El estudio de Carlos Pellicer López huele a resina; a cera; a madera, y al sol que se cuela por los amplios ventanales que miran a un jardín. El pintor, que comparte su nombre con su tío, el ilustre poeta tabasqueño Carlos Pellicer, nos recibe en su casa-estudio en Las Lomas de Chapultepec para enseñarnos no solamente su obra sino también la particular técnica que utiliza en sus pinturas.
Los socios de Club Travesías encuentran en el estudio de Carlos con un despliegue de color: en las paredes, en sus obras, en las mesas, con sus pinceles y sus pigmentos y en los distintos tonos de verde que se cuelan desde el exterior. Es un espacio ideal para pintar, especialmente cuadros de gran formato como mucho de los que trabaja Carlos.Sobre un caballete de madera muy gastado, con un cuadro a medio hacer, el pintor va explicándole a los socios cómo se trabaja con la encáustica, una técnica milenaria desarrollada por los griegos que utiliza la cera como base para los pigmentos. Enkaustikos (literalmente 'grabar a fuego'), es un proceso que asegura la permanencia de los colores y permite jugar con las texturas. Para trabajar, Carlos nos cuenta cómo fabrica él mismo sus pinturas, mezclando la cera con los pigmentos y creando una especie de “crayolas”. Una vez que las crayolas de los distintos colores están listas las utiliza derritiéndolas y aplicándolas sobre la madera cuando todavía están calientes. Para fijar los colores se vuelve a usar calor para derretir la cera y fijarla de manera permanente. Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia para ver resultados pero que sorprendentemente, como nos enseña el pintor, consigue una serie de tonos brillantes y de colores y texturas muy diferentes a los que suelen verse con técnicas más comunes como el óleo o los acrílicos.
Carlos nos enseña algunos de sus cuadros. Los paisajes que pintaba de joven, recién salido de San Carlos, recuerdan a José María Velasco y muchos fueron pintados en los alrededores del Valle de México donde el joven artista pasaba muchas jornadas al rayo del sol con el caballete de compañero. Más adelante su obra refleja influencias cubistas, desde Picasso hasta Braque y poco a poco continúa evolucionando a lo que hoy en día es una pintura más abstracta, más personal pero igualmente colorida, vital y optimista. Los cuadros de Carlos son ventanas que llenan de luz y de dicha a quien los admira y así nos vamos de su estudio, con la calidez de su pintura como recuerdo de esta visita.
También te puede interesar:Carlos Pellicer, el poeta moderno que fue maestro de AMLOGabriel Zaid: el pensador sin rostroDr. Atl: cráter revolucionario
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De la mano de Club Travesías visitamos el estudio del pintor Carlos Pellicer López.
El estudio de Carlos Pellicer López huele a resina; a cera; a madera, y al sol que se cuela por los amplios ventanales que miran a un jardín. El pintor, que comparte su nombre con su tío, el ilustre poeta tabasqueño Carlos Pellicer, nos recibe en su casa-estudio en Las Lomas de Chapultepec para enseñarnos no solamente su obra sino también la particular técnica que utiliza en sus pinturas.
Los socios de Club Travesías encuentran en el estudio de Carlos con un despliegue de color: en las paredes, en sus obras, en las mesas, con sus pinceles y sus pigmentos y en los distintos tonos de verde que se cuelan desde el exterior. Es un espacio ideal para pintar, especialmente cuadros de gran formato como mucho de los que trabaja Carlos.Sobre un caballete de madera muy gastado, con un cuadro a medio hacer, el pintor va explicándole a los socios cómo se trabaja con la encáustica, una técnica milenaria desarrollada por los griegos que utiliza la cera como base para los pigmentos. Enkaustikos (literalmente 'grabar a fuego'), es un proceso que asegura la permanencia de los colores y permite jugar con las texturas. Para trabajar, Carlos nos cuenta cómo fabrica él mismo sus pinturas, mezclando la cera con los pigmentos y creando una especie de “crayolas”. Una vez que las crayolas de los distintos colores están listas las utiliza derritiéndolas y aplicándolas sobre la madera cuando todavía están calientes. Para fijar los colores se vuelve a usar calor para derretir la cera y fijarla de manera permanente. Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia para ver resultados pero que sorprendentemente, como nos enseña el pintor, consigue una serie de tonos brillantes y de colores y texturas muy diferentes a los que suelen verse con técnicas más comunes como el óleo o los acrílicos.
Carlos nos enseña algunos de sus cuadros. Los paisajes que pintaba de joven, recién salido de San Carlos, recuerdan a José María Velasco y muchos fueron pintados en los alrededores del Valle de México donde el joven artista pasaba muchas jornadas al rayo del sol con el caballete de compañero. Más adelante su obra refleja influencias cubistas, desde Picasso hasta Braque y poco a poco continúa evolucionando a lo que hoy en día es una pintura más abstracta, más personal pero igualmente colorida, vital y optimista. Los cuadros de Carlos son ventanas que llenan de luz y de dicha a quien los admira y así nos vamos de su estudio, con la calidez de su pintura como recuerdo de esta visita.
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De la mano de Club Travesías visitamos el estudio del pintor Carlos Pellicer López.
El estudio de Carlos Pellicer López huele a resina; a cera; a madera, y al sol que se cuela por los amplios ventanales que miran a un jardín. El pintor, que comparte su nombre con su tío, el ilustre poeta tabasqueño Carlos Pellicer, nos recibe en su casa-estudio en Las Lomas de Chapultepec para enseñarnos no solamente su obra sino también la particular técnica que utiliza en sus pinturas.
Los socios de Club Travesías encuentran en el estudio de Carlos con un despliegue de color: en las paredes, en sus obras, en las mesas, con sus pinceles y sus pigmentos y en los distintos tonos de verde que se cuelan desde el exterior. Es un espacio ideal para pintar, especialmente cuadros de gran formato como mucho de los que trabaja Carlos.Sobre un caballete de madera muy gastado, con un cuadro a medio hacer, el pintor va explicándole a los socios cómo se trabaja con la encáustica, una técnica milenaria desarrollada por los griegos que utiliza la cera como base para los pigmentos. Enkaustikos (literalmente 'grabar a fuego'), es un proceso que asegura la permanencia de los colores y permite jugar con las texturas. Para trabajar, Carlos nos cuenta cómo fabrica él mismo sus pinturas, mezclando la cera con los pigmentos y creando una especie de “crayolas”. Una vez que las crayolas de los distintos colores están listas las utiliza derritiéndolas y aplicándolas sobre la madera cuando todavía están calientes. Para fijar los colores se vuelve a usar calor para derretir la cera y fijarla de manera permanente. Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia para ver resultados pero que sorprendentemente, como nos enseña el pintor, consigue una serie de tonos brillantes y de colores y texturas muy diferentes a los que suelen verse con técnicas más comunes como el óleo o los acrílicos.
Carlos nos enseña algunos de sus cuadros. Los paisajes que pintaba de joven, recién salido de San Carlos, recuerdan a José María Velasco y muchos fueron pintados en los alrededores del Valle de México donde el joven artista pasaba muchas jornadas al rayo del sol con el caballete de compañero. Más adelante su obra refleja influencias cubistas, desde Picasso hasta Braque y poco a poco continúa evolucionando a lo que hoy en día es una pintura más abstracta, más personal pero igualmente colorida, vital y optimista. Los cuadros de Carlos son ventanas que llenan de luz y de dicha a quien los admira y así nos vamos de su estudio, con la calidez de su pintura como recuerdo de esta visita.
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De la mano de Club Travesías visitamos el estudio del pintor Carlos Pellicer López.
El estudio de Carlos Pellicer López huele a resina; a cera; a madera, y al sol que se cuela por los amplios ventanales que miran a un jardín. El pintor, que comparte su nombre con su tío, el ilustre poeta tabasqueño Carlos Pellicer, nos recibe en su casa-estudio en Las Lomas de Chapultepec para enseñarnos no solamente su obra sino también la particular técnica que utiliza en sus pinturas.
Los socios de Club Travesías encuentran en el estudio de Carlos con un despliegue de color: en las paredes, en sus obras, en las mesas, con sus pinceles y sus pigmentos y en los distintos tonos de verde que se cuelan desde el exterior. Es un espacio ideal para pintar, especialmente cuadros de gran formato como mucho de los que trabaja Carlos.Sobre un caballete de madera muy gastado, con un cuadro a medio hacer, el pintor va explicándole a los socios cómo se trabaja con la encáustica, una técnica milenaria desarrollada por los griegos que utiliza la cera como base para los pigmentos. Enkaustikos (literalmente 'grabar a fuego'), es un proceso que asegura la permanencia de los colores y permite jugar con las texturas. Para trabajar, Carlos nos cuenta cómo fabrica él mismo sus pinturas, mezclando la cera con los pigmentos y creando una especie de “crayolas”. Una vez que las crayolas de los distintos colores están listas las utiliza derritiéndolas y aplicándolas sobre la madera cuando todavía están calientes. Para fijar los colores se vuelve a usar calor para derretir la cera y fijarla de manera permanente. Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia para ver resultados pero que sorprendentemente, como nos enseña el pintor, consigue una serie de tonos brillantes y de colores y texturas muy diferentes a los que suelen verse con técnicas más comunes como el óleo o los acrílicos.
Carlos nos enseña algunos de sus cuadros. Los paisajes que pintaba de joven, recién salido de San Carlos, recuerdan a José María Velasco y muchos fueron pintados en los alrededores del Valle de México donde el joven artista pasaba muchas jornadas al rayo del sol con el caballete de compañero. Más adelante su obra refleja influencias cubistas, desde Picasso hasta Braque y poco a poco continúa evolucionando a lo que hoy en día es una pintura más abstracta, más personal pero igualmente colorida, vital y optimista. Los cuadros de Carlos son ventanas que llenan de luz y de dicha a quien los admira y así nos vamos de su estudio, con la calidez de su pintura como recuerdo de esta visita.
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De la mano de Club Travesías visitamos el estudio del pintor Carlos Pellicer López.
El estudio de Carlos Pellicer López huele a resina; a cera; a madera, y al sol que se cuela por los amplios ventanales que miran a un jardín. El pintor, que comparte su nombre con su tío, el ilustre poeta tabasqueño Carlos Pellicer, nos recibe en su casa-estudio en Las Lomas de Chapultepec para enseñarnos no solamente su obra sino también la particular técnica que utiliza en sus pinturas.
Los socios de Club Travesías encuentran en el estudio de Carlos con un despliegue de color: en las paredes, en sus obras, en las mesas, con sus pinceles y sus pigmentos y en los distintos tonos de verde que se cuelan desde el exterior. Es un espacio ideal para pintar, especialmente cuadros de gran formato como mucho de los que trabaja Carlos.Sobre un caballete de madera muy gastado, con un cuadro a medio hacer, el pintor va explicándole a los socios cómo se trabaja con la encáustica, una técnica milenaria desarrollada por los griegos que utiliza la cera como base para los pigmentos. Enkaustikos (literalmente 'grabar a fuego'), es un proceso que asegura la permanencia de los colores y permite jugar con las texturas. Para trabajar, Carlos nos cuenta cómo fabrica él mismo sus pinturas, mezclando la cera con los pigmentos y creando una especie de “crayolas”. Una vez que las crayolas de los distintos colores están listas las utiliza derritiéndolas y aplicándolas sobre la madera cuando todavía están calientes. Para fijar los colores se vuelve a usar calor para derretir la cera y fijarla de manera permanente. Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia para ver resultados pero que sorprendentemente, como nos enseña el pintor, consigue una serie de tonos brillantes y de colores y texturas muy diferentes a los que suelen verse con técnicas más comunes como el óleo o los acrílicos.
Carlos nos enseña algunos de sus cuadros. Los paisajes que pintaba de joven, recién salido de San Carlos, recuerdan a José María Velasco y muchos fueron pintados en los alrededores del Valle de México donde el joven artista pasaba muchas jornadas al rayo del sol con el caballete de compañero. Más adelante su obra refleja influencias cubistas, desde Picasso hasta Braque y poco a poco continúa evolucionando a lo que hoy en día es una pintura más abstracta, más personal pero igualmente colorida, vital y optimista. Los cuadros de Carlos son ventanas que llenan de luz y de dicha a quien los admira y así nos vamos de su estudio, con la calidez de su pintura como recuerdo de esta visita.
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El estudio de Carlos Pellicer López huele a resina; a cera; a madera, y al sol que se cuela por los amplios ventanales que miran a un jardín. El pintor, que comparte su nombre con su tío, el ilustre poeta tabasqueño Carlos Pellicer, nos recibe en su casa-estudio en Las Lomas de Chapultepec para enseñarnos no solamente su obra sino también la particular técnica que utiliza en sus pinturas.
Los socios de Club Travesías encuentran en el estudio de Carlos con un despliegue de color: en las paredes, en sus obras, en las mesas, con sus pinceles y sus pigmentos y en los distintos tonos de verde que se cuelan desde el exterior. Es un espacio ideal para pintar, especialmente cuadros de gran formato como mucho de los que trabaja Carlos.Sobre un caballete de madera muy gastado, con un cuadro a medio hacer, el pintor va explicándole a los socios cómo se trabaja con la encáustica, una técnica milenaria desarrollada por los griegos que utiliza la cera como base para los pigmentos. Enkaustikos (literalmente 'grabar a fuego'), es un proceso que asegura la permanencia de los colores y permite jugar con las texturas. Para trabajar, Carlos nos cuenta cómo fabrica él mismo sus pinturas, mezclando la cera con los pigmentos y creando una especie de “crayolas”. Una vez que las crayolas de los distintos colores están listas las utiliza derritiéndolas y aplicándolas sobre la madera cuando todavía están calientes. Para fijar los colores se vuelve a usar calor para derretir la cera y fijarla de manera permanente. Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia para ver resultados pero que sorprendentemente, como nos enseña el pintor, consigue una serie de tonos brillantes y de colores y texturas muy diferentes a los que suelen verse con técnicas más comunes como el óleo o los acrílicos.
Carlos nos enseña algunos de sus cuadros. Los paisajes que pintaba de joven, recién salido de San Carlos, recuerdan a José María Velasco y muchos fueron pintados en los alrededores del Valle de México donde el joven artista pasaba muchas jornadas al rayo del sol con el caballete de compañero. Más adelante su obra refleja influencias cubistas, desde Picasso hasta Braque y poco a poco continúa evolucionando a lo que hoy en día es una pintura más abstracta, más personal pero igualmente colorida, vital y optimista. Los cuadros de Carlos son ventanas que llenan de luz y de dicha a quien los admira y así nos vamos de su estudio, con la calidez de su pintura como recuerdo de esta visita.
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