Es fácil pensar que una transición política arrojaría un antes y un después muy bien definidos, pero rara vez sucede así. En el caso de Sudáfrica, los fantasmas del apartheid, la pobreza y la desigualdad se aferran con fuerza a la realidad y la han vuelto un camino difícil de transitar.
Es fácil pensar que una transición política arrojaría un antes y un después muy bien definidos, pero rara vez sucede así. En el caso de Sudáfrica, los fantasmas del apartheid, la pobreza y la desigualdad se aferran con fuerza a la realidad y la han vuelto un camino difícil de transitar