Don Julio y Grupo Costeño: una alianza que ofrece una experiencia excepcional
Este 2021 Grupo Costeño cumplió 16 años de haber sido fundado por dos jóvenes emprendedores de Torreón, Coahuila, Alberto Martínez y Víctor Setien, que, como ocurre en los pueblos pequeños, son casi parientes.
Desde chicos fueron muy trabajadores y, en algún punto de la vida, decidieron iniciar un restaurante llamado El Costeñito –de ahí el nombre del grupo— en una palapa chiquitita, en la que apenas cabían tres mesas de plástico, pero el experimento les sirvió para comprobar que les esperaba el éxito si seguían por el camino de ofrecer platillos exclusivos y desarrollar experiencias para sus comensales. Ante la gran aceptación que obtuvieron, al año llegaron a la resolución de crear un restaurante ya en forma –ahí mismo en Torreón y con el mismo nombre–, decididos a ocuparse de que sus clientes no sólo comieran rico sino que la pasaran muy bien en ese lugar. Lo que siguió fue la consecuencia lógica del éxito: empezaron a abrir Costeñitos en muchos puntos del país. Uno de los lugares adonde llegaron primero fue la ciudad de Monterrey y es por eso que el corporativo se fundó allá con la apertura de tres sucursales.
Una conversación con Mariel del Bosque, encargada de Relaciones Públicas de Grupo Costeño en todo el país, nos permite enterarnos de que con la inquietud de crecer y ofrecer más y mejores experiencias gastronómicas, Martínez y Setien empezaron a desarrollar las ahora conocidas marcas de restaurantes especializados o de alta cocina (fine dining) de Grupo Costeño, entre las que se encuentran: Mochomos (comida de Sonora, la riqueza sonorense es precisamente su slogan), Cuerno (cien por ciento comida Norestense), Animal (una mezcla entre comida del norte y barra japonesa), Hotaru (un concepto más chico y acogedor, con todo sobre la barra del chef) y Ryoshi (también de comida japonesa).
A partir del gusto de sus fundadores por reunir a gente en un espacio agradable y crear platillos exclusivos, el estandarte de Grupo Costeño es crear una experiencia única para los comensales a través de una atención cuidadosa y excepcional, platillos de alta calidad, ambiente musical agradable, arquitectura e interiorismo ad hoc… “no son restaurantes creados para que la gente nada más coma y se vaya; su propósito es que la gente se quede y haga sobremesa y pase una tarde, una noche o todo el día de una manera muy agradable, que cuando el comensal salga del lugar diga ‘no me faltó nada’”.
Este 2021, a través de los restaurantes Cuerno y Ryoshi, Grupo Costeño se convirtió en la única corporación que en México y Latinoamérica ha recibido el Premio Seis Diamantes que otorga la Academia Americana de Ciencias de la Hospitalidad, fundada en 1949 por Frank Sinatra y Joseph Cinque con el propósito de reconocer el compromiso, la excelencia en el servicio, la calidad, la limpieza y, sobre todo, la hospitalidad que ofrecen diversas personalidades, empresas y proveedores de la industria restaurantera, hotelera y turística en el mundo.
Mariel vence el pudor para afirmar que, “después de la sorpresa en el grupo al recibir la carta con la noticia del premio, ni te explico el pavorreal que se armó en la empresa, porque una vez que en un país se otorga esta preciada y máxima insignia, nadie más la puede obtener. Muchos han obtenido el premio de las cinco estrellas, pero el de las seis… muy pocos”.
“Es un proceso”, explica, “como el del comprador misterioso (mystery shopper): alguno de los integrantes de la academia propone a sus candidatos al premio y los otros miembros acuden, de manera anónima, a los lugares para conocerlos y evaluarlos. Hasta que se recibe una carta oficial te enteras de que cumples con todos los requisitos y estándares para recibir el premio que el propio Joseph Cique, quien en la actualidad tiene 87 años, te entregará en persona para reconocer la excelencia en el conjunto de todo lo que ofreces”.
Con estos antecedentes, no es de extrañar que Don Julio considerara ideal a las cinco marcas de restaurantes de alta cocina del Grupo Costeño –unos 20 en todo el país– para distribuir, en exclusiva, la edición especial de su tequila Don Julio 1942. Las 1,200 botellas que contienen la bebida han sido transformadas por artesanos de la cultura wixárika en verdaderas piezas de arte, como parte de la campaña “Me quito el sombrero”, con la que la casa tequilera celebra y reconoce, con lo mejor de su producción, el orgullo de ser mexicanos y que en esta ocasión se concentra tanto en la calidad de la bebida como en la grandeza de la artesanía mexicana.
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