Hans Werner Henze, componer contra el fascismo - Gatopardo

Oratorio contra el formalismo y el fascismo

“Yo visualizo la desaparición de la élite musical y el virtuosismo”, Hans Werner Henze

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Hans Werner Henze nació el 1 de julio de 1926 en Gütersloh, Alemania. Fue el primero de seis hijos de Margarete Henze y su esposo, Franz. El padre de Hans era un simpatizante del nazismo y obligó a Hans a formar parte de las juventudes Hitlerianas cuando aún era un niño. En su autobiografía, Bohemian Fifths, Hans Werner recordó cómo su padre usaba su uniforme Nazi y deambulaba borracho en el bosque con sus amigos del partido, mientras cantaban canciones que decían “cuando la sangre judía salpica tu cuchillo”. “Son recuerdos traumáticos”, escribió Hans Werner quien en retrospectiva pensó que, si a los 15 años alguien como él estaba consciente sobre lo que ocurría en los campos de concentración, los adultos también lo estaban.

En su juventud aprendió a tocar música de cámara en una casa de familia judía y desarrolló su interés por la poesía alemana, así como el gusto por tocar el cello. En 1942, Hans Werner incursionó en los estudios de piano, percusión y teoría musical en la Escuela Estatal de Música Brunswick. Sin embargo, después de que asesinaran a su padre en la guerra, Hans fue llamado a servir en el ejército en 1944 y vio el conflicto armado terminar en Reino Unido. El acercamiento involuntario de Hans Werner con el nazismo fue una experiencia que influyó más tarde en sus composiciones e ideologías, pues su repulsión al fascismo creció proporcionalmente a su interés por el comunismo. “Todo lo que los fascistas persiguen y odian es hermoso para mí”, dijo años después a la BBC.

Después de la guerra, Hans se enfocó en su aprendizaje musical y en componer obras de estilo barroco. A finales de la década de los cuarenta, Hans se convirtió en un conductor de ballet, donde incorporó sus obras y primeras óperas. Sin embargo, el compositor no estaba plenamente cómodo con su ideología política pública, ni con la discriminación que enfrentaba por ser homosexual. En 1948 fue arrestado en su casa de Alemania con su pareja de entonces y alcanzó la libertad un año después. Al ver que el músico se sentía como un paria, en 1953 su publicista ofreció adelantarle regalías si renunciaba a su trabajo de director para dedicarse completamente a la composición. Hans aceptó el encargo y se fue al sureste de Roma, en donde compuso la Oda al viento del Oeste ese mismo año inspirado en la pieza escrita por Percy Byshe Shelley en 1819.

Con el tiempo, las composiciones de Henze se fueron alejando del formalismo alemán lo cual le trajo bastantes críticas. Cuando presentó el El Príncipe de Homburg en Frankfurt, el sociólogo y filósofo Theodor Adorno la vio y al finalizar la ópera, se acercó a decirle a Hans que su música no era “suficientemente caótica”.

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Durante sus visitas a Estados Unidos, Hans se convirtió en un artista mucho más político, al ser testigo del movimiento por los derechos civiles y las protestas anti-guerra de Vietnam. A Estados Unidos fue para la premier de su Quinta Sinfonía, interpretada por la Orquesta Filarmónica en Nueva York dirigida por Leonard Bernstein.

A sus 40 años de edad y sin pertenecer a una escuela musical formal, escribió la fuga In Memoriam: La Rosa Blanca dedicada a los hermanos Hans y Sophie Scholl, pertenecientes al movimiento estudiantil no violento, la Rosa Blanca de Munich. Después de conocer Estados Unidos y ver de frente las protestas, el activismo de Hans también se transformó en uno más artístico. Leyó obras de Marx y se unió al Federación Socialista Alemana de Estudiantes e incluso dio refugio a alumnos perseguidos en su casa de Alemania. “Estaba convencido de que la música y el teatro no solo podían, sino que debía difundir el avance de la revolución comunista”, escribe Michael Linton en la biografía de Hans Werner.

El 9 de diciembre de 1968 Henze estaba por estrenar La balsa de la medusa en Hamburgo, durante un evento político y musical. El oratorio estaba dedicado al Che Guevara, pero la presencia de manifestantes comunistas, y el rechazo del coro a formar parte de la pieza, derivaron en arrestos de los asistentes y el estreno nunca sucedió. Al año siguiente, Henze respondió al acto con un concierto de orquesta de cámara titulado Ensayo sobre los Cerdos.

Hans Werner Henze, 1960.

Hans Werner Henze, 1960.

Durante 1969 y 1970, Henze visitó la Cuba de Fidel Castro. Ahí conoció la historia del ex esclavo Esteban Montejo, un hombre afrocubano de 101 años de edad, y de ahí Henze se inspiró para escribir El Cimarrón (1970). El testimonio de Montejo quedó plasmado en su autobiografía publicada por Miguel Barnet en 1966. La ópera o el ciclo de canciones dramáticas se conforma de un cantante barítono, guitarra, flauta y un percusionista. El montaje dura una hora y media y se basa en el libreto escrito por Hans Magnus Enzenberger, inspirado en la biografía de Esteban que se autonombraba como “El Cimarrón”, una forma de llamar a quienes escapaban de las plantaciones de caña.

En 15 viñetas del montaje, la ópera recorre las andanzas de Esteban desde su escape de las plantaciones cubanas, relata su vida en el monte, el fin de la esclavitud afrocubana, la espiritualidad y su relación con la naturaleza; habla sobre la independencia de Cuba, del amor que siente hacia las mujeres, critica la llegada de los estadounidenses y su adaptación a la vida laboral con las máquinas. La música de El Cimarrón hace uso de elementos teatrales y está inspirada en los rituales yorubas. Además fue interpretada en el estreno por el guitarrista cubano, Leo Brouwer, quien se convirtió en amigo de Hans.

El Cimarrón

El Cimarrón, de Hans Werner Henze presentada en el marco del Festival de la UNAM, IM.PULSO

Es una ópera alejada de narrativas europeas y de la escuela musical clásica. “Henze mira a las Américas y no a Europa y es un punto de vista muy necesario. Entonces, cuando la escribió y en días recientes”, explica Robert Castro en entrevista con Gatopardo, director de ópera clásica en Estados Unidos y a nivel internacional. Castro explica que la historia se vive a través de los cantos del protagonista. Aunque es una ópera, lo que dice Esteban Montejo es simple: “A pesar de la experiencia tan fuerte que vive, es un grito de libertad” que supera épocas o territorios, explica el director estadounidense de origen mexicano.

Robert Castro dirigió una versión de El Cimarrón para el Festival de la UNAM, IM.PULSO, en la que las canciones fueron interpretadas en español para “poner la voz original y auténtica de Esteban Montejo”. Además, los músicos Pablo Gómez en la guitarra, Jane Rigler en la flauta, Carlota Cáceres en las percusiones y el cantante barítono puertorriqueño, Eliám Ramos, tuvieron la libertad de improvisar. Hans Werner escribió pasajes en la partitura de la ópera que “sugieren” sonidos con símbolos gráficos. En la puesta en escena de Castro, las cadenas que “atan” a Esteban Montejo retumban en el escenario como un instrumento más, del que se deshace conforme avanza su historia.

En 1969, Hans Werner escribió en Music and Politics: Collected Writings 1953-81, que él sólo podía concebir “una utopía posible” en el socialismo. “La Utopía se define por la ausencia del capitalismo… la liberación del arte de su comercialización. Yo visualizo la desaparición de la élite musical y el virtuosismo. Puedo imaginar que la composición se convierte en algo que todos puedan hacer solo con eliminar las inhibiciones. Hasta entonces, la música será algo que pertenece a todos, no algo ajeno sino parte de la vida de las personas”.

Hans Werner falleció a los 86 años el 27 de octubre de 2012 y compuso en otros países como forma de rechazo a Alemania. En Cuba también escribió su Sexta Sinfonía, los Compases para Preguntas Ensimismadas y La Cubana, obras inspiradas en autores cubanos, Bertolt Brecht y Ho Chi Minh.


 

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