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El trabajo creativo implica para las mujeres una triple jornada

El trabajo creativo implica para las mujeres una triple jornada

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Traducción de
14
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06
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19
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El trabajo no remunerado que hacen las mexicanas equivale a 55 mil 811 millones de pesos

"Nos complace ver un plato de comida bien servido, una casa reluciente o un bebé fresquísimo y feliz, pero el enorme trabajo físico y emocional que está detrás de esos resultados se barre de inmediato debajo de la alfombra, donde las visitas no lo vean”, escribió Alejandra Eme Vázquez. A nivel global las mujeres hacen trabajos de cuidados no remunerados por cuatro horas al día. En el continente americano y en Europa las mujeres completan esas cuatro horas y en los Emiratos Árabes, las mujeres lo hacen por casi seis horas (cinco horas y 48 minutos). Los hombres, en promedio, se dedican a estas actividades por una hora y 23 minutos al día. Si hablamos de cuidados pagados, los hombres triplican estas horas, mientras que el numero de mujeres que reciben una remuneración por esta labor es significativamente menor. Las mujeres cuidan dos horas y 50 minutos en el continente americano por paga, frente a las cuatro horas y 46 minutos que cobran los hombres por hacerlo. Es decir, los hombres cuidan la misma cantidad de tiempo por dinero, que las mujeres sin esta remuneración.

El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en México es el esfuerzo de autoconsumo, la limpieza y mantenimiento de la vivienda, lavado de la ropa y calzado, compras, administración del hogar y los cuidados a otros miembros de la familia (a menores, adultos, personas enfermas o con discapacidad). La Organización Internacional del Trabajo señala que algunos gobiernos pueden depender del trabajo no remunerado de las mujeres y las niñas o de las trabajadoras domésticas sin suficiente paga para prestar servicios públicos, o incluso para sustituirlos, en su empeño por limitar la carga financiera para el Estado. “Si México sobrevive es porque somos las que buscamos a los desaparecidos y desaparecidas. Somos las que preparamos y servimos la comida. México sobrevive porque las mujeres estamos cuidando”, dice Brenda Navarro, autora de Casas Vacías, publicado en 2018. “¿Quién te cuida a ti cuando haces trabajo creativo?” Esa es la pregunta con la que Brenda Navarro junto a Alejandra Eme Vázquez, ambas escritoras, quieren pensar lo doméstico. El trabajo creativo, en un contexto así, implica para muchas mujeres una triple jornada. A nivel mundial, los trabajos de cuidados o del hogar sin remuneración recaen, por la maternidad o los roles de género, en las mujeres y las niñas. En México, las mujeres completan cinco horas y 10 minutos de producción de bienes de autoconsumo junto a las tareas del hogar y de cuidados, según cifras del Inegi. Los hombres hacen estas actividades únicamente por dos horas 13 minutos.

Aunque estas horas no son pagadas, el trabajo doméstico y de cuidado que realizan las mujeres en un solo año equivale a una paga de 55 mil 811 millones de pesos. Esto es superior a lo que actividades de otras industrias como la construcción o servicios inmobiliarios aportan al producto interno bruto del país. Además de esto, algunas mujeres completan ocho horas de jornada laboral remunerada. De acuerdo con Brenda y Alejandra, esta división del trabajo desigual también se replica en el mundo literario. “El sistema literario sobrevive porque hay mujeres leyendo, creando, escribiendo”, dice Brenda que también es directora del proyecto editorial Enjambre Literario. Alejandra publicó recientemente su libro Su cuerpo dejarán, un ensayo desde la experiencia directa de cuidados remunerados en el ámbito familiar. “¿Cómo hallamos equilibrios mientras ideamos, planeamos y organizamos proyectos literarios? ¿Tenemos que dedicarnos también a nuestra casa, nuestras labores domésticas?” cuestiona la descripción de este libro. Ellas cuidan Ante estas inquietudes, ambas escritoras formalizaron una red de mujeres escritoras que además realizan trabajo de cuidados. Buscan fomentar el diálogo en torno al espacio doméstico. “Es pensar que podemos generar redes a largo plazo y resolver la pregunta de ¿quién me va a cuidar cuando sea vieja? Estoy segura de que va a ser una mujer y me gustaría que fuera mi amiga”, contempla Brenda Navarro. Sobre todo, quieren visibilizar que existen ya estas redes de cuidado entre mujeres -escritoras o no- y hacer un laboratorio en torno a este tema, al considerar que, en los espacios académicos no hay una valoración de estas labores.

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"Nos complace ver un plato de comida bien servido, una casa reluciente o un bebé fresquísimo y feliz, pero el enorme trabajo físico y emocional que está detrás de esos resultados se barre de inmediato debajo de la alfombra, donde las visitas no lo vean”, escribió Alejandra Eme Vázquez. A nivel global las mujeres hacen trabajos de cuidados no remunerados por cuatro horas al día. En el continente americano y en Europa las mujeres completan esas cuatro horas y en los Emiratos Árabes, las mujeres lo hacen por casi seis horas (cinco horas y 48 minutos). Los hombres, en promedio, se dedican a estas actividades por una hora y 23 minutos al día. Si hablamos de cuidados pagados, los hombres triplican estas horas, mientras que el numero de mujeres que reciben una remuneración por esta labor es significativamente menor. Las mujeres cuidan dos horas y 50 minutos en el continente americano por paga, frente a las cuatro horas y 46 minutos que cobran los hombres por hacerlo. Es decir, los hombres cuidan la misma cantidad de tiempo por dinero, que las mujeres sin esta remuneración.

El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en México es el esfuerzo de autoconsumo, la limpieza y mantenimiento de la vivienda, lavado de la ropa y calzado, compras, administración del hogar y los cuidados a otros miembros de la familia (a menores, adultos, personas enfermas o con discapacidad). La Organización Internacional del Trabajo señala que algunos gobiernos pueden depender del trabajo no remunerado de las mujeres y las niñas o de las trabajadoras domésticas sin suficiente paga para prestar servicios públicos, o incluso para sustituirlos, en su empeño por limitar la carga financiera para el Estado. “Si México sobrevive es porque somos las que buscamos a los desaparecidos y desaparecidas. Somos las que preparamos y servimos la comida. México sobrevive porque las mujeres estamos cuidando”, dice Brenda Navarro, autora de Casas Vacías, publicado en 2018. “¿Quién te cuida a ti cuando haces trabajo creativo?” Esa es la pregunta con la que Brenda Navarro junto a Alejandra Eme Vázquez, ambas escritoras, quieren pensar lo doméstico. El trabajo creativo, en un contexto así, implica para muchas mujeres una triple jornada. A nivel mundial, los trabajos de cuidados o del hogar sin remuneración recaen, por la maternidad o los roles de género, en las mujeres y las niñas. En México, las mujeres completan cinco horas y 10 minutos de producción de bienes de autoconsumo junto a las tareas del hogar y de cuidados, según cifras del Inegi. Los hombres hacen estas actividades únicamente por dos horas 13 minutos.

Aunque estas horas no son pagadas, el trabajo doméstico y de cuidado que realizan las mujeres en un solo año equivale a una paga de 55 mil 811 millones de pesos. Esto es superior a lo que actividades de otras industrias como la construcción o servicios inmobiliarios aportan al producto interno bruto del país. Además de esto, algunas mujeres completan ocho horas de jornada laboral remunerada. De acuerdo con Brenda y Alejandra, esta división del trabajo desigual también se replica en el mundo literario. “El sistema literario sobrevive porque hay mujeres leyendo, creando, escribiendo”, dice Brenda que también es directora del proyecto editorial Enjambre Literario. Alejandra publicó recientemente su libro Su cuerpo dejarán, un ensayo desde la experiencia directa de cuidados remunerados en el ámbito familiar. “¿Cómo hallamos equilibrios mientras ideamos, planeamos y organizamos proyectos literarios? ¿Tenemos que dedicarnos también a nuestra casa, nuestras labores domésticas?” cuestiona la descripción de este libro. Ellas cuidan Ante estas inquietudes, ambas escritoras formalizaron una red de mujeres escritoras que además realizan trabajo de cuidados. Buscan fomentar el diálogo en torno al espacio doméstico. “Es pensar que podemos generar redes a largo plazo y resolver la pregunta de ¿quién me va a cuidar cuando sea vieja? Estoy segura de que va a ser una mujer y me gustaría que fuera mi amiga”, contempla Brenda Navarro. Sobre todo, quieren visibilizar que existen ya estas redes de cuidado entre mujeres -escritoras o no- y hacer un laboratorio en torno a este tema, al considerar que, en los espacios académicos no hay una valoración de estas labores.

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"Nos complace ver un plato de comida bien servido, una casa reluciente o un bebé fresquísimo y feliz, pero el enorme trabajo físico y emocional que está detrás de esos resultados se barre de inmediato debajo de la alfombra, donde las visitas no lo vean”, escribió Alejandra Eme Vázquez. A nivel global las mujeres hacen trabajos de cuidados no remunerados por cuatro horas al día. En el continente americano y en Europa las mujeres completan esas cuatro horas y en los Emiratos Árabes, las mujeres lo hacen por casi seis horas (cinco horas y 48 minutos). Los hombres, en promedio, se dedican a estas actividades por una hora y 23 minutos al día. Si hablamos de cuidados pagados, los hombres triplican estas horas, mientras que el numero de mujeres que reciben una remuneración por esta labor es significativamente menor. Las mujeres cuidan dos horas y 50 minutos en el continente americano por paga, frente a las cuatro horas y 46 minutos que cobran los hombres por hacerlo. Es decir, los hombres cuidan la misma cantidad de tiempo por dinero, que las mujeres sin esta remuneración.

El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en México es el esfuerzo de autoconsumo, la limpieza y mantenimiento de la vivienda, lavado de la ropa y calzado, compras, administración del hogar y los cuidados a otros miembros de la familia (a menores, adultos, personas enfermas o con discapacidad). La Organización Internacional del Trabajo señala que algunos gobiernos pueden depender del trabajo no remunerado de las mujeres y las niñas o de las trabajadoras domésticas sin suficiente paga para prestar servicios públicos, o incluso para sustituirlos, en su empeño por limitar la carga financiera para el Estado. “Si México sobrevive es porque somos las que buscamos a los desaparecidos y desaparecidas. Somos las que preparamos y servimos la comida. México sobrevive porque las mujeres estamos cuidando”, dice Brenda Navarro, autora de Casas Vacías, publicado en 2018. “¿Quién te cuida a ti cuando haces trabajo creativo?” Esa es la pregunta con la que Brenda Navarro junto a Alejandra Eme Vázquez, ambas escritoras, quieren pensar lo doméstico. El trabajo creativo, en un contexto así, implica para muchas mujeres una triple jornada. A nivel mundial, los trabajos de cuidados o del hogar sin remuneración recaen, por la maternidad o los roles de género, en las mujeres y las niñas. En México, las mujeres completan cinco horas y 10 minutos de producción de bienes de autoconsumo junto a las tareas del hogar y de cuidados, según cifras del Inegi. Los hombres hacen estas actividades únicamente por dos horas 13 minutos.

Aunque estas horas no son pagadas, el trabajo doméstico y de cuidado que realizan las mujeres en un solo año equivale a una paga de 55 mil 811 millones de pesos. Esto es superior a lo que actividades de otras industrias como la construcción o servicios inmobiliarios aportan al producto interno bruto del país. Además de esto, algunas mujeres completan ocho horas de jornada laboral remunerada. De acuerdo con Brenda y Alejandra, esta división del trabajo desigual también se replica en el mundo literario. “El sistema literario sobrevive porque hay mujeres leyendo, creando, escribiendo”, dice Brenda que también es directora del proyecto editorial Enjambre Literario. Alejandra publicó recientemente su libro Su cuerpo dejarán, un ensayo desde la experiencia directa de cuidados remunerados en el ámbito familiar. “¿Cómo hallamos equilibrios mientras ideamos, planeamos y organizamos proyectos literarios? ¿Tenemos que dedicarnos también a nuestra casa, nuestras labores domésticas?” cuestiona la descripción de este libro. Ellas cuidan Ante estas inquietudes, ambas escritoras formalizaron una red de mujeres escritoras que además realizan trabajo de cuidados. Buscan fomentar el diálogo en torno al espacio doméstico. “Es pensar que podemos generar redes a largo plazo y resolver la pregunta de ¿quién me va a cuidar cuando sea vieja? Estoy segura de que va a ser una mujer y me gustaría que fuera mi amiga”, contempla Brenda Navarro. Sobre todo, quieren visibilizar que existen ya estas redes de cuidado entre mujeres -escritoras o no- y hacer un laboratorio en torno a este tema, al considerar que, en los espacios académicos no hay una valoración de estas labores.

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"Nos complace ver un plato de comida bien servido, una casa reluciente o un bebé fresquísimo y feliz, pero el enorme trabajo físico y emocional que está detrás de esos resultados se barre de inmediato debajo de la alfombra, donde las visitas no lo vean”, escribió Alejandra Eme Vázquez. A nivel global las mujeres hacen trabajos de cuidados no remunerados por cuatro horas al día. En el continente americano y en Europa las mujeres completan esas cuatro horas y en los Emiratos Árabes, las mujeres lo hacen por casi seis horas (cinco horas y 48 minutos). Los hombres, en promedio, se dedican a estas actividades por una hora y 23 minutos al día. Si hablamos de cuidados pagados, los hombres triplican estas horas, mientras que el numero de mujeres que reciben una remuneración por esta labor es significativamente menor. Las mujeres cuidan dos horas y 50 minutos en el continente americano por paga, frente a las cuatro horas y 46 minutos que cobran los hombres por hacerlo. Es decir, los hombres cuidan la misma cantidad de tiempo por dinero, que las mujeres sin esta remuneración.

El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en México es el esfuerzo de autoconsumo, la limpieza y mantenimiento de la vivienda, lavado de la ropa y calzado, compras, administración del hogar y los cuidados a otros miembros de la familia (a menores, adultos, personas enfermas o con discapacidad). La Organización Internacional del Trabajo señala que algunos gobiernos pueden depender del trabajo no remunerado de las mujeres y las niñas o de las trabajadoras domésticas sin suficiente paga para prestar servicios públicos, o incluso para sustituirlos, en su empeño por limitar la carga financiera para el Estado. “Si México sobrevive es porque somos las que buscamos a los desaparecidos y desaparecidas. Somos las que preparamos y servimos la comida. México sobrevive porque las mujeres estamos cuidando”, dice Brenda Navarro, autora de Casas Vacías, publicado en 2018. “¿Quién te cuida a ti cuando haces trabajo creativo?” Esa es la pregunta con la que Brenda Navarro junto a Alejandra Eme Vázquez, ambas escritoras, quieren pensar lo doméstico. El trabajo creativo, en un contexto así, implica para muchas mujeres una triple jornada. A nivel mundial, los trabajos de cuidados o del hogar sin remuneración recaen, por la maternidad o los roles de género, en las mujeres y las niñas. En México, las mujeres completan cinco horas y 10 minutos de producción de bienes de autoconsumo junto a las tareas del hogar y de cuidados, según cifras del Inegi. Los hombres hacen estas actividades únicamente por dos horas 13 minutos.

Aunque estas horas no son pagadas, el trabajo doméstico y de cuidado que realizan las mujeres en un solo año equivale a una paga de 55 mil 811 millones de pesos. Esto es superior a lo que actividades de otras industrias como la construcción o servicios inmobiliarios aportan al producto interno bruto del país. Además de esto, algunas mujeres completan ocho horas de jornada laboral remunerada. De acuerdo con Brenda y Alejandra, esta división del trabajo desigual también se replica en el mundo literario. “El sistema literario sobrevive porque hay mujeres leyendo, creando, escribiendo”, dice Brenda que también es directora del proyecto editorial Enjambre Literario. Alejandra publicó recientemente su libro Su cuerpo dejarán, un ensayo desde la experiencia directa de cuidados remunerados en el ámbito familiar. “¿Cómo hallamos equilibrios mientras ideamos, planeamos y organizamos proyectos literarios? ¿Tenemos que dedicarnos también a nuestra casa, nuestras labores domésticas?” cuestiona la descripción de este libro. Ellas cuidan Ante estas inquietudes, ambas escritoras formalizaron una red de mujeres escritoras que además realizan trabajo de cuidados. Buscan fomentar el diálogo en torno al espacio doméstico. “Es pensar que podemos generar redes a largo plazo y resolver la pregunta de ¿quién me va a cuidar cuando sea vieja? Estoy segura de que va a ser una mujer y me gustaría que fuera mi amiga”, contempla Brenda Navarro. Sobre todo, quieren visibilizar que existen ya estas redes de cuidado entre mujeres -escritoras o no- y hacer un laboratorio en torno a este tema, al considerar que, en los espacios académicos no hay una valoración de estas labores.

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El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en México es el esfuerzo de autoconsumo, la limpieza y mantenimiento de la vivienda, lavado de la ropa y calzado, compras, administración del hogar y los cuidados a otros miembros de la familia (a menores, adultos, personas enfermas o con discapacidad). La Organización Internacional del Trabajo señala que algunos gobiernos pueden depender del trabajo no remunerado de las mujeres y las niñas o de las trabajadoras domésticas sin suficiente paga para prestar servicios públicos, o incluso para sustituirlos, en su empeño por limitar la carga financiera para el Estado. “Si México sobrevive es porque somos las que buscamos a los desaparecidos y desaparecidas. Somos las que preparamos y servimos la comida. México sobrevive porque las mujeres estamos cuidando”, dice Brenda Navarro, autora de Casas Vacías, publicado en 2018. “¿Quién te cuida a ti cuando haces trabajo creativo?” Esa es la pregunta con la que Brenda Navarro junto a Alejandra Eme Vázquez, ambas escritoras, quieren pensar lo doméstico. El trabajo creativo, en un contexto así, implica para muchas mujeres una triple jornada. A nivel mundial, los trabajos de cuidados o del hogar sin remuneración recaen, por la maternidad o los roles de género, en las mujeres y las niñas. En México, las mujeres completan cinco horas y 10 minutos de producción de bienes de autoconsumo junto a las tareas del hogar y de cuidados, según cifras del Inegi. Los hombres hacen estas actividades únicamente por dos horas 13 minutos.

Aunque estas horas no son pagadas, el trabajo doméstico y de cuidado que realizan las mujeres en un solo año equivale a una paga de 55 mil 811 millones de pesos. Esto es superior a lo que actividades de otras industrias como la construcción o servicios inmobiliarios aportan al producto interno bruto del país. Además de esto, algunas mujeres completan ocho horas de jornada laboral remunerada. De acuerdo con Brenda y Alejandra, esta división del trabajo desigual también se replica en el mundo literario. “El sistema literario sobrevive porque hay mujeres leyendo, creando, escribiendo”, dice Brenda que también es directora del proyecto editorial Enjambre Literario. Alejandra publicó recientemente su libro Su cuerpo dejarán, un ensayo desde la experiencia directa de cuidados remunerados en el ámbito familiar. “¿Cómo hallamos equilibrios mientras ideamos, planeamos y organizamos proyectos literarios? ¿Tenemos que dedicarnos también a nuestra casa, nuestras labores domésticas?” cuestiona la descripción de este libro. Ellas cuidan Ante estas inquietudes, ambas escritoras formalizaron una red de mujeres escritoras que además realizan trabajo de cuidados. Buscan fomentar el diálogo en torno al espacio doméstico. “Es pensar que podemos generar redes a largo plazo y resolver la pregunta de ¿quién me va a cuidar cuando sea vieja? Estoy segura de que va a ser una mujer y me gustaría que fuera mi amiga”, contempla Brenda Navarro. Sobre todo, quieren visibilizar que existen ya estas redes de cuidado entre mujeres -escritoras o no- y hacer un laboratorio en torno a este tema, al considerar que, en los espacios académicos no hay una valoración de estas labores.

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El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en México es el esfuerzo de autoconsumo, la limpieza y mantenimiento de la vivienda, lavado de la ropa y calzado, compras, administración del hogar y los cuidados a otros miembros de la familia (a menores, adultos, personas enfermas o con discapacidad). La Organización Internacional del Trabajo señala que algunos gobiernos pueden depender del trabajo no remunerado de las mujeres y las niñas o de las trabajadoras domésticas sin suficiente paga para prestar servicios públicos, o incluso para sustituirlos, en su empeño por limitar la carga financiera para el Estado. “Si México sobrevive es porque somos las que buscamos a los desaparecidos y desaparecidas. Somos las que preparamos y servimos la comida. México sobrevive porque las mujeres estamos cuidando”, dice Brenda Navarro, autora de Casas Vacías, publicado en 2018. “¿Quién te cuida a ti cuando haces trabajo creativo?” Esa es la pregunta con la que Brenda Navarro junto a Alejandra Eme Vázquez, ambas escritoras, quieren pensar lo doméstico. El trabajo creativo, en un contexto así, implica para muchas mujeres una triple jornada. A nivel mundial, los trabajos de cuidados o del hogar sin remuneración recaen, por la maternidad o los roles de género, en las mujeres y las niñas. En México, las mujeres completan cinco horas y 10 minutos de producción de bienes de autoconsumo junto a las tareas del hogar y de cuidados, según cifras del Inegi. Los hombres hacen estas actividades únicamente por dos horas 13 minutos.

Aunque estas horas no son pagadas, el trabajo doméstico y de cuidado que realizan las mujeres en un solo año equivale a una paga de 55 mil 811 millones de pesos. Esto es superior a lo que actividades de otras industrias como la construcción o servicios inmobiliarios aportan al producto interno bruto del país. Además de esto, algunas mujeres completan ocho horas de jornada laboral remunerada. De acuerdo con Brenda y Alejandra, esta división del trabajo desigual también se replica en el mundo literario. “El sistema literario sobrevive porque hay mujeres leyendo, creando, escribiendo”, dice Brenda que también es directora del proyecto editorial Enjambre Literario. Alejandra publicó recientemente su libro Su cuerpo dejarán, un ensayo desde la experiencia directa de cuidados remunerados en el ámbito familiar. “¿Cómo hallamos equilibrios mientras ideamos, planeamos y organizamos proyectos literarios? ¿Tenemos que dedicarnos también a nuestra casa, nuestras labores domésticas?” cuestiona la descripción de este libro. Ellas cuidan Ante estas inquietudes, ambas escritoras formalizaron una red de mujeres escritoras que además realizan trabajo de cuidados. Buscan fomentar el diálogo en torno al espacio doméstico. “Es pensar que podemos generar redes a largo plazo y resolver la pregunta de ¿quién me va a cuidar cuando sea vieja? Estoy segura de que va a ser una mujer y me gustaría que fuera mi amiga”, contempla Brenda Navarro. Sobre todo, quieren visibilizar que existen ya estas redes de cuidado entre mujeres -escritoras o no- y hacer un laboratorio en torno a este tema, al considerar que, en los espacios académicos no hay una valoración de estas labores.

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