En un patio colorido del centro de la Ciudad de México, en cuyo jardín las flores se resisten a morir a pesar de la sequía, Luis espera en una mecedora su última cita con la psicóloga y Maguedala habla con otra mujer, antes de entrar a su terapia. Se trata del Centro de Atención Integral de Médicos Sin Fronteras, donde un equipo de profesionales en salud mental acompaña terapéuticamente a personas migrantes a responder una sola pregunta que, sin embargo, está cargada de complejidades: ¿Cómo sobrevivir ante una travesía tan adversa?
Durante ese estremecedor periodo de persecución, silencio, impunidad y estigmatización por parte del Estado que fue la guerra contra las FARC, ellas encontraron fuerza para reconstruir su dignidad y exigir su reparación.
Lo que para la fotógrafa Christina Simons comenzó como un trabajo de una sola vez para Médicos sin Fronteras, se transformó en una búsqueda personal para encontrar la raíz de la violencia que engloba el viaje de los migrantes y refugiados centroamericanos.