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En la Fiesta del Preste, estas comunidades reafirman su éxito, mediante la ostentación y el exceso, lo que la convierte, también, en un espacio de negocios e influencia.
"Preste", proyecto del fotógrafo Manuel Seoane, realizado entre 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad de las ochocientas fiestas patronales.
En los últimos quince años, Bolivia ha pasado de ser un país mayoritariamente rural a un territorio urbano debido a la migración masiva de comunidades indígenas a las capitales. En décadas pasadas, los migrantes ocuparon el rango más bajo de la escala social y tuvieron que erradicar sus costumbres para ser socialmente aceptados. Sin embargo, un reciente crecimiento económico ha comenzado a posicionar a la conocida “burguesía chola” como la nueva élite. De acuerdo con el último censo, en La Paz, capital administrativa boliviana, 80% de los habitantes se consideran de origen aymara. Es esta población la que ha logrado, a su manera, reproducir los códigos y lógicas de la modernidad, reinterpretando la experiencia de una ciudad, incidiendo en su geografía e impregnándola de un movimiento cultural que la diferencia de otras. En ese contexto, Preste, proyecto de Manuel Seoane, realizado entre los años 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad que tiene ochocientas fiestas patronales. En la más importante, la Fiesta del Preste, estas comunidades reafirman su éxito, que expresan mediante la ostentación y el exceso, lo que la convierte, también, en un espacio de negocios e influencia.










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"Preste", proyecto del fotógrafo Manuel Seoane, realizado entre 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad de las ochocientas fiestas patronales.
En los últimos quince años, Bolivia ha pasado de ser un país mayoritariamente rural a un territorio urbano debido a la migración masiva de comunidades indígenas a las capitales. En décadas pasadas, los migrantes ocuparon el rango más bajo de la escala social y tuvieron que erradicar sus costumbres para ser socialmente aceptados. Sin embargo, un reciente crecimiento económico ha comenzado a posicionar a la conocida “burguesía chola” como la nueva élite. De acuerdo con el último censo, en La Paz, capital administrativa boliviana, 80% de los habitantes se consideran de origen aymara. Es esta población la que ha logrado, a su manera, reproducir los códigos y lógicas de la modernidad, reinterpretando la experiencia de una ciudad, incidiendo en su geografía e impregnándola de un movimiento cultural que la diferencia de otras. En ese contexto, Preste, proyecto de Manuel Seoane, realizado entre los años 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad que tiene ochocientas fiestas patronales. En la más importante, la Fiesta del Preste, estas comunidades reafirman su éxito, que expresan mediante la ostentación y el exceso, lo que la convierte, también, en un espacio de negocios e influencia.










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En la Fiesta del Preste, estas comunidades reafirman su éxito, mediante la ostentación y el exceso, lo que la convierte, también, en un espacio de negocios e influencia.
"Preste", proyecto del fotógrafo Manuel Seoane, realizado entre 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad de las ochocientas fiestas patronales.
En los últimos quince años, Bolivia ha pasado de ser un país mayoritariamente rural a un territorio urbano debido a la migración masiva de comunidades indígenas a las capitales. En décadas pasadas, los migrantes ocuparon el rango más bajo de la escala social y tuvieron que erradicar sus costumbres para ser socialmente aceptados. Sin embargo, un reciente crecimiento económico ha comenzado a posicionar a la conocida “burguesía chola” como la nueva élite. De acuerdo con el último censo, en La Paz, capital administrativa boliviana, 80% de los habitantes se consideran de origen aymara. Es esta población la que ha logrado, a su manera, reproducir los códigos y lógicas de la modernidad, reinterpretando la experiencia de una ciudad, incidiendo en su geografía e impregnándola de un movimiento cultural que la diferencia de otras. En ese contexto, Preste, proyecto de Manuel Seoane, realizado entre los años 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad que tiene ochocientas fiestas patronales. En la más importante, la Fiesta del Preste, estas comunidades reafirman su éxito, que expresan mediante la ostentación y el exceso, lo que la convierte, también, en un espacio de negocios e influencia.










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"Preste", proyecto del fotógrafo Manuel Seoane, realizado entre 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad de las ochocientas fiestas patronales.
En los últimos quince años, Bolivia ha pasado de ser un país mayoritariamente rural a un territorio urbano debido a la migración masiva de comunidades indígenas a las capitales. En décadas pasadas, los migrantes ocuparon el rango más bajo de la escala social y tuvieron que erradicar sus costumbres para ser socialmente aceptados. Sin embargo, un reciente crecimiento económico ha comenzado a posicionar a la conocida “burguesía chola” como la nueva élite. De acuerdo con el último censo, en La Paz, capital administrativa boliviana, 80% de los habitantes se consideran de origen aymara. Es esta población la que ha logrado, a su manera, reproducir los códigos y lógicas de la modernidad, reinterpretando la experiencia de una ciudad, incidiendo en su geografía e impregnándola de un movimiento cultural que la diferencia de otras. En ese contexto, Preste, proyecto de Manuel Seoane, realizado entre los años 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad que tiene ochocientas fiestas patronales. En la más importante, la Fiesta del Preste, estas comunidades reafirman su éxito, que expresan mediante la ostentación y el exceso, lo que la convierte, también, en un espacio de negocios e influencia.










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En la Fiesta del Preste, estas comunidades reafirman su éxito, mediante la ostentación y el exceso, lo que la convierte, también, en un espacio de negocios e influencia.
"Preste", proyecto del fotógrafo Manuel Seoane, realizado entre 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad de las ochocientas fiestas patronales.
En los últimos quince años, Bolivia ha pasado de ser un país mayoritariamente rural a un territorio urbano debido a la migración masiva de comunidades indígenas a las capitales. En décadas pasadas, los migrantes ocuparon el rango más bajo de la escala social y tuvieron que erradicar sus costumbres para ser socialmente aceptados. Sin embargo, un reciente crecimiento económico ha comenzado a posicionar a la conocida “burguesía chola” como la nueva élite. De acuerdo con el último censo, en La Paz, capital administrativa boliviana, 80% de los habitantes se consideran de origen aymara. Es esta población la que ha logrado, a su manera, reproducir los códigos y lógicas de la modernidad, reinterpretando la experiencia de una ciudad, incidiendo en su geografía e impregnándola de un movimiento cultural que la diferencia de otras. En ese contexto, Preste, proyecto de Manuel Seoane, realizado entre los años 2016 y 2019, explora la transformación urbana desde la perspectiva de las celebraciones aymaras. Sus imágenes develan a La Paz como un territorio de festejo: la ciudad que tiene ochocientas fiestas patronales. En la más importante, la Fiesta del Preste, estas comunidades reafirman su éxito, que expresan mediante la ostentación y el exceso, lo que la convierte, también, en un espacio de negocios e influencia.










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