Eros y Thanatos
La memoria visual y artística de la comunidad gay en la galería José María Velasco de Tepito.
“Estamos en todas partes” y “¡Erradicación de razzias!” eran mensajes plasmados en varias pancartas y playeras que representaban al grupo Lambda de Liberación Homosexual de los años 70 y 80. La población lésbica, homosexual y transexual exigía a las autoridades que cesaran los ataques sorpresa a establecimientos donde se reunían con frecuencia para bailar.
Algunos medios los tildaban de “desviados”, y los grupos de izquierda los incluían en las protestas contra el gobierno, pero pedían mantener distancia de ellos en los contingentes para que no los confundieran, de acuerdo con un documento de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Una pancarta muestra a un hombre desnudo atado de las manos, sangrando por la boca y a través de tres heridas de flechas. Sus cuerpos son esbeltos y bien constituidos. Sus rostros muestran una belleza de rasgos finos. En otras aparecen individuos unidos por los abrazos, pero también por una extensión de sus cabezas hacia arriba, un gesto que no se repite por coincidencia en el trabajo de Arturo Ramírez hoy en exhibición en la galería José María Velasco en Tepito como parte de la muestra“Eros y Thanatos”. Para reforzar la memoria visual y artística de la comunidad gay, este espacio comparte su obra de ilustración junto al trabajo de Armando Cristeto, cuya serie fotográfica fue un parteaguas en el retrato de la masculinidad desde una perspectiva gay.
Además de los homosexuales, otro grupo que recibía atención mediática negativa eran los fisiculturistas que querían convertirse en Mister México, el ganador de la competencia para el mejor desarrollo muscular del cuerpo masculino. Este grupo era marginado por su obsesión por alcanzar el cuerpo voluptuoso que en su mundo era sinónimo de masculinidad.
Las fotografías que documentan los procesos de transformación de estos hombres semidesnudos entre bastidores son un registro de las distintas visiones que coexistían en la década de los ochenta. En ese entonces se vivía en un México que atentaba contra los derechos humanos de quien cupiera en el costal para desviados u opositores.
La exhibición que estará abierta hasta el 30 de junio de 2019 es en realidad un homenaje a Arturo Ramírez Juárez y Armando Cristeto, dos artistas pioneros de la comunidad LGBTTTI en el marco del Mes de los Museos 2019 y del Festival Internacional de Diversidad Sexual (FIDS).
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Arturo Ramírez Juárez, oriundo de San Luis Potosí, es el autor de los carteles para las marchas por los derechos para la población LGBT de finales de los setenta e inicios de los ochenta. Estas pancartas, que también se reprodujeron en playeras, se exhiben como parte de una selección de su obra, que arrancó cuando era estudiante de la Academia de San Carlos y continuó hasta poco antes de fallecer en 1988.
En su época de estudiante, Ramírez Juárez bocetaba personajes de la calle y de la Plaza Santa Veracruz donde dormía por las noches, porque su familia lo había corrido de su casa al conocer su orientación sexual.
En la Academia aprendía de los mejores, entre ellos, José Luis Cuevas y en esta exhibición se puede apreciar la evolución que vivió, tanto en su vida personal, como en su trabajo visual. El activismo por los derechos de la población homosexual siempre estuvo presente en su obra al concentrarse en la sexualidad y erotismo de sus personajes, aún en sus aspectos más grotescos.
En la obra expuesta de Arturo Ramírez hay elementos fantásticos y teatrales, pues él estudió Literatura Dramática y Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Entre los libros hallados en su colección personal y que también se muestran en la galería, hay algunos escritos por Yukio Mishima y por Jean Genet. Ambos autores fueron fuente de inspiración y consuelo de los seres que están presentes en sus pinturas.
“Era alguien que no se quedaba quieto, escribía artículos para diferentes medios, trabajó en la SEP, fue maestro y prácticamente vivió varias revoluciones que se reflejan en la estética de sus obras”, indica Ruben Fischer, ex pareja de Arturo Ramírez.
La evolución y la revolución son dos conceptos que las obras del artista a través de sus técnicas y del aumento en los colores, como si fueran un festejo de los temas que aborda. Ramírez plasmó a seres que salen de paisajes grises y portan con orgullo atuendos que adornan sus cabezas y sus torsos, para dejar al descubierto sus miembros genitales. Para muchos teóricos, críticos y seguidores, su obra es un antecedente de la teoría queer, pues hacía una crítica a la concepción del binarismo de género.
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“Apolo Urbano” es la serie de fotografía documental del mundo del físico-constructivismo por parte de Armando Cristeto, pionero en México en mostrar el cuerpo masculino con una perspectiva homoerótica.
Con una experiencia de 42 años en la fotografía, la serie a blanco y negro tuvo un gran impacto en la sociedad, pues se adentraba a la cotidianidad de hombres corpulentos y la disciplina que adoptaban en sus vidas para lucir así.
Cristeto define sus fotografías como un “documental provocado”, pues son hombres tamizados por su cámara, que no es la de un simple fotógrafo.
“Algunos de estos atletas me gustan. A mí me tienen que gustar para poderlos fotografiar. No tienen que ser el campeón, pero deben tener ciertas características físicas de belleza corporal, facial y hasta de actitud carismática. Aquí es ante todo la mirada que erotiza”, explica el autor.
Al fotógrafo le interesó este evento y sus protagonistas porque para él, ellos padecían también cierto descrédito. Les llamaban “Músculos grandes, cerebros pequeños”, pero él siempre leyó en las críticas una doble moral.
Esta serie y otras fotografías tuvieron aceptación en la comunidad LGBT en los ochenta porque, a diferencia de muchos otros artistas, él y Arturo hacían su trabajo con intención de que fuera mostrado y utilizado en aras de reconocer los derechos humanos para esa población.
“Hay muchas piezas con estos parámetros, pero cuyos autores por su posición social o por el clima de la sociedad prefirieron mantener su trabajo en sus cajones. Nosotros no. Nuestras imágenes se utilizaron para anuncios de dignificación homosexual”, asegura Cristeto.
Aunque sus fotografías fueron admiradas por su trabajo y técnica, por su valor documental, artístico y político, le dieron “trabajo” a algunos curadores.
“Les incomodó mi trabajo. Incomodar es la palabra. Estaba presente, en la misma muestra, en las mismas paredes y recinto, pero no lo seleccionaban para un cartel o para un libro. Ahí se soslayó un poco, pero el mundo de las artes debe ser el mundo de avanzada, de vanguardia, en donde hablamos de las ideas”, dice Armando Cristeto.
Para el fotógrafo, su trabajo es una lucha porque aquello que es “discriminado, soterrado, apagado y aplastado”, tenga una voz y una salida.
La galería José María Velasco se encuentra ubicada en la calle Peralvillo, número 55, en la Colonia Morelos, Delegación Cuauhtémoc.
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