Cristina Peri Rossi: la patria en la escritura

Cristina Peri Rossi: la patria en la escritura

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Tiempo de Lectura: 00 min

La escritora uruguaya fue galardonada, el pasado 10 de noviembre, con la máxima distinción de las letras hispánicas: el Premio Cervantes. Otorgado por su extensa obra construida entre la poesía, el periodismo, la narrativa y el ensayo, con la que ha abordado el exilio, el homoerotismo y la emancipación de las mujeres.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

A lo largo de la historia de la literatura moderna, pocos escritores han logrado ser recordados por su producción artística en más de un género literario. A Marcel Proust, por ejemplo, a pesar de que escribió poesía se le conoce principalmente como narrador, mientras que Vicente Huidobro pasó a la historia como poeta y no como dramaturgo. No obstante, existen algunos personajes extraordinarios que han logrado ser reconocidos en más de un registro tanto por la crítica como por los lectores. Tal es el caso de Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1943), quien el pasado 10 de noviembre fue galardonada con la máxima distinción de las letras hispánicas, el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por una obra, extensa y versátil, que ha construido entre la poesía, el periodismo, la narrativa, el ensayo y la autobiografía.

Cristina Peri Rossi recibió este reconocimiento después de cincuenta años de trabajo arduo, sumándose a una corta lista de cinco mujeres laureadas por este premio del gobierno de España, conformada por las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992), la mexicana Elena Poniatowska (2013) y la también uruguaya Ida Vitale (2018).

Marcada por tópicos como el exilio, el deseo, las relaciones humanas, el homoerotismo, la libertad sexual de las mujeres y la experimentación formal, la obra de Cristina Peri Rossi es sin duda uno de los referentes más importantes de las letras contemporáneas. Aquí cabe mencionar que, a pesar de su talento enorme y trayectoria extensa, la autora no suele ser tan conocida como otras escritoras latinoamericanas de su época. En México, por ejemplo, ha sido difícil encontrar su obra ya que muchos de sus libros han dejado de ser reeditados. Alegra pensar que, con la llegada del Premio Cervantes, iniciará un proceso ágil de reedición e impresión de su obra.

Cristina Peri Rossi estudió Letras en la Universidad de Montevideo. Tras graduarse en 1963, comenzó a impartir clases como profesora de Literatura Comparada en su alma máter. Fue en ese mismo año, a la temprana edad de los veinte años, que publicó su primer libro de cuentos titulado Viviendo. En su etapa como universitaria y docente, se involucró activamente en los movimientos sociales de su país. Por un lado, el movimiento feminista cobraba fuerza con las voces de escritoras como Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño e Ida Vitale. Por otro lado, los movimientos estudiantiles de 1968 fueron sumamente importantes en una nación con una dictadura cívico-militar a la vuelta de la esquina, ocurrida entre los años 1973 y 1985. Como parte de su compromiso social, Cristina Peri Rossi colaboró en el semanario El popular del partido comunista, así como en Marcha, una revista progresista que incentivaba la formación de lectores de literatura contemporánea, de la cual Ángel Rama era director. Esta última se convirtió en un referente cultural de las letras latinoamericanas del siglo XX, junto con la revista Sur de Argentina, Casa de las Américas de Cuba y Plural y Vuelta de México.

Con la llegada de la dictadura cívico-militar en Uruguay, la salida de Cristina Peri Rossi fue inminente. Hasta ese punto, su obra había roto con el rol preestablecido de la mujer en la sociedad y había puesto sobre la mesa la libertad de la sexualidad femenina. Su poemario Evohé (1971), por mencionar un ejemplo, hacía una alusión clara al amor lésbico, escandalizando a la sociedad uruguaya tras su publicación. Era claro que una mujer como Peri Rossi, abiertamente lesbiana y de izquierda, no tenía cabida en el nuevo régimen militar. Migró a Europa en 1972 con ayuda de su entrañable amigo Julio Cortázar y se instaló en la Barcelona de Franco, dejando atrás una colección de tres mil libros, una madre, una cátedra en la capital de Uruguay y un gremio intelectual que la había laureado con los reconocimientos más importantes del país por sus novelas Los museos abandonados (1968) y El libro de mis primos (1969).

La llegada de Cristina Peri Rossi a Barcelona marcó una nueva etapa en su producción artística: la literatura se había convertido en su nueva patria. “Si el exilio no fuera una terrible experiencia humana, sería un género literario”, expresó al respecto la autora en el prólogo de Estado de exilio, libro de poemas que escribió en 1973 pero que publicó hasta 2003. En los poemas de este libro, al igual que en otros poemarios que escribió en Barcelona, se puede apreciar una búsqueda profunda de la identidad marcada por el exilio. ¿Quién soy yo ahora que estoy lejos de mi patria? ¿Qué sucede en mi país natal mientras yo estoy lejos? ¿Qué lengua hablan aquellos que dejan atrás su casa? ¿Cómo expresar lo inenarrable?  Son algunas de las preguntas que atraviesan Estado de exilio (Premio Internacional Unicaja de Poesía Rafael Alberti, 2002) de manera incisiva.

La experimentación constante con el lenguaje y los límites de la ficción es otro rasgo distintivo de su escritura. En varios de sus cuentos crea una ciudad ficticia llamada Luzbel, una “ciudad sin tiempo, sin pasado, suspendida como una pompa de jabón, y por eso mismo, exonerada del futuro”. Por su parte, en La nave de los locos (1984), una de sus novelas más aclamadas, hay un juego que combina referencias literarias e históricas reales y ficticias, así como relatos enmarcados y una fragmentación literaria que dotan al libro de una frescura inigualable. La palabra en su obra está cargada de significado, las imágenes manan del río infinito de la creatividad, de modo que su literatura es una celebración a la capacidad de crear, de amar a través de la palabra, una búsqueda constante por encontrar una ración del paraíso en medio del caos mundano.

“La poesía es un estado de ánimo, no una sustancia. Una visión, no una esencia”, respondió Cristina Peri Rossi en la sesión de preguntas en el marco de la entrega del Premio Loewe de Poesía por su libro Playstation (2009). A pesar de que esta reflexión sirve para ilustrar el trabajo poético de la autora, me atrevería a afirmar que la obra narrativa de Peri Rossi tiene esta misma cualidad anímica; una mirada que sirve para ordenar el mundo de una manera ingeniosa y profundamente literaria.

No sorprende que una escritora que haya buscado incesantemente su lugar en el mundo, a través de la literatura, haya logrado transmitir de diversas maneras un cúmulo de experiencias y sensaciones humanas como el amor, la soledad, la desesperación y la pérdida de la patria. Ahora con el Premio Cervantes, a Peri Rossi habrá que leerla una infinidad de veces en todas sus facetas. Sobra decir que uno nunca dejará de asombrarse ante lo encontrado.

Genealogía, un poema de Cristina Peri Rossi

Dulces antepasadas mías
ahogadas en el mar
o suicidas en jardines imaginarios
encerradas en castillos de muros lilas
y arrogantes
espléndidas en su desafío
a la biología elemental
que hace de una mujer una paridora
antes de ser en realidad una mujer
soberbias en su soledad
y en el pequeño escándalo de sus vidas

Tienen lugar en el herbolario
junto a ejemplares raros
de diversa nervadura.

(Peri Rossi, Cristina, Otra vez Eros, Barcelona: Lumen, 1994).

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La escritora uruguaya fue galardonada, el pasado 10 de noviembre, con la máxima distinción de las letras hispánicas: el Premio Cervantes. Otorgado por su extensa obra construida entre la poesía, el periodismo, la narrativa y el ensayo, con la que ha abordado el exilio, el homoerotismo y la emancipación de las mujeres.

A lo largo de la historia de la literatura moderna, pocos escritores han logrado ser recordados por su producción artística en más de un género literario. A Marcel Proust, por ejemplo, a pesar de que escribió poesía se le conoce principalmente como narrador, mientras que Vicente Huidobro pasó a la historia como poeta y no como dramaturgo. No obstante, existen algunos personajes extraordinarios que han logrado ser reconocidos en más de un registro tanto por la crítica como por los lectores. Tal es el caso de Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1943), quien el pasado 10 de noviembre fue galardonada con la máxima distinción de las letras hispánicas, el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por una obra, extensa y versátil, que ha construido entre la poesía, el periodismo, la narrativa, el ensayo y la autobiografía.

Cristina Peri Rossi recibió este reconocimiento después de cincuenta años de trabajo arduo, sumándose a una corta lista de cinco mujeres laureadas por este premio del gobierno de España, conformada por las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992), la mexicana Elena Poniatowska (2013) y la también uruguaya Ida Vitale (2018).

Marcada por tópicos como el exilio, el deseo, las relaciones humanas, el homoerotismo, la libertad sexual de las mujeres y la experimentación formal, la obra de Cristina Peri Rossi es sin duda uno de los referentes más importantes de las letras contemporáneas. Aquí cabe mencionar que, a pesar de su talento enorme y trayectoria extensa, la autora no suele ser tan conocida como otras escritoras latinoamericanas de su época. En México, por ejemplo, ha sido difícil encontrar su obra ya que muchos de sus libros han dejado de ser reeditados. Alegra pensar que, con la llegada del Premio Cervantes, iniciará un proceso ágil de reedición e impresión de su obra.

Cristina Peri Rossi estudió Letras en la Universidad de Montevideo. Tras graduarse en 1963, comenzó a impartir clases como profesora de Literatura Comparada en su alma máter. Fue en ese mismo año, a la temprana edad de los veinte años, que publicó su primer libro de cuentos titulado Viviendo. En su etapa como universitaria y docente, se involucró activamente en los movimientos sociales de su país. Por un lado, el movimiento feminista cobraba fuerza con las voces de escritoras como Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño e Ida Vitale. Por otro lado, los movimientos estudiantiles de 1968 fueron sumamente importantes en una nación con una dictadura cívico-militar a la vuelta de la esquina, ocurrida entre los años 1973 y 1985. Como parte de su compromiso social, Cristina Peri Rossi colaboró en el semanario El popular del partido comunista, así como en Marcha, una revista progresista que incentivaba la formación de lectores de literatura contemporánea, de la cual Ángel Rama era director. Esta última se convirtió en un referente cultural de las letras latinoamericanas del siglo XX, junto con la revista Sur de Argentina, Casa de las Américas de Cuba y Plural y Vuelta de México.

Con la llegada de la dictadura cívico-militar en Uruguay, la salida de Cristina Peri Rossi fue inminente. Hasta ese punto, su obra había roto con el rol preestablecido de la mujer en la sociedad y había puesto sobre la mesa la libertad de la sexualidad femenina. Su poemario Evohé (1971), por mencionar un ejemplo, hacía una alusión clara al amor lésbico, escandalizando a la sociedad uruguaya tras su publicación. Era claro que una mujer como Peri Rossi, abiertamente lesbiana y de izquierda, no tenía cabida en el nuevo régimen militar. Migró a Europa en 1972 con ayuda de su entrañable amigo Julio Cortázar y se instaló en la Barcelona de Franco, dejando atrás una colección de tres mil libros, una madre, una cátedra en la capital de Uruguay y un gremio intelectual que la había laureado con los reconocimientos más importantes del país por sus novelas Los museos abandonados (1968) y El libro de mis primos (1969).

La llegada de Cristina Peri Rossi a Barcelona marcó una nueva etapa en su producción artística: la literatura se había convertido en su nueva patria. “Si el exilio no fuera una terrible experiencia humana, sería un género literario”, expresó al respecto la autora en el prólogo de Estado de exilio, libro de poemas que escribió en 1973 pero que publicó hasta 2003. En los poemas de este libro, al igual que en otros poemarios que escribió en Barcelona, se puede apreciar una búsqueda profunda de la identidad marcada por el exilio. ¿Quién soy yo ahora que estoy lejos de mi patria? ¿Qué sucede en mi país natal mientras yo estoy lejos? ¿Qué lengua hablan aquellos que dejan atrás su casa? ¿Cómo expresar lo inenarrable?  Son algunas de las preguntas que atraviesan Estado de exilio (Premio Internacional Unicaja de Poesía Rafael Alberti, 2002) de manera incisiva.

La experimentación constante con el lenguaje y los límites de la ficción es otro rasgo distintivo de su escritura. En varios de sus cuentos crea una ciudad ficticia llamada Luzbel, una “ciudad sin tiempo, sin pasado, suspendida como una pompa de jabón, y por eso mismo, exonerada del futuro”. Por su parte, en La nave de los locos (1984), una de sus novelas más aclamadas, hay un juego que combina referencias literarias e históricas reales y ficticias, así como relatos enmarcados y una fragmentación literaria que dotan al libro de una frescura inigualable. La palabra en su obra está cargada de significado, las imágenes manan del río infinito de la creatividad, de modo que su literatura es una celebración a la capacidad de crear, de amar a través de la palabra, una búsqueda constante por encontrar una ración del paraíso en medio del caos mundano.

“La poesía es un estado de ánimo, no una sustancia. Una visión, no una esencia”, respondió Cristina Peri Rossi en la sesión de preguntas en el marco de la entrega del Premio Loewe de Poesía por su libro Playstation (2009). A pesar de que esta reflexión sirve para ilustrar el trabajo poético de la autora, me atrevería a afirmar que la obra narrativa de Peri Rossi tiene esta misma cualidad anímica; una mirada que sirve para ordenar el mundo de una manera ingeniosa y profundamente literaria.

No sorprende que una escritora que haya buscado incesantemente su lugar en el mundo, a través de la literatura, haya logrado transmitir de diversas maneras un cúmulo de experiencias y sensaciones humanas como el amor, la soledad, la desesperación y la pérdida de la patria. Ahora con el Premio Cervantes, a Peri Rossi habrá que leerla una infinidad de veces en todas sus facetas. Sobra decir que uno nunca dejará de asombrarse ante lo encontrado.

Genealogía, un poema de Cristina Peri Rossi

Dulces antepasadas mías
ahogadas en el mar
o suicidas en jardines imaginarios
encerradas en castillos de muros lilas
y arrogantes
espléndidas en su desafío
a la biología elemental
que hace de una mujer una paridora
antes de ser en realidad una mujer
soberbias en su soledad
y en el pequeño escándalo de sus vidas

Tienen lugar en el herbolario
junto a ejemplares raros
de diversa nervadura.

(Peri Rossi, Cristina, Otra vez Eros, Barcelona: Lumen, 1994).

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La escritora uruguaya fue galardonada, el pasado 10 de noviembre, con la máxima distinción de las letras hispánicas: el Premio Cervantes. Otorgado por su extensa obra construida entre la poesía, el periodismo, la narrativa y el ensayo, con la que ha abordado el exilio, el homoerotismo y la emancipación de las mujeres.

A lo largo de la historia de la literatura moderna, pocos escritores han logrado ser recordados por su producción artística en más de un género literario. A Marcel Proust, por ejemplo, a pesar de que escribió poesía se le conoce principalmente como narrador, mientras que Vicente Huidobro pasó a la historia como poeta y no como dramaturgo. No obstante, existen algunos personajes extraordinarios que han logrado ser reconocidos en más de un registro tanto por la crítica como por los lectores. Tal es el caso de Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1943), quien el pasado 10 de noviembre fue galardonada con la máxima distinción de las letras hispánicas, el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por una obra, extensa y versátil, que ha construido entre la poesía, el periodismo, la narrativa, el ensayo y la autobiografía.

Cristina Peri Rossi recibió este reconocimiento después de cincuenta años de trabajo arduo, sumándose a una corta lista de cinco mujeres laureadas por este premio del gobierno de España, conformada por las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992), la mexicana Elena Poniatowska (2013) y la también uruguaya Ida Vitale (2018).

Marcada por tópicos como el exilio, el deseo, las relaciones humanas, el homoerotismo, la libertad sexual de las mujeres y la experimentación formal, la obra de Cristina Peri Rossi es sin duda uno de los referentes más importantes de las letras contemporáneas. Aquí cabe mencionar que, a pesar de su talento enorme y trayectoria extensa, la autora no suele ser tan conocida como otras escritoras latinoamericanas de su época. En México, por ejemplo, ha sido difícil encontrar su obra ya que muchos de sus libros han dejado de ser reeditados. Alegra pensar que, con la llegada del Premio Cervantes, iniciará un proceso ágil de reedición e impresión de su obra.

Cristina Peri Rossi estudió Letras en la Universidad de Montevideo. Tras graduarse en 1963, comenzó a impartir clases como profesora de Literatura Comparada en su alma máter. Fue en ese mismo año, a la temprana edad de los veinte años, que publicó su primer libro de cuentos titulado Viviendo. En su etapa como universitaria y docente, se involucró activamente en los movimientos sociales de su país. Por un lado, el movimiento feminista cobraba fuerza con las voces de escritoras como Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño e Ida Vitale. Por otro lado, los movimientos estudiantiles de 1968 fueron sumamente importantes en una nación con una dictadura cívico-militar a la vuelta de la esquina, ocurrida entre los años 1973 y 1985. Como parte de su compromiso social, Cristina Peri Rossi colaboró en el semanario El popular del partido comunista, así como en Marcha, una revista progresista que incentivaba la formación de lectores de literatura contemporánea, de la cual Ángel Rama era director. Esta última se convirtió en un referente cultural de las letras latinoamericanas del siglo XX, junto con la revista Sur de Argentina, Casa de las Américas de Cuba y Plural y Vuelta de México.

Con la llegada de la dictadura cívico-militar en Uruguay, la salida de Cristina Peri Rossi fue inminente. Hasta ese punto, su obra había roto con el rol preestablecido de la mujer en la sociedad y había puesto sobre la mesa la libertad de la sexualidad femenina. Su poemario Evohé (1971), por mencionar un ejemplo, hacía una alusión clara al amor lésbico, escandalizando a la sociedad uruguaya tras su publicación. Era claro que una mujer como Peri Rossi, abiertamente lesbiana y de izquierda, no tenía cabida en el nuevo régimen militar. Migró a Europa en 1972 con ayuda de su entrañable amigo Julio Cortázar y se instaló en la Barcelona de Franco, dejando atrás una colección de tres mil libros, una madre, una cátedra en la capital de Uruguay y un gremio intelectual que la había laureado con los reconocimientos más importantes del país por sus novelas Los museos abandonados (1968) y El libro de mis primos (1969).

La llegada de Cristina Peri Rossi a Barcelona marcó una nueva etapa en su producción artística: la literatura se había convertido en su nueva patria. “Si el exilio no fuera una terrible experiencia humana, sería un género literario”, expresó al respecto la autora en el prólogo de Estado de exilio, libro de poemas que escribió en 1973 pero que publicó hasta 2003. En los poemas de este libro, al igual que en otros poemarios que escribió en Barcelona, se puede apreciar una búsqueda profunda de la identidad marcada por el exilio. ¿Quién soy yo ahora que estoy lejos de mi patria? ¿Qué sucede en mi país natal mientras yo estoy lejos? ¿Qué lengua hablan aquellos que dejan atrás su casa? ¿Cómo expresar lo inenarrable?  Son algunas de las preguntas que atraviesan Estado de exilio (Premio Internacional Unicaja de Poesía Rafael Alberti, 2002) de manera incisiva.

La experimentación constante con el lenguaje y los límites de la ficción es otro rasgo distintivo de su escritura. En varios de sus cuentos crea una ciudad ficticia llamada Luzbel, una “ciudad sin tiempo, sin pasado, suspendida como una pompa de jabón, y por eso mismo, exonerada del futuro”. Por su parte, en La nave de los locos (1984), una de sus novelas más aclamadas, hay un juego que combina referencias literarias e históricas reales y ficticias, así como relatos enmarcados y una fragmentación literaria que dotan al libro de una frescura inigualable. La palabra en su obra está cargada de significado, las imágenes manan del río infinito de la creatividad, de modo que su literatura es una celebración a la capacidad de crear, de amar a través de la palabra, una búsqueda constante por encontrar una ración del paraíso en medio del caos mundano.

“La poesía es un estado de ánimo, no una sustancia. Una visión, no una esencia”, respondió Cristina Peri Rossi en la sesión de preguntas en el marco de la entrega del Premio Loewe de Poesía por su libro Playstation (2009). A pesar de que esta reflexión sirve para ilustrar el trabajo poético de la autora, me atrevería a afirmar que la obra narrativa de Peri Rossi tiene esta misma cualidad anímica; una mirada que sirve para ordenar el mundo de una manera ingeniosa y profundamente literaria.

No sorprende que una escritora que haya buscado incesantemente su lugar en el mundo, a través de la literatura, haya logrado transmitir de diversas maneras un cúmulo de experiencias y sensaciones humanas como el amor, la soledad, la desesperación y la pérdida de la patria. Ahora con el Premio Cervantes, a Peri Rossi habrá que leerla una infinidad de veces en todas sus facetas. Sobra decir que uno nunca dejará de asombrarse ante lo encontrado.

Genealogía, un poema de Cristina Peri Rossi

Dulces antepasadas mías
ahogadas en el mar
o suicidas en jardines imaginarios
encerradas en castillos de muros lilas
y arrogantes
espléndidas en su desafío
a la biología elemental
que hace de una mujer una paridora
antes de ser en realidad una mujer
soberbias en su soledad
y en el pequeño escándalo de sus vidas

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La escritora uruguaya fue galardonada, el pasado 10 de noviembre, con la máxima distinción de las letras hispánicas: el Premio Cervantes. Otorgado por su extensa obra construida entre la poesía, el periodismo, la narrativa y el ensayo, con la que ha abordado el exilio, el homoerotismo y la emancipación de las mujeres.

A lo largo de la historia de la literatura moderna, pocos escritores han logrado ser recordados por su producción artística en más de un género literario. A Marcel Proust, por ejemplo, a pesar de que escribió poesía se le conoce principalmente como narrador, mientras que Vicente Huidobro pasó a la historia como poeta y no como dramaturgo. No obstante, existen algunos personajes extraordinarios que han logrado ser reconocidos en más de un registro tanto por la crítica como por los lectores. Tal es el caso de Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1943), quien el pasado 10 de noviembre fue galardonada con la máxima distinción de las letras hispánicas, el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por una obra, extensa y versátil, que ha construido entre la poesía, el periodismo, la narrativa, el ensayo y la autobiografía.

Cristina Peri Rossi recibió este reconocimiento después de cincuenta años de trabajo arduo, sumándose a una corta lista de cinco mujeres laureadas por este premio del gobierno de España, conformada por las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992), la mexicana Elena Poniatowska (2013) y la también uruguaya Ida Vitale (2018).

Marcada por tópicos como el exilio, el deseo, las relaciones humanas, el homoerotismo, la libertad sexual de las mujeres y la experimentación formal, la obra de Cristina Peri Rossi es sin duda uno de los referentes más importantes de las letras contemporáneas. Aquí cabe mencionar que, a pesar de su talento enorme y trayectoria extensa, la autora no suele ser tan conocida como otras escritoras latinoamericanas de su época. En México, por ejemplo, ha sido difícil encontrar su obra ya que muchos de sus libros han dejado de ser reeditados. Alegra pensar que, con la llegada del Premio Cervantes, iniciará un proceso ágil de reedición e impresión de su obra.

Cristina Peri Rossi estudió Letras en la Universidad de Montevideo. Tras graduarse en 1963, comenzó a impartir clases como profesora de Literatura Comparada en su alma máter. Fue en ese mismo año, a la temprana edad de los veinte años, que publicó su primer libro de cuentos titulado Viviendo. En su etapa como universitaria y docente, se involucró activamente en los movimientos sociales de su país. Por un lado, el movimiento feminista cobraba fuerza con las voces de escritoras como Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño e Ida Vitale. Por otro lado, los movimientos estudiantiles de 1968 fueron sumamente importantes en una nación con una dictadura cívico-militar a la vuelta de la esquina, ocurrida entre los años 1973 y 1985. Como parte de su compromiso social, Cristina Peri Rossi colaboró en el semanario El popular del partido comunista, así como en Marcha, una revista progresista que incentivaba la formación de lectores de literatura contemporánea, de la cual Ángel Rama era director. Esta última se convirtió en un referente cultural de las letras latinoamericanas del siglo XX, junto con la revista Sur de Argentina, Casa de las Américas de Cuba y Plural y Vuelta de México.

Con la llegada de la dictadura cívico-militar en Uruguay, la salida de Cristina Peri Rossi fue inminente. Hasta ese punto, su obra había roto con el rol preestablecido de la mujer en la sociedad y había puesto sobre la mesa la libertad de la sexualidad femenina. Su poemario Evohé (1971), por mencionar un ejemplo, hacía una alusión clara al amor lésbico, escandalizando a la sociedad uruguaya tras su publicación. Era claro que una mujer como Peri Rossi, abiertamente lesbiana y de izquierda, no tenía cabida en el nuevo régimen militar. Migró a Europa en 1972 con ayuda de su entrañable amigo Julio Cortázar y se instaló en la Barcelona de Franco, dejando atrás una colección de tres mil libros, una madre, una cátedra en la capital de Uruguay y un gremio intelectual que la había laureado con los reconocimientos más importantes del país por sus novelas Los museos abandonados (1968) y El libro de mis primos (1969).

La llegada de Cristina Peri Rossi a Barcelona marcó una nueva etapa en su producción artística: la literatura se había convertido en su nueva patria. “Si el exilio no fuera una terrible experiencia humana, sería un género literario”, expresó al respecto la autora en el prólogo de Estado de exilio, libro de poemas que escribió en 1973 pero que publicó hasta 2003. En los poemas de este libro, al igual que en otros poemarios que escribió en Barcelona, se puede apreciar una búsqueda profunda de la identidad marcada por el exilio. ¿Quién soy yo ahora que estoy lejos de mi patria? ¿Qué sucede en mi país natal mientras yo estoy lejos? ¿Qué lengua hablan aquellos que dejan atrás su casa? ¿Cómo expresar lo inenarrable?  Son algunas de las preguntas que atraviesan Estado de exilio (Premio Internacional Unicaja de Poesía Rafael Alberti, 2002) de manera incisiva.

La experimentación constante con el lenguaje y los límites de la ficción es otro rasgo distintivo de su escritura. En varios de sus cuentos crea una ciudad ficticia llamada Luzbel, una “ciudad sin tiempo, sin pasado, suspendida como una pompa de jabón, y por eso mismo, exonerada del futuro”. Por su parte, en La nave de los locos (1984), una de sus novelas más aclamadas, hay un juego que combina referencias literarias e históricas reales y ficticias, así como relatos enmarcados y una fragmentación literaria que dotan al libro de una frescura inigualable. La palabra en su obra está cargada de significado, las imágenes manan del río infinito de la creatividad, de modo que su literatura es una celebración a la capacidad de crear, de amar a través de la palabra, una búsqueda constante por encontrar una ración del paraíso en medio del caos mundano.

“La poesía es un estado de ánimo, no una sustancia. Una visión, no una esencia”, respondió Cristina Peri Rossi en la sesión de preguntas en el marco de la entrega del Premio Loewe de Poesía por su libro Playstation (2009). A pesar de que esta reflexión sirve para ilustrar el trabajo poético de la autora, me atrevería a afirmar que la obra narrativa de Peri Rossi tiene esta misma cualidad anímica; una mirada que sirve para ordenar el mundo de una manera ingeniosa y profundamente literaria.

No sorprende que una escritora que haya buscado incesantemente su lugar en el mundo, a través de la literatura, haya logrado transmitir de diversas maneras un cúmulo de experiencias y sensaciones humanas como el amor, la soledad, la desesperación y la pérdida de la patria. Ahora con el Premio Cervantes, a Peri Rossi habrá que leerla una infinidad de veces en todas sus facetas. Sobra decir que uno nunca dejará de asombrarse ante lo encontrado.

Genealogía, un poema de Cristina Peri Rossi

Dulces antepasadas mías
ahogadas en el mar
o suicidas en jardines imaginarios
encerradas en castillos de muros lilas
y arrogantes
espléndidas en su desafío
a la biología elemental
que hace de una mujer una paridora
antes de ser en realidad una mujer
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A lo largo de la historia de la literatura moderna, pocos escritores han logrado ser recordados por su producción artística en más de un género literario. A Marcel Proust, por ejemplo, a pesar de que escribió poesía se le conoce principalmente como narrador, mientras que Vicente Huidobro pasó a la historia como poeta y no como dramaturgo. No obstante, existen algunos personajes extraordinarios que han logrado ser reconocidos en más de un registro tanto por la crítica como por los lectores. Tal es el caso de Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1943), quien el pasado 10 de noviembre fue galardonada con la máxima distinción de las letras hispánicas, el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por una obra, extensa y versátil, que ha construido entre la poesía, el periodismo, la narrativa, el ensayo y la autobiografía.

Cristina Peri Rossi recibió este reconocimiento después de cincuenta años de trabajo arduo, sumándose a una corta lista de cinco mujeres laureadas por este premio del gobierno de España, conformada por las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992), la mexicana Elena Poniatowska (2013) y la también uruguaya Ida Vitale (2018).

Marcada por tópicos como el exilio, el deseo, las relaciones humanas, el homoerotismo, la libertad sexual de las mujeres y la experimentación formal, la obra de Cristina Peri Rossi es sin duda uno de los referentes más importantes de las letras contemporáneas. Aquí cabe mencionar que, a pesar de su talento enorme y trayectoria extensa, la autora no suele ser tan conocida como otras escritoras latinoamericanas de su época. En México, por ejemplo, ha sido difícil encontrar su obra ya que muchos de sus libros han dejado de ser reeditados. Alegra pensar que, con la llegada del Premio Cervantes, iniciará un proceso ágil de reedición e impresión de su obra.

Cristina Peri Rossi estudió Letras en la Universidad de Montevideo. Tras graduarse en 1963, comenzó a impartir clases como profesora de Literatura Comparada en su alma máter. Fue en ese mismo año, a la temprana edad de los veinte años, que publicó su primer libro de cuentos titulado Viviendo. En su etapa como universitaria y docente, se involucró activamente en los movimientos sociales de su país. Por un lado, el movimiento feminista cobraba fuerza con las voces de escritoras como Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño e Ida Vitale. Por otro lado, los movimientos estudiantiles de 1968 fueron sumamente importantes en una nación con una dictadura cívico-militar a la vuelta de la esquina, ocurrida entre los años 1973 y 1985. Como parte de su compromiso social, Cristina Peri Rossi colaboró en el semanario El popular del partido comunista, así como en Marcha, una revista progresista que incentivaba la formación de lectores de literatura contemporánea, de la cual Ángel Rama era director. Esta última se convirtió en un referente cultural de las letras latinoamericanas del siglo XX, junto con la revista Sur de Argentina, Casa de las Américas de Cuba y Plural y Vuelta de México.

Con la llegada de la dictadura cívico-militar en Uruguay, la salida de Cristina Peri Rossi fue inminente. Hasta ese punto, su obra había roto con el rol preestablecido de la mujer en la sociedad y había puesto sobre la mesa la libertad de la sexualidad femenina. Su poemario Evohé (1971), por mencionar un ejemplo, hacía una alusión clara al amor lésbico, escandalizando a la sociedad uruguaya tras su publicación. Era claro que una mujer como Peri Rossi, abiertamente lesbiana y de izquierda, no tenía cabida en el nuevo régimen militar. Migró a Europa en 1972 con ayuda de su entrañable amigo Julio Cortázar y se instaló en la Barcelona de Franco, dejando atrás una colección de tres mil libros, una madre, una cátedra en la capital de Uruguay y un gremio intelectual que la había laureado con los reconocimientos más importantes del país por sus novelas Los museos abandonados (1968) y El libro de mis primos (1969).

La llegada de Cristina Peri Rossi a Barcelona marcó una nueva etapa en su producción artística: la literatura se había convertido en su nueva patria. “Si el exilio no fuera una terrible experiencia humana, sería un género literario”, expresó al respecto la autora en el prólogo de Estado de exilio, libro de poemas que escribió en 1973 pero que publicó hasta 2003. En los poemas de este libro, al igual que en otros poemarios que escribió en Barcelona, se puede apreciar una búsqueda profunda de la identidad marcada por el exilio. ¿Quién soy yo ahora que estoy lejos de mi patria? ¿Qué sucede en mi país natal mientras yo estoy lejos? ¿Qué lengua hablan aquellos que dejan atrás su casa? ¿Cómo expresar lo inenarrable?  Son algunas de las preguntas que atraviesan Estado de exilio (Premio Internacional Unicaja de Poesía Rafael Alberti, 2002) de manera incisiva.

La experimentación constante con el lenguaje y los límites de la ficción es otro rasgo distintivo de su escritura. En varios de sus cuentos crea una ciudad ficticia llamada Luzbel, una “ciudad sin tiempo, sin pasado, suspendida como una pompa de jabón, y por eso mismo, exonerada del futuro”. Por su parte, en La nave de los locos (1984), una de sus novelas más aclamadas, hay un juego que combina referencias literarias e históricas reales y ficticias, así como relatos enmarcados y una fragmentación literaria que dotan al libro de una frescura inigualable. La palabra en su obra está cargada de significado, las imágenes manan del río infinito de la creatividad, de modo que su literatura es una celebración a la capacidad de crear, de amar a través de la palabra, una búsqueda constante por encontrar una ración del paraíso en medio del caos mundano.

“La poesía es un estado de ánimo, no una sustancia. Una visión, no una esencia”, respondió Cristina Peri Rossi en la sesión de preguntas en el marco de la entrega del Premio Loewe de Poesía por su libro Playstation (2009). A pesar de que esta reflexión sirve para ilustrar el trabajo poético de la autora, me atrevería a afirmar que la obra narrativa de Peri Rossi tiene esta misma cualidad anímica; una mirada que sirve para ordenar el mundo de una manera ingeniosa y profundamente literaria.

No sorprende que una escritora que haya buscado incesantemente su lugar en el mundo, a través de la literatura, haya logrado transmitir de diversas maneras un cúmulo de experiencias y sensaciones humanas como el amor, la soledad, la desesperación y la pérdida de la patria. Ahora con el Premio Cervantes, a Peri Rossi habrá que leerla una infinidad de veces en todas sus facetas. Sobra decir que uno nunca dejará de asombrarse ante lo encontrado.

Genealogía, un poema de Cristina Peri Rossi

Dulces antepasadas mías
ahogadas en el mar
o suicidas en jardines imaginarios
encerradas en castillos de muros lilas
y arrogantes
espléndidas en su desafío
a la biología elemental
que hace de una mujer una paridora
antes de ser en realidad una mujer
soberbias en su soledad
y en el pequeño escándalo de sus vidas

Tienen lugar en el herbolario
junto a ejemplares raros
de diversa nervadura.

(Peri Rossi, Cristina, Otra vez Eros, Barcelona: Lumen, 1994).

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Cristina Peri Rossi: la patria en la escritura

Cristina Peri Rossi: la patria en la escritura

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La escritora uruguaya fue galardonada, el pasado 10 de noviembre, con la máxima distinción de las letras hispánicas: el Premio Cervantes. Otorgado por su extensa obra construida entre la poesía, el periodismo, la narrativa y el ensayo, con la que ha abordado el exilio, el homoerotismo y la emancipación de las mujeres.

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A lo largo de la historia de la literatura moderna, pocos escritores han logrado ser recordados por su producción artística en más de un género literario. A Marcel Proust, por ejemplo, a pesar de que escribió poesía se le conoce principalmente como narrador, mientras que Vicente Huidobro pasó a la historia como poeta y no como dramaturgo. No obstante, existen algunos personajes extraordinarios que han logrado ser reconocidos en más de un registro tanto por la crítica como por los lectores. Tal es el caso de Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1943), quien el pasado 10 de noviembre fue galardonada con la máxima distinción de las letras hispánicas, el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por una obra, extensa y versátil, que ha construido entre la poesía, el periodismo, la narrativa, el ensayo y la autobiografía.

Cristina Peri Rossi recibió este reconocimiento después de cincuenta años de trabajo arduo, sumándose a una corta lista de cinco mujeres laureadas por este premio del gobierno de España, conformada por las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992), la mexicana Elena Poniatowska (2013) y la también uruguaya Ida Vitale (2018).

Marcada por tópicos como el exilio, el deseo, las relaciones humanas, el homoerotismo, la libertad sexual de las mujeres y la experimentación formal, la obra de Cristina Peri Rossi es sin duda uno de los referentes más importantes de las letras contemporáneas. Aquí cabe mencionar que, a pesar de su talento enorme y trayectoria extensa, la autora no suele ser tan conocida como otras escritoras latinoamericanas de su época. En México, por ejemplo, ha sido difícil encontrar su obra ya que muchos de sus libros han dejado de ser reeditados. Alegra pensar que, con la llegada del Premio Cervantes, iniciará un proceso ágil de reedición e impresión de su obra.

Cristina Peri Rossi estudió Letras en la Universidad de Montevideo. Tras graduarse en 1963, comenzó a impartir clases como profesora de Literatura Comparada en su alma máter. Fue en ese mismo año, a la temprana edad de los veinte años, que publicó su primer libro de cuentos titulado Viviendo. En su etapa como universitaria y docente, se involucró activamente en los movimientos sociales de su país. Por un lado, el movimiento feminista cobraba fuerza con las voces de escritoras como Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño e Ida Vitale. Por otro lado, los movimientos estudiantiles de 1968 fueron sumamente importantes en una nación con una dictadura cívico-militar a la vuelta de la esquina, ocurrida entre los años 1973 y 1985. Como parte de su compromiso social, Cristina Peri Rossi colaboró en el semanario El popular del partido comunista, así como en Marcha, una revista progresista que incentivaba la formación de lectores de literatura contemporánea, de la cual Ángel Rama era director. Esta última se convirtió en un referente cultural de las letras latinoamericanas del siglo XX, junto con la revista Sur de Argentina, Casa de las Américas de Cuba y Plural y Vuelta de México.

Con la llegada de la dictadura cívico-militar en Uruguay, la salida de Cristina Peri Rossi fue inminente. Hasta ese punto, su obra había roto con el rol preestablecido de la mujer en la sociedad y había puesto sobre la mesa la libertad de la sexualidad femenina. Su poemario Evohé (1971), por mencionar un ejemplo, hacía una alusión clara al amor lésbico, escandalizando a la sociedad uruguaya tras su publicación. Era claro que una mujer como Peri Rossi, abiertamente lesbiana y de izquierda, no tenía cabida en el nuevo régimen militar. Migró a Europa en 1972 con ayuda de su entrañable amigo Julio Cortázar y se instaló en la Barcelona de Franco, dejando atrás una colección de tres mil libros, una madre, una cátedra en la capital de Uruguay y un gremio intelectual que la había laureado con los reconocimientos más importantes del país por sus novelas Los museos abandonados (1968) y El libro de mis primos (1969).

La llegada de Cristina Peri Rossi a Barcelona marcó una nueva etapa en su producción artística: la literatura se había convertido en su nueva patria. “Si el exilio no fuera una terrible experiencia humana, sería un género literario”, expresó al respecto la autora en el prólogo de Estado de exilio, libro de poemas que escribió en 1973 pero que publicó hasta 2003. En los poemas de este libro, al igual que en otros poemarios que escribió en Barcelona, se puede apreciar una búsqueda profunda de la identidad marcada por el exilio. ¿Quién soy yo ahora que estoy lejos de mi patria? ¿Qué sucede en mi país natal mientras yo estoy lejos? ¿Qué lengua hablan aquellos que dejan atrás su casa? ¿Cómo expresar lo inenarrable?  Son algunas de las preguntas que atraviesan Estado de exilio (Premio Internacional Unicaja de Poesía Rafael Alberti, 2002) de manera incisiva.

La experimentación constante con el lenguaje y los límites de la ficción es otro rasgo distintivo de su escritura. En varios de sus cuentos crea una ciudad ficticia llamada Luzbel, una “ciudad sin tiempo, sin pasado, suspendida como una pompa de jabón, y por eso mismo, exonerada del futuro”. Por su parte, en La nave de los locos (1984), una de sus novelas más aclamadas, hay un juego que combina referencias literarias e históricas reales y ficticias, así como relatos enmarcados y una fragmentación literaria que dotan al libro de una frescura inigualable. La palabra en su obra está cargada de significado, las imágenes manan del río infinito de la creatividad, de modo que su literatura es una celebración a la capacidad de crear, de amar a través de la palabra, una búsqueda constante por encontrar una ración del paraíso en medio del caos mundano.

“La poesía es un estado de ánimo, no una sustancia. Una visión, no una esencia”, respondió Cristina Peri Rossi en la sesión de preguntas en el marco de la entrega del Premio Loewe de Poesía por su libro Playstation (2009). A pesar de que esta reflexión sirve para ilustrar el trabajo poético de la autora, me atrevería a afirmar que la obra narrativa de Peri Rossi tiene esta misma cualidad anímica; una mirada que sirve para ordenar el mundo de una manera ingeniosa y profundamente literaria.

No sorprende que una escritora que haya buscado incesantemente su lugar en el mundo, a través de la literatura, haya logrado transmitir de diversas maneras un cúmulo de experiencias y sensaciones humanas como el amor, la soledad, la desesperación y la pérdida de la patria. Ahora con el Premio Cervantes, a Peri Rossi habrá que leerla una infinidad de veces en todas sus facetas. Sobra decir que uno nunca dejará de asombrarse ante lo encontrado.

Genealogía, un poema de Cristina Peri Rossi

Dulces antepasadas mías
ahogadas en el mar
o suicidas en jardines imaginarios
encerradas en castillos de muros lilas
y arrogantes
espléndidas en su desafío
a la biología elemental
que hace de una mujer una paridora
antes de ser en realidad una mujer
soberbias en su soledad
y en el pequeño escándalo de sus vidas

Tienen lugar en el herbolario
junto a ejemplares raros
de diversa nervadura.

(Peri Rossi, Cristina, Otra vez Eros, Barcelona: Lumen, 1994).

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