Tiempo de lectura: 3 minutosMatt Dillon, actor y director de cine estadounidense, no pudo llegar a la premiere en México de uno de sus más grandes proyectos. Desde Albuquerque, Nuevo México, contestaba entrevistas y festejaba que El Gran Fellove formara parte de la selección de la XVIII del Festival Internacional de Cine de Morelia, que a pesar de la pandemia, logró llevarse a cabo de forma presencial.
“Estoy muy emocionado porque esta película está regresando a casa, a donde nació”, dice Dillon a través de una pantalla. El Gran Fellove comenzó en 1999, cuando el gran amigo y extraordinario músico, Joey Altruda, que lo acompañara a la Ciudad de México para filmar el proceso de creación de un álbum que haría con Francisco Fellove Valdés y otros músicos, la mayoría de origen cubano.
A Fellove lo conocieron años antes, durante una visita de Dillon a Cuba en la que le recomendaron que escuchara uno de sus discos. Ambos estadounidenses tienen una gran afinidad por la música y se han dedicado, por años, a coleccionar grandes discos. Cuando escucharon este, Altruda decidió que quería conocerlo y hacer música con él; había algo en su forma de cantar que no había encontrado en ningún otro rincón del mundo.
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Matt Dillon, en 1992, en La Habana.
Lo rastrearon y llegaron a la Ciudad de México, a donde había migrado muchos años atrás, pues a pesar de su grandísimo talento, en Cuba no había oportunidades para él. Fellove era un maestro del scat, un estilo de improvisación musical que se usa en el jazz, pero él, en vez de replicar los sonidos de la trompeta o los bajos, los mezclaba con música cubana, con rumbas llenas de percusiones.
“En Cuba se estaba muriendo de hambre”, contó Dillon en entrevista para Gatopardo; “era un gran compositor y escribió grandes éxitos, pero no le permitían subirse al escenario”. Cuando lo encontraron ya estaba viejo, rondando los setenta, pero aún retumbaba la música dentro de él. No sabía prácticamente nada de inglés y Dillon y Altruda tampoco mucho de español, pero Fellove se encargó de que se hicieran grandes amigos.
Francisco Fellove nació en La Habana, Cuba, en la colonia Colón, el 7 de octubre de 1923. En esos tiempos, el país caribeño todavía estaba lejos de la revolución que lo cambiaría todo. Los locales, los negros, no tenían buenos trabajos y lograr el éxito siendo músico era una misión casi imposible. A inicios del siglo XX la migración de cubanos a México aumentó muchísimo. Trajeron el son cubano y la guayabera; a cambio se les abrieron las puertas y oportunidades.
El gran Fellove (2020).
De forma paralela, a principios de los años veinte, la música estadounidense se desplegó por todo Cuba. Escuchaban el jazz que llegaba desde Nuevo Orleans, Chicago y Nueva York y se mezcló en sus venas latinas. El movimiento conocido como Feeling fue puesto en práctica, en un inicio, por José Antonio Méndez, César Portillo, Martha Valdés y Angel Díaz. Después se unieron muchos más, pues les gustó la idea de verdaderamente sentir la música. Fellove fue uno de ellos, parecía que la música le retumbaba por dentro, le movía las extremidades y se apoderaba de él, no solo en el escenario, sino en cualquier lugar por el que fuera; la vida era su escenario y hacía música en donde estuviera.
“Yo siempre digo que México estaba esperando a que llegara Fellove”, dice Dillon en la entrevista; “cuando llegó el éxito fue casi inmediato, con contratos para grabar, apariciones en la televisión y tocando con los más grandes músicos cubanos y mexicanos”. En aquella época, México era el “trampolín”, como dijo Tony Camargo, para los músicos y artistas. Aquí se les recibía, se les ponían escenarios y se les firmaban contratos. Era un México muy diferente al de ahora, donde los migrantes eran amigos, según cuentan las personalidades que conocieron al El Gran Fellove, como Alfredo “Chocolate” Armenteros, Dandy Beltrán, Celio Gonzáles y Bobby Carcassés, que aparecen en el documental.
Este filme no sólo es la historia de un gran músico, también es una revisión histórica de épocas muy distantes a lo que ahora son México y Cuba. Además, la historia está acompañada un extraordinario diseño de sonido. Aún no se sabe mucho sobre la distribución que tendrá el documental El Gran Fellove, pues a penas tuvo su primera presentación en el continente, pero Matt Dillion asegura que “este filme será accesible. Encontrará a su audiencia”.