Una actriz en busca de una oportunidad sube al escenario. Es evidente que conoce la dinámica: presentarse en el proscenio —la zona más cercana al público— para someterse al escrutinio de un estricto director de casting o, en el mejor de los casos, al carácter de un director temperamental. Está acostumbrada a las pericias de la búsqueda de oportunidades; por ejemplo, enfrentarse a la indagación de tres hombres blancos que dictan si la etnia de la intérprete es suficientemente manifiesta como para caracterizar uno de los escasos personajes latinos en algún serial de Netflix o Hulu. Ahora, esta actriz se presenta con una misión especial: leer el más reciente texto de un amigo dramaturgo, una odisea que llevará a un único actor en escena a interpretar distintos roles. Esta lectura cambiará su vida.
Logró formar su propia casa productora, Cholawood Productions, con el propósito de concebir sus propias conveniencias interpretativas y además crear fuentes de trabajo para otros connacionales que laboran en la unión americana. Sin embargo, y a pesar de esto, no estaba preparada para la trascendencia que iba a tener su participación en un monólogo, que la alojó durante el verano de 2019 en uno de los teatros off-Broadway, justo en la periferia del distrito teatral de Nueva York, el legendario Minetta Lane Theatre, escenario de incuestionable abolengo en el circuito escénico de la Gran Manzana. Y que le valió tres importantes nominaciones.
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Casi nunca nieva en Ciudad Juárez. Pero la imagen de la localidad cubierta por una nevisca es la que aún hoy se niega a desaparecer de la mente del dramaturgo Isaac Gómez. Una total paradoja, considerando la extrema violencia y el abatimiento con que se ha relacionado a esta urbe al norte de México. The Way She Spoke es el visceral monólogo que escribió Gomez tratando de entender las causas de los feminicidios y la manifiesta crueldad hacia las mujeres de la región. Gomez creció en El Paso, Texas, a sólo diez minutos en un viaje en auto a Juárez. Alguna vez leyó en un periódico mexicano la leyenda de “No hay un mejor lugar para asesinar a una mujer como en Juárez”, y jamás la olvidó de su cabeza.
Gomez es un joven dramaturgo prometedor afincado en Chicago y él mismo se identifica como un latino de descendencia mexicana. Es una de las voces más notables de una nueva generación de teatreros de la escena americana, de grupos con reputación como Chicago Dramatist, Sideshow Theater Company, Teatro Vista y el Alliance of Latinx Theater Artists, por mencionar algunos.
“Desde principios de los noventa, cientos de mujeres que viven en Juárez han sido secuestradas, violadas y enterradas en el desierto que rodea a la ciudad. Algunos cuerpos han sido encontrados, otros no. Treinta años después, el feminicidio continúa tal y como lo reflejan las continuas manifestaciones que se han realizado. The Way She Spoke es la respuesta a una obra hermana titulada La Ruta, que montamos en el Steppenwolf Theatre de Chicago, a finales del 2018”, explica el autor sobre el fundamento del monólogo.
«Enfrentarse a la indagación de tres hombres blancos que dictan si la etnia de la intérprete es suficientemente manifiesta como para caracterizar uno de los escasos personajes latinos».
The Way She Spoke está basado en decenas de entrevistas que el mismo Gomez realizó tratando de amplificar las voces de las víctimas alrededor del feminicidio. La convención de este espectáculo teatral se sostiene con la idea de que una actriz aparece en escena para leer el texto de un amigo creando dos nociones: dar voz a los implicados en la tragedia y exhibir el vínculo que une a estos amigos a través del poder del teatro.
“El primer contacto que tuve fue a través de la gente de la empresa Audible. Me encontraba muy lejos grabando La Reina Del Sur 2 cuando me llegó un e-mail de parte de Kate Navin —una importante ejecutiva de la empresa— contándome que tenían una obra de teatro que habría escrito Isaac, quien me propuso para el proyecto. Estoy segura de que Audible no tenía idea de quien era yo, pero hicieron su indagación y finalmente me hicieron una oferta. Inmediatamente después de leerlo, me di cuenta de que tenía un gran texto en mis manos”, dice contundente Kate del Castillo, desde Los Ángeles vía Zoom debido a la cuarentena que experimentamos, al rememorar ese primer encuentro con la obra.
La dirección estuvo a cargo de Jo Bonney, una prolífica directora australiana que emigró a Nueva York a finales de los ochenta y quien ha llevado a escena textos de Danny Hoch, Neil LaBute, José Rivera y del prolífico Eric Bogosian, con un interés genuino en descubrir voces interesantes dentro de la dramaturgia contemporánea.
The Way She Spoke iba de la relación y la confianza que hay entre dos amigos quienes se ven inmersos en una especie de ensayo donde una novata intérprete decide dar voz a un texto en ciernes. La obra poseía características específicas, definitivamente no se trataba de una puesta en escena convencional. “Debido a la estructura de la obra, ésta remitía al metateatro, una obra dentro de otra obra, por lo que requeríamos de una intérprete que hiciera resonar el viaje que emprende una actriz al dar voz a distintas historias individuales. La perspectiva de Kate fue fundamental en la concepción del espectáculo”, dice el dramaturgo.
A las orillas del Navajo, un arroyo a las afueras de Ciudad Juárez, una decena de cruces rinden homenaje a las mujeres asesinadas en Juárez. Fotografía de José Luis González / Reuters.
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Kate del Castillo es una mujer adepta a las emociones fuertes. Su carácter temperamental domina los sets de filmación de los proyectos en los que se involucra, amén de su implicación en escándalos matrimoniales o el infame Chapo Gate que la llevó a aparecer en los principales titulares de los medios de una manera contradictoria a la que hubiese deseado. Es una mujer que quiere ser identificada como una intérprete en búsqueda constante. The Way She Spoke le brindaba esa oportunidad, declarar al mundo que es una actriz abierta a involucrarse en retos interpretativos.
“Cuando leí el libreto, por primera vez, tuve una percepción como si estuviera al borde del vacío. Muy similar a la experiencia de aventarte con un paracaídas. Sientes que tienes un hoyo en el estómago que nace a partir del miedo, pero al mismo tiempo, consideras la necesidad de aceptar el reto. Estaba consciente del tamaño de la oportunidad. Jamás pensé que alguien me podía ofrecer esta coyuntura de presentarme en off-Broadway. Sigo pensando que no estaba calificada para interpretar este texto, pero, ¿sabes?, soy una actriz y no podía dejar pasar la oportunidad. Trabajé con Jo Bonney en la dirección y un equipo de primera donde todos los involucrados han ganado premios importantes. Tuve una estupenda coach que me ayudó con el manejo de la voz para poder dar vida a todos los personajes que demanda el texto”, dice Kate.
El libreto de Gómez solicitaba que una sola actriz en escena encarnara distintos roles. El autor denomina su obra como una documitología en la que una persona, a la que llama simple y apropiadamente “La actriz”, interpreta trece distintos personajes basados en los individuos que el mismo Gomez entrevistó en su búsqueda por Ciudad Juárez, tratando de entender la razón y los móviles de los atroces crímenes contra las mujeres de la localidad. La obra no ofrece respuestas, tal y como sucede en la realidad; sin embargo, manifiesta el horror y la impunidad con la que se vive en la región.
“Desde principios de los noventa, cientos de mujeres que viven en Juárez han sido secuestradas, violadas y enterradas en el desierto que rodea a la ciudad».
En un entablado completamente desnudo, sin elemento artífice más que la voz de una única actriz en escena, Kate daba vida a una serie de personajes: la madre en la búsqueda de su hija desaparecida; el padre sobornado con un televisor para que deje de hacer preguntas; el chofer de microbús que podría haber sido testigo circunstancial de la desaparición de varias adolescentes; sin embargo, probablemente el personaje más complejo a dar vida fue a “la actriz” que poco a poco toma consciencia de la repercusión que representa convertirse en voz de las mujeres ultrajadas y asesinadas.
“Sin duda alguna, después de vivir este proceso, creo que me he convertido en una mejor persona. Mi interés es el poder comprender a otro ser humano, saber el por qué reacciona ante una serie de estímulos. En este caso, hablamos de las muertas de Juárez. Yo puse mi altar en el camerino y todos los días volcaba mi ansiedad ante él buscando la manera de hacer justicia con mi voz y cuerpo a estos personajes reales, a las hijas, hermanas y madres. Está muy cabrón, porque parto de mi realidad, completamente ajena a la de estas mujeres. Soy privilegiada y estoy consciente de esto, este montaje me sensibilizó de una gran manera”, dice.
Al final de la temporada, en agosto del año pasado, la directora Jo Bonney le preguntó qué se llevaba de toda esta experiencia. Ella respondió inmediatamente: Confiar en el proceso. “Sin duda alguna fue la enseñanza más grande. Llegué y lo hice, no sé si bien, mal, o más o menos, pero lo hice. Me siento muy orgullosa de esto”.
Madres y parientes de desaparecidas atienden al velorio de Brenda Berenice Castillo en el cementerio de San Rafael, Ciudad Juárez, a principios de 2012. Fotografía de José Luis González / Reuters.
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Es un domingo lluvioso de agosto de 2019 en Nueva York. Me encuentro a las afueras del mítico Minetta Lane localizado justo en el corazón del Greenwich Village, escenario donde se han presentado memorables montajes. El edificio corresponde a la arquitectura de la localidad y el espacio alberga 391 butacas. Aquí se han montado obras como The Last Five Years y Marvin’s Room, por mencionar un par. El público de esta función de matinée está conformado por una audiencia heterogénea, evidentemente hay fans de La reina del sur pero también oriundos de la localidad que asisten comúnmente a las puestas en escena del lugar.
Se puede percibir una energía peculiar en el aire. La obra ha concluido después de una retumbante ovación y la gran mayoría de los asistentes aún se encuentran en las inmediaciones del edificio, probablemente esperando poder ver a Kate del Castillo, aunque sea de lejos. De repente escucho a una mujer norteamericana decirle conmovida a su acompañante: “¡Cómo es posible que esté sucediendo esto en el mundo! ¿Por qué no estaba enterada de estos acontecimientos?”
La interpretación de Kate en ese escenario vacío, sutilmente iluminado, del que jamás desaparece en la hora y veinte minutos que la obra tiene de duración, provocó eso que los teatreros añoran en sus misiones. Los creadores de The Way She Spoke cumplieron con el cometido que se plantearon desde el principio de este doloroso pero necesario viaje. De acuerdo con Gomez, el teatro incita una empatía con el espectador como ninguna otra expresión artística puede lograrlo, y en particular con los monólogos porque la audiencia inmediatamente abraza lo que la persona en el escenario está sintiendo o tratando de revelar.
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El teatro es un quehacer solitario, y aún más en Nueva York. Kate del Castillo rememora su trabajo en The Way She Spoke: “Estuve completamente sola. Te juro que es la experiencia más dura hasta ahora. Pero todo cobró sentido una vez que estuve en el escenario. Se me pone la piel chinita sólo de recordarlo. El teatro es adictivo porque una vez que experimentas ese vínculo con el público, se convierte en algo necesario para nosotros, y lo quieres hacer una y otra vez”, explica.
Phoebe Waller Bridge, la actriz de Fleabag, fue presentadora de los Lucille Lortel Awards —que se llevaron a cabo de manera virtual el pasado 3 de mayo— y dijo algo muy importante antes de entregar el premio al Mejor Espectáculo Unipersonal. “Describió con palabras exactas, la sensación y experiencia de estar sola en un escenario, desprovista de elementos que puedan socorrerte. Mucha gente me ha señalado de ser una persona valiente por tener la osadía de entrevistar a ‘El Chapo’. Pero si se trata de agallas, definitivamente este trabajo fue mucho mayor”, dice Kate.
“No soy una actriz técnica así que tuve que experimentar y lidiar con distintos sentimientos cada noche de la temporada. El imaginarme que no solamente asesinan a estas mujeres, sino que también las torturan, destazan, ha sido uno de los procesos y experiencias más complicadas de mi carrera. Aunque te puedo decir con seguridad que el teatro me ha regalado al final solo cosas hermosas y esto ha sido lo más relevante hasta hoy en mi profesión: la sensación de poder escuchar al público llorar o incluso respirar, o en el mejor de los casos que puedas estar consciente de ese silencio sepulcral porque sabes que tienes a la audiencia en tu mano”, dice la actriz.
En una de los previews de la temporada, confiesa que quedó totalmente en blanco por la exigencia que se daba día a día. Kate simplemente tuvo que “pedir línea” al traspunte para continuar con la función.
«La obra no ofrece respuestas, tal y como sucede en la realidad; sin embargo, manifiesta el horror y la impunidad con la que se vive en la región».
Esta obra llegó a su carrera años después de verse involucrada en uno de los sucesos mediáticos más bizarros de los últimos años. Su entrevista (en conjunto con el actor Sean Penn) a ‘El Chapo’ Guzmán ocupo los titulares de los medios durante meses convirtiendo a la actriz en centro de críticas y apologías.
Le pregunto, ¿podría ser que tu participación en The Way She Spoke fue una especie de redención frente al público? Y ella responde:
“Entiendo a lo que te refieres y a lo mejor de manera inconsciente estaba en mi cabeza. Te confieso que no fueron mis pensamientos inmediatos al aceptar el reto, sino el compromiso de representar el libreto por la temática que tenía”.
Kate no descarta la idea que todas estas experiencias le hayan dotado de instrumentos más sólidos para caracterizar roles de tal demanda:
“Las experiencias son las experiencias y existen ciertas emociones que yo no había percibido antes. Hay músculos que no sabía que existían hasta pasar por momentos en lo que estuve inmersa, completamente deprimida, sintiendo que el mundo está en tu contra, sin instrumentos para defenderte y con mucho miedo porque tu familia está amenazada. Lo que te suceda es irrelevante cuando piensas en los tuyos. Era una soledad y no tienes a nadie en quien apoyarte. Y darte cuenta de la corrupción imperante del gobierno de tu país y de la capacidad que tienen para acusarte de cosas que no hiciste, o incluso plantar pruebas. Hay situaciones que, hasta que las vives, te das cuenta de la magnitud de las circunstancias. Finalmente, todo esto representan vivencias con las que puedes trabajar a la hora de enfrentarte a retos actorales como éste”, dice.
A Kate le ha costado más de diez años independizarse por completo, de sus padres, de relaciones y ataduras emocionales. Y dice categóricamente: “Ahora tengo que tratar de ser congruente conmigo misma e invertir en proyectos en los que creo por completo. The Way She Spoke es lo más importante que me ha sucedido hasta ahora y me siento muy orgullosa de lo sucedido”.
A finales de 2003, una comitiva de madres y parientes de desaparecidas marchan y exigen justicia en las calles de Ciudad de México. Fotografía de Henry Romero / Reuters.
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The Way She Spoke fue nominada a los Lucille Lorteal Awards, a los Drama Desk Awards y Drama League Awards; estos dos últimos reconociendo específicamente la actuación de Kate del Castillo, a pesar de los escépticos e incrédulos que alguna vez dudaron de que una actriz de extracto televisivo pudiera colmar —en todo el sentido de la palabra— uno de los escenarios teatrales más exclusivos. Eve Ensler, la dramaturga y autora de Los monólogos de la vagina (a quien Kate ya conocía al participar en la versión latina en Nueva York), la visitó en el Minetta Lane Theater; así como Gloria Steinem, otra popular feminista, que entró a los camerinos sólo para darle un abrazo.
Kate del Castillo es consciente de que una milésima parte del tamaño de la audiencia, que la sigue en teleseries y películas, tiene oportunidad de verla en una obra de teatro en Nueva York. Pero no es algo que le importe.
“He pasado por discriminación y sexismo a lo largo de mi carrera. Estoy harta de interpretar a la latina buenona o a la chacha. De ahora en adelante mis decisiones hablarán por sí solas. He conformado una empresa para crear mis propios vehículos de interpretación. Así empieza la obra, una mujer hastiada de ser comparada con los estereotipos y de recibir sueldos de mierda menores por el sencillo hecho de ser mujer y ser latina”, añade.
«Sin duda alguna, después de vivir este proceso, creo que me he convertido en una mejor persona. Mi interés es el poder comprender a otro ser humano y por qué reacciona ante una serie de estímulos».
A Kate le impresionaba que gran parte del público norteamericano desconocía las tragedias que se relataban. Era como si, por primera vez, los estadounidenses se enfrentaban a la realidad bestial de Juárez. Gomez insiste en que deben seguir abordándose los feminicidios.
“En muchas ocasiones observé personas que se salían de la sala. En un principio pensé que era porque no les gustaba la obra; sin embargo, los encargados del teatro me contaban que se salían a llorar. Se recomponían y luego regresaban a sus butacas. Me conmovía mucho esa comunión con la audiencia y sobretodo la idea de que les exponía estos sanguinarios relatos por primera vez”, agrega Kate.
Pese a las sospechas y suspicacia de algunos, The Way She Spoke concluyó su temporada de manera exitosa en agosto de 2019. Una obra de teatro unipersonal, hablada en inglés y español, y con una temática que a muchos les parecía ajena a lo que comúnmente se monta en el distrito teatral neoyorkino. A pesar del éxito, Kate duda en un remontaje y ve aun mas lejana la posibilidad de presentarlo en México.
El teatro es el arma más poderosa. “Es un acto capaz de moverte muchas cosas. Yo jamás solté eso que te mueve como artista. Después de esta experiencia, solo quiero hacer este tipo de cosas. El hecho de que entre el público haya una sola persona a quien hayas conmovido, a quien le hayas abierto los ojos, la misión está cumplida”.
The Way She Spoke concluía con uno de los epílogos más impactantes en un escenario. Antes de abandonar el teatro, la intérprete empezaba a leer los nombres de las mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez, uno por uno, con nombre y apellido. Eran cientos. No eran números, eran mujeres. Gomez había indicado que el personaje dejara de leer el listado una vez que ella se quebrara emocionalmente, o que decidiera detenerse. Apenas se podía escuchar la respiración de los asistentes. La atención y la emoción estaban puestas en Kate del Castillo.
“Vinieron muchas personas de Juárez. ¿Sabes que es lo que más me conmovía? Que probablemente alguien del público conocía a alguna de las víctimas, o que sabía de alguna madre que sigue esperando a su hija. Te agradecían cálidamente porque alguien continúa pasando el mensaje”.