joven Matthew Perry quien animó a sus compañeros mojándolos para obtener las risas y la alegría que pudimos apreciar en el intro de los 236 episodios del show de comedia más exitoso de todos los tiempos. A Matthew le era fácil convertir la incomodidad en una situación colmada de felicidad y emoción que son palpables cuando uno observa la secuencia de créditos iniciales. Matthew, “el verdadero Matthew”, como escribió Lisa Kudrow en el prefacio de la autobiografía de Perry, fue “un hombre sumamente inteligente, encantador, dulce, sensible, sensato y racional. Esa persona, con todo lo que estaba enfrentando, (que) aún estaba presente”. Un Matthew que no existe más…
Hoy Friends, de alguna forma, luce diferente. El enorme corazón de esta serie sigue ahí. Las risas, también. Pero es imposible no fijarse en las miradas de todas las personas a cuadro; en especial, en la de Perry. No importan sus bromas. Da igual si Chandler se encuentra abrumado por la estridencia de Janice –esa expareja suya de la que nunca se pudo zafar– o si está atrapado en un cajero con Jill Goodacre –la actriz y exmodelo de Victoria’s Secret– o si lo vemos esforzándose más que nunca por hacer feliz a Monica, a ese personaje que le cambió la vida bailándole con un pavo en la cabeza o cuando le reveló las siete zonas erógenas de las mujeres. Hoy el rostro de Chandler nos habla –sin decir nada– de esos fantasmas que existen y habitan en la mente de todos. Especialmente, en aquellos amigos que están en problemas pero que te hacen reír; en esas personas que viven luchando contra sus propios demonios, pero que siempre tratarán de ocultarlo detrás de una sonrisa.
Una última taza de café
En 2004, más de cincuenta y dos millones de espectadores vieron en Estados Unidos el final de Friends y escucharon a Matthew Perry decir la línea final de esta icónica historia. “Antes de ese último episodio, hablé con Marta Kauffman (creadora y productora de la serie) y le dije: ‘A nadie más le va a importar esto, pero quisiera ser el último en hablar”, escribió Matthew en su autobiografía. “Ésta es la razón por la que, mientras todos salimos en tropel del departamento, y Rachel sugiere que nos tomemos una última taza de café, yo tuve el privilegio de bajar el telón de Friends. Así, con una sincronización perfecta, Chandler dijo por última vez ‘¿a dónde?’”. A casi dos décadas de aquel momento, las palabras finales de Matthew resuenan de una forma muy distinta. ¿A dónde vamos ahora que hemos perdido a este verdadero gran amigo? ¿A dónde mirar si el lugar de quien prometió siempre estar ahí para nosotros se ha quedado vacío para siempre?
“He dicho esto por mucho tiempo: cuando me muera, no quiero que Friends sea lo primero que se diga sobre mí”, afirmó Matthew Perry en el podcast Q With Tom Power en noviembre de 2022. “Lo mejor sobre mí habrá sido que, si alguien se acercó a mí y me dijo: ‘no puedo dejar de tomar, ¿puedes ayudarme?’, yo habré dicho que sí y le habré ayudado. Eso habrá sido lo mejor de mí. Así que, cuando muera, eso es lo que quiero que se diga sobre mí y viviré el resto de mi vida probándolo”.
En el momento de mayor generosidad y humildad de su vida –donde posiblemente ayudó más que nunca a las personas en situaciones similares a las que él padeció–, Matthew Perry ha emprendido un viaje sin retorno a 5 Yemen Road, Yemen; a ese lugar donde Chandler fingió viajar para deshacerse de uno de los “problemas” más grandes de su vida: el amor desorbitado –y estrafalario– de una mujer que solo lo quiso hacer feliz. Mientras que Chandler fue alejándose de ese destino tan temido al que creyó estar condenado, Matthew terminó más o menos como su personaje siempre temió: en solitario, anhelando una vida que solo la ficción le dio y dejando una estela infinita de amigos que lo extrañarán por siempre.
Pero en medio de su sorpresiva ausencia, el legado de Matthew parece sentirse más vivo que nunca. A unos días de su fallecimiento, ha surgido The Matthew Perry Foundation, “la materialización del compromiso permanente de Matthew de ayudar a quienes luchan contra una adicción”, como se lee en la página oficial de dicha iniciativa que “honrará su memoria, estará guiada por sus propias palabras y experiencias, y será impulsada por esa pasión con la que quiso marcar la diferencia en tantas vidas como le fuera posible”.
Aún con el dolor palpable de su muerte, el espíritu de Matthew, al igual que el de Friends, late con fuerza en el corazón de esos amigos que aún siguen aquí. Aquellos que buscarán salvar tantas vidas como sea posible y le sonreirán siempre a la desesperanza; también quienes le darán una mano a quien lo necesite, y nos dirigirán a ese lugar que siempre nos hizo soñar y donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
Gracias, Matthew, por habernos ayudado tanto y habernos salvado la vida… aún a costa de la tuya. Hasta siempre, querido Chandler. We’ll try to keep it down…
Te recomendamos leer: "John Carpenter: cine B para momentos B de la vida".
Matthew Perry, 1988. Fotografía de Ralph Dominguez/ MediaPunch.
La muerte de Matthew Perry trajo consigo un dolor inesperado entre todos aquellos que hemos encontrado en Friends, desde su año de estreno en 1994 y hasta la fecha, un abrazo al corazón y un lugar donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
“No puede ser cierto”, dije una y otra vez, al recibir varios mensajes de pésame en el celular, por extraño que parezca, como si yo hubiera perdido a un ser querido. Todos contenían el mismo link. Al abrirlo, me resistí a creer el encabezado en letras mayúsculas: Matthew Perry había muerto. La información provenía de TMZ, el medio intrusivo de las exclusivas dolorosas –casi siempre, puras tragedias– que uno se resiste a aceptar… aunque siempre sean ciertas. Lo fue cuando anunciaron, antes que en cualquier otro lado, la muerte de Michael Jackson; y también, cuando aquella “maldición” alrededor del elenco de Glee cobró una nueva vida; la más reciente, la de la actriz Naya Rivera. En esta ocasión era más personal que nunca, al tratarse del actor que dio vida a mi personaje favorito de mi serie favorita, quien fue encontrado muerto el 28 de octubre de 2023 en el jacuzzi de su residencia en Los Ángeles, California. Como periodista, no tuve duda de la veracidad en la información; como fanático, el corazón se negaba a aceptarlo.
Siempre percibí con admiración la forma en que el público le llora a sus ídolos. Ya sea viéndolos a lo lejos en un concierto masivo o cuando abandonaron este mundo. La sensación más cercana que tuve a dicha experiencia ocurrió cuando Carrie Fisher se convirtió en una nueva estrella que habita la galaxia lejana. Pero nunca había experimentado algo como lo vivido ahora. Matthew Perry ha muerto dejando un hueco en el corazón que nunca pensé llevar a cuestas.
Los ídolos jamás deberían morir. Los amigos jamás deberían dejar de existir. Pero lo hacen… y cuando ocurre, duele. Y duele mucho.
Matthew Perry siempre estuvo conmigo. Lo hizo en las buenas y en las malas. Cuando estuve un mes en el hospital por una pancreatitis como la que él padeció, y mis únicos acompañantes eran un televisor y un viejo reproductor de DVD en donde vi una y otra vez la única temporada de Friends de mi pequeña biblioteca personal. Lo hizo también cuando, a causa de la pandemia, mi vida entera se vino abajo: la muerte de mi abuelo precedió a la de mi mejor amigo con apenas un mes de diferencia y la incertidumbre respecto a mi vida profesional carcomía mis pensamientos. Ahí, cuando todo parecía empeorar, solamente las aventuras en Central Perk lograban reconfortarme. “Está probado que las langostas se enamoran y se juntan para toda la vida”, decía la frase de Phoebe Buffay (Lisa Kudrow) que hizo eco en mí cuando las cosas mejoraron y supe que era momento de proponerle matrimonio a la langosta de mi vida. De hecho, tomé prestado algo de inspiración en aquel icónico momento cuando Chandler (Matthew Perry) y Monica (Courteney Cox) se dieron el “sí” mutuamente y parte de esos diálogos han quedado enmarcados por siempre en la invitación a ese momento tan emocionante: “Tú me haces más feliz de lo que creí que podría ser. Si me lo permites, pasaré el resto de mi vida tratando de hacerte sentir lo mismo”. Así de poderosa ha sido la amistad que he “entablado” con estos seis amigos; una que, sin duda, cambió mi vida.
Y es quizá ahí donde se encuentre la clave del éxito de esta serie maravillosa que el mundo ha amado –cada vez con más intensidad– desde 1994 a la fecha. Todos y cada uno de los personajes presentados aquí, sus historias, aventuras y desventuras, pueden conectar, de alguna u otra forma, con cualquiera del otro lado de la pantalla. “Friends es como tener un sándwich de queso a la parrilla realmente genial. Es un clásico, es reconfortante, y siempre va a estar ahí para ti”, son las palabras de Matthew Perry contenidas en el libro Friends… ‘Till the End: The One With All Ten Years (2005), de David Wild. Ese salto a la vida adulta –no siempre acompañado de la suficiente madurez– nos ha permitido identificarnos con estos personajes, a través de una comedia fabulosa que supo siempre arrebatar nuestros sentimientos. “En lo que a mí respecta, (Friends) siempre ha sido el lugar más agradable en el que se puede estar”, agrega Matthew Perry, “puedes contar con 22 minutos en los que te vas a sentar ahí y reír inesperadamente cada semana. Básicamente, son gente agradable con la que quieres estar. Y todos los grupos parecen tener un Ross o un Chandler dentro, y las personas realmente se relacionan con el programa en muchos niveles”. Y no hay nada más real. Es curioso mirar a tu alrededor e identificar en las personas de tu vida rasgos de cada uno de estos personajes: el sarcástico, la controladora, el despistado, la liberal, el divorciado y la soñadora. Si alguno te falta, es probable que esa personalidad sea la que te caracteriza.
Así, con ese espejo de la vida, Matthew Perry, Jennifer Aniston, Courteney Cox, Lisa Kudrow, Matt Le Blanc y David Schwimmer hicieron que las aventuras de Chandler, Rachel, Monica, Phoebe, Joey y Ross delinearan la visión de un mundo mejor. Transmitida los jueves por la noche en la señal de NBC en los Estados Unidos, entre Mad About You y Seinfeld –y en México, entre los canales 4 y 5 de tele abierta–, Friends presentó semana a semana un reflejo de la cotidianeidad y mostró situaciones que hoy, gracias a su valentía y sutileza, asumimos como parte de la normalidad del siglo XXI.
Bajo los estándares “conservadores” que regían al prime time de los años noventa en la televisión norteamericana, Friends inició su historia con Rachel al irrumpir en el icónico Central Perk vestida de novia, luego de huir de su boda para aventurarse en la persecución de sus sueños. La serie nos hizo parte de un grupo donde se habló con toda normalidad de la menstruación y de la vida sexual de cada uno de ellos; la discusión sobre la maternidad subrogada y también de la adopción cuando las circunstancias de la vida te dejan sin opciones.
También te puede interesar: "Temporada de huracanes, la fallida adaptación al cine de Elisa Miller".
Esos espejos diseñados por Friends con fragmentos de la vida misma evidenciaron el valor requerido para abandonar ese trabajo que tanto odias y perseguir tu verdadera vocación. Nunca olvidaré ese ataque de risa que me dio cuando, en plena mudanza, un librero quedó atrapado en las escaleras y ni el mejor “Pivot!” lo podría liberar. Al igual que aquí, hemos sido testigos de esas historias de amor que han llevado a sus involucrados a tomar decisiones aventuradas, como bajarse de un avión porque así se los dictó su corazón.
“Quisiera que Friends fuera recordado como el show que hizo reír a la gente por diez años, y como una serie que maduró con el tiempo y se mantuvo relevante”, declaró Courteney Cox en el mencionado libro de David Wild, que conmemoró el final de la serie, ocurrido en 2004. “Y también me gustaría que se viera como un ejemplo de cómo la gente puede realmente permanecer junta”.
Jamás sabremos cuál fue el verdadero trabajo de Chandler al inicio de la serie o si lo ocurrido en el break entre Rachel y Ross es válido o no. De lo que sí estamos seguros es que hay amores, como el de ellos –o como el de Monica y Chandler– que son equiparables al que existe entre las langostas: seres realmente fieles que permanecerán junto a su pareja por el resto de sus días.
Amigos, amantes y aquello tan terrible
No habían pasado más de tres días desde que el elenco de Friends se reunió por primera vez a trabajar cuando las personalidades de todos se mimetizaron con las de sus personajes. Frente al resto del elenco –como si se tratase de Monica hablándole a sus amigos– Courteney Cox sentenció: “Aquí no hay un Jerry Seinfeld en este show, así que trabajemos todos juntos. Este es un verdadero ensamble. Se supone que todos somos amigos, así que vamos a trabajar y a conocernos en serio”.
Así lo recordó Matthew Perry en su autobiografía Amigos, amantes y aquello tan terrible, publicada en noviembre de 2022, donde el actor abrió su corazón y reveló los detalles más dolorosos de su vida. En su forma más honesta y emotiva, el actor narró su experiencia con el abuso del alcohol y las drogas, sus episodios depresivos, las enfermedades y aquellos cinco minutos en los que clínicamente estuvo muerto. “Imagina tu momento más oscuro… excepto que estás siendo visto por 32 millones de personas”, escribió el actor. “Friends fue un trabajo tan bueno y divertido que atenuó todo; al menos por un rato. Yo era el segunda base de los Yankees de Nueva York. No podía echarlo a perder. Nunca me lo hubiera perdonado”.
Matthew permaneció en silencio durante mucho tiempo en medio de rodajes y el esplendor de la serie, mientras los demonios le atormentaban. "No lo sabíamos”, dijo, entre lágrimas, Jennifer Aniston ante Diane Sawyer, la célebre periodista de ABC, en una entrevista realizada en 2004. “No estábamos preparados para afrontarlo. Nadie se había enfrentado nunca a eso, y ante la idea incluso de perderle".
Ese sentimiento agridulce fue palpable en el esperado reencuentro del elenco original. Estrenado en mayo de 2021 –en el catálogo de la recién inaugurada plataforma digital de HBO Max–, el especial nos dejó una mezcla de alegría por ver juntos, una vez más –y por última vez– a nuestros amigos favoritos de la televisión, pero también con gran preocupación frente a las declaraciones del actor detrás de Chandler Bing. Con un semblante desencajado, Matthew se sinceró acerca de lo doloroso que resultó para él la filmación de la serie. “Sentía que me iba a morir si (el público en vivo) no se reía (de mis chistes). Y, sin duda, no era algo sano. Pero, a veces, cuando yo decía uno de mis diálogos, y nadie se reía, yo sudaba y casi me daban convulsiones. Si no provocaba las risas que debía arrancar, me volvía loco. Y así me sentía cada noche”.
Conocer estas revelaciones –así como lo publicado meses después en la autobiografía de Perry–, destaparon una cloaca que siempre estuvo ahí, en nuestras narices, pero que nadie jamás logró identificar. De la misma forma en que uno se entera de los problemas personales de la gente a su alrededor, cuando ya es demasiado tarde, la presión social, la fama, la oscuridad de su mente carcomieron poco a poco a Matthew frente a nuestros ojos, en cada capítulo de nuestra serie favorita. “En la naturaleza, cuando un pingüino está herido, los otros pingüinos se reúnen a su alrededor y lo levantan del piso hasta que se sienta mejor”, escribió Matthew en su autobiografía. “Esto es lo que mis compañeros de Friends hicieron por mí. (...) Yo era el pingüino herido, pero estaba decidido a no decepcionar a estas personas y a este programa tan maravilloso… Aún así, la adicción arrasó conmigo”.
I’ll be there for you
Eran las cuatro de la mañana. Seis personas aguardaban de pie al interior de una fuente construida en un set de los estudios Warner, en Burbank, California. Varias horas habían transcurrido desde que el elenco de un proyecto llamado tentativamente Friends Like Us soportaba ese clima gélido que los hacía temblar de frío… y también de nervios por el estreno próximo, en televisión nacional, de una serie que trascendería las fronteras de Estados Unidos y a varias generaciones. De pronto, la tensión fue aniquilada por un joven Matthew Perry quien animó a sus compañeros mojándolos para obtener las risas y la alegría que pudimos apreciar en el intro de los 236 episodios del show de comedia más exitoso de todos los tiempos. A Matthew le era fácil convertir la incomodidad en una situación colmada de felicidad y emoción que son palpables cuando uno observa la secuencia de créditos iniciales. Matthew, “el verdadero Matthew”, como escribió Lisa Kudrow en el prefacio de la autobiografía de Perry, fue “un hombre sumamente inteligente, encantador, dulce, sensible, sensato y racional. Esa persona, con todo lo que estaba enfrentando, (que) aún estaba presente”. Un Matthew que no existe más…
Hoy Friends, de alguna forma, luce diferente. El enorme corazón de esta serie sigue ahí. Las risas, también. Pero es imposible no fijarse en las miradas de todas las personas a cuadro; en especial, en la de Perry. No importan sus bromas. Da igual si Chandler se encuentra abrumado por la estridencia de Janice –esa expareja suya de la que nunca se pudo zafar– o si está atrapado en un cajero con Jill Goodacre –la actriz y exmodelo de Victoria’s Secret– o si lo vemos esforzándose más que nunca por hacer feliz a Monica, a ese personaje que le cambió la vida bailándole con un pavo en la cabeza o cuando le reveló las siete zonas erógenas de las mujeres. Hoy el rostro de Chandler nos habla –sin decir nada– de esos fantasmas que existen y habitan en la mente de todos. Especialmente, en aquellos amigos que están en problemas pero que te hacen reír; en esas personas que viven luchando contra sus propios demonios, pero que siempre tratarán de ocultarlo detrás de una sonrisa.
Una última taza de café
En 2004, más de cincuenta y dos millones de espectadores vieron en Estados Unidos el final de Friends y escucharon a Matthew Perry decir la línea final de esta icónica historia. “Antes de ese último episodio, hablé con Marta Kauffman (creadora y productora de la serie) y le dije: ‘A nadie más le va a importar esto, pero quisiera ser el último en hablar”, escribió Matthew en su autobiografía. “Ésta es la razón por la que, mientras todos salimos en tropel del departamento, y Rachel sugiere que nos tomemos una última taza de café, yo tuve el privilegio de bajar el telón de Friends. Así, con una sincronización perfecta, Chandler dijo por última vez ‘¿a dónde?’”. A casi dos décadas de aquel momento, las palabras finales de Matthew resuenan de una forma muy distinta. ¿A dónde vamos ahora que hemos perdido a este verdadero gran amigo? ¿A dónde mirar si el lugar de quien prometió siempre estar ahí para nosotros se ha quedado vacío para siempre?
“He dicho esto por mucho tiempo: cuando me muera, no quiero que Friends sea lo primero que se diga sobre mí”, afirmó Matthew Perry en el podcast Q With Tom Power en noviembre de 2022. “Lo mejor sobre mí habrá sido que, si alguien se acercó a mí y me dijo: ‘no puedo dejar de tomar, ¿puedes ayudarme?’, yo habré dicho que sí y le habré ayudado. Eso habrá sido lo mejor de mí. Así que, cuando muera, eso es lo que quiero que se diga sobre mí y viviré el resto de mi vida probándolo”.
En el momento de mayor generosidad y humildad de su vida –donde posiblemente ayudó más que nunca a las personas en situaciones similares a las que él padeció–, Matthew Perry ha emprendido un viaje sin retorno a 5 Yemen Road, Yemen; a ese lugar donde Chandler fingió viajar para deshacerse de uno de los “problemas” más grandes de su vida: el amor desorbitado –y estrafalario– de una mujer que solo lo quiso hacer feliz. Mientras que Chandler fue alejándose de ese destino tan temido al que creyó estar condenado, Matthew terminó más o menos como su personaje siempre temió: en solitario, anhelando una vida que solo la ficción le dio y dejando una estela infinita de amigos que lo extrañarán por siempre.
Pero en medio de su sorpresiva ausencia, el legado de Matthew parece sentirse más vivo que nunca. A unos días de su fallecimiento, ha surgido The Matthew Perry Foundation, “la materialización del compromiso permanente de Matthew de ayudar a quienes luchan contra una adicción”, como se lee en la página oficial de dicha iniciativa que “honrará su memoria, estará guiada por sus propias palabras y experiencias, y será impulsada por esa pasión con la que quiso marcar la diferencia en tantas vidas como le fuera posible”.
Aún con el dolor palpable de su muerte, el espíritu de Matthew, al igual que el de Friends, late con fuerza en el corazón de esos amigos que aún siguen aquí. Aquellos que buscarán salvar tantas vidas como sea posible y le sonreirán siempre a la desesperanza; también quienes le darán una mano a quien lo necesite, y nos dirigirán a ese lugar que siempre nos hizo soñar y donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
Gracias, Matthew, por habernos ayudado tanto y habernos salvado la vida… aún a costa de la tuya. Hasta siempre, querido Chandler. We’ll try to keep it down…
Te recomendamos leer: "John Carpenter: cine B para momentos B de la vida".
La muerte de Matthew Perry trajo consigo un dolor inesperado entre todos aquellos que hemos encontrado en Friends, desde su año de estreno en 1994 y hasta la fecha, un abrazo al corazón y un lugar donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
“No puede ser cierto”, dije una y otra vez, al recibir varios mensajes de pésame en el celular, por extraño que parezca, como si yo hubiera perdido a un ser querido. Todos contenían el mismo link. Al abrirlo, me resistí a creer el encabezado en letras mayúsculas: Matthew Perry había muerto. La información provenía de TMZ, el medio intrusivo de las exclusivas dolorosas –casi siempre, puras tragedias– que uno se resiste a aceptar… aunque siempre sean ciertas. Lo fue cuando anunciaron, antes que en cualquier otro lado, la muerte de Michael Jackson; y también, cuando aquella “maldición” alrededor del elenco de Glee cobró una nueva vida; la más reciente, la de la actriz Naya Rivera. En esta ocasión era más personal que nunca, al tratarse del actor que dio vida a mi personaje favorito de mi serie favorita, quien fue encontrado muerto el 28 de octubre de 2023 en el jacuzzi de su residencia en Los Ángeles, California. Como periodista, no tuve duda de la veracidad en la información; como fanático, el corazón se negaba a aceptarlo.
Siempre percibí con admiración la forma en que el público le llora a sus ídolos. Ya sea viéndolos a lo lejos en un concierto masivo o cuando abandonaron este mundo. La sensación más cercana que tuve a dicha experiencia ocurrió cuando Carrie Fisher se convirtió en una nueva estrella que habita la galaxia lejana. Pero nunca había experimentado algo como lo vivido ahora. Matthew Perry ha muerto dejando un hueco en el corazón que nunca pensé llevar a cuestas.
Los ídolos jamás deberían morir. Los amigos jamás deberían dejar de existir. Pero lo hacen… y cuando ocurre, duele. Y duele mucho.
Matthew Perry siempre estuvo conmigo. Lo hizo en las buenas y en las malas. Cuando estuve un mes en el hospital por una pancreatitis como la que él padeció, y mis únicos acompañantes eran un televisor y un viejo reproductor de DVD en donde vi una y otra vez la única temporada de Friends de mi pequeña biblioteca personal. Lo hizo también cuando, a causa de la pandemia, mi vida entera se vino abajo: la muerte de mi abuelo precedió a la de mi mejor amigo con apenas un mes de diferencia y la incertidumbre respecto a mi vida profesional carcomía mis pensamientos. Ahí, cuando todo parecía empeorar, solamente las aventuras en Central Perk lograban reconfortarme. “Está probado que las langostas se enamoran y se juntan para toda la vida”, decía la frase de Phoebe Buffay (Lisa Kudrow) que hizo eco en mí cuando las cosas mejoraron y supe que era momento de proponerle matrimonio a la langosta de mi vida. De hecho, tomé prestado algo de inspiración en aquel icónico momento cuando Chandler (Matthew Perry) y Monica (Courteney Cox) se dieron el “sí” mutuamente y parte de esos diálogos han quedado enmarcados por siempre en la invitación a ese momento tan emocionante: “Tú me haces más feliz de lo que creí que podría ser. Si me lo permites, pasaré el resto de mi vida tratando de hacerte sentir lo mismo”. Así de poderosa ha sido la amistad que he “entablado” con estos seis amigos; una que, sin duda, cambió mi vida.
Y es quizá ahí donde se encuentre la clave del éxito de esta serie maravillosa que el mundo ha amado –cada vez con más intensidad– desde 1994 a la fecha. Todos y cada uno de los personajes presentados aquí, sus historias, aventuras y desventuras, pueden conectar, de alguna u otra forma, con cualquiera del otro lado de la pantalla. “Friends es como tener un sándwich de queso a la parrilla realmente genial. Es un clásico, es reconfortante, y siempre va a estar ahí para ti”, son las palabras de Matthew Perry contenidas en el libro Friends… ‘Till the End: The One With All Ten Years (2005), de David Wild. Ese salto a la vida adulta –no siempre acompañado de la suficiente madurez– nos ha permitido identificarnos con estos personajes, a través de una comedia fabulosa que supo siempre arrebatar nuestros sentimientos. “En lo que a mí respecta, (Friends) siempre ha sido el lugar más agradable en el que se puede estar”, agrega Matthew Perry, “puedes contar con 22 minutos en los que te vas a sentar ahí y reír inesperadamente cada semana. Básicamente, son gente agradable con la que quieres estar. Y todos los grupos parecen tener un Ross o un Chandler dentro, y las personas realmente se relacionan con el programa en muchos niveles”. Y no hay nada más real. Es curioso mirar a tu alrededor e identificar en las personas de tu vida rasgos de cada uno de estos personajes: el sarcástico, la controladora, el despistado, la liberal, el divorciado y la soñadora. Si alguno te falta, es probable que esa personalidad sea la que te caracteriza.
Así, con ese espejo de la vida, Matthew Perry, Jennifer Aniston, Courteney Cox, Lisa Kudrow, Matt Le Blanc y David Schwimmer hicieron que las aventuras de Chandler, Rachel, Monica, Phoebe, Joey y Ross delinearan la visión de un mundo mejor. Transmitida los jueves por la noche en la señal de NBC en los Estados Unidos, entre Mad About You y Seinfeld –y en México, entre los canales 4 y 5 de tele abierta–, Friends presentó semana a semana un reflejo de la cotidianeidad y mostró situaciones que hoy, gracias a su valentía y sutileza, asumimos como parte de la normalidad del siglo XXI.
Bajo los estándares “conservadores” que regían al prime time de los años noventa en la televisión norteamericana, Friends inició su historia con Rachel al irrumpir en el icónico Central Perk vestida de novia, luego de huir de su boda para aventurarse en la persecución de sus sueños. La serie nos hizo parte de un grupo donde se habló con toda normalidad de la menstruación y de la vida sexual de cada uno de ellos; la discusión sobre la maternidad subrogada y también de la adopción cuando las circunstancias de la vida te dejan sin opciones.
También te puede interesar: "Temporada de huracanes, la fallida adaptación al cine de Elisa Miller".
Esos espejos diseñados por Friends con fragmentos de la vida misma evidenciaron el valor requerido para abandonar ese trabajo que tanto odias y perseguir tu verdadera vocación. Nunca olvidaré ese ataque de risa que me dio cuando, en plena mudanza, un librero quedó atrapado en las escaleras y ni el mejor “Pivot!” lo podría liberar. Al igual que aquí, hemos sido testigos de esas historias de amor que han llevado a sus involucrados a tomar decisiones aventuradas, como bajarse de un avión porque así se los dictó su corazón.
“Quisiera que Friends fuera recordado como el show que hizo reír a la gente por diez años, y como una serie que maduró con el tiempo y se mantuvo relevante”, declaró Courteney Cox en el mencionado libro de David Wild, que conmemoró el final de la serie, ocurrido en 2004. “Y también me gustaría que se viera como un ejemplo de cómo la gente puede realmente permanecer junta”.
Jamás sabremos cuál fue el verdadero trabajo de Chandler al inicio de la serie o si lo ocurrido en el break entre Rachel y Ross es válido o no. De lo que sí estamos seguros es que hay amores, como el de ellos –o como el de Monica y Chandler– que son equiparables al que existe entre las langostas: seres realmente fieles que permanecerán junto a su pareja por el resto de sus días.
Amigos, amantes y aquello tan terrible
No habían pasado más de tres días desde que el elenco de Friends se reunió por primera vez a trabajar cuando las personalidades de todos se mimetizaron con las de sus personajes. Frente al resto del elenco –como si se tratase de Monica hablándole a sus amigos– Courteney Cox sentenció: “Aquí no hay un Jerry Seinfeld en este show, así que trabajemos todos juntos. Este es un verdadero ensamble. Se supone que todos somos amigos, así que vamos a trabajar y a conocernos en serio”.
Así lo recordó Matthew Perry en su autobiografía Amigos, amantes y aquello tan terrible, publicada en noviembre de 2022, donde el actor abrió su corazón y reveló los detalles más dolorosos de su vida. En su forma más honesta y emotiva, el actor narró su experiencia con el abuso del alcohol y las drogas, sus episodios depresivos, las enfermedades y aquellos cinco minutos en los que clínicamente estuvo muerto. “Imagina tu momento más oscuro… excepto que estás siendo visto por 32 millones de personas”, escribió el actor. “Friends fue un trabajo tan bueno y divertido que atenuó todo; al menos por un rato. Yo era el segunda base de los Yankees de Nueva York. No podía echarlo a perder. Nunca me lo hubiera perdonado”.
Matthew permaneció en silencio durante mucho tiempo en medio de rodajes y el esplendor de la serie, mientras los demonios le atormentaban. "No lo sabíamos”, dijo, entre lágrimas, Jennifer Aniston ante Diane Sawyer, la célebre periodista de ABC, en una entrevista realizada en 2004. “No estábamos preparados para afrontarlo. Nadie se había enfrentado nunca a eso, y ante la idea incluso de perderle".
Ese sentimiento agridulce fue palpable en el esperado reencuentro del elenco original. Estrenado en mayo de 2021 –en el catálogo de la recién inaugurada plataforma digital de HBO Max–, el especial nos dejó una mezcla de alegría por ver juntos, una vez más –y por última vez– a nuestros amigos favoritos de la televisión, pero también con gran preocupación frente a las declaraciones del actor detrás de Chandler Bing. Con un semblante desencajado, Matthew se sinceró acerca de lo doloroso que resultó para él la filmación de la serie. “Sentía que me iba a morir si (el público en vivo) no se reía (de mis chistes). Y, sin duda, no era algo sano. Pero, a veces, cuando yo decía uno de mis diálogos, y nadie se reía, yo sudaba y casi me daban convulsiones. Si no provocaba las risas que debía arrancar, me volvía loco. Y así me sentía cada noche”.
Conocer estas revelaciones –así como lo publicado meses después en la autobiografía de Perry–, destaparon una cloaca que siempre estuvo ahí, en nuestras narices, pero que nadie jamás logró identificar. De la misma forma en que uno se entera de los problemas personales de la gente a su alrededor, cuando ya es demasiado tarde, la presión social, la fama, la oscuridad de su mente carcomieron poco a poco a Matthew frente a nuestros ojos, en cada capítulo de nuestra serie favorita. “En la naturaleza, cuando un pingüino está herido, los otros pingüinos se reúnen a su alrededor y lo levantan del piso hasta que se sienta mejor”, escribió Matthew en su autobiografía. “Esto es lo que mis compañeros de Friends hicieron por mí. (...) Yo era el pingüino herido, pero estaba decidido a no decepcionar a estas personas y a este programa tan maravilloso… Aún así, la adicción arrasó conmigo”.
I’ll be there for you
Eran las cuatro de la mañana. Seis personas aguardaban de pie al interior de una fuente construida en un set de los estudios Warner, en Burbank, California. Varias horas habían transcurrido desde que el elenco de un proyecto llamado tentativamente Friends Like Us soportaba ese clima gélido que los hacía temblar de frío… y también de nervios por el estreno próximo, en televisión nacional, de una serie que trascendería las fronteras de Estados Unidos y a varias generaciones. De pronto, la tensión fue aniquilada por un joven Matthew Perry quien animó a sus compañeros mojándolos para obtener las risas y la alegría que pudimos apreciar en el intro de los 236 episodios del show de comedia más exitoso de todos los tiempos. A Matthew le era fácil convertir la incomodidad en una situación colmada de felicidad y emoción que son palpables cuando uno observa la secuencia de créditos iniciales. Matthew, “el verdadero Matthew”, como escribió Lisa Kudrow en el prefacio de la autobiografía de Perry, fue “un hombre sumamente inteligente, encantador, dulce, sensible, sensato y racional. Esa persona, con todo lo que estaba enfrentando, (que) aún estaba presente”. Un Matthew que no existe más…
Hoy Friends, de alguna forma, luce diferente. El enorme corazón de esta serie sigue ahí. Las risas, también. Pero es imposible no fijarse en las miradas de todas las personas a cuadro; en especial, en la de Perry. No importan sus bromas. Da igual si Chandler se encuentra abrumado por la estridencia de Janice –esa expareja suya de la que nunca se pudo zafar– o si está atrapado en un cajero con Jill Goodacre –la actriz y exmodelo de Victoria’s Secret– o si lo vemos esforzándose más que nunca por hacer feliz a Monica, a ese personaje que le cambió la vida bailándole con un pavo en la cabeza o cuando le reveló las siete zonas erógenas de las mujeres. Hoy el rostro de Chandler nos habla –sin decir nada– de esos fantasmas que existen y habitan en la mente de todos. Especialmente, en aquellos amigos que están en problemas pero que te hacen reír; en esas personas que viven luchando contra sus propios demonios, pero que siempre tratarán de ocultarlo detrás de una sonrisa.
Una última taza de café
En 2004, más de cincuenta y dos millones de espectadores vieron en Estados Unidos el final de Friends y escucharon a Matthew Perry decir la línea final de esta icónica historia. “Antes de ese último episodio, hablé con Marta Kauffman (creadora y productora de la serie) y le dije: ‘A nadie más le va a importar esto, pero quisiera ser el último en hablar”, escribió Matthew en su autobiografía. “Ésta es la razón por la que, mientras todos salimos en tropel del departamento, y Rachel sugiere que nos tomemos una última taza de café, yo tuve el privilegio de bajar el telón de Friends. Así, con una sincronización perfecta, Chandler dijo por última vez ‘¿a dónde?’”. A casi dos décadas de aquel momento, las palabras finales de Matthew resuenan de una forma muy distinta. ¿A dónde vamos ahora que hemos perdido a este verdadero gran amigo? ¿A dónde mirar si el lugar de quien prometió siempre estar ahí para nosotros se ha quedado vacío para siempre?
“He dicho esto por mucho tiempo: cuando me muera, no quiero que Friends sea lo primero que se diga sobre mí”, afirmó Matthew Perry en el podcast Q With Tom Power en noviembre de 2022. “Lo mejor sobre mí habrá sido que, si alguien se acercó a mí y me dijo: ‘no puedo dejar de tomar, ¿puedes ayudarme?’, yo habré dicho que sí y le habré ayudado. Eso habrá sido lo mejor de mí. Así que, cuando muera, eso es lo que quiero que se diga sobre mí y viviré el resto de mi vida probándolo”.
En el momento de mayor generosidad y humildad de su vida –donde posiblemente ayudó más que nunca a las personas en situaciones similares a las que él padeció–, Matthew Perry ha emprendido un viaje sin retorno a 5 Yemen Road, Yemen; a ese lugar donde Chandler fingió viajar para deshacerse de uno de los “problemas” más grandes de su vida: el amor desorbitado –y estrafalario– de una mujer que solo lo quiso hacer feliz. Mientras que Chandler fue alejándose de ese destino tan temido al que creyó estar condenado, Matthew terminó más o menos como su personaje siempre temió: en solitario, anhelando una vida que solo la ficción le dio y dejando una estela infinita de amigos que lo extrañarán por siempre.
Pero en medio de su sorpresiva ausencia, el legado de Matthew parece sentirse más vivo que nunca. A unos días de su fallecimiento, ha surgido The Matthew Perry Foundation, “la materialización del compromiso permanente de Matthew de ayudar a quienes luchan contra una adicción”, como se lee en la página oficial de dicha iniciativa que “honrará su memoria, estará guiada por sus propias palabras y experiencias, y será impulsada por esa pasión con la que quiso marcar la diferencia en tantas vidas como le fuera posible”.
Aún con el dolor palpable de su muerte, el espíritu de Matthew, al igual que el de Friends, late con fuerza en el corazón de esos amigos que aún siguen aquí. Aquellos que buscarán salvar tantas vidas como sea posible y le sonreirán siempre a la desesperanza; también quienes le darán una mano a quien lo necesite, y nos dirigirán a ese lugar que siempre nos hizo soñar y donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
Gracias, Matthew, por habernos ayudado tanto y habernos salvado la vida… aún a costa de la tuya. Hasta siempre, querido Chandler. We’ll try to keep it down…
Te recomendamos leer: "John Carpenter: cine B para momentos B de la vida".
Matthew Perry, 1988. Fotografía de Ralph Dominguez/ MediaPunch.
La muerte de Matthew Perry trajo consigo un dolor inesperado entre todos aquellos que hemos encontrado en Friends, desde su año de estreno en 1994 y hasta la fecha, un abrazo al corazón y un lugar donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
“No puede ser cierto”, dije una y otra vez, al recibir varios mensajes de pésame en el celular, por extraño que parezca, como si yo hubiera perdido a un ser querido. Todos contenían el mismo link. Al abrirlo, me resistí a creer el encabezado en letras mayúsculas: Matthew Perry había muerto. La información provenía de TMZ, el medio intrusivo de las exclusivas dolorosas –casi siempre, puras tragedias– que uno se resiste a aceptar… aunque siempre sean ciertas. Lo fue cuando anunciaron, antes que en cualquier otro lado, la muerte de Michael Jackson; y también, cuando aquella “maldición” alrededor del elenco de Glee cobró una nueva vida; la más reciente, la de la actriz Naya Rivera. En esta ocasión era más personal que nunca, al tratarse del actor que dio vida a mi personaje favorito de mi serie favorita, quien fue encontrado muerto el 28 de octubre de 2023 en el jacuzzi de su residencia en Los Ángeles, California. Como periodista, no tuve duda de la veracidad en la información; como fanático, el corazón se negaba a aceptarlo.
Siempre percibí con admiración la forma en que el público le llora a sus ídolos. Ya sea viéndolos a lo lejos en un concierto masivo o cuando abandonaron este mundo. La sensación más cercana que tuve a dicha experiencia ocurrió cuando Carrie Fisher se convirtió en una nueva estrella que habita la galaxia lejana. Pero nunca había experimentado algo como lo vivido ahora. Matthew Perry ha muerto dejando un hueco en el corazón que nunca pensé llevar a cuestas.
Los ídolos jamás deberían morir. Los amigos jamás deberían dejar de existir. Pero lo hacen… y cuando ocurre, duele. Y duele mucho.
Matthew Perry siempre estuvo conmigo. Lo hizo en las buenas y en las malas. Cuando estuve un mes en el hospital por una pancreatitis como la que él padeció, y mis únicos acompañantes eran un televisor y un viejo reproductor de DVD en donde vi una y otra vez la única temporada de Friends de mi pequeña biblioteca personal. Lo hizo también cuando, a causa de la pandemia, mi vida entera se vino abajo: la muerte de mi abuelo precedió a la de mi mejor amigo con apenas un mes de diferencia y la incertidumbre respecto a mi vida profesional carcomía mis pensamientos. Ahí, cuando todo parecía empeorar, solamente las aventuras en Central Perk lograban reconfortarme. “Está probado que las langostas se enamoran y se juntan para toda la vida”, decía la frase de Phoebe Buffay (Lisa Kudrow) que hizo eco en mí cuando las cosas mejoraron y supe que era momento de proponerle matrimonio a la langosta de mi vida. De hecho, tomé prestado algo de inspiración en aquel icónico momento cuando Chandler (Matthew Perry) y Monica (Courteney Cox) se dieron el “sí” mutuamente y parte de esos diálogos han quedado enmarcados por siempre en la invitación a ese momento tan emocionante: “Tú me haces más feliz de lo que creí que podría ser. Si me lo permites, pasaré el resto de mi vida tratando de hacerte sentir lo mismo”. Así de poderosa ha sido la amistad que he “entablado” con estos seis amigos; una que, sin duda, cambió mi vida.
Y es quizá ahí donde se encuentre la clave del éxito de esta serie maravillosa que el mundo ha amado –cada vez con más intensidad– desde 1994 a la fecha. Todos y cada uno de los personajes presentados aquí, sus historias, aventuras y desventuras, pueden conectar, de alguna u otra forma, con cualquiera del otro lado de la pantalla. “Friends es como tener un sándwich de queso a la parrilla realmente genial. Es un clásico, es reconfortante, y siempre va a estar ahí para ti”, son las palabras de Matthew Perry contenidas en el libro Friends… ‘Till the End: The One With All Ten Years (2005), de David Wild. Ese salto a la vida adulta –no siempre acompañado de la suficiente madurez– nos ha permitido identificarnos con estos personajes, a través de una comedia fabulosa que supo siempre arrebatar nuestros sentimientos. “En lo que a mí respecta, (Friends) siempre ha sido el lugar más agradable en el que se puede estar”, agrega Matthew Perry, “puedes contar con 22 minutos en los que te vas a sentar ahí y reír inesperadamente cada semana. Básicamente, son gente agradable con la que quieres estar. Y todos los grupos parecen tener un Ross o un Chandler dentro, y las personas realmente se relacionan con el programa en muchos niveles”. Y no hay nada más real. Es curioso mirar a tu alrededor e identificar en las personas de tu vida rasgos de cada uno de estos personajes: el sarcástico, la controladora, el despistado, la liberal, el divorciado y la soñadora. Si alguno te falta, es probable que esa personalidad sea la que te caracteriza.
Así, con ese espejo de la vida, Matthew Perry, Jennifer Aniston, Courteney Cox, Lisa Kudrow, Matt Le Blanc y David Schwimmer hicieron que las aventuras de Chandler, Rachel, Monica, Phoebe, Joey y Ross delinearan la visión de un mundo mejor. Transmitida los jueves por la noche en la señal de NBC en los Estados Unidos, entre Mad About You y Seinfeld –y en México, entre los canales 4 y 5 de tele abierta–, Friends presentó semana a semana un reflejo de la cotidianeidad y mostró situaciones que hoy, gracias a su valentía y sutileza, asumimos como parte de la normalidad del siglo XXI.
Bajo los estándares “conservadores” que regían al prime time de los años noventa en la televisión norteamericana, Friends inició su historia con Rachel al irrumpir en el icónico Central Perk vestida de novia, luego de huir de su boda para aventurarse en la persecución de sus sueños. La serie nos hizo parte de un grupo donde se habló con toda normalidad de la menstruación y de la vida sexual de cada uno de ellos; la discusión sobre la maternidad subrogada y también de la adopción cuando las circunstancias de la vida te dejan sin opciones.
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Esos espejos diseñados por Friends con fragmentos de la vida misma evidenciaron el valor requerido para abandonar ese trabajo que tanto odias y perseguir tu verdadera vocación. Nunca olvidaré ese ataque de risa que me dio cuando, en plena mudanza, un librero quedó atrapado en las escaleras y ni el mejor “Pivot!” lo podría liberar. Al igual que aquí, hemos sido testigos de esas historias de amor que han llevado a sus involucrados a tomar decisiones aventuradas, como bajarse de un avión porque así se los dictó su corazón.
“Quisiera que Friends fuera recordado como el show que hizo reír a la gente por diez años, y como una serie que maduró con el tiempo y se mantuvo relevante”, declaró Courteney Cox en el mencionado libro de David Wild, que conmemoró el final de la serie, ocurrido en 2004. “Y también me gustaría que se viera como un ejemplo de cómo la gente puede realmente permanecer junta”.
Jamás sabremos cuál fue el verdadero trabajo de Chandler al inicio de la serie o si lo ocurrido en el break entre Rachel y Ross es válido o no. De lo que sí estamos seguros es que hay amores, como el de ellos –o como el de Monica y Chandler– que son equiparables al que existe entre las langostas: seres realmente fieles que permanecerán junto a su pareja por el resto de sus días.
Amigos, amantes y aquello tan terrible
No habían pasado más de tres días desde que el elenco de Friends se reunió por primera vez a trabajar cuando las personalidades de todos se mimetizaron con las de sus personajes. Frente al resto del elenco –como si se tratase de Monica hablándole a sus amigos– Courteney Cox sentenció: “Aquí no hay un Jerry Seinfeld en este show, así que trabajemos todos juntos. Este es un verdadero ensamble. Se supone que todos somos amigos, así que vamos a trabajar y a conocernos en serio”.
Así lo recordó Matthew Perry en su autobiografía Amigos, amantes y aquello tan terrible, publicada en noviembre de 2022, donde el actor abrió su corazón y reveló los detalles más dolorosos de su vida. En su forma más honesta y emotiva, el actor narró su experiencia con el abuso del alcohol y las drogas, sus episodios depresivos, las enfermedades y aquellos cinco minutos en los que clínicamente estuvo muerto. “Imagina tu momento más oscuro… excepto que estás siendo visto por 32 millones de personas”, escribió el actor. “Friends fue un trabajo tan bueno y divertido que atenuó todo; al menos por un rato. Yo era el segunda base de los Yankees de Nueva York. No podía echarlo a perder. Nunca me lo hubiera perdonado”.
Matthew permaneció en silencio durante mucho tiempo en medio de rodajes y el esplendor de la serie, mientras los demonios le atormentaban. "No lo sabíamos”, dijo, entre lágrimas, Jennifer Aniston ante Diane Sawyer, la célebre periodista de ABC, en una entrevista realizada en 2004. “No estábamos preparados para afrontarlo. Nadie se había enfrentado nunca a eso, y ante la idea incluso de perderle".
Ese sentimiento agridulce fue palpable en el esperado reencuentro del elenco original. Estrenado en mayo de 2021 –en el catálogo de la recién inaugurada plataforma digital de HBO Max–, el especial nos dejó una mezcla de alegría por ver juntos, una vez más –y por última vez– a nuestros amigos favoritos de la televisión, pero también con gran preocupación frente a las declaraciones del actor detrás de Chandler Bing. Con un semblante desencajado, Matthew se sinceró acerca de lo doloroso que resultó para él la filmación de la serie. “Sentía que me iba a morir si (el público en vivo) no se reía (de mis chistes). Y, sin duda, no era algo sano. Pero, a veces, cuando yo decía uno de mis diálogos, y nadie se reía, yo sudaba y casi me daban convulsiones. Si no provocaba las risas que debía arrancar, me volvía loco. Y así me sentía cada noche”.
Conocer estas revelaciones –así como lo publicado meses después en la autobiografía de Perry–, destaparon una cloaca que siempre estuvo ahí, en nuestras narices, pero que nadie jamás logró identificar. De la misma forma en que uno se entera de los problemas personales de la gente a su alrededor, cuando ya es demasiado tarde, la presión social, la fama, la oscuridad de su mente carcomieron poco a poco a Matthew frente a nuestros ojos, en cada capítulo de nuestra serie favorita. “En la naturaleza, cuando un pingüino está herido, los otros pingüinos se reúnen a su alrededor y lo levantan del piso hasta que se sienta mejor”, escribió Matthew en su autobiografía. “Esto es lo que mis compañeros de Friends hicieron por mí. (...) Yo era el pingüino herido, pero estaba decidido a no decepcionar a estas personas y a este programa tan maravilloso… Aún así, la adicción arrasó conmigo”.
I’ll be there for you
Eran las cuatro de la mañana. Seis personas aguardaban de pie al interior de una fuente construida en un set de los estudios Warner, en Burbank, California. Varias horas habían transcurrido desde que el elenco de un proyecto llamado tentativamente Friends Like Us soportaba ese clima gélido que los hacía temblar de frío… y también de nervios por el estreno próximo, en televisión nacional, de una serie que trascendería las fronteras de Estados Unidos y a varias generaciones. De pronto, la tensión fue aniquilada por un joven Matthew Perry quien animó a sus compañeros mojándolos para obtener las risas y la alegría que pudimos apreciar en el intro de los 236 episodios del show de comedia más exitoso de todos los tiempos. A Matthew le era fácil convertir la incomodidad en una situación colmada de felicidad y emoción que son palpables cuando uno observa la secuencia de créditos iniciales. Matthew, “el verdadero Matthew”, como escribió Lisa Kudrow en el prefacio de la autobiografía de Perry, fue “un hombre sumamente inteligente, encantador, dulce, sensible, sensato y racional. Esa persona, con todo lo que estaba enfrentando, (que) aún estaba presente”. Un Matthew que no existe más…
Hoy Friends, de alguna forma, luce diferente. El enorme corazón de esta serie sigue ahí. Las risas, también. Pero es imposible no fijarse en las miradas de todas las personas a cuadro; en especial, en la de Perry. No importan sus bromas. Da igual si Chandler se encuentra abrumado por la estridencia de Janice –esa expareja suya de la que nunca se pudo zafar– o si está atrapado en un cajero con Jill Goodacre –la actriz y exmodelo de Victoria’s Secret– o si lo vemos esforzándose más que nunca por hacer feliz a Monica, a ese personaje que le cambió la vida bailándole con un pavo en la cabeza o cuando le reveló las siete zonas erógenas de las mujeres. Hoy el rostro de Chandler nos habla –sin decir nada– de esos fantasmas que existen y habitan en la mente de todos. Especialmente, en aquellos amigos que están en problemas pero que te hacen reír; en esas personas que viven luchando contra sus propios demonios, pero que siempre tratarán de ocultarlo detrás de una sonrisa.
Una última taza de café
En 2004, más de cincuenta y dos millones de espectadores vieron en Estados Unidos el final de Friends y escucharon a Matthew Perry decir la línea final de esta icónica historia. “Antes de ese último episodio, hablé con Marta Kauffman (creadora y productora de la serie) y le dije: ‘A nadie más le va a importar esto, pero quisiera ser el último en hablar”, escribió Matthew en su autobiografía. “Ésta es la razón por la que, mientras todos salimos en tropel del departamento, y Rachel sugiere que nos tomemos una última taza de café, yo tuve el privilegio de bajar el telón de Friends. Así, con una sincronización perfecta, Chandler dijo por última vez ‘¿a dónde?’”. A casi dos décadas de aquel momento, las palabras finales de Matthew resuenan de una forma muy distinta. ¿A dónde vamos ahora que hemos perdido a este verdadero gran amigo? ¿A dónde mirar si el lugar de quien prometió siempre estar ahí para nosotros se ha quedado vacío para siempre?
“He dicho esto por mucho tiempo: cuando me muera, no quiero que Friends sea lo primero que se diga sobre mí”, afirmó Matthew Perry en el podcast Q With Tom Power en noviembre de 2022. “Lo mejor sobre mí habrá sido que, si alguien se acercó a mí y me dijo: ‘no puedo dejar de tomar, ¿puedes ayudarme?’, yo habré dicho que sí y le habré ayudado. Eso habrá sido lo mejor de mí. Así que, cuando muera, eso es lo que quiero que se diga sobre mí y viviré el resto de mi vida probándolo”.
En el momento de mayor generosidad y humildad de su vida –donde posiblemente ayudó más que nunca a las personas en situaciones similares a las que él padeció–, Matthew Perry ha emprendido un viaje sin retorno a 5 Yemen Road, Yemen; a ese lugar donde Chandler fingió viajar para deshacerse de uno de los “problemas” más grandes de su vida: el amor desorbitado –y estrafalario– de una mujer que solo lo quiso hacer feliz. Mientras que Chandler fue alejándose de ese destino tan temido al que creyó estar condenado, Matthew terminó más o menos como su personaje siempre temió: en solitario, anhelando una vida que solo la ficción le dio y dejando una estela infinita de amigos que lo extrañarán por siempre.
Pero en medio de su sorpresiva ausencia, el legado de Matthew parece sentirse más vivo que nunca. A unos días de su fallecimiento, ha surgido The Matthew Perry Foundation, “la materialización del compromiso permanente de Matthew de ayudar a quienes luchan contra una adicción”, como se lee en la página oficial de dicha iniciativa que “honrará su memoria, estará guiada por sus propias palabras y experiencias, y será impulsada por esa pasión con la que quiso marcar la diferencia en tantas vidas como le fuera posible”.
Aún con el dolor palpable de su muerte, el espíritu de Matthew, al igual que el de Friends, late con fuerza en el corazón de esos amigos que aún siguen aquí. Aquellos que buscarán salvar tantas vidas como sea posible y le sonreirán siempre a la desesperanza; también quienes le darán una mano a quien lo necesite, y nos dirigirán a ese lugar que siempre nos hizo soñar y donde la felicidad se sirve acompañada de una buena taza de café.
Gracias, Matthew, por habernos ayudado tanto y habernos salvado la vida… aún a costa de la tuya. Hasta siempre, querido Chandler. We’ll try to keep it down…
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