Edi Cruz es uno de los usuarios más activos en un grupo de Facebook, “Vacunas y Vacunación Covid-19 México”, donde más de catorce mil personas comparten información sobre la vacunación en el país. Ahí se resuelven dudas, se purgan temores. Desde la ubicación de sedes hasta consejos de cómo sortear los efectos secundarios de la vacuna anticovid. Él enfoca su participación en orientar a quienes preguntan dónde inocularse e impulsar a aquéllos que indagan si uno puede hacerlo en la Ciudad de México a pesar de vivir fuera de la metrópoli. Uno pensaría que es un millenial o hasta centennial, pero tiene 48 años.
Su motivación está directamente relacionada con su experiencia propia. Apenas el 27 de julio logró recibir la primera dosis de la vacuna en la capital, casi un mes después de que su entidad de residencia, Estado de México, abriera la convocatoria para el grupo de personas entre los 40 y 49 años. Se rezagó por el trabajo, porque tras ser despedido al inicio de la pandemia logró colocarse en un nuevo empleo y no se animó a pedir permiso para faltar. “No es que no me importara, pero te absorbe tanto…”, reflexiona sobre el trabajo del otro lado de la línea telefónica.
Tiene una voz grave, gruesa, pero amable. Es agente de ventas, promueve los productos de una empresa galletera y cruza diario esa frontera entre el “Edomex” y la Ciudad de México –apenas visible en medio de la mancha urbana–, junto con otros doce millones de personas que llegan a estudiar o a trabajar, provenientes de otras entidades como Hidalgo, Morelos o Estado de México, según datos prepandémicos del Inegi. Miembro de esta población flotante que deja la mitad del corazón en esta ciudad en la que trabajan, se dice preocupado por su salud: la vacuna es su única protección.
“Todo el tiempo estoy en contacto con personas. En el camión, en el metro, hay mucho virus porque la gente ya no se está cuidando tanto. El covid te puede agarrar en cualquier momento”, dice Edi, que forma parte de los 7.9 millones de mexicanos que usan diario el transporte público para llegar a su destino y viaja –como la mayoría– entre combis y microbuses, también en metro y, en menor medida, en Metrobús, donde la “sana distancia” es casi imposible.
Aunque vivió junto con su madre quince años en el barrio de Popotla, en la alcaldía Miguel Hidalgo, hace cuatro años se mudó cerca del Puente de Fierro, en Ecatepec. Al saberse rezagado en la vacunación, y sin una fecha puesta en el horizonte para gente como él, contempló inocularse en la Ciudad de México. Desempolvó su INE, que nunca actualizó, y su vieja dirección sirvió de pase directo a la primera dosis en territorio chilango.
Tomó una combi de su casa hacia Indios Verdes, abordó el metro en la Línea 3, luego cambió a la Línea 6 rumbo a El Rosario y de ahí saltó a la Línea 7, hasta llegar al Auditorio Nacional, donde siguió a pie hasta llegar a Campo Marte. “Viví casi veinte años en la ciudad y eso me ayudó mucho, porque no me solicitaron ni comprobante de domicilio, sólo INE y mi formato de registro”, dice.
En treinta minutos logró vacunarse. Quedó sorprendido: demoró más en llegar que en recibir su primera dosis de Sputnik V.
UN MENSAJE DE ESPERANZA
En el grupo de Facebook, Edi encontró una noticia que se difundía de forma masiva: se estaba vacunando a los rezagados en la capital y se recibía a toda persona con más de treinta años, en cualquier sede, a partir del 20 de julio pasado. Días antes, el viernes 16, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo en una conferencia que a partir de esa fecha se abrirían las sedes “sin importar la calidad de residencia”, para tener a todas las personas mayores de treinta años vacunadas en la ciudad.
Para muchos no residentes fue una invitación abierta. Eduardo Clark, encargado de la estrategia de vacunación local, dice a Gatopardo que “es posible que algunas personas hayan sido selectivas sobre lo que querían escuchar” y obviaron que era un mensaje enfocado en los residentes de la ciudad. El mensaje, además, tenía fecha de caducidad: ya no era efectivo para la siguiente convocatoria que incluía a personas de 18 a 29 años, a quienes se empezó a vacunar a partir del día 27.
Sin embargo, las restricciones quedaron de lado. El viernes 30 el gobierno capitalino reportó que llegó 50% más de las personas esperadas a las sedes de cinco alcaldías. En Miguel Hidalgo –que recibe diariamente a miles de naucalpenses, según la encuesta Origen-Destino del Inegi (2017)– y en Benito Juárez –también un centro laboral importante de la ciudad–, se esperaba que los primeros dos días de campaña se vacunara a poco más de veintiocho mil personas por alcaldía, pero llegaron 54 y 53 mil respectivamente.
REUTERS/Luis Cortés
En la Gustavo A. Madero, donde suelen trabajar habitantes de Ecatepec y Tlalnepantla debido a la cercanía, llegaron 34 mil personas que no estaban contempladas; y en Tláhuac, casi trece mil. Es decir, en sólo dos días se aplicó el 42.8% del total de las vacunas (676,885) que el gobierno capitalino tenía destinado para inocular durante seis días a este grupo poblacional.
Sheinbaum señaló que, además de jóvenes de otras alcaldías, habían detectado habitantes de otros estados, principalmente del Estado de México. Descubrieron que muchos habían conseguido comprobantes de domicilio prestados, que los habían descargado de internet o comprado en papelerías, incluso que algunos documentos habían sido intervenidos digitalmente para colocar direcciones que les permitieran acceder a la vacunación. “Respeten el lugar de residencia, porque lo que nos puede llegar a pasar es que ya no tengamos vacunas […] porque se ha sobrepasado la demanda”, pidió entonces.
Aquel 30 de julio, su predicción se volvió realidad: se agotaron las dosis de la vacuna Sputnik V destinada a los adultos más jóvenes.
En algunas de las sedes más grandes, como Centro Médico en la alcaldía Benito Juárez o Campo Marte en la Miguel Hidalgo, las personas volvieron a casa sin ser inoculadas. En ciertos casos, una voz a través de un megáfono fue la que anunció que las vacunas estaban agotadas, que volvieran al siguiente día; en otros, los rumores de boca en boca sobre la escasez terminaron por disolver a la multitud.
La administración de Sheinbaum tuvo que reestructurar su estrategia y pedir al Gobierno Federal que sacara del almacén biológicos AstraZeneca para cubrir la demanda. Pero luego definió la suspensión para el resto de las alcaldías en los días posteriores.
Durante las transmisiones en vivo de sus conferencias virtuales, que se difunden vía YouTube, se hizo común que usuarios comentaran en el chat el rezago en la vacunación que había en sus estados. Gabriela R. escribió: “En Nextlalpan, Edomex, todavía no llega la vacuna de los de treinta y más…”. Otros hicieron referencia a la falta de información en sus entidades y también dejaron mensajes con destellos de desesperación.
Aun en medio de ese panorama “atípico”, Clark asegura que “preferimos dejar que alguien se vacune en la ciudad aunque no le corresponda, a que a una persona a quien sí le corresponde, pero tiene problemas documentales, como no tener comprobante de domicilio a su nombre, se quede sin vacuna. Hemos tratado de ser flexibles en todas las etapas. Nos ha funcionado. Tampoco creemos que esto provoque un tema de migración masiva”.
LA DESIGUALDAD HISTÓRICA
Cuando Edi medita sobre su decisión de vacunarse en la Ciudad de México, encuentra respuestas en lo que las estadísticas nacionales repiten año con año: que Ecatepec es uno de los municipios con mayor número de feminicidios del país, que lidera los índices de robo con violencia a usuarios del transporte público y que es también el que presenta mayor índice de pobreza urbana del país. Pero, además, es el municipio más golpeado por la pandemia en el Estado de México: acumula 21 264 casos positivos y 2 832 defunciones por covid.
“Es difícil vivir en Ecatepec. Hay mucha desigualdad y eso se ve también con las vacunas”, recalca. Antes de optar por la capital, cuenta que acudió a la sede de su municipio, en el Multideportivo Las Américas, donde estaban vacunando a los de 30 a 39 años, pero no le permitieron el acceso por no entrar en el rango de edad. Dice que alzó la voz. “¡Se trata de mi vida! Si yo ando mal puedo contagiar a otras personas”, recuerda haber dicho, pero su argumento no fue suficiente. A diferencia de lo que ocurrió en la capital del país, en el Edomex no se ha implementado un plan de combate al rezago en la vacunación; de hecho, ningún estado lo tiene por cuenta propia.
En Chiapas, que hasta hace unas semanas presentaba apenas un 15% de población vacunada –el más bajo de todo el país– el gobierno federal intervino con más fuerza y logró subir el porcentaje hasta casi 30%; en Puebla van por un plan similar con la misión de subir en porcentaje el número de vacunados, actualmente apenas puede presumir que 26% de su población está inoculada con al menos una dosis.
De acuerdo con el doctor Malaquías López Cervantes, profesor de Salud Pública en la Facultad de Medicina de la UNAM, la diferencia en los ritmos de vacunación, la especulación sobre la efectividad de cada tipo de vacuna disponible y la tercera ola de la pandemia son tres factores coyunturales que han impulsado a que los habitantes de otros estados se trasladen a la capital para vacunarse. Si todos los días millones de personas llegan a estudiar o a trabajar, ¿por qué no habrían también de venir a vacunarse? La ciudad siempre atrae. Y es parte de su naturaleza urbana.
Su crecimiento inició con una lenta pero fuerte migración en medio de la Revolución: gente que buscaba un lugar seguro para habitar. Los procesos de industrialización de los años cuarenta y el abandono al campo aceleraron esta migración. Fue hasta 1964 que el regente, Ernesto P. Uruchurtu, prohibió el desarrollo de nuevos asentamientos con la intención de detener el crecimiento acelerado del entonces Distrito Federal. Esto, sin embargo, no detuvo la migración, sólo la trasladó a los municipios colindantes.
Así, los municipios aledaños se convirtieron en territorios dormitorio. Se construyeron cientos de desarrollos habitacionales que prometían cercanía con la ciudad y su enorme oferta educativa, laboral y de servicios, incluyendo el de la salud. Esto creó un centralismo. Y siguiendo esta lógica, “[en la vacunación] han centralizado las decisiones y los procedimientos. La bebé consentida de las autoridades federales es la CDMX y a pesar de las capacidades de otras ciudades, no se les da la oportunidad de participar activamente en las decisiones sobre vacunación”, advierte el doctor López Cervantes.
La estrategia de vacunación ha seguido el rumbo de las políticas públicas, la economía y la salud. Por ello, el epidemiólogo asegura que debió haber un trabajo conjunto más sólido entre la Ciudad de México y los estados más allegados, los que envían a millones de personas a desarrollarse profesionalmente ahí.
Y esto no sólo es una cuestión de derechos: es un mecanismo de protección. Si la estrategia busca paliar las estadísticas de covid –hay más de 139 mil contagios activos al 7 de agosto– , debe tomarse en cuenta la dinámica propia de la población, sobre todo en el ámbito de la movilidad, y entender que, junto con la ciudad, vienen también los municipios conurbados y otros estados cuyos habitantes cruzan kilómetros para ganarse la vida y que, en su mayoría, utilizan el transporte público, un lugar de alto contagio, con ventilación mínima, tiempos de permanencia altos y aglomeraciones recurrentes.
“Los intercambios de población en una zona como ésta deben de ser tomados en cuenta para mitigar los contagios y la estrategia de vacunación debe ser simultánea en los territorios que comparten habitantes todos los días. Debe haber mayor comunicación entre las autoridades de cada estado para proteger a las poblaciones de ambos”, añade.
REUTERS/Gustavo Graf
BUSCAR UNA VACUNA
Con su primera dosis, Edi se siente tranquilo, un poco más protegido para salir a trabajar y seguir cumpliendo con su “deber ciudadano” de ayudar a proteger a los demás. Como él, encontramos a Jimena López, una joven de veintiocho años que vive en Cholula, Puebla, y que, preocupada por exponer a sus padres mayores de sesenta años –su padre es diabético y su madre padece lupus e hipertensión–, buscó una solución para paliar el rezago en su estado.
En redes se enteró de que podía vacunarse en la Ciudad de México con ayuda de un comprobante de domicilio prestado. Viajó en auto con otro conocido que también buscaba una vacuna y llegó hasta una sede en Tlalpan. “No me importaba la marca, sino tener algo de protección. Me tocó Sinovac y en veinte minutos ya estaba vacunada”, cuenta vía telefónica. Sentía nervios de ser rechazada, pero como eligió una alcaldía donde la desconfianza por la Sinovac tuvo sedes casi vacías, nadie le puso un pero.
Otro caso es el de Eugenio Ugalde de 37 años, residente de Naucalpan, Estado de México, que logró colarse a la sede de la Arena Ciudad de México, en la misma semana del 26 al 30 de julio, cuando se reportó exceso en la demanda. “Escuché a Sheinbaum decir que lo importante era vacunarse y fui con mi suegra y una amiga, pero sólo yo logré pasar”. No le cuestionaron nada, ni revisaron su INE para cotejar su dirección y así recibió la primera dosis de Sputnik V. Él lo explica como un golpe de suerte. “Me registré en Naucalpan, me iba a tocar AstraZeneca, pero un amigo me dijo que estaba mejor la Sputnik V por la eficacia. Nos pidieron la credencial, yo la enseñé con la mano y me seguí caminando como Pedro por mi casa. Me regresé porque a mi suegra y a mi amiga les dijeron que, como eran de otro estado, no podían vacunarse, quise reclamar, pero al final dijeron que me siguiera, que todo estaba en orden conmigo. Así me vacunaron”.
Y aunque estos casos se enmarcan dentro de la semana en que las vacunas se agotaron en la capital, no fue una actividad exclusiva de los más jóvenes o de los rezagados, esto ha ocurrido desde el inicio de la campaña de vacunación. Jorge Flores, por ejemplo, por medio de la asociación Cuahuitl logró apoyar a artesanos, vendedores ambulantes y pepenadores no residentes para que fueran vacunados. Así, personas de Tamaulipas y Veracruz fueron inoculados sin tener que comprobar que eran residentes. “Hay quienes, incluso, duermen aquí, aunque no tengan una propiedad, lo hacen en sus camionetas y, por su trabajo, están expuestos al virus”, detalla.
Gatopardo encontró también casos de residentes de Morelos, Querétaro, Oaxaca, Tlaxcala y Guerrero que lograron vacunarse en los últimos meses en la capital.
Las dinámicas reveladas en el proceso de vacunación son un reflejo de la ciudad, de ese imán enterrado en el corazón del territorio y enmarcado en la política centralista. Eduardo Clark, el encargado de la estrategia de vacunación, lo reconoce. Dice que dentro del gobierno capitalino sí hay conciencia de este dinamismo y que, por ello, siempre ha sido inevitable que personas de otras entidades se vacunen. “Para nosotros es mejor dejar pasar a las personas, aunque no los tengamos contemplados, porque creemos que el derecho a la vacunación es independiente del lugar de residencia”, afirma.
Volviendo al tema del desabasto a finales de julio, Clark calcula que no se trata de un tema de migración masiva o generalizada. Explica que esos días confluyó algo más: el miedo al alza del contagio entre la población, alimentado por los datos más recientes: los contagios alcanzaron los niveles de las primeras olas a nivel nacional y tanto el gobierno como la población han puesto sus esperanzas en la vacunación, considerando que la única luz al final de este túnel está en que las defunciones se han mantenido a raya: la cifra más alta de defunciones fue de 1 474 muertes al 11 de febrero de 2021, mientras que el 7 de agosto se registraron 515.
En ese sentido, la Zona Metropolitana del Valle de México es la más afectada. Las hospitalizaciones se colocaron al nivel de finales de 2020, con cifras que van entre 60% y 70% de la ocupación hospitalaria. La Ciudad de México es actualmente el estado con mayor número de contagios: al 5 de agosto se reportaron 37 914 casos activos; los datos del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave) muestran que en este territorio hay 421 casos activos por cada millón de habitantes. Así, el miedo volcó el interés hacia la vacunación.
“Es la primera vez que estamos vacunando con la preocupación tan latente del covid. Cuando empezamos a vacunar, estábamos en niveles mínimos de hospitalizaciones y contagios y había indiferencia por la vacunación. La gente optaba por no vacunarse. Ya no es así”, asegura Clark.
AMIGO, NO DEJES DE VACUNARTE
La Ciudad de México ha estado al frente de la estrategia, no sólo por una intención deliberada del gobierno federal, sino también por un tema de infraestructura, de haber sido históricamente privilegiada. En territorio chilango, el gobierno moviliza las vacunas con facilidad: las dosis pueden llegar en dos horas a las alcaldías tras haber aterrizado en el aeropuerto. La red de frío que requieren para su conservación se mide en decenas de kilómetros, no en miles, como en otros estados. Y aquí hay suficientes refrigeradores para conservarlas.
Pero, así como la infraestructura es vasta, también lo son los contagios: “Somos el centro urbano más grande de México y eso nos da la capacidad para aplicar más vacunas a mayor velocidad, incluso a los que no son residentes. También, por lo mismo, la Ciudad de México es el centro de la pandemia: no hay ninguna otra entidad federativa que haya sido más afectada”, dice Clark.
Aunque la misma jefa de gobierno pidió a la ciudadanía que transita por la Ciudad de México respetar su fecha y lugar de vacunación asignados de forma oficial, Clark dice en entrevista que la postura del gobierno es no negarle la vacuna a nadie. Esta posición tiene origen en los números que muestran que la pandemia tiene dos rostros, la de los vacunados y la de los no vacunados. Los primeros suelen sobrevivir a la enfermedad; los segundos, si tienen alguna comorbilidad, cuentan con menos probabilidades.
En medio de todo esto, aquellos no residentes que lograron inocularse, ya preparan su próximo viaje para la segunda dosis. Clark asegura que la ciudad estará preparada para recibirlos y que todo aquel que se vacunó en la ciudad tiene garantizada la inyección final.
Edi Cruz confía en que, cuando llegue el momento, se acercará a la sede de Campo Marte para tener su cuadro de vacunación completo. Mientras eso ocurre, seguirá activo en el grupo de Facebook, con sus mensajes de impulso: “Amiga, amigo, no dejes de vacunarte para que no te vayas a poner malito”.