Si es rosa cuesta más

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Algunas marcas se aprovechan del peso que tienen las mujeres en las decisiones de compra

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

impuesto a productos femeninos

El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

Consumidores inteligentes

La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

impuesto a productos femeninos

El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

Consumidores inteligentes

La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

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El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

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La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

impuesto a productos femeninos

El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

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La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

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La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

impuesto a productos femeninos

El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

Consumidores inteligentes

La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

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El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

Consumidores inteligentes

La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

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La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

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Algunas marcas se aprovechan del peso que tienen las mujeres en las decisiones de compra

Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

impuesto a productos femeninos

El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

Consumidores inteligentes

La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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Si es rosa cuesta más

Si es rosa cuesta más

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Algunas marcas se aprovechan del peso que tienen las mujeres en las decisiones de compra

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Cuando se trata de productos de higiene o de belleza, las mexicanas pagan más que los hombres. Esto a pesar de que ellos reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2 por ciento mayor al de las mujeres, de acuerdo con el estudio Discriminación Estructural y Desigualdad Social, publicado por el Conapred en 2017. El impuesto rosa o el pink tax, es el sobreprecio de un producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino a través diseños que parten de estereotipos de género. Entre los productos que registran una mayor diferencia de precios por esta razón está la ropa y los objetos de cuidado personal e higiene. “Básicamente, lo único que cambia es el color rosa o algún otro atributo decorativo, pero usualmente es el mismo producto”, informa el Director General de Estudios sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Cassem Velázquez Grunstein. Uno de los factores que la Profeco subraya para denunciar este fenómeno es que las mujeres representan aproximadamente el 70 por ciento de las decisiones de compra a escala mundial, según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas. La estrecha vinculación entre la mujer y el hogar o lo doméstico, con base en estereotipos o roles de género, explica en parte que sean ellas quienes toman más decisiones de consumo. La mayoría de las labores domésticas y de cuidados que no son remuneradas las realizan las mujeres con el 76.7 por ciento frente al 23.3 por ciento que hacen los hombres. De acuerdo con un análisis de la Profeco a los precios de más de dos mil productos "femeninos" hasta la segunda quincena de julio, se encontraron diferencias de muy marcadas que varían del 6 hasta el 15 por ciento más de precio. “El paquete de rastrillos Prestobarba y Gillette tiene un precio para mujeres de 48 pesos en promedio y para los hombres de 42 pesos. Es más del 10 por ciento de diferencia y puede alcanzar hasta el 15 por ciento”, indica Cassem. Otro producto que registra esta diferencia de precios es la ropa interior desechable para adultos mayores. Con corte a la misma fecha, la segunda semana de julio, la marca Tena vende un paquete de 10 piezas para mujer en 127 pesos, mientras que el de hombres cuesta, en promedio, 115 pesos. Es una diferencia del 12 o 13 por ciento. Esto ocurre con frecuencia también en el caso de los productos para bebés o niños. “Son constructos de género que las marcas aprovechan como estrategias comerciales para ponerle sobreprecio a sus productos”, explica el experto de la Profeco. Aunque Cassem Velázquez Grunstein considera que a raíz de que se comenzó a catalogar este sobreprecio como “pink tax” o “impuesto rosa”, las marcas han ido reduciendo gradualmente la diferencia de precios, la disparidad sigue presente. Se cree que el aumento a los precios se debe también a que las marcas invierten más en la presentación de sus productos, empaque, diseño y publicidad para enfocarlos a la mujer, pero al analizar los productos suelen cumplir la misma función.

impuesto a productos femeninos

El impuesto rosa o pink tax es el sobreprecio de un producto solo por ir enfocado a mujeres partiendo de estereotipos de género.

Consumidores inteligentes

La ley mexicana no faculta a la Profeco para castigar las diferencias de precios. Al no existir un control de precios, la autoridad no puede multarlos, pero sí evidenciar las diferencias. “Se apuesta a que el consumidor castigue a las marcas o a los productos. Que se dé cuenta de esta estrategia de mercadotecnia y castigue a la marca, comprando el producto que sea más barato, o comprando la versión masculina que es 10 por ciento más barata”, dice Cassem Velázquez. Si los productos son iguales y solo cambia el precio por el color rosa, el organismo recomienda optar por la adquisición de artículos neutros. Asimismo, la Profeco puede acompañar las quejas colectivas que se presenten contra un producto específico que contenga el impuesto rosa.

Más impuestos

En México, el Partido Acción Nacional (PAN) propuso en diciembre de 2018 una iniciativa para reformar la Ley de Protección al Consumidor. La propuesta de reforma consiste en eliminar el impuesto rosa, así como implementar una política de protección a las consumidoras. Sin embargo, la propuesta sigue pendiente. El impuesto rosa se suma a otros fenómenos que hacen que las mujeres gasten mucho más que los hombres en productos relacionados con su apariencia. En 2015 la precandidata presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, popularizó el término "Make up tax" o Impuesto de maquillaje, que se refiere a la inversión que realizan las mujeres para cumplir con estándares de belleza que impone una sociedad y que de no cumplir pueden influir en su vida laboral. Por otro lado, a los hombres no se les exige siempre esta etiqueta y esa inversión adicional de tiempo y dinero en su aspecto físico para mantener su desarrollo o crecimiento en el trabajo. De igual forma, existen propuestas para atacar el Tampon Tax, aquel que solo pagan las personas que menstrúan, como las toallas femeninas y los tampones, cuyos precios tienen que ver con políticas de impuestos. Una persona que menstrúa y que utiliza los métodos tradicionales de higiene como las toallas sanitarias podría gastar en un promedio casi 8 mil pesos durante 40 años que dura la menarquía (el primer episodio de sangrado vaginal) hasta la menopausia, cuando concluyen los periodos menstruales. O hasta casi 40 mil pesos, para quienes usen tampones durante el mismo periodo. Aunque también existen las copas menstruales y las toallas ecológicas reusables (con precios que oscilan entre los 200 y 400 pesos) y tienen una duración de hasta cinco años, para un correcto uso higiénico hay que contar con agua potable, un recurso que escasea en muchas partes del mundo.

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