Ambrosi-Etchegaray: La arquitectura a la que no le sobran elementos

Diálogo con el exterior

Gabriela Etchegaray y Jorge Ambrosi creen en la arquitectura a la que no le sobran elementos.

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Una obra de Emilio Said compuesta por dibujos que parecen fantasmas de planos  arquitectónicos cuelga en la sala de juntas de un despacho en la calle Popocatépetl. “Sus fondos no son saturados y tienen transparencia. No son planos, tienen profundidad y aparecen figuras flotando. Son obras que me remiten al espacio”, dice Jorge Ambrosi al dejar entrever las pistas del trabajo que viene realizando en su despacho Ambrosi-Etchegaray. Se trata de una sociedad fundada en 2011 que cuenta con 13 arquitectos  y un taller de maquetas; es un joven grupo influido por la genética del diseño de Javier Sánchez y Mauricio Rocha, arquitectos consolidados con los que Jorge Ambrosi (1977) y Gabriela Etchegaray (1984) comenzaron su ejercicio profesional.

Ambrosi-Etchegaray arquitectos

Hoy el trabajo de ambos ha logrado proyectar una sola voz, procurando seguir una lógica constructiva sencilla. Se inclinan por un lenguaje estructural, elementos de diseño e ingeniería que dan como resultado un proyecto a la medida humana. Esta pareja prometedora pertenece a una generación de mexicanos que se han dedicado a producir obras de sencillez que se traduce en lujo. El despacho se sumó a la tercera presentación de LIGA – Espacio para Arquitectura, una plataforma difundida por la curadora Ruth Estévez donde arquitectos latinoamericanos realizan actividades paralelas a su quehacer y participan en la difusión de la cultura arquitectónica, a través de publicaciones y pequeñas exhibiciones. Ambrosi fue además finalista en el programa de iniciativa artística Rolex Mentor & Protégé.

Ambrosi-Etchegaray estudio

Sus proyectos más representativos se concentran en las colonias del centro de la Ciudad de México ante la creciente demanda de vivienda. Su proyecto para dos casas en la calle Cuernavaca respeta la fachada art déco, pero en su interior deja en lo esencial la distribución preexistente. Para ellos, la mejor arquitectura suele ser aquella que es clara y lúcida y se ha vuelto su propia estampa. “No creemos en la arquitectura escenográfica, pero tampoco se trata de caer en lo mínimo y austero. Más bien, creemos en la arquitectura a la que no le sobran elementos”, dice Ambrosi. Una de las obras que mejor ilustra esta voluntad constructiva se encuentra en Alfonso Reyes 200, Condesa; un edificio de seis niveles que contienen ocho departamentos donde “las dobles alturas y los balcones establecen el diálogo con el exterior”, y en su manufactura proyecta una ligereza que contrasta con el concreto y acero de sus materiales. “Todos los blocks de su fachada trabajan estructuralmente, por lo que el edificio tiene un aspecto esbelto. Nuestras fachadas suelen ser el resultado de procesos de estructura”, dice Etchegaray.

despacho Ambrosi-Etchegaray

Sobre las ideas de ciudad, civismo y el impacto de su arquitectura, Ambrosi ofrece su postura: “Nosotros vivimos muy cómodos en la ciudad. No nos sentimos atosigados o demasiado estresados por su ritmo, pero sí creemos en la idea de crear lugares que funcionen como refugios, que inviten a recibir las bondades de clima y de vegetación. Todas estas cosas las vertemos en los proyectos para compartir eso que nosotros mismos disfrutamos. Pero este proceso es algo totalmente intuitivo.” Las políticas públicas tomadas en Medellín y Bogotá —que el ciudadano participe en el día a día de la ciudad—, con alcaldes progresistas como Sergio Fajardo y Antanas Mockus, hace pensar a Gabriela Etchegaray que el asunto de la sociedad civil precede a la práctica: “Más que usar la profesión, es la parte humana la que puede mejorar las ciudades. Se trata de aceptarlas, ya que todos las construimos, sólo así podremos respetar y hacer uso de lo público en ellas”.

 

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