En Laguna, la fusión entre antiguos oficios y profesiones contemporáneas tiene lugar en una exfábrica de textiles. En esta comunidad, donde la estética de lo inacabado invita a reflexionar sobre otras posibles configuraciones del entorno, lo más trascendente reside en las relaciones humanas.
Muebles de otra década en reposo, madera domada, barro bruñido: una atmósfera humana de constante uso y desuso alberga Laguna en la Ciudad de México. Hoy la exfábrica de textiles guarda en sus telares urdimbres de otros tiempos. Aunque permanece detenida sus actividades mecánicas y manuales no cesan. Y cuando un objeto pasa por la intervención o transformación que realizan las manos del ser humano, le queda el sello de lo que vivió a la intemperie, su signo de piedra infinita, de naturaleza sin transformar, el contacto del hombre con la arcilla.
Mesoamérica, tierra de artesanos. Primero moldeamos dioses de barro, luego tejimos con oro, plumas y fibras. Un famoso penacho lo atestigua. En su ordenada enredadera quedó atrapada la luz del mundo viejo. Este fue un valle de oficios, un “continente de cántaros” como diría Neruda; donde construimos nuestro hogar con nuestras propias manos: el tacto y la madera, el tacto y los textiles, el tacto y la cerámica. Si bien los siglos de los siglos pasaron—y una cosa llevó a la otra: el vapor, la luz, las máquinas—, parece que el decreto final sigue residiendo en el tacto.
En Laguna, conviven algunos de esos oficios originarios con ciertas profesiones manuales, como la arquitectura o el diseño. Una comunidad de técnicos, artistas y artesanos habita los espacios y los moldea conforme a su propio deseo: tejedoras, carpinteros, tostadores, baristas, arquitectos, dibujantes, fotógrafos, maquetistas, diseñadores de moda e incluso aquellos que, sin saber de diseño, usan elípticas levaduras cultivadas para elevar las masas de los panes. Quiero pensar que todos aportan un poquito de su propia subjetividad al sitio que desde 2017 les alberga.
Ambas plantas de Laguna conservan fallas, desniveles, imperfecciones, como si lo inacabado invitara a repensar otras posibles configuraciones del entorno. Quizá los arquitectos fantasean con estructuras en su búsqueda de la ciudad sostenible. Tal vez los diseñadores roben a una lavanda su aborregada geometría. ¿Influirá la poética de lo industrial en sus procesos creativos? El muro expuesto, la piedra infinita, ¿acaso no constituyen un comienzo? Quizá el entorno de cicatrices y grietas les plantee, a quienes lo observan, más preguntas que respuestas, de manera que por eso hay tantos trabajos en progreso. Un oficio, creo, jamás descansa en su cúspide definitiva.
Sea como sea, en el jardín crecieron ya los nísperos, la enredadera se devoró a un pato negro que nadaba a medio cielo, mientras un abejorro busca néctar de campánula. Aromas nuevos: a las diez, el café de Buna; a las once, chilaquiles en BARmini; al medio día, tisanas, tés, infusiones de OHA. Alguien, luego, corta madera en la Metropolitana; ya huele a viruta recién segada con las sierras circulares. Más tarde olerá a comida; por la noche, un delirio de pan.
Habría que detenerse a ver los objetos en reposo, el brillo del tzalam, dos onzas de claveles jaspeados, para imaginar que los espacios, por sí mismos, transmitirían un aire de abandono, el solitario olor del olvido. Nada quedaría de la fábrica sin la comunidad que le asigna un sentido en común, sin los Juanitos, los Alejandros, los Robertos, Diegos, Carlos, Reginas y Marías. Toda la poética del proyecto, su estética y su política, serían en vano.
Parece que uno de los grandes valores de Laguna radica en facilitar el contacto entre su comunidad, los intercambios de trabajo o afecto en los patios, pasillos o talleres. Después de todo, ¿hay algo más trascendente que las relaciones humanas?
Comunidad Laguna actual: Ánfora, Ánfora Studio, Arquilectura, Ballista, Barmini, Buna, Cálido Taller, Década, Déjate Querer, Delirio, Francisco Pardo, Hermanos Koumori, La Metropolitana, LIGA, Llano, Loofok, Manufactura, MUBI, OHA, Productora, Se hacen trabajos, Sioux, Taller de Fermentos, The New Sanctuaries, Reserva Peñitas, Meteo, Can Can Press y Marzocco.
Visita Laguna en Calle Dr. Erazo 172, Ciudad de México, México.