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Alizzz y C. Tangana. (Instagram)
En algún momento de su vida, Alizzz fue programador y empleado de IBM, donde apenas tenía tiempo para ir al estudio de grabación. En 2016, produjo la canción que lanzó al estrellato a Rosalía y C. Tangana. Cinco años después fue parte de uno de los <i>Tiny Desk</i> más vistos en la historia de NPR Music.
Es 20 de abril del 2021. Pandemia. Era martes al mediodía cuando el Tiny Desk del artista español C. Tangana ya tenía millones de reproducciones en YouTube. Sin embargo, de tantos momentos a lo largo de casi media hora, uno quedó en la memoria de los miles de espectadores refugiados en sus casas. Minuto 6 con 22 segundos. Pausa. Alizzz, el productor de El Madrileño, comienza a tocar su Arturia KeyLab Essential 49, un sintetizador que le permite experimentar con diversos sonidos, entre ellos su voz. Regresa la nostalgia de los ochenta y usa el voice coder para entonar el estribillo de “Bizarre Love Triangle” de New Order:
Every time I see you falling
I get down on my knees and pray.
La belleza de encajar los samples. Un recordatorio del porqué es el otro director en el cerebro musical de Pucho, otro sobrenombre de C. Tangana, y de cómo consiguió tres Grammys Latinos. Algunos lo llaman el nuevo rey del pop en español, pero él solo se asume temerario.
6 de mayo del 2024. Son las 10 de la noche en España. Alizzz está a oscuras en la videollamada que tenemos. No se ve nada. Solamente tiene desplegado su nombre de usuario en el Zoom y por eso sé que está ahí. Una voz en la penumbra. Aún recuerda lo que pasó dos días antes de liberar el Tiny Desk desde el viejo continente. Esa tarde navegaba la armonía de cientos de canciones en su sintetizador. Ensayaba “Los tontos”, tema del álbum producido junto a C. Tangana, y se paseaba por un círculo de acordes que se han utilizado en unos 800 000 éxitos de la industria.
“En un momento me puse a tocar con el voice coder todas las canciones que se me vinieran a la cabeza con estos acordes. Cantaba e incluso había gente que me decía ‘esta también’ y empezamos a hacer el idiota. Hacer el tonto. Todo era jugando. Pero en esa canción, “Bizarre Love Triangle”, Pucho me dijo: ‘tócala aquí, cuando acabe el estribillo, todo el mundo paramos y toca a ver qué pasa’. Hicimos la prueba y de repente ese sitio fue mágico. Se sintió que era como agua”.
Una brillantez espontánea. El manager del artista español fue “yéndose loco” y buscó a la disquera que tenía los derechos de New Order para obtener el permiso de cantarla. Hoy tiene más de 55 millones de reproducciones.
Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara.
A casi tres años, con el Grammy Latino por Mejor ingeniería de grabación del álbum El Madrileño (Sony Music España, 2021), Alizzz acaba de estrenar su segundo disco Conducción temeraria (Whoa Music, 2024) y una sesión en ColorsxStudios con una de sus canciones.
En el otro lado, C. Tangana inaugurará la 39 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara en México. Para la gala de este fin de semana, presentará el documental Esta ambición desmedida (2023) enfocado en su gira Sin cantar ni afinar con la que hizo un tour por toda Hispanoamérica desde el 2022. Primero estará en Jalisco; luego tendrá cuatro funciones en el Auditorio BB de la Ciudad de México. Con suerte, Alizzz, a quien han llamado la “mano que mece la cuna del pop en español”, podría acompañarlo como invitado especial.
El otro director en el cerebro musical de C. Tangana
Los productores de música, como Cristian Quirante Catalán —nacido en el municipio mediterraneo Castelldefels de Barcelona—, casi siempre dejan la silla de la mezcladora y entran al estudio. Quirante Catalán comparte las pasiones de Butch Vig, que pulió el Nevermind (1991) de Nirvana, y después alineó a Garbage junto con Shirley Manson. También recuerda a Alan Parsons, artesano de Let It Be (1970) de The Beatles y el Dark Side of the Moon (1973) de Pink Floyd, que además le dedicó tiempo a su proyecto personal. Cercano a Giorgio Moroder, arquitecto del sonido de Donna Summer, que nunca abandonó sus piezas con las que ganó un Óscar. O Brian Eno, el pintor del sonido de Bowie en la trilogía de Berlín que llevó su curiosidad al ambient y creó el famoso Ambient 1: Music for Airports (1978).
Quirante Catalán o, mejor dicho, Alizzz viene de ese mundo donde el talento no solo se queda en la parte oscura del estudio.
En su casa nadie es músico de profesión o tiene cercanía a este mundo. Únicamente guardaba curiosidad por la música, pero antes de saberse famoso era un programador. Estuvo en las filas de IBM y también laboraba por su cuenta. Cinco horas atado al empleo de silla y luego se iba al estudio. Antes del rap o de hacer música pop e indie, también estaba metido en el mundo de la electrónica. Producía temas y solía tocar DJ sets.
Renunciar a la vida en oficinas le atrajo una colaboración con C. Tangana y Rosalía en 2016. Disciplina y constancia, lo que William Faulkner a la literatura. La canción “Antes de morirme” le abrió las puertas al éxito; luego vendrían los tres Premios Grammy, 19 discos de platino, 9 discos de oro y 2 más de diamante que le han valido la etiqueta del rey del pop en castellano.
Al buscar su nombre en el concierto de C. Tangana, Alizzz no figura. Tras googlear cambia la historia. El algoritmo arroja búsquedas relacionadas con Christian Nodal y Piso 21, en canciones como “Pa’ olvidarme de ella”, que tiene más de 592 millones de reproducciones en Spotify, y en donde Alizzz aparece como escritor del sencillo.
También se sabe que tiene una master class que vale 89 euros (unos 1 700 pesos mexicanos). Una que promete darte todos los secretos que guarda cuando entra al estudio y que, así como hizo con C. Tangana, puede no ofrecer una fórmula del éxito, pero sí una nueva manera de hacer música. Una que no exija entregas como si se tratara del curso de verano.
“Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara. Que haya pocas cosas en el background y que todo tenga una importancia casi crucial. Que todos sean elementos importantes. Me gusta sacarlos y que te des cuenta de todo lo que está pasando ahí”, explica Alizzz, al tiempo que recuerda la importancia que tienen el intro y el outro en todos sus temas. Nada es fortuito, incluso si la pista empieza lenta o con un estruendo de golpe.
Para el compositor catalán, ir al estudio ocupa su momento. Lo tiene en casa, pero trabaja de manera intermitente y le gusta entrar cuando tiene ganas, de vez en cuando. Se sienta y compone, va a su paso. No tiene un calendario de tareas. El resultado, como dice C. Tangana en la canción de “Yelo”, está claro: han cambiado la industria de un país entero.
La creatividad de Alizzz lo ha llevado a trabajar con artistas como la española Amaia o darle su punto de vista al intérprete del “Corazón partío”, Alejandro Sanz, e incluso a la estrella puertorriqueña en ascenso Young Miko. Y no solo eso, sus manos como productor lo dejaron trabajar un tema para Doja Cat, otros más para la compositora chilena Javiera Mena e incluso para crear el himno “Oliveira dos cen anos”, por el centenario del equipo de futbol Real Club Celta de Vigo.
La voz y su experimentación han sido clave en sus producciones: desde cómo entonar hasta jugar con ella, cortarla, ocuparla, deformarla. Es otro instrumento más. Para Kit Mackintosh, autor del libro Gritos de neón (Caja negra, 2021), esto es parte importante de los nuevos géneros urbanos, desde el drill y el trap hasta el bashment.
“El procesamiento digital de la voz es el nuevo canal para lo maravilloso. Allí van a triturarse y dejarse abandonados los límites del sonido ㅡapunta Mackintoshㅡ. Los géneros de psicodelia vocal de los últimos años son tan pioneros, sin precedentes, futuristas e imposibles al oído como fueron el dub, el jungle y el grime en su tiempo. No es una mera exageración decirlo: hoy se producen sonidos que literalmente no se habrían podido hacer con la tecnología del pasado”.
Esto es la clave para Alizzz y todo lo que ha trabajado en el último lustro. Involucrar en el proceso creativo la voz a tal grado de verlo como otro instrumento.
Si bien la voz ya se consideraba un instrumento más en otros géneros desde hace tiempo, la diferencia radica en el uso de filtros, sintetizadores y efectos como el Auto-Tune o equipamiento del voice coder para mezclarla, alterar a modo, en trazos o para samplearla. Son los gritos distintivos que C. Tangana tiene en las canciones “Guerrera”, con Dellafuente, o “Booty” junto a Karol G, que vienen de algo que podría ser un sampleo propio. Casi como citarse o robarse a sí mismo.
¿Por qué escuchar Conducción temeraria, el segundo álbum de Alizzz?
El viaje de Conducción temeraria dura cerca de 40 minutos y comienza con “Carretera perdida”, canción en la que el sonido del viento invita a conducir un auto “a 120 pulsaciones”. Taquicardia. Un camino hacia el límite “sin manos y sin cinturón a toda hostia”.
Aún no había terminado el álbum anterior, cuando ya tenía la primera canción del nuevo, pero no la incluyó porque veía como un todo su primer disco. En el nuevo trabajo se percibe, tanto en las letras como en los videoclips estrenados, su curiosidad por David Lynch, con una estética heredada de la cinta Blue Velvet (1986), y que también se deja entrever en algunos de los videoclips de El Madrileño o incluso en la escenografía de la gira de su colega, Sin cantar ni afinar. Un gusto que se nota es compartido entre Pucho y Alizzz.
Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta.
El pop de Alizzz tiene interés por el urbano y lo no convencional. Ama los sonidos de la carretera, al estilo de Mulholland Drive (2001) o de Crash (1996), la cinta de Cronenberg basada en el libro de J. G. Ballard. Hay cariño por las fiestas, las calles y las noches fugaces. Amores de una ocasión y también por los de segunda mano, como diría el escritor mexicano Enrique Serna.
“Me gusta el primer flirteo o la primera pasión que surge entre dos personas. Me parece que tiene algo de mágico y poesía, pues muchas veces he recurrido a historias de ese tipo. Aunque me da la impresión de que en este disco he reducido eso porque mi vida personal ha cambiado”, explica el productor. “Siguen habiendo esas historias, pero en la noche también, en la tragedia, en el drama”.
El sonido debe escucharse en vivo tan fino como en el estudio. Lo perfecto. No siempre se logra, pero Alizzz lo intenta. El disco es un rompecabezas de historias cruzadas unidas por el leit motiv surgido de guitarras que él mismo grabó y sampleó.
“Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta. Son todos procesos que van destruyendo un poco el sonido”, recuerda cómo consiguió darle personalidad a su disco. “Con la capacidad que tiene de tocar y con mi oído, que le va guiando, vamos sacando cosas”.
Lo que sucede en el estudio es magia, pero es imposible llevar todo y hacer que funcione en directo. Si un elemento falla, todo se cae. En vivo utilizan una pedalera de efectos cargada con muchos presets, aunque “no suena exactamente igual con el mismo grano y con la misma calidez”.
Alizzz experimenta el fulgor de la adrenalina en sus letras, como productor de techno, al tocar en fiestas underground, y al mandar al carajo a IBM por un sueño que podría haber sido un completo desastre.
He pilla'o un coche y lo he estampa'o contra un muro
A 200, temerario, voy sin rumbo ni freno
Mentí a la policía pa' cobrar el seguro
Voy a gastarme ese dinero en romperme de nuevo
“Me parecía interesante la analogía de la conexión temeraria con cómo he enfrentado las cosas en mi vida personal, musical y profesional. Tomé decisiones bastante temerarias en general y hay veces que he sufrido las consecuencias”, asegura.
Raíces catalanas
Una de sus lenguas natales pesa en Conducción temeraria. Nunca la olvida. Ya había ocurrido con “Que pasa nen” y ahora lo retoma en “No ho sé”, que interpreta junto a Renaldo & Clara.
“El catalán es es mi lengua materna. No la he hablado en casa, pero sí que mi madre habla con su familia en esa lengua —explica—. Conmigo habla en castellano como con mi padre. Pero hay historias, hay cosas que me pasan en la vida que son en catalán y otras en español”.
Como Joan Manuel Serrat con su versión en catalán de “Paraulas d’amor”, Alizzz rompe las fronteras del lenguaje con “un catalán en castellano”, como diría el escritor Alex Grijelmo. Reduce las distancias entre los dos mundos que habitan España.
Alizzz forma parte del mapa de artistas que abrazan al catalán como insignia del urbano en Europa, junto a Santa Salut, una MC que, desde el rap, canta lo que le viene en gana y desde el submundo de las calles aleja el lenguaje de la represión y el olvido.
Donde impera el orden
Dos años atrás, existió un rumor que luego se convirtió en anécdota. Alizzz trabajaría como productor de Manú Chao, que vive en la misma región. Al tiempo, esto se quedó en los estantes, pero la posibilidad aún sigue abierta.
“Quedé con él un par de veces. Me quería enseñar alguna cosa y, en ese momento, estaba vuelto loco con el trabajo. Lo dejé aparcado, en stand by”, detalla Alizzz sobre su encuentro con el cantautor franco-hispano. “Pero vamos, tengo respeto absoluto y máximo por él; además, él vive en Barcelona, lo cual hace que me sea más atractivo el proyecto y hacer algo con él”.
Para cerrar la lista de invitados en su álbum está Cuco, originario de Inglewood, California, y de ascendencia mexicana que colaboró con la banda francesa L'Impératrice en “Heartquake” el año pasado.
En el radar de Alizzz ya estaba el creador de “Lo que siento”. Habían intentado colaborar para el disco anterior, pero no pudo viajar en aquel momento porque llegó la pandemia y quedó en espera. Ahora, para “Solos tú y yo”, pudieron entrar al estudio y hacer la dupla que había quedado en el baúl.
“Cuco es uno de mis referentes, una de las personas que me ha inspirado también en mi proyecto. Además es uno de los artistas a los que me gustaría que la gente recurriese para explicarnos: ‘si te gusta Cuco, igual deberías escuchar a Alizzz, ¿sabes?’”, recuerda el músico, que también ha colaborado con el uruguayo Jorge Drexler, ganador de un Óscar.
A pesar de lo temerario, en el trabajo de Alizzz impera el orden. A diferencia de la foto del cuarto ocupado por un joven Nick Cave, donde no cabe ni una hoja más, los espacios del productor catalán siempre están limpios. Simétricos. Incluso el playlist de sus discos cierra a números redondos: 10 canciones de entre 3 a 4 minutos en ambos. Las manos de Alizzz están casi por todo el mundo. Dice que tiene muchos amigos de internet y produce a casi todos. Su destino, igual que el de Butch Vig, Alan Parsons o Giorgio Moroder está marcado: hacer del estudio y del escenario su carretera personal.
En algún momento de su vida, Alizzz fue programador y empleado de IBM, donde apenas tenía tiempo para ir al estudio de grabación. En 2016, produjo la canción que lanzó al estrellato a Rosalía y C. Tangana. Cinco años después fue parte de uno de los <i>Tiny Desk</i> más vistos en la historia de NPR Music.
Es 20 de abril del 2021. Pandemia. Era martes al mediodía cuando el Tiny Desk del artista español C. Tangana ya tenía millones de reproducciones en YouTube. Sin embargo, de tantos momentos a lo largo de casi media hora, uno quedó en la memoria de los miles de espectadores refugiados en sus casas. Minuto 6 con 22 segundos. Pausa. Alizzz, el productor de El Madrileño, comienza a tocar su Arturia KeyLab Essential 49, un sintetizador que le permite experimentar con diversos sonidos, entre ellos su voz. Regresa la nostalgia de los ochenta y usa el voice coder para entonar el estribillo de “Bizarre Love Triangle” de New Order:
Every time I see you falling
I get down on my knees and pray.
La belleza de encajar los samples. Un recordatorio del porqué es el otro director en el cerebro musical de Pucho, otro sobrenombre de C. Tangana, y de cómo consiguió tres Grammys Latinos. Algunos lo llaman el nuevo rey del pop en español, pero él solo se asume temerario.
6 de mayo del 2024. Son las 10 de la noche en España. Alizzz está a oscuras en la videollamada que tenemos. No se ve nada. Solamente tiene desplegado su nombre de usuario en el Zoom y por eso sé que está ahí. Una voz en la penumbra. Aún recuerda lo que pasó dos días antes de liberar el Tiny Desk desde el viejo continente. Esa tarde navegaba la armonía de cientos de canciones en su sintetizador. Ensayaba “Los tontos”, tema del álbum producido junto a C. Tangana, y se paseaba por un círculo de acordes que se han utilizado en unos 800 000 éxitos de la industria.
“En un momento me puse a tocar con el voice coder todas las canciones que se me vinieran a la cabeza con estos acordes. Cantaba e incluso había gente que me decía ‘esta también’ y empezamos a hacer el idiota. Hacer el tonto. Todo era jugando. Pero en esa canción, “Bizarre Love Triangle”, Pucho me dijo: ‘tócala aquí, cuando acabe el estribillo, todo el mundo paramos y toca a ver qué pasa’. Hicimos la prueba y de repente ese sitio fue mágico. Se sintió que era como agua”.
Una brillantez espontánea. El manager del artista español fue “yéndose loco” y buscó a la disquera que tenía los derechos de New Order para obtener el permiso de cantarla. Hoy tiene más de 55 millones de reproducciones.
Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara.
A casi tres años, con el Grammy Latino por Mejor ingeniería de grabación del álbum El Madrileño (Sony Music España, 2021), Alizzz acaba de estrenar su segundo disco Conducción temeraria (Whoa Music, 2024) y una sesión en ColorsxStudios con una de sus canciones.
En el otro lado, C. Tangana inaugurará la 39 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara en México. Para la gala de este fin de semana, presentará el documental Esta ambición desmedida (2023) enfocado en su gira Sin cantar ni afinar con la que hizo un tour por toda Hispanoamérica desde el 2022. Primero estará en Jalisco; luego tendrá cuatro funciones en el Auditorio BB de la Ciudad de México. Con suerte, Alizzz, a quien han llamado la “mano que mece la cuna del pop en español”, podría acompañarlo como invitado especial.
El otro director en el cerebro musical de C. Tangana
Los productores de música, como Cristian Quirante Catalán —nacido en el municipio mediterraneo Castelldefels de Barcelona—, casi siempre dejan la silla de la mezcladora y entran al estudio. Quirante Catalán comparte las pasiones de Butch Vig, que pulió el Nevermind (1991) de Nirvana, y después alineó a Garbage junto con Shirley Manson. También recuerda a Alan Parsons, artesano de Let It Be (1970) de The Beatles y el Dark Side of the Moon (1973) de Pink Floyd, que además le dedicó tiempo a su proyecto personal. Cercano a Giorgio Moroder, arquitecto del sonido de Donna Summer, que nunca abandonó sus piezas con las que ganó un Óscar. O Brian Eno, el pintor del sonido de Bowie en la trilogía de Berlín que llevó su curiosidad al ambient y creó el famoso Ambient 1: Music for Airports (1978).
Quirante Catalán o, mejor dicho, Alizzz viene de ese mundo donde el talento no solo se queda en la parte oscura del estudio.
En su casa nadie es músico de profesión o tiene cercanía a este mundo. Únicamente guardaba curiosidad por la música, pero antes de saberse famoso era un programador. Estuvo en las filas de IBM y también laboraba por su cuenta. Cinco horas atado al empleo de silla y luego se iba al estudio. Antes del rap o de hacer música pop e indie, también estaba metido en el mundo de la electrónica. Producía temas y solía tocar DJ sets.
Renunciar a la vida en oficinas le atrajo una colaboración con C. Tangana y Rosalía en 2016. Disciplina y constancia, lo que William Faulkner a la literatura. La canción “Antes de morirme” le abrió las puertas al éxito; luego vendrían los tres Premios Grammy, 19 discos de platino, 9 discos de oro y 2 más de diamante que le han valido la etiqueta del rey del pop en castellano.
Al buscar su nombre en el concierto de C. Tangana, Alizzz no figura. Tras googlear cambia la historia. El algoritmo arroja búsquedas relacionadas con Christian Nodal y Piso 21, en canciones como “Pa’ olvidarme de ella”, que tiene más de 592 millones de reproducciones en Spotify, y en donde Alizzz aparece como escritor del sencillo.
También se sabe que tiene una master class que vale 89 euros (unos 1 700 pesos mexicanos). Una que promete darte todos los secretos que guarda cuando entra al estudio y que, así como hizo con C. Tangana, puede no ofrecer una fórmula del éxito, pero sí una nueva manera de hacer música. Una que no exija entregas como si se tratara del curso de verano.
“Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara. Que haya pocas cosas en el background y que todo tenga una importancia casi crucial. Que todos sean elementos importantes. Me gusta sacarlos y que te des cuenta de todo lo que está pasando ahí”, explica Alizzz, al tiempo que recuerda la importancia que tienen el intro y el outro en todos sus temas. Nada es fortuito, incluso si la pista empieza lenta o con un estruendo de golpe.
Para el compositor catalán, ir al estudio ocupa su momento. Lo tiene en casa, pero trabaja de manera intermitente y le gusta entrar cuando tiene ganas, de vez en cuando. Se sienta y compone, va a su paso. No tiene un calendario de tareas. El resultado, como dice C. Tangana en la canción de “Yelo”, está claro: han cambiado la industria de un país entero.
La creatividad de Alizzz lo ha llevado a trabajar con artistas como la española Amaia o darle su punto de vista al intérprete del “Corazón partío”, Alejandro Sanz, e incluso a la estrella puertorriqueña en ascenso Young Miko. Y no solo eso, sus manos como productor lo dejaron trabajar un tema para Doja Cat, otros más para la compositora chilena Javiera Mena e incluso para crear el himno “Oliveira dos cen anos”, por el centenario del equipo de futbol Real Club Celta de Vigo.
La voz y su experimentación han sido clave en sus producciones: desde cómo entonar hasta jugar con ella, cortarla, ocuparla, deformarla. Es otro instrumento más. Para Kit Mackintosh, autor del libro Gritos de neón (Caja negra, 2021), esto es parte importante de los nuevos géneros urbanos, desde el drill y el trap hasta el bashment.
“El procesamiento digital de la voz es el nuevo canal para lo maravilloso. Allí van a triturarse y dejarse abandonados los límites del sonido ㅡapunta Mackintoshㅡ. Los géneros de psicodelia vocal de los últimos años son tan pioneros, sin precedentes, futuristas e imposibles al oído como fueron el dub, el jungle y el grime en su tiempo. No es una mera exageración decirlo: hoy se producen sonidos que literalmente no se habrían podido hacer con la tecnología del pasado”.
Esto es la clave para Alizzz y todo lo que ha trabajado en el último lustro. Involucrar en el proceso creativo la voz a tal grado de verlo como otro instrumento.
Si bien la voz ya se consideraba un instrumento más en otros géneros desde hace tiempo, la diferencia radica en el uso de filtros, sintetizadores y efectos como el Auto-Tune o equipamiento del voice coder para mezclarla, alterar a modo, en trazos o para samplearla. Son los gritos distintivos que C. Tangana tiene en las canciones “Guerrera”, con Dellafuente, o “Booty” junto a Karol G, que vienen de algo que podría ser un sampleo propio. Casi como citarse o robarse a sí mismo.
¿Por qué escuchar Conducción temeraria, el segundo álbum de Alizzz?
El viaje de Conducción temeraria dura cerca de 40 minutos y comienza con “Carretera perdida”, canción en la que el sonido del viento invita a conducir un auto “a 120 pulsaciones”. Taquicardia. Un camino hacia el límite “sin manos y sin cinturón a toda hostia”.
Aún no había terminado el álbum anterior, cuando ya tenía la primera canción del nuevo, pero no la incluyó porque veía como un todo su primer disco. En el nuevo trabajo se percibe, tanto en las letras como en los videoclips estrenados, su curiosidad por David Lynch, con una estética heredada de la cinta Blue Velvet (1986), y que también se deja entrever en algunos de los videoclips de El Madrileño o incluso en la escenografía de la gira de su colega, Sin cantar ni afinar. Un gusto que se nota es compartido entre Pucho y Alizzz.
Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta.
El pop de Alizzz tiene interés por el urbano y lo no convencional. Ama los sonidos de la carretera, al estilo de Mulholland Drive (2001) o de Crash (1996), la cinta de Cronenberg basada en el libro de J. G. Ballard. Hay cariño por las fiestas, las calles y las noches fugaces. Amores de una ocasión y también por los de segunda mano, como diría el escritor mexicano Enrique Serna.
“Me gusta el primer flirteo o la primera pasión que surge entre dos personas. Me parece que tiene algo de mágico y poesía, pues muchas veces he recurrido a historias de ese tipo. Aunque me da la impresión de que en este disco he reducido eso porque mi vida personal ha cambiado”, explica el productor. “Siguen habiendo esas historias, pero en la noche también, en la tragedia, en el drama”.
El sonido debe escucharse en vivo tan fino como en el estudio. Lo perfecto. No siempre se logra, pero Alizzz lo intenta. El disco es un rompecabezas de historias cruzadas unidas por el leit motiv surgido de guitarras que él mismo grabó y sampleó.
“Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta. Son todos procesos que van destruyendo un poco el sonido”, recuerda cómo consiguió darle personalidad a su disco. “Con la capacidad que tiene de tocar y con mi oído, que le va guiando, vamos sacando cosas”.
Lo que sucede en el estudio es magia, pero es imposible llevar todo y hacer que funcione en directo. Si un elemento falla, todo se cae. En vivo utilizan una pedalera de efectos cargada con muchos presets, aunque “no suena exactamente igual con el mismo grano y con la misma calidez”.
Alizzz experimenta el fulgor de la adrenalina en sus letras, como productor de techno, al tocar en fiestas underground, y al mandar al carajo a IBM por un sueño que podría haber sido un completo desastre.
He pilla'o un coche y lo he estampa'o contra un muro
A 200, temerario, voy sin rumbo ni freno
Mentí a la policía pa' cobrar el seguro
Voy a gastarme ese dinero en romperme de nuevo
“Me parecía interesante la analogía de la conexión temeraria con cómo he enfrentado las cosas en mi vida personal, musical y profesional. Tomé decisiones bastante temerarias en general y hay veces que he sufrido las consecuencias”, asegura.
Raíces catalanas
Una de sus lenguas natales pesa en Conducción temeraria. Nunca la olvida. Ya había ocurrido con “Que pasa nen” y ahora lo retoma en “No ho sé”, que interpreta junto a Renaldo & Clara.
“El catalán es es mi lengua materna. No la he hablado en casa, pero sí que mi madre habla con su familia en esa lengua —explica—. Conmigo habla en castellano como con mi padre. Pero hay historias, hay cosas que me pasan en la vida que son en catalán y otras en español”.
Como Joan Manuel Serrat con su versión en catalán de “Paraulas d’amor”, Alizzz rompe las fronteras del lenguaje con “un catalán en castellano”, como diría el escritor Alex Grijelmo. Reduce las distancias entre los dos mundos que habitan España.
Alizzz forma parte del mapa de artistas que abrazan al catalán como insignia del urbano en Europa, junto a Santa Salut, una MC que, desde el rap, canta lo que le viene en gana y desde el submundo de las calles aleja el lenguaje de la represión y el olvido.
Donde impera el orden
Dos años atrás, existió un rumor que luego se convirtió en anécdota. Alizzz trabajaría como productor de Manú Chao, que vive en la misma región. Al tiempo, esto se quedó en los estantes, pero la posibilidad aún sigue abierta.
“Quedé con él un par de veces. Me quería enseñar alguna cosa y, en ese momento, estaba vuelto loco con el trabajo. Lo dejé aparcado, en stand by”, detalla Alizzz sobre su encuentro con el cantautor franco-hispano. “Pero vamos, tengo respeto absoluto y máximo por él; además, él vive en Barcelona, lo cual hace que me sea más atractivo el proyecto y hacer algo con él”.
Para cerrar la lista de invitados en su álbum está Cuco, originario de Inglewood, California, y de ascendencia mexicana que colaboró con la banda francesa L'Impératrice en “Heartquake” el año pasado.
En el radar de Alizzz ya estaba el creador de “Lo que siento”. Habían intentado colaborar para el disco anterior, pero no pudo viajar en aquel momento porque llegó la pandemia y quedó en espera. Ahora, para “Solos tú y yo”, pudieron entrar al estudio y hacer la dupla que había quedado en el baúl.
“Cuco es uno de mis referentes, una de las personas que me ha inspirado también en mi proyecto. Además es uno de los artistas a los que me gustaría que la gente recurriese para explicarnos: ‘si te gusta Cuco, igual deberías escuchar a Alizzz, ¿sabes?’”, recuerda el músico, que también ha colaborado con el uruguayo Jorge Drexler, ganador de un Óscar.
A pesar de lo temerario, en el trabajo de Alizzz impera el orden. A diferencia de la foto del cuarto ocupado por un joven Nick Cave, donde no cabe ni una hoja más, los espacios del productor catalán siempre están limpios. Simétricos. Incluso el playlist de sus discos cierra a números redondos: 10 canciones de entre 3 a 4 minutos en ambos. Las manos de Alizzz están casi por todo el mundo. Dice que tiene muchos amigos de internet y produce a casi todos. Su destino, igual que el de Butch Vig, Alan Parsons o Giorgio Moroder está marcado: hacer del estudio y del escenario su carretera personal.
Alizzz y C. Tangana. (Instagram)
En algún momento de su vida, Alizzz fue programador y empleado de IBM, donde apenas tenía tiempo para ir al estudio de grabación. En 2016, produjo la canción que lanzó al estrellato a Rosalía y C. Tangana. Cinco años después fue parte de uno de los <i>Tiny Desk</i> más vistos en la historia de NPR Music.
Es 20 de abril del 2021. Pandemia. Era martes al mediodía cuando el Tiny Desk del artista español C. Tangana ya tenía millones de reproducciones en YouTube. Sin embargo, de tantos momentos a lo largo de casi media hora, uno quedó en la memoria de los miles de espectadores refugiados en sus casas. Minuto 6 con 22 segundos. Pausa. Alizzz, el productor de El Madrileño, comienza a tocar su Arturia KeyLab Essential 49, un sintetizador que le permite experimentar con diversos sonidos, entre ellos su voz. Regresa la nostalgia de los ochenta y usa el voice coder para entonar el estribillo de “Bizarre Love Triangle” de New Order:
Every time I see you falling
I get down on my knees and pray.
La belleza de encajar los samples. Un recordatorio del porqué es el otro director en el cerebro musical de Pucho, otro sobrenombre de C. Tangana, y de cómo consiguió tres Grammys Latinos. Algunos lo llaman el nuevo rey del pop en español, pero él solo se asume temerario.
6 de mayo del 2024. Son las 10 de la noche en España. Alizzz está a oscuras en la videollamada que tenemos. No se ve nada. Solamente tiene desplegado su nombre de usuario en el Zoom y por eso sé que está ahí. Una voz en la penumbra. Aún recuerda lo que pasó dos días antes de liberar el Tiny Desk desde el viejo continente. Esa tarde navegaba la armonía de cientos de canciones en su sintetizador. Ensayaba “Los tontos”, tema del álbum producido junto a C. Tangana, y se paseaba por un círculo de acordes que se han utilizado en unos 800 000 éxitos de la industria.
“En un momento me puse a tocar con el voice coder todas las canciones que se me vinieran a la cabeza con estos acordes. Cantaba e incluso había gente que me decía ‘esta también’ y empezamos a hacer el idiota. Hacer el tonto. Todo era jugando. Pero en esa canción, “Bizarre Love Triangle”, Pucho me dijo: ‘tócala aquí, cuando acabe el estribillo, todo el mundo paramos y toca a ver qué pasa’. Hicimos la prueba y de repente ese sitio fue mágico. Se sintió que era como agua”.
Una brillantez espontánea. El manager del artista español fue “yéndose loco” y buscó a la disquera que tenía los derechos de New Order para obtener el permiso de cantarla. Hoy tiene más de 55 millones de reproducciones.
Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara.
A casi tres años, con el Grammy Latino por Mejor ingeniería de grabación del álbum El Madrileño (Sony Music España, 2021), Alizzz acaba de estrenar su segundo disco Conducción temeraria (Whoa Music, 2024) y una sesión en ColorsxStudios con una de sus canciones.
En el otro lado, C. Tangana inaugurará la 39 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara en México. Para la gala de este fin de semana, presentará el documental Esta ambición desmedida (2023) enfocado en su gira Sin cantar ni afinar con la que hizo un tour por toda Hispanoamérica desde el 2022. Primero estará en Jalisco; luego tendrá cuatro funciones en el Auditorio BB de la Ciudad de México. Con suerte, Alizzz, a quien han llamado la “mano que mece la cuna del pop en español”, podría acompañarlo como invitado especial.
El otro director en el cerebro musical de C. Tangana
Los productores de música, como Cristian Quirante Catalán —nacido en el municipio mediterraneo Castelldefels de Barcelona—, casi siempre dejan la silla de la mezcladora y entran al estudio. Quirante Catalán comparte las pasiones de Butch Vig, que pulió el Nevermind (1991) de Nirvana, y después alineó a Garbage junto con Shirley Manson. También recuerda a Alan Parsons, artesano de Let It Be (1970) de The Beatles y el Dark Side of the Moon (1973) de Pink Floyd, que además le dedicó tiempo a su proyecto personal. Cercano a Giorgio Moroder, arquitecto del sonido de Donna Summer, que nunca abandonó sus piezas con las que ganó un Óscar. O Brian Eno, el pintor del sonido de Bowie en la trilogía de Berlín que llevó su curiosidad al ambient y creó el famoso Ambient 1: Music for Airports (1978).
Quirante Catalán o, mejor dicho, Alizzz viene de ese mundo donde el talento no solo se queda en la parte oscura del estudio.
En su casa nadie es músico de profesión o tiene cercanía a este mundo. Únicamente guardaba curiosidad por la música, pero antes de saberse famoso era un programador. Estuvo en las filas de IBM y también laboraba por su cuenta. Cinco horas atado al empleo de silla y luego se iba al estudio. Antes del rap o de hacer música pop e indie, también estaba metido en el mundo de la electrónica. Producía temas y solía tocar DJ sets.
Renunciar a la vida en oficinas le atrajo una colaboración con C. Tangana y Rosalía en 2016. Disciplina y constancia, lo que William Faulkner a la literatura. La canción “Antes de morirme” le abrió las puertas al éxito; luego vendrían los tres Premios Grammy, 19 discos de platino, 9 discos de oro y 2 más de diamante que le han valido la etiqueta del rey del pop en castellano.
Al buscar su nombre en el concierto de C. Tangana, Alizzz no figura. Tras googlear cambia la historia. El algoritmo arroja búsquedas relacionadas con Christian Nodal y Piso 21, en canciones como “Pa’ olvidarme de ella”, que tiene más de 592 millones de reproducciones en Spotify, y en donde Alizzz aparece como escritor del sencillo.
También se sabe que tiene una master class que vale 89 euros (unos 1 700 pesos mexicanos). Una que promete darte todos los secretos que guarda cuando entra al estudio y que, así como hizo con C. Tangana, puede no ofrecer una fórmula del éxito, pero sí una nueva manera de hacer música. Una que no exija entregas como si se tratara del curso de verano.
“Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara. Que haya pocas cosas en el background y que todo tenga una importancia casi crucial. Que todos sean elementos importantes. Me gusta sacarlos y que te des cuenta de todo lo que está pasando ahí”, explica Alizzz, al tiempo que recuerda la importancia que tienen el intro y el outro en todos sus temas. Nada es fortuito, incluso si la pista empieza lenta o con un estruendo de golpe.
Para el compositor catalán, ir al estudio ocupa su momento. Lo tiene en casa, pero trabaja de manera intermitente y le gusta entrar cuando tiene ganas, de vez en cuando. Se sienta y compone, va a su paso. No tiene un calendario de tareas. El resultado, como dice C. Tangana en la canción de “Yelo”, está claro: han cambiado la industria de un país entero.
La creatividad de Alizzz lo ha llevado a trabajar con artistas como la española Amaia o darle su punto de vista al intérprete del “Corazón partío”, Alejandro Sanz, e incluso a la estrella puertorriqueña en ascenso Young Miko. Y no solo eso, sus manos como productor lo dejaron trabajar un tema para Doja Cat, otros más para la compositora chilena Javiera Mena e incluso para crear el himno “Oliveira dos cen anos”, por el centenario del equipo de futbol Real Club Celta de Vigo.
La voz y su experimentación han sido clave en sus producciones: desde cómo entonar hasta jugar con ella, cortarla, ocuparla, deformarla. Es otro instrumento más. Para Kit Mackintosh, autor del libro Gritos de neón (Caja negra, 2021), esto es parte importante de los nuevos géneros urbanos, desde el drill y el trap hasta el bashment.
“El procesamiento digital de la voz es el nuevo canal para lo maravilloso. Allí van a triturarse y dejarse abandonados los límites del sonido ㅡapunta Mackintoshㅡ. Los géneros de psicodelia vocal de los últimos años son tan pioneros, sin precedentes, futuristas e imposibles al oído como fueron el dub, el jungle y el grime en su tiempo. No es una mera exageración decirlo: hoy se producen sonidos que literalmente no se habrían podido hacer con la tecnología del pasado”.
Esto es la clave para Alizzz y todo lo que ha trabajado en el último lustro. Involucrar en el proceso creativo la voz a tal grado de verlo como otro instrumento.
Si bien la voz ya se consideraba un instrumento más en otros géneros desde hace tiempo, la diferencia radica en el uso de filtros, sintetizadores y efectos como el Auto-Tune o equipamiento del voice coder para mezclarla, alterar a modo, en trazos o para samplearla. Son los gritos distintivos que C. Tangana tiene en las canciones “Guerrera”, con Dellafuente, o “Booty” junto a Karol G, que vienen de algo que podría ser un sampleo propio. Casi como citarse o robarse a sí mismo.
¿Por qué escuchar Conducción temeraria, el segundo álbum de Alizzz?
El viaje de Conducción temeraria dura cerca de 40 minutos y comienza con “Carretera perdida”, canción en la que el sonido del viento invita a conducir un auto “a 120 pulsaciones”. Taquicardia. Un camino hacia el límite “sin manos y sin cinturón a toda hostia”.
Aún no había terminado el álbum anterior, cuando ya tenía la primera canción del nuevo, pero no la incluyó porque veía como un todo su primer disco. En el nuevo trabajo se percibe, tanto en las letras como en los videoclips estrenados, su curiosidad por David Lynch, con una estética heredada de la cinta Blue Velvet (1986), y que también se deja entrever en algunos de los videoclips de El Madrileño o incluso en la escenografía de la gira de su colega, Sin cantar ni afinar. Un gusto que se nota es compartido entre Pucho y Alizzz.
Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta.
El pop de Alizzz tiene interés por el urbano y lo no convencional. Ama los sonidos de la carretera, al estilo de Mulholland Drive (2001) o de Crash (1996), la cinta de Cronenberg basada en el libro de J. G. Ballard. Hay cariño por las fiestas, las calles y las noches fugaces. Amores de una ocasión y también por los de segunda mano, como diría el escritor mexicano Enrique Serna.
“Me gusta el primer flirteo o la primera pasión que surge entre dos personas. Me parece que tiene algo de mágico y poesía, pues muchas veces he recurrido a historias de ese tipo. Aunque me da la impresión de que en este disco he reducido eso porque mi vida personal ha cambiado”, explica el productor. “Siguen habiendo esas historias, pero en la noche también, en la tragedia, en el drama”.
El sonido debe escucharse en vivo tan fino como en el estudio. Lo perfecto. No siempre se logra, pero Alizzz lo intenta. El disco es un rompecabezas de historias cruzadas unidas por el leit motiv surgido de guitarras que él mismo grabó y sampleó.
“Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta. Son todos procesos que van destruyendo un poco el sonido”, recuerda cómo consiguió darle personalidad a su disco. “Con la capacidad que tiene de tocar y con mi oído, que le va guiando, vamos sacando cosas”.
Lo que sucede en el estudio es magia, pero es imposible llevar todo y hacer que funcione en directo. Si un elemento falla, todo se cae. En vivo utilizan una pedalera de efectos cargada con muchos presets, aunque “no suena exactamente igual con el mismo grano y con la misma calidez”.
Alizzz experimenta el fulgor de la adrenalina en sus letras, como productor de techno, al tocar en fiestas underground, y al mandar al carajo a IBM por un sueño que podría haber sido un completo desastre.
He pilla'o un coche y lo he estampa'o contra un muro
A 200, temerario, voy sin rumbo ni freno
Mentí a la policía pa' cobrar el seguro
Voy a gastarme ese dinero en romperme de nuevo
“Me parecía interesante la analogía de la conexión temeraria con cómo he enfrentado las cosas en mi vida personal, musical y profesional. Tomé decisiones bastante temerarias en general y hay veces que he sufrido las consecuencias”, asegura.
Raíces catalanas
Una de sus lenguas natales pesa en Conducción temeraria. Nunca la olvida. Ya había ocurrido con “Que pasa nen” y ahora lo retoma en “No ho sé”, que interpreta junto a Renaldo & Clara.
“El catalán es es mi lengua materna. No la he hablado en casa, pero sí que mi madre habla con su familia en esa lengua —explica—. Conmigo habla en castellano como con mi padre. Pero hay historias, hay cosas que me pasan en la vida que son en catalán y otras en español”.
Como Joan Manuel Serrat con su versión en catalán de “Paraulas d’amor”, Alizzz rompe las fronteras del lenguaje con “un catalán en castellano”, como diría el escritor Alex Grijelmo. Reduce las distancias entre los dos mundos que habitan España.
Alizzz forma parte del mapa de artistas que abrazan al catalán como insignia del urbano en Europa, junto a Santa Salut, una MC que, desde el rap, canta lo que le viene en gana y desde el submundo de las calles aleja el lenguaje de la represión y el olvido.
Donde impera el orden
Dos años atrás, existió un rumor que luego se convirtió en anécdota. Alizzz trabajaría como productor de Manú Chao, que vive en la misma región. Al tiempo, esto se quedó en los estantes, pero la posibilidad aún sigue abierta.
“Quedé con él un par de veces. Me quería enseñar alguna cosa y, en ese momento, estaba vuelto loco con el trabajo. Lo dejé aparcado, en stand by”, detalla Alizzz sobre su encuentro con el cantautor franco-hispano. “Pero vamos, tengo respeto absoluto y máximo por él; además, él vive en Barcelona, lo cual hace que me sea más atractivo el proyecto y hacer algo con él”.
Para cerrar la lista de invitados en su álbum está Cuco, originario de Inglewood, California, y de ascendencia mexicana que colaboró con la banda francesa L'Impératrice en “Heartquake” el año pasado.
En el radar de Alizzz ya estaba el creador de “Lo que siento”. Habían intentado colaborar para el disco anterior, pero no pudo viajar en aquel momento porque llegó la pandemia y quedó en espera. Ahora, para “Solos tú y yo”, pudieron entrar al estudio y hacer la dupla que había quedado en el baúl.
“Cuco es uno de mis referentes, una de las personas que me ha inspirado también en mi proyecto. Además es uno de los artistas a los que me gustaría que la gente recurriese para explicarnos: ‘si te gusta Cuco, igual deberías escuchar a Alizzz, ¿sabes?’”, recuerda el músico, que también ha colaborado con el uruguayo Jorge Drexler, ganador de un Óscar.
A pesar de lo temerario, en el trabajo de Alizzz impera el orden. A diferencia de la foto del cuarto ocupado por un joven Nick Cave, donde no cabe ni una hoja más, los espacios del productor catalán siempre están limpios. Simétricos. Incluso el playlist de sus discos cierra a números redondos: 10 canciones de entre 3 a 4 minutos en ambos. Las manos de Alizzz están casi por todo el mundo. Dice que tiene muchos amigos de internet y produce a casi todos. Su destino, igual que el de Butch Vig, Alan Parsons o Giorgio Moroder está marcado: hacer del estudio y del escenario su carretera personal.
En algún momento de su vida, Alizzz fue programador y empleado de IBM, donde apenas tenía tiempo para ir al estudio de grabación. En 2016, produjo la canción que lanzó al estrellato a Rosalía y C. Tangana. Cinco años después fue parte de uno de los <i>Tiny Desk</i> más vistos en la historia de NPR Music.
Es 20 de abril del 2021. Pandemia. Era martes al mediodía cuando el Tiny Desk del artista español C. Tangana ya tenía millones de reproducciones en YouTube. Sin embargo, de tantos momentos a lo largo de casi media hora, uno quedó en la memoria de los miles de espectadores refugiados en sus casas. Minuto 6 con 22 segundos. Pausa. Alizzz, el productor de El Madrileño, comienza a tocar su Arturia KeyLab Essential 49, un sintetizador que le permite experimentar con diversos sonidos, entre ellos su voz. Regresa la nostalgia de los ochenta y usa el voice coder para entonar el estribillo de “Bizarre Love Triangle” de New Order:
Every time I see you falling
I get down on my knees and pray.
La belleza de encajar los samples. Un recordatorio del porqué es el otro director en el cerebro musical de Pucho, otro sobrenombre de C. Tangana, y de cómo consiguió tres Grammys Latinos. Algunos lo llaman el nuevo rey del pop en español, pero él solo se asume temerario.
6 de mayo del 2024. Son las 10 de la noche en España. Alizzz está a oscuras en la videollamada que tenemos. No se ve nada. Solamente tiene desplegado su nombre de usuario en el Zoom y por eso sé que está ahí. Una voz en la penumbra. Aún recuerda lo que pasó dos días antes de liberar el Tiny Desk desde el viejo continente. Esa tarde navegaba la armonía de cientos de canciones en su sintetizador. Ensayaba “Los tontos”, tema del álbum producido junto a C. Tangana, y se paseaba por un círculo de acordes que se han utilizado en unos 800 000 éxitos de la industria.
“En un momento me puse a tocar con el voice coder todas las canciones que se me vinieran a la cabeza con estos acordes. Cantaba e incluso había gente que me decía ‘esta también’ y empezamos a hacer el idiota. Hacer el tonto. Todo era jugando. Pero en esa canción, “Bizarre Love Triangle”, Pucho me dijo: ‘tócala aquí, cuando acabe el estribillo, todo el mundo paramos y toca a ver qué pasa’. Hicimos la prueba y de repente ese sitio fue mágico. Se sintió que era como agua”.
Una brillantez espontánea. El manager del artista español fue “yéndose loco” y buscó a la disquera que tenía los derechos de New Order para obtener el permiso de cantarla. Hoy tiene más de 55 millones de reproducciones.
Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara.
A casi tres años, con el Grammy Latino por Mejor ingeniería de grabación del álbum El Madrileño (Sony Music España, 2021), Alizzz acaba de estrenar su segundo disco Conducción temeraria (Whoa Music, 2024) y una sesión en ColorsxStudios con una de sus canciones.
En el otro lado, C. Tangana inaugurará la 39 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara en México. Para la gala de este fin de semana, presentará el documental Esta ambición desmedida (2023) enfocado en su gira Sin cantar ni afinar con la que hizo un tour por toda Hispanoamérica desde el 2022. Primero estará en Jalisco; luego tendrá cuatro funciones en el Auditorio BB de la Ciudad de México. Con suerte, Alizzz, a quien han llamado la “mano que mece la cuna del pop en español”, podría acompañarlo como invitado especial.
El otro director en el cerebro musical de C. Tangana
Los productores de música, como Cristian Quirante Catalán —nacido en el municipio mediterraneo Castelldefels de Barcelona—, casi siempre dejan la silla de la mezcladora y entran al estudio. Quirante Catalán comparte las pasiones de Butch Vig, que pulió el Nevermind (1991) de Nirvana, y después alineó a Garbage junto con Shirley Manson. También recuerda a Alan Parsons, artesano de Let It Be (1970) de The Beatles y el Dark Side of the Moon (1973) de Pink Floyd, que además le dedicó tiempo a su proyecto personal. Cercano a Giorgio Moroder, arquitecto del sonido de Donna Summer, que nunca abandonó sus piezas con las que ganó un Óscar. O Brian Eno, el pintor del sonido de Bowie en la trilogía de Berlín que llevó su curiosidad al ambient y creó el famoso Ambient 1: Music for Airports (1978).
Quirante Catalán o, mejor dicho, Alizzz viene de ese mundo donde el talento no solo se queda en la parte oscura del estudio.
En su casa nadie es músico de profesión o tiene cercanía a este mundo. Únicamente guardaba curiosidad por la música, pero antes de saberse famoso era un programador. Estuvo en las filas de IBM y también laboraba por su cuenta. Cinco horas atado al empleo de silla y luego se iba al estudio. Antes del rap o de hacer música pop e indie, también estaba metido en el mundo de la electrónica. Producía temas y solía tocar DJ sets.
Renunciar a la vida en oficinas le atrajo una colaboración con C. Tangana y Rosalía en 2016. Disciplina y constancia, lo que William Faulkner a la literatura. La canción “Antes de morirme” le abrió las puertas al éxito; luego vendrían los tres Premios Grammy, 19 discos de platino, 9 discos de oro y 2 más de diamante que le han valido la etiqueta del rey del pop en castellano.
Al buscar su nombre en el concierto de C. Tangana, Alizzz no figura. Tras googlear cambia la historia. El algoritmo arroja búsquedas relacionadas con Christian Nodal y Piso 21, en canciones como “Pa’ olvidarme de ella”, que tiene más de 592 millones de reproducciones en Spotify, y en donde Alizzz aparece como escritor del sencillo.
También se sabe que tiene una master class que vale 89 euros (unos 1 700 pesos mexicanos). Una que promete darte todos los secretos que guarda cuando entra al estudio y que, así como hizo con C. Tangana, puede no ofrecer una fórmula del éxito, pero sí una nueva manera de hacer música. Una que no exija entregas como si se tratara del curso de verano.
“Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara. Que haya pocas cosas en el background y que todo tenga una importancia casi crucial. Que todos sean elementos importantes. Me gusta sacarlos y que te des cuenta de todo lo que está pasando ahí”, explica Alizzz, al tiempo que recuerda la importancia que tienen el intro y el outro en todos sus temas. Nada es fortuito, incluso si la pista empieza lenta o con un estruendo de golpe.
Para el compositor catalán, ir al estudio ocupa su momento. Lo tiene en casa, pero trabaja de manera intermitente y le gusta entrar cuando tiene ganas, de vez en cuando. Se sienta y compone, va a su paso. No tiene un calendario de tareas. El resultado, como dice C. Tangana en la canción de “Yelo”, está claro: han cambiado la industria de un país entero.
La creatividad de Alizzz lo ha llevado a trabajar con artistas como la española Amaia o darle su punto de vista al intérprete del “Corazón partío”, Alejandro Sanz, e incluso a la estrella puertorriqueña en ascenso Young Miko. Y no solo eso, sus manos como productor lo dejaron trabajar un tema para Doja Cat, otros más para la compositora chilena Javiera Mena e incluso para crear el himno “Oliveira dos cen anos”, por el centenario del equipo de futbol Real Club Celta de Vigo.
La voz y su experimentación han sido clave en sus producciones: desde cómo entonar hasta jugar con ella, cortarla, ocuparla, deformarla. Es otro instrumento más. Para Kit Mackintosh, autor del libro Gritos de neón (Caja negra, 2021), esto es parte importante de los nuevos géneros urbanos, desde el drill y el trap hasta el bashment.
“El procesamiento digital de la voz es el nuevo canal para lo maravilloso. Allí van a triturarse y dejarse abandonados los límites del sonido ㅡapunta Mackintoshㅡ. Los géneros de psicodelia vocal de los últimos años son tan pioneros, sin precedentes, futuristas e imposibles al oído como fueron el dub, el jungle y el grime en su tiempo. No es una mera exageración decirlo: hoy se producen sonidos que literalmente no se habrían podido hacer con la tecnología del pasado”.
Esto es la clave para Alizzz y todo lo que ha trabajado en el último lustro. Involucrar en el proceso creativo la voz a tal grado de verlo como otro instrumento.
Si bien la voz ya se consideraba un instrumento más en otros géneros desde hace tiempo, la diferencia radica en el uso de filtros, sintetizadores y efectos como el Auto-Tune o equipamiento del voice coder para mezclarla, alterar a modo, en trazos o para samplearla. Son los gritos distintivos que C. Tangana tiene en las canciones “Guerrera”, con Dellafuente, o “Booty” junto a Karol G, que vienen de algo que podría ser un sampleo propio. Casi como citarse o robarse a sí mismo.
¿Por qué escuchar Conducción temeraria, el segundo álbum de Alizzz?
El viaje de Conducción temeraria dura cerca de 40 minutos y comienza con “Carretera perdida”, canción en la que el sonido del viento invita a conducir un auto “a 120 pulsaciones”. Taquicardia. Un camino hacia el límite “sin manos y sin cinturón a toda hostia”.
Aún no había terminado el álbum anterior, cuando ya tenía la primera canción del nuevo, pero no la incluyó porque veía como un todo su primer disco. En el nuevo trabajo se percibe, tanto en las letras como en los videoclips estrenados, su curiosidad por David Lynch, con una estética heredada de la cinta Blue Velvet (1986), y que también se deja entrever en algunos de los videoclips de El Madrileño o incluso en la escenografía de la gira de su colega, Sin cantar ni afinar. Un gusto que se nota es compartido entre Pucho y Alizzz.
Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta.
El pop de Alizzz tiene interés por el urbano y lo no convencional. Ama los sonidos de la carretera, al estilo de Mulholland Drive (2001) o de Crash (1996), la cinta de Cronenberg basada en el libro de J. G. Ballard. Hay cariño por las fiestas, las calles y las noches fugaces. Amores de una ocasión y también por los de segunda mano, como diría el escritor mexicano Enrique Serna.
“Me gusta el primer flirteo o la primera pasión que surge entre dos personas. Me parece que tiene algo de mágico y poesía, pues muchas veces he recurrido a historias de ese tipo. Aunque me da la impresión de que en este disco he reducido eso porque mi vida personal ha cambiado”, explica el productor. “Siguen habiendo esas historias, pero en la noche también, en la tragedia, en el drama”.
El sonido debe escucharse en vivo tan fino como en el estudio. Lo perfecto. No siempre se logra, pero Alizzz lo intenta. El disco es un rompecabezas de historias cruzadas unidas por el leit motiv surgido de guitarras que él mismo grabó y sampleó.
“Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta. Son todos procesos que van destruyendo un poco el sonido”, recuerda cómo consiguió darle personalidad a su disco. “Con la capacidad que tiene de tocar y con mi oído, que le va guiando, vamos sacando cosas”.
Lo que sucede en el estudio es magia, pero es imposible llevar todo y hacer que funcione en directo. Si un elemento falla, todo se cae. En vivo utilizan una pedalera de efectos cargada con muchos presets, aunque “no suena exactamente igual con el mismo grano y con la misma calidez”.
Alizzz experimenta el fulgor de la adrenalina en sus letras, como productor de techno, al tocar en fiestas underground, y al mandar al carajo a IBM por un sueño que podría haber sido un completo desastre.
He pilla'o un coche y lo he estampa'o contra un muro
A 200, temerario, voy sin rumbo ni freno
Mentí a la policía pa' cobrar el seguro
Voy a gastarme ese dinero en romperme de nuevo
“Me parecía interesante la analogía de la conexión temeraria con cómo he enfrentado las cosas en mi vida personal, musical y profesional. Tomé decisiones bastante temerarias en general y hay veces que he sufrido las consecuencias”, asegura.
Raíces catalanas
Una de sus lenguas natales pesa en Conducción temeraria. Nunca la olvida. Ya había ocurrido con “Que pasa nen” y ahora lo retoma en “No ho sé”, que interpreta junto a Renaldo & Clara.
“El catalán es es mi lengua materna. No la he hablado en casa, pero sí que mi madre habla con su familia en esa lengua —explica—. Conmigo habla en castellano como con mi padre. Pero hay historias, hay cosas que me pasan en la vida que son en catalán y otras en español”.
Como Joan Manuel Serrat con su versión en catalán de “Paraulas d’amor”, Alizzz rompe las fronteras del lenguaje con “un catalán en castellano”, como diría el escritor Alex Grijelmo. Reduce las distancias entre los dos mundos que habitan España.
Alizzz forma parte del mapa de artistas que abrazan al catalán como insignia del urbano en Europa, junto a Santa Salut, una MC que, desde el rap, canta lo que le viene en gana y desde el submundo de las calles aleja el lenguaje de la represión y el olvido.
Donde impera el orden
Dos años atrás, existió un rumor que luego se convirtió en anécdota. Alizzz trabajaría como productor de Manú Chao, que vive en la misma región. Al tiempo, esto se quedó en los estantes, pero la posibilidad aún sigue abierta.
“Quedé con él un par de veces. Me quería enseñar alguna cosa y, en ese momento, estaba vuelto loco con el trabajo. Lo dejé aparcado, en stand by”, detalla Alizzz sobre su encuentro con el cantautor franco-hispano. “Pero vamos, tengo respeto absoluto y máximo por él; además, él vive en Barcelona, lo cual hace que me sea más atractivo el proyecto y hacer algo con él”.
Para cerrar la lista de invitados en su álbum está Cuco, originario de Inglewood, California, y de ascendencia mexicana que colaboró con la banda francesa L'Impératrice en “Heartquake” el año pasado.
En el radar de Alizzz ya estaba el creador de “Lo que siento”. Habían intentado colaborar para el disco anterior, pero no pudo viajar en aquel momento porque llegó la pandemia y quedó en espera. Ahora, para “Solos tú y yo”, pudieron entrar al estudio y hacer la dupla que había quedado en el baúl.
“Cuco es uno de mis referentes, una de las personas que me ha inspirado también en mi proyecto. Además es uno de los artistas a los que me gustaría que la gente recurriese para explicarnos: ‘si te gusta Cuco, igual deberías escuchar a Alizzz, ¿sabes?’”, recuerda el músico, que también ha colaborado con el uruguayo Jorge Drexler, ganador de un Óscar.
A pesar de lo temerario, en el trabajo de Alizzz impera el orden. A diferencia de la foto del cuarto ocupado por un joven Nick Cave, donde no cabe ni una hoja más, los espacios del productor catalán siempre están limpios. Simétricos. Incluso el playlist de sus discos cierra a números redondos: 10 canciones de entre 3 a 4 minutos en ambos. Las manos de Alizzz están casi por todo el mundo. Dice que tiene muchos amigos de internet y produce a casi todos. Su destino, igual que el de Butch Vig, Alan Parsons o Giorgio Moroder está marcado: hacer del estudio y del escenario su carretera personal.
Alizzz y C. Tangana. (Instagram)
En algún momento de su vida, Alizzz fue programador y empleado de IBM, donde apenas tenía tiempo para ir al estudio de grabación. En 2016, produjo la canción que lanzó al estrellato a Rosalía y C. Tangana. Cinco años después fue parte de uno de los <i>Tiny Desk</i> más vistos en la historia de NPR Music.
Es 20 de abril del 2021. Pandemia. Era martes al mediodía cuando el Tiny Desk del artista español C. Tangana ya tenía millones de reproducciones en YouTube. Sin embargo, de tantos momentos a lo largo de casi media hora, uno quedó en la memoria de los miles de espectadores refugiados en sus casas. Minuto 6 con 22 segundos. Pausa. Alizzz, el productor de El Madrileño, comienza a tocar su Arturia KeyLab Essential 49, un sintetizador que le permite experimentar con diversos sonidos, entre ellos su voz. Regresa la nostalgia de los ochenta y usa el voice coder para entonar el estribillo de “Bizarre Love Triangle” de New Order:
Every time I see you falling
I get down on my knees and pray.
La belleza de encajar los samples. Un recordatorio del porqué es el otro director en el cerebro musical de Pucho, otro sobrenombre de C. Tangana, y de cómo consiguió tres Grammys Latinos. Algunos lo llaman el nuevo rey del pop en español, pero él solo se asume temerario.
6 de mayo del 2024. Son las 10 de la noche en España. Alizzz está a oscuras en la videollamada que tenemos. No se ve nada. Solamente tiene desplegado su nombre de usuario en el Zoom y por eso sé que está ahí. Una voz en la penumbra. Aún recuerda lo que pasó dos días antes de liberar el Tiny Desk desde el viejo continente. Esa tarde navegaba la armonía de cientos de canciones en su sintetizador. Ensayaba “Los tontos”, tema del álbum producido junto a C. Tangana, y se paseaba por un círculo de acordes que se han utilizado en unos 800 000 éxitos de la industria.
“En un momento me puse a tocar con el voice coder todas las canciones que se me vinieran a la cabeza con estos acordes. Cantaba e incluso había gente que me decía ‘esta también’ y empezamos a hacer el idiota. Hacer el tonto. Todo era jugando. Pero en esa canción, “Bizarre Love Triangle”, Pucho me dijo: ‘tócala aquí, cuando acabe el estribillo, todo el mundo paramos y toca a ver qué pasa’. Hicimos la prueba y de repente ese sitio fue mágico. Se sintió que era como agua”.
Una brillantez espontánea. El manager del artista español fue “yéndose loco” y buscó a la disquera que tenía los derechos de New Order para obtener el permiso de cantarla. Hoy tiene más de 55 millones de reproducciones.
Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara.
A casi tres años, con el Grammy Latino por Mejor ingeniería de grabación del álbum El Madrileño (Sony Music España, 2021), Alizzz acaba de estrenar su segundo disco Conducción temeraria (Whoa Music, 2024) y una sesión en ColorsxStudios con una de sus canciones.
En el otro lado, C. Tangana inaugurará la 39 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara en México. Para la gala de este fin de semana, presentará el documental Esta ambición desmedida (2023) enfocado en su gira Sin cantar ni afinar con la que hizo un tour por toda Hispanoamérica desde el 2022. Primero estará en Jalisco; luego tendrá cuatro funciones en el Auditorio BB de la Ciudad de México. Con suerte, Alizzz, a quien han llamado la “mano que mece la cuna del pop en español”, podría acompañarlo como invitado especial.
El otro director en el cerebro musical de C. Tangana
Los productores de música, como Cristian Quirante Catalán —nacido en el municipio mediterraneo Castelldefels de Barcelona—, casi siempre dejan la silla de la mezcladora y entran al estudio. Quirante Catalán comparte las pasiones de Butch Vig, que pulió el Nevermind (1991) de Nirvana, y después alineó a Garbage junto con Shirley Manson. También recuerda a Alan Parsons, artesano de Let It Be (1970) de The Beatles y el Dark Side of the Moon (1973) de Pink Floyd, que además le dedicó tiempo a su proyecto personal. Cercano a Giorgio Moroder, arquitecto del sonido de Donna Summer, que nunca abandonó sus piezas con las que ganó un Óscar. O Brian Eno, el pintor del sonido de Bowie en la trilogía de Berlín que llevó su curiosidad al ambient y creó el famoso Ambient 1: Music for Airports (1978).
Quirante Catalán o, mejor dicho, Alizzz viene de ese mundo donde el talento no solo se queda en la parte oscura del estudio.
En su casa nadie es músico de profesión o tiene cercanía a este mundo. Únicamente guardaba curiosidad por la música, pero antes de saberse famoso era un programador. Estuvo en las filas de IBM y también laboraba por su cuenta. Cinco horas atado al empleo de silla y luego se iba al estudio. Antes del rap o de hacer música pop e indie, también estaba metido en el mundo de la electrónica. Producía temas y solía tocar DJ sets.
Renunciar a la vida en oficinas le atrajo una colaboración con C. Tangana y Rosalía en 2016. Disciplina y constancia, lo que William Faulkner a la literatura. La canción “Antes de morirme” le abrió las puertas al éxito; luego vendrían los tres Premios Grammy, 19 discos de platino, 9 discos de oro y 2 más de diamante que le han valido la etiqueta del rey del pop en castellano.
Al buscar su nombre en el concierto de C. Tangana, Alizzz no figura. Tras googlear cambia la historia. El algoritmo arroja búsquedas relacionadas con Christian Nodal y Piso 21, en canciones como “Pa’ olvidarme de ella”, que tiene más de 592 millones de reproducciones en Spotify, y en donde Alizzz aparece como escritor del sencillo.
También se sabe que tiene una master class que vale 89 euros (unos 1 700 pesos mexicanos). Una que promete darte todos los secretos que guarda cuando entra al estudio y que, así como hizo con C. Tangana, puede no ofrecer una fórmula del éxito, pero sí una nueva manera de hacer música. Una que no exija entregas como si se tratara del curso de verano.
“Lo que intento con la producción y los arreglos es radical con todos los elementos que utilizo. Me gusta que todo suene fuerte, en la cara. Que haya pocas cosas en el background y que todo tenga una importancia casi crucial. Que todos sean elementos importantes. Me gusta sacarlos y que te des cuenta de todo lo que está pasando ahí”, explica Alizzz, al tiempo que recuerda la importancia que tienen el intro y el outro en todos sus temas. Nada es fortuito, incluso si la pista empieza lenta o con un estruendo de golpe.
Para el compositor catalán, ir al estudio ocupa su momento. Lo tiene en casa, pero trabaja de manera intermitente y le gusta entrar cuando tiene ganas, de vez en cuando. Se sienta y compone, va a su paso. No tiene un calendario de tareas. El resultado, como dice C. Tangana en la canción de “Yelo”, está claro: han cambiado la industria de un país entero.
La creatividad de Alizzz lo ha llevado a trabajar con artistas como la española Amaia o darle su punto de vista al intérprete del “Corazón partío”, Alejandro Sanz, e incluso a la estrella puertorriqueña en ascenso Young Miko. Y no solo eso, sus manos como productor lo dejaron trabajar un tema para Doja Cat, otros más para la compositora chilena Javiera Mena e incluso para crear el himno “Oliveira dos cen anos”, por el centenario del equipo de futbol Real Club Celta de Vigo.
La voz y su experimentación han sido clave en sus producciones: desde cómo entonar hasta jugar con ella, cortarla, ocuparla, deformarla. Es otro instrumento más. Para Kit Mackintosh, autor del libro Gritos de neón (Caja negra, 2021), esto es parte importante de los nuevos géneros urbanos, desde el drill y el trap hasta el bashment.
“El procesamiento digital de la voz es el nuevo canal para lo maravilloso. Allí van a triturarse y dejarse abandonados los límites del sonido ㅡapunta Mackintoshㅡ. Los géneros de psicodelia vocal de los últimos años son tan pioneros, sin precedentes, futuristas e imposibles al oído como fueron el dub, el jungle y el grime en su tiempo. No es una mera exageración decirlo: hoy se producen sonidos que literalmente no se habrían podido hacer con la tecnología del pasado”.
Esto es la clave para Alizzz y todo lo que ha trabajado en el último lustro. Involucrar en el proceso creativo la voz a tal grado de verlo como otro instrumento.
Si bien la voz ya se consideraba un instrumento más en otros géneros desde hace tiempo, la diferencia radica en el uso de filtros, sintetizadores y efectos como el Auto-Tune o equipamiento del voice coder para mezclarla, alterar a modo, en trazos o para samplearla. Son los gritos distintivos que C. Tangana tiene en las canciones “Guerrera”, con Dellafuente, o “Booty” junto a Karol G, que vienen de algo que podría ser un sampleo propio. Casi como citarse o robarse a sí mismo.
¿Por qué escuchar Conducción temeraria, el segundo álbum de Alizzz?
El viaje de Conducción temeraria dura cerca de 40 minutos y comienza con “Carretera perdida”, canción en la que el sonido del viento invita a conducir un auto “a 120 pulsaciones”. Taquicardia. Un camino hacia el límite “sin manos y sin cinturón a toda hostia”.
Aún no había terminado el álbum anterior, cuando ya tenía la primera canción del nuevo, pero no la incluyó porque veía como un todo su primer disco. En el nuevo trabajo se percibe, tanto en las letras como en los videoclips estrenados, su curiosidad por David Lynch, con una estética heredada de la cinta Blue Velvet (1986), y que también se deja entrever en algunos de los videoclips de El Madrileño o incluso en la escenografía de la gira de su colega, Sin cantar ni afinar. Un gusto que se nota es compartido entre Pucho y Alizzz.
Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta.
El pop de Alizzz tiene interés por el urbano y lo no convencional. Ama los sonidos de la carretera, al estilo de Mulholland Drive (2001) o de Crash (1996), la cinta de Cronenberg basada en el libro de J. G. Ballard. Hay cariño por las fiestas, las calles y las noches fugaces. Amores de una ocasión y también por los de segunda mano, como diría el escritor mexicano Enrique Serna.
“Me gusta el primer flirteo o la primera pasión que surge entre dos personas. Me parece que tiene algo de mágico y poesía, pues muchas veces he recurrido a historias de ese tipo. Aunque me da la impresión de que en este disco he reducido eso porque mi vida personal ha cambiado”, explica el productor. “Siguen habiendo esas historias, pero en la noche también, en la tragedia, en el drama”.
El sonido debe escucharse en vivo tan fino como en el estudio. Lo perfecto. No siempre se logra, pero Alizzz lo intenta. El disco es un rompecabezas de historias cruzadas unidas por el leit motiv surgido de guitarras que él mismo grabó y sampleó.
“Vi las guitarras en un momento como el elemento principal de estética en la producción. Las trabajé con Ferrán Gisbert, el guitarra de mi banda, que tiene una nave espacial ahí de pedales y de distorsiones y de moduladores y space echoes y cosas de cinta. Son todos procesos que van destruyendo un poco el sonido”, recuerda cómo consiguió darle personalidad a su disco. “Con la capacidad que tiene de tocar y con mi oído, que le va guiando, vamos sacando cosas”.
Lo que sucede en el estudio es magia, pero es imposible llevar todo y hacer que funcione en directo. Si un elemento falla, todo se cae. En vivo utilizan una pedalera de efectos cargada con muchos presets, aunque “no suena exactamente igual con el mismo grano y con la misma calidez”.
Alizzz experimenta el fulgor de la adrenalina en sus letras, como productor de techno, al tocar en fiestas underground, y al mandar al carajo a IBM por un sueño que podría haber sido un completo desastre.
He pilla'o un coche y lo he estampa'o contra un muro
A 200, temerario, voy sin rumbo ni freno
Mentí a la policía pa' cobrar el seguro
Voy a gastarme ese dinero en romperme de nuevo
“Me parecía interesante la analogía de la conexión temeraria con cómo he enfrentado las cosas en mi vida personal, musical y profesional. Tomé decisiones bastante temerarias en general y hay veces que he sufrido las consecuencias”, asegura.
Raíces catalanas
Una de sus lenguas natales pesa en Conducción temeraria. Nunca la olvida. Ya había ocurrido con “Que pasa nen” y ahora lo retoma en “No ho sé”, que interpreta junto a Renaldo & Clara.
“El catalán es es mi lengua materna. No la he hablado en casa, pero sí que mi madre habla con su familia en esa lengua —explica—. Conmigo habla en castellano como con mi padre. Pero hay historias, hay cosas que me pasan en la vida que son en catalán y otras en español”.
Como Joan Manuel Serrat con su versión en catalán de “Paraulas d’amor”, Alizzz rompe las fronteras del lenguaje con “un catalán en castellano”, como diría el escritor Alex Grijelmo. Reduce las distancias entre los dos mundos que habitan España.
Alizzz forma parte del mapa de artistas que abrazan al catalán como insignia del urbano en Europa, junto a Santa Salut, una MC que, desde el rap, canta lo que le viene en gana y desde el submundo de las calles aleja el lenguaje de la represión y el olvido.
Donde impera el orden
Dos años atrás, existió un rumor que luego se convirtió en anécdota. Alizzz trabajaría como productor de Manú Chao, que vive en la misma región. Al tiempo, esto se quedó en los estantes, pero la posibilidad aún sigue abierta.
“Quedé con él un par de veces. Me quería enseñar alguna cosa y, en ese momento, estaba vuelto loco con el trabajo. Lo dejé aparcado, en stand by”, detalla Alizzz sobre su encuentro con el cantautor franco-hispano. “Pero vamos, tengo respeto absoluto y máximo por él; además, él vive en Barcelona, lo cual hace que me sea más atractivo el proyecto y hacer algo con él”.
Para cerrar la lista de invitados en su álbum está Cuco, originario de Inglewood, California, y de ascendencia mexicana que colaboró con la banda francesa L'Impératrice en “Heartquake” el año pasado.
En el radar de Alizzz ya estaba el creador de “Lo que siento”. Habían intentado colaborar para el disco anterior, pero no pudo viajar en aquel momento porque llegó la pandemia y quedó en espera. Ahora, para “Solos tú y yo”, pudieron entrar al estudio y hacer la dupla que había quedado en el baúl.
“Cuco es uno de mis referentes, una de las personas que me ha inspirado también en mi proyecto. Además es uno de los artistas a los que me gustaría que la gente recurriese para explicarnos: ‘si te gusta Cuco, igual deberías escuchar a Alizzz, ¿sabes?’”, recuerda el músico, que también ha colaborado con el uruguayo Jorge Drexler, ganador de un Óscar.
A pesar de lo temerario, en el trabajo de Alizzz impera el orden. A diferencia de la foto del cuarto ocupado por un joven Nick Cave, donde no cabe ni una hoja más, los espacios del productor catalán siempre están limpios. Simétricos. Incluso el playlist de sus discos cierra a números redondos: 10 canciones de entre 3 a 4 minutos en ambos. Las manos de Alizzz están casi por todo el mundo. Dice que tiene muchos amigos de internet y produce a casi todos. Su destino, igual que el de Butch Vig, Alan Parsons o Giorgio Moroder está marcado: hacer del estudio y del escenario su carretera personal.
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