Desde los años ochenta, metaleros, darketos, punketos y jipitecas rezagados, en fin, todas las tribus urbanas del otrora Distrito Federal, se daban cita en el Tianguis Cultural del Chopo con maquillaje satánico, pelos espigados y de colores, collares de púas y chamarras de cuero con remaches, entre otra parafernalia, en busca de enfatizar su identidad, en una época en que esto se consideraba marginal. “Al menos en las dos cuadras que comprendía el tianguis, se podía circular libremente con las fachas más locas del mundo”, decía José Agustín en su esencial La contracultura en México. Era un centro de reunión y trueque para los chicos que escuchaban rock y epicentro de la contracultura en el país. Fue justo en este crisol efervescente donde se plantarían las primeras semillas creativas que animan el trabajo del diseñador Víctor Barragán.
Barragán cuenta cómo, a los cinco años, su hermano lo llevaba a este bazar. “Ver El Chopo de niño fue algo… ¡guau! Muy estimulante”, me dice desde su casa-estudio en Brooklyn, Nueva York, con esa onomatopeya que escucharé repetidamente durante una charla de poco más de una hora . “Cuando fui de niño era muy diferente a como es hoy. Era otro ambiente. Había tantas personas y tantos estilos, estaba demasiado definido quién era qué. Cuando veía eso, era algo impactante. Estuve expuesto a muchísimas cosas desde muy niño”.
Hoy todas esas influencias lo han seguido hasta Brooklyn, a donde se mudó en 2015 para construir su marca de moda homónima, Barragán, cuyo espíritu y carácter distintivo es “un espacio de experimentación constante, creando y colaborando con otros artistas”, como él mismo lo describió en una entrevista con Something Curated.
“Venirme a Nueva York fue una decisión personal, quería ver qué pasaría. Voy a intentar algo, a ver qué pasa —ríe—. Nunca había venido, me gustó y me quedé. Cuando me mudé a Nueva York fue que aprendí cómo llevar una marca de manera formal y como negocio”, cuenta el diseñador. La ciudad estadounidense —una de las más cosmopolitas y diversas del planeta— le brindó el trampolín perfecto para poder desarrollar su marca. “Alguien me dijo que querían que presentara en el calendario [de Fashion Week], querían darme un lugar. Y ese contacto que me mandó la industria me enseñó bastante a hacer las cosas correctamente. Y ahora ya no me siento perdido”.
Cuando le pregunto qué es lo que Nueva York le ha enseñado, Barragán menciona que a estar solo y disfrutarlo: “Mis amigos de aquí y yo trabajamos mucho y nunca había estado tanto tiempo solo. La vida es bastante solitaria acá, pero esta ciudad me ha enseñado a disfrutar de ello”. Y aunque fue justo lo que necesitaba para su marca, vivir aquí no ha sido sencillo para este oriundo de la Ciudad de México. Hacer una marca de moda es una labor titánica. Y además le ha resultado difícil el tema de la migración, el proceso de la green card, en un inicio el idioma y el ser un migrante creativo en una ciudad como ésta, abriéndose camino en la era de la supremacía blanca y la desinformación de Donald Trump.
“Nunca había experimentado el invierno en mi vida y te da como una depresión de temporada y es muy-muy-muy intensa. No me agrada para nada. Te afecta a tu modo de trabajar y en tu vida personal”, dice en entrevista. “Quisiera poder estar en Los Ángeles o en el defe para evitar eso”, dice.
Colección Primavera-Verano 2019. Fotografía de June Canedo / Styling de Tess Herbert.
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Víctor Barragán nació en la Ciudad de México en 1992, en un país cambiante que empezaba a dibujarse como parte de la incipiente globalización, bajo un salinismo voraz y nebuloso. “Yo no estudié moda, estaba estudiando arquitectura en la UNAM”, dice sobre una carrera que no terminó, pero que ha definido muchas cosas en su vida laboral y personal. “Tengo una relación muy grande con la arquitectura porque todos mis amigos y con los que colaboro son arquitectos”.
Para Alberto Bustamante, DJ y director creativo mejor conocido como Mexican Jihad, también arquitecto y amigo cercano de Barragán, ese vínculo es interesante: “De cierta forma, todo su equipo creativo son puros arquitectos. Pamela Espíndola, que es su jefa de producción, es arquitecta. Rubén Gutiérrez, con quien hace las escenografías y la conceptualización de los shows, es arquitecto; el chico con el que hace la joyería, es arquitecto; yo, que he hecho la música de varios shows, soy arquitecto. No sé si lo ha hecho de manera intencional o es coincidencia, pero se rodea mucho de arquitectos… ¡y Capricornios, además!”. Barragán colabora con gente que respeta y admira. Detrás de su marca homónima, hay gente “muy chida”, con quien se identifica por tener prácticas creativas propias e independientes.
“Yo quería estudiar moda, pero no tenía acceso a una escuela para eso. Cuando empecé a aprenderlo fue en un CECATI [Centro de Capacitación para el Trabajo Industrial], con unas señoras que me enseñaron a pedir las cosas como debe ser, me dieron técnicas, sastrería. Ahora lo aprecio más, ¡pero era un poco extraño! —ríe—. Me dieron bases muy técnicas, que me ayudaron mucho para saber de confección”, dice Barragán sobre su formación un tanto sui generis y otro tanto autodidacta.
“En el 2010 empecé con mi marca, que en ese entonces se llamaba Ytinfninfinity. Iba al CECATI, hacía cosas de serigrafía en casa, y empecé a atraer mucha atención en Tumblr, que es de mi generación, como muy millennial. Era como un diario: ponía lo que hacía y muchas personas de Australia, Estados Unidos, Europa y Asia empezaron a rebloguear y me preguntaban dónde lo podían comprar. Eso fue en 2011 y ¡no tenía idea de que podía vender lo que hacía! De pronto empezaron a comprar, comprar y comprar. Era demasiada la demanda y fue cuando la marca empezó a crecer. A la par, estaba estudiando diseño industrial, pero no estaba muy contento con la facultad en la que estaba y tomé la decisión de parar todo eso”, dice.
Además de aceptar una charla trasnochada pasada su medianoche, desde Barcelona, Bustamante me ayuda a descubrir el lado más personal de un artista de naturaleza más bien reservada y para quien la amistad y el espíritu colaborativo tienen mucha importancia. Si estuviéramos en Instagram hablando de este par, el hashtag probablemente sería #friendshipgoals.
A sus 33 años, Bustamante es director creativo de dos marcas propias, NAAFI, sello discográfico de música electrónica latina, y Traición, una productora de performance. “Conocí a Víctor a través de un amigo que me llevó a comprar ropa al primer showroom que tenía, de eso hace muchos años”, empieza Bustamante. “En ese momento hacía bootlegs, piratería o réplicas de cosas que le gustaban; era una tienda que tenía, si bien recuerdo, en la colonia San Rafael. Fui a su tienda e inmediatamente nos hicimos amigos. Hemos sido cómplices, nos nutrimos mucho y es un colaborador y amigo íntimo. Desde que se mudó a Nueva York, siempre que viene a México se queda conmigo y nuestra amistad ha pasado por todo tipo de etapas. Lo considero un compadre, un hermano”.
Para él, Barragán trae una ética de trabajo muy fuerte arraigada en la cultura del esfuerzo. “No sé si te contó, pero viene de una familia de taqueros, y su papá y su mamá lo hicieron trabajar desde chiquito, él cuidaba la caja en la taquería”, comparte. De ahí que tenga una noción “cabrona” de lo que es el trabajo y del costo de las cosas. “El que su familia lo haya hecho trabajar, lo hace muy consciente del esfuerzo y del valor de las cosas. No quiero sonar mala onda, pero la mayor parte de los que hacen moda en México son chicos de familias que pueden, ¿sabes? Y él viene de una cultura de trabajo, donde sabe lo que cuestan las cosas. Es medio workaholic, como que trabaja demasiado”.
Colección Primavera-Verano 2019. Fotografía de June Canedo / Styling de Tess Herbert.
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“¿Cómo describirías la ropa que diseñas?”.
“Mi ropa es sex positive. Justo eso me preguntaron los jueces [del CFDA/Vogue Fashion Fund 2019, entre los que se encuentran Anna Wintour, Diane von Furstenberg y Steven Kolb]. Tomar el sexo de manera positiva. No tienes que estarte encuerando o enseñando mucha piel para ser sexualmente atractivo”.
“¿Es más de actitud?”.
“Sí. No todos los looks son atrevidos. La ropa te hace sentir demasiado bien contigo mismo y eso se transmite. No tienes que adaptarte a este tipo de belleza que ves en todos lados para sentirte bien. Y eso pasa mucho: o no soy alto, o no soy flaco, o no soy güero o no soy así. Debemos dejar esos pensamientos tan tontos y negativos. Quiérete como eres”.
La sexualidad de la persona que usa Barragán es fluida, así ha buscado romper roles de género y estereotipos, a veces de manera accidental, a veces con mucha intención.
Sus colecciones están compuestas por prendas llenas de guiños y referencias culturales. Están, por ejemplo, las piezas que hizo con la tela a cuadros que usualmente vemos en los uniformes de miles de chavos de las secundarias públicas de México y que fueron parte de una capsule collection para la tienda Opening Ceremony en 2018. Entre esas piezas está un top asimétrico de holanes —favorito de la modelo Kendall Jenner; lo lleva puesto en más de una de sus fotos en Instagram— y unos pantalones oversize que causaron revuelo.
“Los Double Pocket Tartan Pants Secundaria, un pantalón con la tela del uniforme de la secundaria pública diurna del Distrito Federal, pero con un diseño renovado”, son una de las piezas favoritas de María Osado, fundadora y directora de Güerxs, agencia de modelaje y casting que apuesta por ampliar la representación dentro de la moda en México y el mundo, quien también es colaboradora cercana y amiga. Barragán se obsesionó con esos uniformes de secundarias públicas. Todas son referencias a la “secu” la telesecundaria, el CONALEP, Perfume de violetas y demás, que al final vienen de un lugar auténtico. Ése es su genio, ser un traductor, un remixero.
“Consume mucha cultura visual, mucho cine, mucha tele y música”, continúa Bustamante sobre las influencias de Barragán, que se dieron a notar en la colección Primavera-Verano 2017, con una camiseta negra que tenía la palabra “Lesbian” con la tipografía de la serie noventera Friends, lo que muestra su singular sentido del humor. Para Bustamante, a quien Barragán regala muchas prendas de prueba que guarda en su clóset como testimonio, “son pruebas que no terminan siendo piezas finales, pero que a mí me gustan mucho porque son como de archivo”.
Una de las piezas que más destaca de sus colecciones es un body de la colección Otoño-Invierno 2017/18. “Es de terciopelo verdecito; justo esa pieza la han usado en muchas editoriales, con modelos de la tercera edad, y se ve muy padre en las fotos. Es como un body de gimnasia que incluye mangas donde metes toda la mano y parece un guante largo, y tiene una capucha de la que sólo sale la parte frontal de la cara. Lo hizo también en color calabaza y es un terciopelo que se ve muy táctil. Es de mis piezas favoritas”, dice Bustamante.
A la hora de trabajar, Barragán comparte con su amigo sus “influencias o inspiraciones, imágenes que está coleccionando, clips de películas, escenas que le laten, rolas que está escuchando en ese momento”, cuenta Bustamante. “Lo que me comparte es más bien el universo que lo está inspirando. Lo de la ropa y cómo la confecciona no es algo que comparta conmigo. Es más bien su humor cuando está construyendo la colección. Ahorita está traumadísimo con las espirales; antes estaba clavado en hacer estilismo de verduras: agarraba cosas en el supermercado y hacía composiciones con joyería. Antes de eso, tuvo una etapa en la que estaba clavado con porno gay latino”. Lo más interesante de su proceso es cómo el diseñador en realidad es un filtro de la sensibilidad cultural colectiva de un momento y cómo traduce esto en la ropa.
Para su colección Otoño-Invierno 2019/20, Barragán decidió regresar a la Ciudad de México y presentarla en ARCHIVO Diseño y Arquitectura, casa modernista construida por Arturo Chávez Paz, justo al lado de la Casa Estudio Luis Barragán. Siempre ha tenido un juego con la arquitectura de Luis Barragán, al ser uno de los nombres mexicanos que más suenan en el extranjero, pero su apellido no tiene relación alguna con el ganador del Premio Pritzker, y es algo que le preguntan siempre. En esa presentación, el diseñador usó ese juego a su favor para montarse en el legado del arquitecto, haciendo el show junto a su estudio.
“Una de las cosas que más me llaman la atención es la paleta de colores que usas”, le pregunto sobre lo que presentó en ARCHIVO.
“Le tengo miedo al color. Sí, hay color, pero son colores neutros, nunca brillantes, chillones”.
También le pregunto por el origen de un print de tulipanes de la misma colección.
“Viene de los manteles de plástico de los mercados”, me explica. “Recuerdo mucho un mantel de cuando era chico y unos servilleteros de plástico con forma de tulipán que hay en rosa, amarillo y azul bebé. Justo antes del show pusimos una foto de esto; fui a una cantina que se llama La Faena y tenían los servilleteros de tulipanes. Fue como estar predestinado. Se piensa que todo en México debe de ser colorido, un poco kitsch, y esto fue para burlarnos de este tipo de cosas”.
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Gracias a Víctor Barragán y su bagaje cultural, al haberse mudado a Nueva York y a que es experto en descifrar el zeitgeist, el clima intelectual y cultural de nuestra época, la marca Barragán es hoy una netamente global. “Lograr hablar de tu contexto y tener un impacto global es algo que ha conseguido como nadie”, comenta María Osado, fundadora y directora de Güerxs. “Él muestra diferentes aspectos culturales de México que pocas veces se consideran relevantes —o que pertenecen a la lógica de la moda—, desde una perspectiva muy fresca, donde nada es literal y, sin embargo, le resulta muy familiar a su público. Hay un trabajo creativo inmenso, y encima de todo, tiene un gran sentido del humor”.
Mónica Isabel Pérez, editora general de la revista A The Style Guide by Andares, concuerda sobre lo universal en la ropa de Barragán: “Me gusta su visión global. Siento que hay algo de oriental en sus prendas; al menos a mí me recuerdan ciertas formas japonesas que dan libertad al cuerpo y que proyectan elegancia urbana atrevida para lo que solemos ver en las calles de México. Me parece también que los diseñadores de hoy tienen posibilidades de viajar más, de alimentarse de distintas visiones e incorporarlas a lo que es considerado ‘lo nuestro’, por lo que sus creaciones tienen un aire más diverso, abierto y global. No es una sorpresa que las prendas de Víctor Barragán se vendan en ciudades como Tokio, Nueva York, Los Ángeles, Sídney, Seúl y París, y que se expongan en los mismos espacios que firmas y diseñadores internacionales a los que se considera consagrados”.
Y como anota el cronista Antonio González de Cosío, autor de El libro del estilo, en cuestión de moda, en México hace falta alejarnos de los clichés. “Como decía Tolstói: ‘Si quieres ser universal, habla de tu aldea’. Pero nuestras raíces van más allá del folclor, de Frida Kahlo, de la Catrina y de los rebozos. Lo mexicano puede estar en López Velarde, en Sor Juana, en las calles, en la fauna o en la arquitectura de México”, menciona González de Cosío. “Creo que hoy en día en la industria de la moda nos hace falta intelectualizar más a México y salir del cliché, algo que los franceses saben hacer muy bien en su propia industria”.
De manera muy orgánica, Barragán está haciendo justo eso: volcando su mirada a lo sutil, en lo que ningún otro diseñador mexicano ha puesto el ojo, reinterpretándolo e intelectualizándolo. Un buen ejemplo de ello es la manera en la que retomó el logo del Camino Real, creado por el artista estadounidense Lance Wyman, y lo reinterpretó para su colección Otoño-Invierno 2019/20.
“Desde niño estuve muy consciente del diseño gráfico de las estaciones del metro. Soy muy fan de Wyman y de las Olimpiadas; todo esto sentó un precedente en México”, dice sobre los ejercicios de iconografía del diseñador gráfico. “La idea de [reinterpretar] el logo se inspira en el bootleg y la piratería que hay en México, donde cambias algo de modo que sea muy obvio. La idea era tomar el logo del Camino Real, algo muy exclusivo, pero de cierta forma robarlo, adaptarlo y darle un contexto diferente. Burlarnos de ese clasismo mexicano”.
Pero la reflexión que Barragán hace sobre su apropiación del logo va más allá.
“Wyman se inspiró en Yucatán y tiene una foto de donde sacó la greca que hizo con la C y la R. ¿Por qué contrataron a alguien de fuera para diseñar algo en el país? No tiene sentido. Es algo que me causa conflicto. Es un malinchismo. Entonces nos dijimos: Vamos a hablar de esto porque somos de ahí, es una bofetada a lo que pasó en ese momento. Respeto el trabajo de Wyman, pero no entiendo por qué contrataron a alguien de fuera para hacerlo. Eso suele pasar en México, se aprecia más algo que viene de fuera que del propio país, y con la marca jugamos con eso. Tocar el pasado”.
A la calle, L.A. Fotografía de Fabián Guerrero.
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“La gente lo ama, lo mama cabrón”, dice Bustamante. En Nueva York resuenan mucho con él, les parece que la sensibilidad y la propuesta de su trabajo es terriblemente contemporánea. Además de recibir cobertura por parte de la prensa especializada en moda, Barragán también ha llamado la atención de varias personalidades. Aparte de Jenner, FKA Twigs y Beyoncé ya han usado su ropa. De hecho, FKA Twigs lució un arete floral hecho especialmente para ella en una sesión de fotos para la versión estadounidense de la revista Elle. Y en el nuevo video musical de “Yo x ti, tú x mí”, donde aparece junto a Ozuna, la cantante española Rosalía sale con la Baby Tee de Barragán en colores pastel amarillo, morado y rosa, con un original escote y dos ingeniosos ojales para dejar pasar un collar.
El que las celebridades lleven su ropa no es resultado de que Barragán tenga una maquinaria de publicistas empujando sus prendas dentro del mercado pop estadounidense, más bien son los estilistas o las propias estrellas los que lo siguen en Instagram y las redes sociales y dicen “yo quiero usar eso”. Ahora, no sólo las celebridades siguen sus pasos, pues marcas legendarias le han copiado. Por ejemplo, en la joyería tribal que diseñó para su colección Primavera-Verano 2018 tomó tatuajes y motivos muy callejeros y los convirtió en aretes y joyería. A la siguiente temporada, Dior sacó algo idéntico. O cuando hizo textiles de grafiti y de pintas escolares, como de escritorios de escuela pública, para su colección Otoño-Invierno 2018/19, a la siguiente temporada lo copió Balenciaga. Se ve que los equipos creativos de marcas muy grandes tienen la vista puesta en él.
Entre las anécdotas más curiosas que le han sucedido y que tienen que ver con celebridades, tal vez la más extraña sea la de Kanye West: el músico le pidió la piedra que su equipo construyó para su desfile Primavera-Verano 2017, que las modelos iban empujando por una rampa y luego dejaban ir como una especie de oda al mito de Sísifo. Sin embargo, la piedra, hecha con engrudo por todo el equipo y que terminaron pocas horas antes del show, ya la habían tirado a la basura. Como dato interesante, Bustamante también hizo la música para ese show, que se puede encontrar en SoundCloud bajo su nombre Mexican Jihad. De alguna manera, en la carrera de Barragán, las pasarelas comenzaron siendo más un performance o happening. De hecho, i-D llamó a esa pasarela (donde apareció la dichosa piedra) como “una de las más memorables del New York Fashion Week”.
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Víctor Barragán sigue trabajando desde su casa, un pequeño departamento en Brooklyn, cerca de uno de los puentes que cruza a Manhattan, donde el espacio principal que correspondería a la sala —con piso de duela pintado de blanco— funciona como estudio: ahí tiene sus mesas, racks, las muestras de lo que está haciendo y su recámara a un lado.
Cuando hablé por teléfono con él para esta entrevista, acababa de recibir justo ahí a Anna Wintour unos días antes, como parte de las actividades del CFDA/Vogue Fashion Fund 2019. Se trata de la iniciativa que elige a los jóvenes talentos más intrigantes de la escena de la moda en Nueva York. Barragán fue elegido como uno de los diez finalistas; el ganador y los dos segundos lugares serán anunciados en la gala que tendrá lugar el próximo 4 de noviembre y que incluye una pasarela con el trabajo de todos los finalistas. El ganador recibe un premio de 400 mil dólares, además de tutoría y orientación de expertos de la industria y diseñadores establecidos. Dicho sea de paso, entre los pasados ganadores se encuentra el mismísimo Alexander Wang.
“Anna Wintour vino a mi casa la semana pasada, fue algo muy como surreal. Estuvo aquí, llegó sola, con su chofer y subió”, comparte entre risas nerviosas. “Le enseñé el moodboard de México, le expliqué la inspiración que tenemos con arte en papel, impresiones, festividades; le pusimos los diferentes materiales que estamos usando”, continúa enfocado.
Lo que le presentaron a Wintour fue la colección Primavera-Verano 2020, que mostrarán dentro del Fashion Week de septiembre y cuyo tema central es la celebración de la Danza del Tigre, festividad de la comunidad amuzga de Cochoapa, en el municipio de Ometepec, Guerrero. Es una celebración que se lleva a cabo cada 24 de octubre y que ha ido cobrando más importancia y atención por parte de turistas.
“En esta colección tenemos diferentes etapas de México. Ponemos cosas demasiado contemporáneas como la Ciudad de México, cosas específicas que hacen de la cultura popular algo muy especial. Ella nos preguntaba cosas de México, si mi familia estaba allá, detalles de lo que quiero representar de mi trabajo. Fue una plática muy íntima. Después fue más de diseño. Dio su feedback de materiales y colores. Estuvo interesante. Nunca pensé que podía pasar, ¡no tenía expectativas de nada! —ríe de nuevo—. Fue un día muy nervioso. No sabía qué decir. Y se quedó mucho tiempo”.
Algo que emociona de su trabajo es que para Barragán el punto de partida de todas sus colecciones es México. Desde ahí va trabajando los diseños hasta que obtiene algo totalmente nuevo. “Hay materiales e impresiones que si no has vivido en México igual no percibes de la misma manera, pero ésa es la idea, la de cambiar el contexto y ponerlos en yuxtaposición con otra cultura. Cuando finalmente ponemos todo junto, estamos creando algo nuevo”, explica.
Algo importante para el diseñador, y que es muy notable en sus campañas de publicidad y la elección de sus modelos, es mostrar la belleza mexicana más allá de los estereotipos. Ya sea posando frente a dos mariachis distraídos, junto a un vocho rojo o delante de las mismísimas pirámides de Teotihuacán en las campañas para sus colecciones Primavera-Verano 2018 y 2019, respectivamente —ambas fotografiadas en México por la brasileña June Canedo y cuyo casting realizó María Osado—; las modelos muestran una belleza diversa e incluyente. “Quería mostrar ese tipo de belleza que tal vez en México ha estado demasiado segregada”, insiste Barragán. //
Louise Mereles Gras nació en la Ciudad de México. Tras empezar la carrera de astrofísica, por culpa de Carl Sagan, y acabar haciendo la de cine, por culpa de François Truffaut, se dedicó de lleno al mundo del periodismo. Editó una revista de arquitectura y le hizo su última entrevista en vida a Mario Pani. Durante ocho años fue directora editorial de la revista Marie Claire, para después crear, lanzar y dirigir la revista Joy. Hoy es periodista, traductora, editora y melómana de hueso colorado.
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Molly Matalon nació y creció en el sur de Florida, recibió su Bachelor of Arts en fotografía de la escuela de artes visuales de Nueva York. Su trabajo como fotógrafa habla sobre el deseo, la idealización y las relaciones de poder, ejerciendo una mirada que empodera y provee un punto de vista femenino que rara vez se muestra. Este sincero y personal lenguaje se traduce en su trabajo editorial, y se puede ver en publicaciones como The New York Times, Le Monde, la revista Interview y The Fades. Tiene dos monografías publicadas por estudio Vuu y ha exhibido su trabajo internacionalmente. Matalon vive y trabaja en Nueva York. / @mollymatalon