La bruja de Texcoco (2020)
En algún punto del largo proceso que llevó a la reconciliación entre Octavio y La Bruja, los realizadores Cecilia Villaverde y Alejandro Paredes empezaron a seguirlos con sus cámaras. El resultado de estos tres meses de recorrido profundo están resumidos en un cortometraje con duración de diez minutos llamado La bruja de Texcoco.
Lo que comenzó como una serie que pretendía documentar a los músicos que transpiran por los rincones de la Ciudad de México, encontró su cauce en esta historia, ahora nominada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas a Mejor Cortometraje Documental para los Premios Ariel 2020.
“La suerte nos trajo a La Bruja. Cuando la conocimos fue tan buena la conexión y quedamos tan encantados, que hasta se nos olvidó la serie. Ella nos empezó a abrir las puertas de su vida, de su alma, de su música, de su familia, de su casa. Así empezamos a hacer el documental, yendo todos los días a visitarla, a sus shows, a sus ensayos, siguiéndola a todos lados”, dice vía telefónica Cecilia Villaverde.
«Lo que comenzó como una serie que pretendía documentar a los músicos que transpiran por los rincones de la Ciudad de México, encontró su cauce en esta historia, ahora nominada al Ariel».
A La Bruja la conocieron en 2018, antes de las giras internacionales y las presentaciones en el Vive Latino, cuando todavía era Octavio quien animaba con notas rápidas a la gente que viajaba en los vagones del metro, en esos días en los que pagaba la renta con aquellas cooperaciones voluntarias no siempre generosas.
En esa época Octavio daba clases en distintos niveles escolares, mientras ahorraba para pagar la producción de De brujas, peteneras y chachalacas (2019), el disco que de a poco le abriría puertas más allá del transporte público.
Cuando los directores Cecilia y Alejandro se encontraron con ella en Casa Club Roshell, ese bar en la colonia Álamos de la Ciudad de México que anuncia con telón de terciopelo rojo a trasvestis, transexuales y transgénero, La Bruja daba un concierto privado, en el que ofrecía algunas pistas de su vida, que ha estado marcada por el poder curativo que tienen, tanto la música como las plantas.
La bruja de Texcoco (2020)
Los directores se interesaron de inmediato por su música de sonidos novohispanos, prehispánicos y populares. Así comenzaron las entrevistas que duraron hasta cinco horas, a las que asistía todo el equipo de la filmación, conformado además por Sebastián Rico, Cedric Gall y Emilio de la Vega. En esas charlas La Bruja se cambiaba los pronombres al referirse a sí misma, haciendo dudar al grupo sobre la forma de dirigirse a ella.
“Yo los veo como uno solo, como cualquier persona con muchos contrastes. La Bruja siempre fue muy abierta y sincera con nosotros, nunca nos dijo ‘no quiero abordar este tema’, lo que permitió contar la historia tal cual era. Creo que el proceso por el que ella pasaba es como el que cualquier persona llega a tener en su camino a la autoaceptación y autodescubrimiento”, dice vía telefónica Alejandro Paredes.
La bruja de Texcoco profundiza en los rasgos de su personaje mediante guiños a la cultura popular mexicana, como la lotería, el juego mexicano por tradición, que a través de sus cartas da introducción a cada capítulo de este cortometraje documental.
«A La Bruja la conocieron en 2018, antes de las giras internacionales y las presentaciones en el Vive Latino, cuando todavía era Octavio quien animaba con notas rápidas a la gente que viajaba en los vagones del metro».
“Técnicamente tenemos los créditos de guionistas, pero en realidad no hubo un guión, fue a la hora de construir la narrativa en postproducción que metimos nuevos elementos. En el caso de la lotería, dijimos ‘¡claro, si está el músico, la mano, la sirena, el corazón, el catrín!’, se nos presentó como epifanía al final del camino y por eso terminamos hilando la historia de esa manera”, dice Villaverde. Mientras La Bruja más se acercaba a su idea de libertad, más eran las dudas entre los directores de alargar o sintetizar la historia. “Nosotros veíamos cómo seguía evolucionando como persona y como artista, pero la realidad es que nos gustó muchísimo el momento en que lo capturamos. Queríamos una foto de ese momento de indefinición, en lugar de engolosinarnos con más material”, añade.
Las presentaciones de La bruja de Texcoco han sucedido al ritmo del huapango y con mucho mezcal. Así sucedió en el Festival Internacional de Cine de Hidalgo, el Festival Internacional de Cine de Monterrey, el Festival Internacional de Cine Documental de Querétaro y en Ambulante 2020, entre muchos otros. Esas fueron tardes en las que La Bruja salió a tocar el violín, en medio del vuelo liviano que le da la esencia del copal.
La bruja de Texcoco (2020)