Las mujeres colombianas tienen distintas maneras de protestar; muchas hacen de este 8M un día de luto nacional, otras se reunirán para celebrarse y gozar de su libertad. Juntas hacen la diversidad del movimiento feminista.
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Hay una jornada de luto nacional, hay velas encendidas, hay marchas, hay plantones; hay intervenciones artísticas, laboratorios de creación, performances; hay inflables y calles pintadas de rojo; hay batucadas, canciones feministas de champeta, bambuco y rap; hay paseos ciclísticos; hay emisiones radiales; hay acciones de ayuda humanitaria, hay resistencia colectiva; hay murales y grafitis, chicha, arengas y gritos. En ciudades, en pueblos, en el campo. Niñas, jóvenes, ancianas, mujeres negras, mujeres indígenas, mujeres campesinas, mujeres trans. En Colombia la conmemoración del 8 de marzo será variada.
El año 2021 comenzaba y el número de feminicidios superaba el de días: según la Fundación Feminicidios Colombia, para el 13 de enero, 16 mujeres habían sido asesinadas; para el 17 de febrero, sumaban 41. Por entonces, las mujeres que integran el Estallido Feminista Nacional, un espacio de articulación de organizaciones de diferentes regiones de Colombia creado en 2018, llegaron a un acuerdo: el 8 de marzo se movilizarían bajo la bandera del luto nacional por los feminicidios y violencias contra las mujeres.
Laura Torres Betancourt, comunicadora e integrante del Estallido, recuerda:
–El luto surgió a partir de la indignación que nos produjo que el presidente Iván Duque y el gobierno nacional decretaran tres días de duelo por la muerte del ministro de Defensa. [Carlos Holmes Trujillo murió el 26 de enero por complicaciones derivadas del covid-19]. Eso fue impactante porque hemos visto que durante la pandemia aumentaron los feminicidios sin que haya un accionar eficiente y comprometido por parte de la institucionalidad. Todos los días hay mujeres y niñas víctimas de feminicidio o desaparecidas. Es indignante que al gobierno no le importe y que seamos las mujeres las que activemos mecanismos de búsqueda y acompañemos jurídica y psicosocialmente a otras.
El Estallido Feminista Nacional tiene presencia en 40 municipios, donde convoca a marchas y plantones. En Bogotá, por ejemplo, la movilización terminará en la Plaza de Bolívar con una velatón. Las mujeres que así lo quieran irán vestidas de negro con un pañuelo morado.
–El origen del luto nacional es que en este país la vida de las mujeres no importa y que por la vida de las mujeres no se hace un duelo –dice Olga Amparo Sánchez, directora de la Casa de la Mujer, una de las organizaciones feministas más antiguas del país, fundada en 1982.
Existe, sin embargo, una variación en torno a las cifras. Mientras la Fundación Feminicidios Colombia registró 227 casos en 2020, la Red Feminista Antimilitarista documentó 630. Para los observatorios de ambas, la fuente principal son noticias publicadas en prensa. Yamile Roncancio Alfonso, directora de la fundación, explica que hay muertes violentas (da el ejemplo de un disparo con el objetivo de robar) en las que no hay certeza de feminicidio y requieren de verificación. Pero Marta Restrepo López, activista de la red, dice que todo asesinato de mujeres es un feminicidio.
En cuanto a las violencias, Sisma Mujer, una organización feminista fundada en 1998, planea conmemorar el 8M con el lanzamiento de un boletín sobre lo ocurrido entre 2020 y 2021. En él señalan que, si bien los reportes oficiales indican una aparente disminución en el número de hechos violentos, esto obedece a los obstáculos que las mujeres han enfrentado durante la pandemia para acceder a canales de denuncia, como la falta de recursos tecnológicos para la atención virtual en comisarías de familia y de cupos en las casas de refugio, el colapso en las líneas telefónicas de atención y las dificultades en las valoraciones médico-legales.
Carolina Mosquera, investigadora de Sisma, enumera algunos de los hallazgos del boletín: en lo que va de 2021 una mujer fue víctima de violencia intrafamiliar cada diez minutos y en 2020, cada seis minutos y medio. El 90% de los casos registrados ese año se encuentra apenas en etapa de indagación. El 84% de las víctimas de violencia sexual son niñas y adolescentes.
La Red Comunitaria Trans, una organización que desde 2012 trabaja por los derechos de estas mujeres, sea que se encuentren en situación de vulnerabilidad, sean trabajadoras sexuales, usuarias de drogas, habitantes de calle o estén privadas de la libertad, también se une a la marcha del Estallido Feminista Nacional con dos inflables rojos que simbolizan los cuerpos de las mujeres trans asesinadas: 31 en 2020 y siete en 2021.
–Repetiremos sus nombres las veces que sea necesario para que sus cuerpos y sus vidas no queden en el olvido –dice Juliana Salamanca, su directora de comunicaciones.
Treinta y una, un número documentado por la red, no es la cantidad real de asesinatos de personas trans en Colombia, pues continúan registrándose las muertes de mujeres trans como hombres y las de hombres trans como mujeres.
–Si preguntas en el Ministerio de Salud cuántas personas trans han muerto por culpa del covid, no tienen ni idea porque en sus formatos no cuentan con la variable de identidad de género. Tampoco tienen idea de cuántas han muerto por violencia.
Y añade:
–Un flagelo en varias ciudades y regiones es la violencia policial contra mujeres trans trabajadoras sexuales. Cada fin de semana registramos casos. Los policías no respetan su identidad, las agreden físicamente y con tratos inhumanos y de tortura. Una de las consignas es también que pare la violencia policial.
No todas las organizaciones, movimientos y colectivas feministas y de mujeres harán parte de la jornada de luto nacional el 8 de marzo. En Medellín la Red Feminista Antimilitarista participará en una marcha que saldrá del centro de la ciudad con una apuesta estética llamada Primavera Feminista que surgió en los laboratorios de creación realizados en febrero, donde las integrantes decidieron por qué y cómo querían movilizarse.
–Nosotras no estamos de luto –dice Marta Restrepo López–. No compartimos el luto porque pensamos que no tiene rigor político ni simbólico. Cargar un luto por tus muertas significa un montón de cosas, significa la complexión de tu cuerpo, guardar rituales o silencio. Respetamos que haya una porción del feminismo que considere que ésa es la forma de llamar la atención sobre la violencia contra las mujeres, pero consideramos que el 8 es un día de liberación en las calles, de nuestro cuerpo, de mostrar la fuerza feminista y no sólo aludir a nuestra condición como víctimas posibles o revictimizadas.
Lunaria es un fondo feminista creado en 2012 para apoyar a colectivas de mujeres jóvenes y diversas en distintas regiones del país, difundir su trabajo y lograr que su voz se escuche. La mayoría usa el arte como forma de expresión y elige acercarse a la comunidad en lugar de buscar alianzas gubernamentales, privilegiando los temas propios y locales. Aunque se unen al luto, dos de sus integrantes, Emilia Morales y Diana López, dicen:
–Seguramente muchas no conocen esta información de lo que se mueve en las ciudades y, por lo tanto, no participen en el luto; hay momentos en que las mujeres jóvenes se expresan desde lugares de resistencia y exigencia, no de victimización.
Lunaria apoya, por ejemplo, a la Batucada Guaricha, una colectiva con sede en el municipio Piedecuesta, al noreste de Colombia. La batucada empezó en 2019, recuerdan Angie Osorio y Adriana Lizcano, por la necesidad de transmitir un mensaje claro que llegara de una manera más rápida a las personas que viven en una región conservadora y generar interrogantes entre ellas. Al principio, eran pocas y se les ocurrió probar con los tambores, aunque no sabían tocarlos.
Tomaron talleres, aprendieron, convocaron y hoy logran que en las movilizaciones la gente las acompañe, baile y se emocione. Parte de su trabajo consiste en conocer e inspirarse en la resistencia de mujeres campesinas que defienden el territorio de la explotación. Se ve en una canción que lanzaron el año pasado, «Arrecha», una palabra que quiere decir fuerza, tesón y valentía. La idea para este 8M es un encuentro con campesinas que habitan en veredas próximas a Piedecuesta, un bazar con partidos de fútbol, ciclismo, venta de productos artesanales y la presentación de la batucada.
La Fundación Feminicidios Colombia –que no se define como feminista, aunque muchas de sus integrantes lo son–, con un grupo de 14 voluntarias y un trabajo que se divide entre la representación judicial en casos de feminicidio, asesorías jurídicas e incidencia (tienen 29 casos en desarrollo) no saldrá a marchar. Costos, diferencia de posturas, banalización del 8M, irrespeto a los espacios no mixtos son algunas de las razones que menciona Yamile Roncancio Alfonso, su directora. La fundación, en cambio, utilizará sus redes sociales para pasar el micrófono a mujeres de ciudades no principales y realizará una acción de ayuda humanitaria a 25 familias de mujeres víctimas de violencia machista que viven en circunstancias de pobreza.
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Además del luto, las dos banderas del Estallido Feminista Nacional para la movilización de este año son «las trabajadoras exigimos» y «8M por las que cuidan».
–No hay duda de la relación entre el aumento de la dependencia económica y la exposición a la violencia –dice Lorena María Aristizábal, integrante del Estallido que trabaja con la representante a la Cámara Ángela María Robledo en temas de género–. […] Esto lo ha demostrado la pandemia: la situación de las enfermeras y de las mujeres que trabajan en jardines infantiles es dramática, las garantías mínimas de seguridad social de las trabajadoras domésticas están amenazadas.
En el boletín que lanza el 8 de marzo, Sisma Mujer registra que del total de personas con covid-19 en el sector salud, casi el 73% son mujeres y que, para enero de 2021, ascendió a 22% la tasa de desempleo de las mujeres, mientras que la de los hombres es del 13%.
Por eso, una de las exigencias al gobierno nacional en la conmemoración del día de la mujer trabajadora, en un país donde el trabajo informal es mayoritariamente femenino, es la renta básica para quienes están en situación de vulnerabilidad, es decir, un salario mínimo para las mujeres cuya generación de ingresos se vio mermada por la pandemia.
–Hablar de cuidado es también hablar de miles de adultas mayores trans que han dedicado su vida a cuidar a otras personas –dice Juliana Salamanca de la Red Comunitaria Trans–. Muchas trabajadoras sexuales no cuentan con atención en el sistema de salud, ni con ayudas por parte del Estado. En Bogotá no han sido incluidas en las bases de datos del plan de acción para solventar la crisis. Nos encerraron, pero las trabajadoras sexuales no pudieron darse el gusto de parar porque no tenían cómo pagar sus arriendos ni tenían con qué comer. […] Creamos un fondo de emergencia con el apoyo de personas que donaron y logramos llegar a 1,600 trabajadoras sexuales trans en Bogotá y a siete ciudades con un subsidio de vivienda y alimentación.
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–[El 8M] es una fecha de doble significancia: por un lado, se trata de lo que aún falta, lo que no tenemos, los derechos no garantizados, las muertes de las mujeres, los malos salarios, el desempleo de las jóvenes, pero también es un momento para reconocer y celebrar los logros alcanzados, que de pronto no son muchos pero son significativos –dice Sandra Liliana Luna, del equipo de coordinación nacional de la Ruta Pacífica de las Mujeres, un movimiento que agrupa a tres mil mujeres en nueve regiones del país y que trabaja por la constitución de paz desde hace 25 años.
Para el 8M, planearon acciones artísticas, comunicativas y de memoria histórica en una jornada llamada «Entrelazadas por la paz». Ese día recibirá un reconocimiento de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (creada en el Acuerdo de Paz firmado en 2016 entre el gobierno colombiano y la antigua guerrilla de las Farc) por los aportes que ha realizado, en particular, por la toma, entre 2019 y 2020, de 2,311 testimonios de mujeres víctimas del conflicto armado.
–Colombia ha estado atravesada por más de 70 años de conflicto y salvaguardar la vida y lograr la paz sigue siendo un punto urgente. Los otros casi que pasan a segunda instancia. Cuando entramos al proceso de paz y se logró la negociación con un actor armado para finalizar la guerra y construir la paz, surgieron otras agendas históricas de las mujeres que no habían surgido porque no había tiempo. Cuando tú estás preocupada por proteger tu vida y la de tu comunidad, las otras cosas quedan guardadas.
Para Sandra Liliana, el gran avance del movimiento social de mujeres en Colombia en los últimos años fue haber logrado algo único en el mundo: un Acuerdo de Paz con un enfoque de derechos de las mujeres y de género y más de 130 medidas para la transformación de las mujeres y niñas en el territorio nacional. Por eso, en medio del recrudecimiento de asesinatos y violencia contra las defensoras de derechos humanos y lideresas sociales que, además, han conformado la primera línea de atención para sus comunidades en la pandemia, es vital la implementación de lo acordado en La Habana.
–Falta que se acelere la implementación, que está muy bajita, también en las medidas para las mujeres. Puede estar en 32%. Si el acuerdo no se implementa como fue pactado y de manera integral y no se le pone plata, van a quedar espacios que estaban copados por un actor armado y van a llegar las disputas territoriales por los recursos, porque Colombia es un país con mucha riqueza para disputar.
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Ante el riesgo del covid-19, y sin dejar de atender protocolos de bioseguridad, Laura Torres Betancourt, del Estallido Feminista Nacional, dice:
–Debemos dejar de tener miedo a la juntanza porque finalmente todos los días, con o sin pandemia, nos están matando.
En general, las mujeres entrevistadas opinan lo mismo.
Laura pronostica que saldrán muchas y cuenta que en el Estallido conformaron un esquema de verificación feminista de derechos humanos ante posibles abusos de la fuerza policial o de violentadores infiltrados en las marchas.
Lorena María Aristizábal, también del Estallido, recuerda que en Colombia las marchas del movimiento feminista no han sido del todo masivas y espectaculares como en México, Argentina y España, pero dice que ha habido un crecimiento constante.
–Creo que va a ser menos diversa que en otros años, por la situación, y que va a transcurrir tranquilamente porque hay muchos ojos puestos en torno al tema de la brutalidad policial. Creo que va a ser bonita, concurrida, no gigante, no tan diversa, pero importante.
Una mañana de 2020 una joven compositora recibió una llamada, un encargo, que le cambió la vida: una canción sobre los feminicidios en México. La letra llegó a todas las agencias de noticias y estuvo presente en cada protesta feminista subsecuente del país. Las mujeres la adoptaron sin reservas; sus versos llenaron pancartas, cubrieron muros y hasta aparecieron en una película. El hartazgo ante la impunidad, el empoderamiento y la protesta se fundieron en el sello político de Vivir Quintana.
En un solo año cambiaron las condiciones que permitieron, en 2020, las marchas multitudinarias. Entre el temor a contagiarse de covid, la represión de los gobiernos y la división por el trabajo sexual y las mujeres trans, las feministas han tenido que organizar iniciativas separadas.
El año pasado, las argentinas aprendieron a manifestarse con distancia social. Después de la victoria por la legalización del aborto, la consigna más importante ahora se vincula a los femicidios y a la necesidad de reformar las instituciones frente a esta amenaza.